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Por un proceso constituyente de todos y para todos

Fuentes: La Lamentable

A muchos nos ha despertado gran interés la noticia de la iniciativa de Arcadi Oliveres y de Teresa Forcades. A lo largo de sus respectivas trayectorias, con su discurso y su activismo ideológico y social han mostrado, junto a miles de ciudadanos, la capacidad para impulsar una ciudadanía participativa capaz de promover un profundo cambio […]

A muchos nos ha despertado gran interés la noticia de la iniciativa de Arcadi Oliveres y de Teresa Forcades. A lo largo de sus respectivas trayectorias, con su discurso y su activismo ideológico y social han mostrado, junto a miles de ciudadanos, la capacidad para impulsar una ciudadanía participativa capaz de promover un profundo cambio social y político ante el gravísimo deterioro de las instituciones democráticas, su creciente descrédito, y sobre todo las indignas condiciones de vida a que están sometiendo a millones de personas y familias. No cabe duda de que es urgente crear un nuevo marco político y social que impulse alternativas a un Estado tomado por las oligarquías financieras con la entusiasta colaboración de políticos conservadores, catalanes y españoles. Para este fin, es muy positiva la iniciativa de Oliveres y Forcades. Pero, la apelación a un proceso constituyente es ya una realidad en España, como lo expresan las Mesas de Convergencia Ciudadana impulsadas por personas y organizaciones de la izquierda, que no coinciden necesariamente con los partidos de la izquierda real. Por ello, entendemos que todos estos esfuerzos deben generar alianzas sólidas con las fuerzas democráticas del conjunto del Estado sin división alguna.

Es la respuesta necesaria ante las durísimas condiciones de vida y trabajo, así como privaciones de derechos humanos, que el capitalismo está imponiendo. Respuesta que ya se vaticinaba hace años. Desde que hemos vivido tan de cerca la miseria y la carencia de derechos (Tayikistán, Sierra Leona, Guatemala, son algunos de los muchos lugares que siempre han estado en crisis)… la verdadera cuestión moral es qué responsabilidad tenemos en que determinadas estructuras perduren y qué estaría en nuestra mano hacer para sustituirlas por otras como apuntaba Carlos Fernández Liria en Los diez mandamientos y el siglo XXI (El Viejo Topo, 2008).

En este contexto, una parte importante de la ciudadanía ha reaccionado, está movilizada exigiendo mayor información y haciendo frente a los abusos constantes de poder. Son quienes han creado o se han unido a movimientos sociales, quienes están presentes en la calle, secundan huelgas, etc. Y, ante esta marea social incontenible, es posible que resulte más útil y hasta necesario, más que una candidatura electoral como la que plantean Oliveres y Forcades -que sería una más de las ya existentes- un proceso riguroso y constante de coordinación que supere de una vez por todas aquello que decía Freud, «el narcisismo de las pequeñas diferencias».

Y es que somos muchos los que creemos posible armar un proyecto político que vaya hacia un modelo de sociedad infinitamente más justa, somos muchos los que creemos que la humanidad puede crear un sistema que produzca las cosas que necesita y en la medida que las necesita para pasar de la lógica del beneficio de muy pocos a la lógica del beneficio de todos. Por eso, estamos de acuerdo con el proyecto de cambio social y de ruptura con el orden establecido que propugnan Oliveres y Forcades y que enumeran en su Manifiesto (nacionalización de la banca, fin de la especulación financiera, fiscalidad justa, impago de la deuda ilegítima, salarios y pensiones dignas, vivienda digna para todo el mundo, medios de comunicación públicos… etc.).

Pero hacemos pública aquí nuestra preocupación ante el eje nacional de su iniciativa. Porque muchos de nosotros no compartimos que el objetivo de esta plataforma deba ser crear una asamblea constituyente para hacer una Constitución para la República catalana. ¿Por qué no contribuir ya desde Catalunya a la construcción de una República española? Nos preguntamos por qué poner vallas al campo. Ante el lobby neoliberal fuertemente organizado y globalizado, ¿por qué limitar nuestra sensibilidad hacia los grupos más próximos cuando tantos movimientos afines (Juventud sin Futuro, Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Plataforma de Afectadas por los Recortes Sanitarios, 15 M…) actúan por toda la geografía española? Estamos seguros que ésta sería una muy buena oportunidad para compartir este proyecto político con Girona, por ejemplo, pero también con Madrid y Sevilla y París y Argel. Los derechos no son de los territorios, sino de los ciudadanos.

Y es que, en nuestra experiencia, cuando se mezcla el eje nacionalista con un proyecto social que podría ser creíble, el nacionalismo acaba abduciendo el proyecto, el nacionalismo despolitiza la política, le roba su propia naturaleza, la hace finalmente conservadora. Nos explican sus impulsores que el eje nacional de la plataforma ya está encarrilado por la Asamblea Nacional Catalana, pero nosotros nada tenemos que ver con el «España nos roba» que predica esta asamblea, porque creemos rigurosamente en el reparto de la riqueza, que tan bien expone el artículo 31 de nuestra Constitución (aunque no haya Gobierno con voluntad política para aplicarlo): todos contribuiremos al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con nuestra capacidad económica. Y por eso mismo, como ciudadanos que vivimos y trabajamos en Catalunya expresamos aquí que nos parece muy bien que parte de nuestros impuestos sirvan para construir un colegio en Cáceres y que ojalá también sirvieran para levantar hospitales en Andhra Pradesh.

Muchos queremos independizarnos del capitalismo, y sabemos que ese objetivo no tiene relación alguna con la independencia de España, si hay que independizarse sería necesario también hacerlo de Catalunya. Es cierto, hemos salido a la calle en distintas ciudades de España, de Catalunya y de Europa porque ni esta España, pero tampoco esta Catalunya ni esta Europa, son las nuestras. No hace falta creer, lo hemos visto: la lucha contra el capital no depende de lugares ni de lenguas, depende de gentes que quieran vivir de otra manera, más justa y más digna, y eso significa creer en otras cosas que no sea el PIB y atender a otras cosas que no sean la prima de riesgo. Queremos crecer en conocimiento, poesía, deporte, ciencia, lectura, cine, danza y, sobre todo, lentitud… No necesitamos tanto dinero y sí queremos más tiempo. Paremos esta rueda loca capitalista.

Para construir otro modelo de sociedad tenemos que contar con otros compañeros y compañeras de otras partes de nuestra geografía, y sería loable que nuestra sensibilidad fuese más allá de nuestro grupo más próximo y se extendiese hacia Lisboa, Nápoles, Atenas, Nicosia, Touluse, Tinduf, Kampala… Queremos ser ciudadanos y no meros consumidores y para eso necesitamos todos un marco más justo, más democrático y más plurinacional. Ni catalanes, ni españoles, ni europeos, ni africanos, nuestro común enemigo son unos que roban a otros, estamos ante la revolución de los ricos contra los pobres. Es urgente añadir y no restar. Todos saldríamos, saldremos ganando.

Carlos Jiménez Villarejo, ex-Fiscal Anticorrupción Gema Sanz Botey, periodista

Fuente: http://lamentable.org/?p=10208