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Por un mundo sin bases militares

Fuentes: Rebelión

Pedir un mundo sin bases militares es un proyecto político y moral. Si luchamos por desterrar para siempre esa vertiente sombría del comportamiento humano que son las guerras, si propugnamos elpacifismo como regeneración y como deber –más existiendo armasnucleares–, hemos de oponernos a las bases, que se definen como «instalaciones castrenses para ayudar a pertrecharse […]

Pedir un mundo sin bases militares es un proyecto político y moral. Si luchamos por desterrar para siempre esa vertiente sombría del comportamiento humano que son las guerras, si propugnamos elpacifismo como regeneración y como deber –más existiendo armasnucleares–, hemos de oponernos a las bases, que se definen como «instalaciones castrenses para ayudar a pertrecharse y operar a las fuerzas bélicas». Entendemos, con Gandhi, que el fin está en los medios, como el árbol en la semilla. Y la preparación para laguerra es una profecía que se autorrealiza.
En un mundo que estalla, la seguridad ya no es una cuestiónmilitar. Los nudos gordianos no pueden más cortarse con la espada, y no habrá seguridad sin justicia, ni paz sin justicia. La aldeaglobal ya no aguanta dividida entre palacios y vertederos, presididapor la coacción sobre el débil o pobre, por la «ética del resultado»o de las manos sucias. Y sabemos que las bases son instrumentos deesa coacción, tentáculos de un sistema de dominación universal,amoral e inhumano. En lugar de bases y armas, queremos solidaridad,un Pacto mundial de Solidaridad, no una Humanidad de castas.
Las instituciones tienden a perpetuarse, y la guerra es como una institución. No digamos el sanguinario «complejo militar-industrial». Pero sabemos que en sesenta siglos ha habido quince milguerras, con miles de millones de víctimas humanas, y que lallamada «Defensa» suele ser administración de muerte. Tememos asujetos como MacArthur, predecesor de Bush, cuando decía: «Cumplí con mi deber como Dios me lo indicó». Y no ignoramos la frase de Napoleón: «Un hombre deviene la criatura de su uniforme». Ni la de Louis Blanc: «¿Y el pueblo? El pueblo despertó asustado con el ruido de pasiones que no eran las suyas». Por todo ello estamos contra las bases, luchamos por que no se perpetúen, desde la ética de laconvicción y la dignidad.
Las bases castrenses refuerzan la lógica militarista y de confrontación, se apoyan cuanto estimulan la idea de «enemigo», alque hay que someter o aniquilar. Creada la máquina para las necesidades de la guerra, se ha dicho, luego la máquina creaba lasguerras que necesitaba. Las bases sustentan la autojustificación belicista, sirven de herramientas para la rendición al pesimismo de la violencia. Todo bajo un pensamiento único, inodoro, neutro, queno repara en que el egoismo es hermano del odio. Mas nosotroscreemos en el optimismo y energía de la voluntad.
Aspiramos a una edad de oro moral que sustituya a la hegeliana «racionalidad de lafuerza», reivindicamos la ideología en su mejor sentido. No creemos en los Vargas Llosa, sino en los Galeanos y Benedettis. Despreciamos a la banda de extrema derecha de Washington, que, como diría Barthes, intenta dar a una realidad cínica una moral noble.
Continuamente nos hablan de hacer guerra contra el terrorismo,guerra para la que son fundamentales las bases. Pero no eliminan las causas de la desesperación de tantos seres humanos, sometidos al feroz fundamentalismo del dinero, a un «orden» construido sobre la exclusión de la mayoría de la humanidad, a los negocios gemelos del bombardeo y la «reconstrucción»; en suma, a un creciente totalitarismo tecnocrático y opulento.
Mas, si terrorismo es usar medios que aterrorizan para obtener fines políticos, económicos, ideológicos, hay que decir también que cualquier apelación a la guerra (apoyada en las tan repetidas bases) es puro terrorismo, con la excepción de defenderse directamente y con proporcionalidad. Son terroristas las bombas de racimo en las ciudades, las armas «pre-letales», el martirio del pueblo palestino. No admitimos una moral parcial.
Reclamamos el respeto al Derecho Internacional, en lugar de la ley del más fuerte. Recordamos que la gran pionera en conculcar la Carta de Naciones Unidas fue USA, ya en 1.947, con la «Doctrina Truman»; único país también en usar armas nucleares sobre población civil. Reclamamos que los Gobiernos no engañen a sus ciudadanos. Nocompartimos el cercar a China con bases militares que habría quellamar bases del petróleo y el gas. Condenamos que se dedique a bases militares el dinero que se quita a la Cooperación y Solidaridad, a los servicios sociales. Repudiamos el exhibicionismo militar, las ferias de muestras de la industria bélica que vienen siendo las guerras de las grandes potencias. Luchamos por una nueva comprensión de lo que pasa en el mundo, por una nueva legitimidad global. Reclamamos un nuevo «derecho humano» fundamental y universal: EL DERECHO A LA PAZ. Por todo esto nos pronunciamos contra las bases militares urbi et orbi.
José Luis Pitarch, Profesor de Derecho
Constitucional, Comandante en Reserva