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¿Por qué una candidatura municipalista de verdad en la ciudad de Madrid?

Fuentes: Rebelión

Hacer un balance de casi cuatro años de gobierno de Ahora Madrid en la capital (con el apoyo del PSOE) resulta una tarea muy compleja, pero que yo resumiría en algunos rasgos que considero importantes: En la parte positiva se pueden mencionar algunas cosas interesantes, como el cambio de nombre de algunas (pocas) calles, se […]

Hacer un balance de casi cuatro años de gobierno de Ahora Madrid en la capital (con el apoyo del PSOE) resulta una tarea muy compleja, pero que yo resumiría en algunos rasgos que considero importantes:

  • En la parte positiva se pueden mencionar algunas cosas interesantes, como el cambio de nombre de algunas (pocas) calles, se han realizado y aplicado protocolos anti-contaminación, se ha restringido el tráfico motorizado, se han ralentizado (con mucha timidez) las políticas agresivas del neoliberalismo que se venían aplicando, se han saneado las maltrechas cuentas poniendo coto al saqueo realizado, se han remunicipalizado (sólo) cuatro servicios, y poco más que no hubiera hecho cualquier otra candidatura, pues ni siquiera se han realizado inversiones destacadas.

  • Pero en la parte negativa se puede afirmar que el continuismo ha sido el eje de la acción de gobierno, con el incumplimiento de aspectos relevantes del programa con el que Ahora Madrid pudo acceder a la alcaldía:

    • No se ha informado a la ciudadanía ni se ha denunciado la corrupción sufrida por nuestro municipio en los 25 años de saqueo por el PP. En lugar de auditar las deudas se ha pagado anticipadamente a los bancos buena parte la deuda acumulada.

    • No sólo no se ha elaborado una hoja de ruta para la remunicipalización de los servicios, sino que se han renovado todos (salvo 3) que han ido venciendo; incluso algunos de nueva creación se han entregado a empresas privadas.

    • El centro (Pl España, Madrid Central, Gran Vía, etc.) de nuevo ha acaparado las inversiones y la atención de gobierno.

    • No se ha avanzado hacia la descentralización ni la recuperación del personal que se eliminó en décadas anteriores.

    • Los servicios sociales han mantenido la precariedad heredada, y la política de vivienda ha sido vergonzante o simplemente inexistente.

    • Las coincidencias de voto en numerosas ocasiones con el PP en materia de urbanismo es la prueba más palpable de la política especulativa mantenida en este tema.

  • A los incumplimientos flagrantes del programa podemos añadir la decepción en el aspecto de las nuevas formas de hacer política.

    • Ahora Madrid ha disuelto todos los mecanismos organizativos que permitieran algún grado de democracia interna, siendo el cesarismo la pauta de la acción de gobierno dentro y fuera del Ayuntamiento.

    • La consigna «gobernar escuchando» cambió en un año por «gobernar respondiendo», pero ambas no fueron más que meros slogan de campaña.

    • La participación ha sido de nuevo un mero entretenimiento para personas inquietas, ya que la falta de competencias reales en los distritos la vaciaba de contenido, y el bajísimo grado de cumplimiento de los presupuestos participativos es alarmante.

    • La relación con los movimientos sociales, cuya contribución a la elaboración del programa y la ilusión social que rodeó la candidatura fueron decisivos, se transformó pronto en rechazo a quienes criticaban, por insuficiente, la labor del gobierno, tratando de suplir con las mesas de los foros locales al tejido social que daba la espalda cada vez más al gobierno municipal.

¿Qué podemos esperar de la candidatura Más Madrid, compuesta por el equipo de gobierno que ha practicado estas políticas incumpliendo un programa que para la alcaldesa era mera referencia? Pues nada, al menos para quienes aspiramos a una verdadera transformación de la ciudad, para ponerla al servicio de sus vecinos, que aborde de manera decidida y valiente todos los aspectos del programa que no se han cumplido, no por falta de tiempo sino de voluntad, ya que no se ha querido trabajar en esa dirección, evitando enfrentamientos con los poderosos y sus medios.

Ahora nos quieren meter ese miedo de «que viene la derecha ultra», como si buena parte de las medidas que anuncian no se hubieran puesto ya en marcha con los gobiernos de Gallardón, Esperanza Aguirre o Rajoy sin ir más lejos (rebaja de impuestos a los más ricos, leyes especulativas, privatizaciones a saco, defensa de los valores franquista de toros, machismo y religión, liberalismo sanitario, subvención a las escuelas segregadoras, etc.). La consigna de «hacer frente a la ultraderecha» no vale si supone abandonar los programas de transformación para apaciguar a los que ladran dejando las cosas como están; es el gran invento, dejar que la ciudad siga en manos de las grandes corporaciones, aunque gestionada por políticos con rostro progre. No queremos «parar a la derecha» haciendo lo mismo que ellos, sino todo lo contrario.

No podemos conformamos con pequeños avances simbólicos, mientras hay cada vez más personas, con o sin trabajo, sumidas en la pobreza, expulsadas de sus viviendas, sin acceso a las más elementales necesidades vitales.

La lucha por conseguir una sociedad, una ciudad, al servicio de quien la habita, poniendo la actividad económica y social al servicio no de los intereses económicos de unos pocos, sino del conjunto de las y los trabajadores, hay que desarrollarla en muchos frentes, y también en el institucional, porque las instituciones son las que toman decisiones sobre lo que podemos hacer y lo que no, y cómo se distribuyen los dineros que todas las personas aportamos.

Es muy útil que la lucha social en la calle, fuente básica de todo poder y transformación popular, cuente con personas que se hagan eco de las luchas y aspiraciones sociales en las instituciones, que legislen y decidan en beneficio de las clases populares, contribuyendo de esta manera a que puedan alcanzarse los objetivos de la lucha. Y digo «personas que se hagan eco» y no representantes de los movimientos, ya que estos deben ser independientes de las instituciones con las cuales la relación nunca estará exenta de conflictos, al defender lógicas dialécticamente diferentes.

La irrupción de candidaturas del cambio en 2015, que cortó la racha de décadas de hegemonía de la derecha más dañina, fue una experiencia singular que superaba la lógica imperante hasta ahora de los partidos políticos, al conformar confluencias con una importante presencia informal de base. En el caso de Madrid la atractiva experiencia de Ahora Madrid se frustró enseguida, tanto por las maneras centralistas de la alcaldesa como por el bloqueo impuesto por alguno de los partidos participantes. El escenario que se presenta para mayo de 2019, y más allá, no puede ser más sombrío, al configurarse una candidatura cuyo rasgo definitorio es la fidelidad a la cabeza, disfrazada de «los mejores gestores». Este seguidismo ha destrozado las más elementales lógicas colectivas de decisión, reduciendo los procesos de selección al dedo de la figura que supuestamente tiene el tirón electoral. ¿No demostró por ejemplo Carlos Sánchez Mato gran capacidad de gestión en el manejo y saneamiento de las cuentas? ¿Por qué no es uno de los elegidos? Por discrepar de algunas de las decisiones adoptadas.

¿Qué podemos esperar hacia 2023, cuando la cabeza de cartel ya no esté y la sustituya otra persona con escaso o nulo tirón electoral? ¿Qué van a hacer las personas que son capaces de renegar de sus partidos de origen, una, dos veces y las que haga falta, con tal de buscarse un puesto seguro en la institución? Las prácticas de las organizaciones políticas no están exentas de defectos, pero, a diferencia de lo que ocurre con las prácticas caudillistas o dedócratas, disponen de mecanismos y estructuras definidas que, al tener definido el marco ideológico y organizativo, permiten que cada militante pueda expresar sus ideas y participar e influir en las decisiones colectivas, no de manera plebiscitaria. Sustituir las organizaciones políticas por una práctica cesarista o monárquica es lo contrario del espíritu 15M, y esto no es un avance, sino un retroceso. Hay que superar las estructuras verticales de las organizaciones con prácticas más asamblearias, de base, donde la inteligencia colectiva pueda contribuir a encontrar las mejores decisiones en defensa de los intereses de las clases populares.

Por ello es muy importante intentar que se mantenga hacia futuro algo del espíritu que impulsó las candidaturas del cambio en 2015, ese espíritu municipalista que en otros lugares lleva décadas de recorrido exitoso, y que, independientemente del resultado que se pueda obtener en mayo de 2019, afirme su voluntad de jugar un papel en el presente y futuro del trabajo municipalista en esta ciudad y sus barrios, con algo de coherencia organizativa y participativa.

Considero que no hay nada que perder, y todo por ganar. Además es fácil que una candidatura de estas características pueda movilizar el voto desencantado con la práctica de Ahora Madrid y la que se prevé de Más Madrid, y que incluso podría ser decisiva para cerrar el paso a la derecha tricéfala, convirtiéndose por ello en un voto realmente útil que de no presentarse iría seguramente a la abstención.

Las personas que han destruido el espacio de la convergencia y unidad llamado Ahora Madrid, o sea Manuela Carmena y sus secuaces, para crear una candidatura de amiguetes, no están desde luego legitimadas para apelar a la «unidad», aunque a estas alturas ya hay poco de lo que sorprenderse.

Casi todo el capital de ilusión transformadora generado hace 4 años, ha sido destruido a lo largo de esta legislatura en Madrid, en lo político y lo organizativo. Hay que reconocer que el panorama no es muy ilusionante, más bien todo lo contrario. Pero las victorias del mañana se gestan en muchas ocasiones en la capacidad de resistir en los momentos difíciles, y este es uno de ellos. Hay una responsabilidad histórica, de seguir luchando por una transformación de verdad, y por implantar unas formas democráticas de gestión. Y no debemos defraudar las posibilidades que se ofrecen, por reducidas que puedan parecer, porque quizás no sean tan escasas, y menos con el espectáculo que últimamente estamos viendo en Madrid. Podemos llevarnos una sorpresa, y merece la pena intentarlo.

Pedro Casas. Activista vecinal

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.