Desde comienzos del año 2010, una crisis social que no tiene fin se extiende desde Grecia por toda la Unión Europea, contagiando a más países. En realidad, ningún país, y la propia UE, pueden considerarse a salvo de ella. Ejecutando la «dictadura de los mercados», es decir, los dogmas del capitalismo neoliberal, la «troika»: Fondo […]
Desde comienzos del año 2010, una crisis social que no tiene fin se extiende desde Grecia por toda la Unión Europea, contagiando a más países. En realidad, ningún país, y la propia UE, pueden considerarse a salvo de ella. Ejecutando la «dictadura de los mercados», es decir, los dogmas del capitalismo neoliberal, la «troika»: Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y UE, imponen durísimas políticas de recortes de salarios, pensiones y derechos sociales a los países más afectados ya por la crisis, que anuncian las que se impondrán a los que en el futuro inmediato caigan en ella. Además de sus objetivos económicos, estas medidas tienen un alcance político evidente, cuyo mejor ejemplo está en Grecia: huelgas generales, luchas ininterrumpidas durante meses, manifestaciones y acampadas masivas… han conseguido resistir a una represión feroz, pero no han logrado mover una coma de las órdenes de la «troika», aplicadas con estricta obediencia por el gobierno de turno. Se difunde así un claro mensaje a todos los pueblos de Europa: hagan lo que hagan, luchen como luchen, impondremos nuestras decisiones y contaremos para ello con la sumisión de cualquier gobierno que puedan elegir. Así se ha ido extendiendo una indignación social generalizada pero dispersa, formada con más rabia que esperanza, con resistencia pero sin alternativa.
El movimiento iniciado en nuestro país el 15-M ha conseguido combinar la rabia con la esperanza, y ha dado así expresión política, pero con «otra forma de hacer política», y simbólica a la indignación social. La extensión territorial del movimiento a los barrios populares, mas allá de las acampadas; la capacidad de generar respuestas solidarias frente a quienes sufren más duramente la crisis: las personas desahuciadas, las y los inmigrantes sometidos a acoso policial permanente…; la capacidad de convergencia con luchas y movimientos sociales: feministas, ecologistas, barriales, solidarios, sindicales… que resisten desde hace años mostrada en las manifestaciones del 19-J contra el Pacto del Euro… Todo ello ha creado en los centenares de miles de personas que han participado en el movimiento la energía y la convicción sobre la necesidad y la posibilidad de construir una alternativa a la «dictadura de los mercados» basada en criterios elementales de democracia, solidaridad entre «las y los de abajo» y justicia económica y social. Estas aspiraciones han conquistado la atención y la simpatía de la mayoría de la población. Aquí están los cimientos, ésta es la condición necesaria para la construcción en nuestro país de la izquierda del siglo XXI.
El movimiento del 15-M, y todas las redes de resistencia y movilización que pueden articularse con él y en torno a él, es un movimiento sin dueño, autoorganizado y que se representa a sí mismo. Éste es un valor que hay que mantener por encima de todo, porque es imprescindible para su maduración y desarrollo pluralista y unitario. El compromiso de las organizaciones de la izquierda política debe ser no interferir, no hegemonizar, no representar al movimiento, sino participar lealmente en él, aportar capacidades y propuestas, contribuir a su fortalecimiento.
Las próximas elecciones generales van a plantear a la izquierda alternativa desafíos muy importantes y complejos. El gobierno Zapatero arrastra al PSOE en su hundimiento. La operación Rubalcaba, presentada por el marketing político-mediático al uso como un «giro a la izquierda» carece de la menor credibilidad, no sólo por el curriculum pasado y reciente del candidato, sino también por el sometimiento incondicional de su partido y de la «Internacional Socialista» a las órdenes de «los mercados». Izquierda Unida, por más que quiera presentarse como tal, no es considerada una alternativa por la mayoría de la izquierda social y política. El Partido Popular se prepara para hurgar en las heridas abiertas por el gobierno «socialista».
En estas condiciones, es natural que surjan llamamientos y manifiestos reclamando la unidad de la izquierda en las próximas elecciones. Izquierda Anticapitalista respeta estas iniciativas. Creemos que es posible construir una candidatura unitaria anticapitalista y alternativa que sea coherente con las enseñanzas y aspiraciones de los movimientos que han conseguido abrir una brecha en el muro de la resignación contra el que nos veníamos estrellando desde hace largos años. Sin esa coherencia, la unidad que pudiera lograrse sería un puro producto de tecnología electoral, sin credibilidad social, ni horizonte político.
Para la construcción de esa candidatura, proponemos a debate las ideas y reivindicaciones siguientes:
*Una candidatura unitaria anticapitalista y alternativa tiene que ser creíble y dar confianza en que hará lo que dice. Para ello: a. Los candidatos y candidatas tendrían que ser activistas sociales o políticos que no sean profesionales de la política. b. La elaboración del programa y la formación de las listas debe hacerse por procedimientos participativos, de arriba abajo, abiertos a militantes y activistas de la izquierda en cada localidad. c. La campaña tiene que ser barata. La candidatura no pedirá ningún crédito a los bancos y se financiará exclusivamente con las aportaciones solidarias de la gente y con las subvenciones públicas a que tenga derecho. d. El salario de los posibles representantes electos será equivalente al salario medio. El dinero que se reciba en dietas y comisiones será empleado en el apoyo a proyectos sociales decididos democráticamente. e. Los o las representantes electas lo serán sólo por media legislatura (2 años). Al término de este plazo, el puesto lo ocuparán quienes les sigan en la lista. f. Existirá una transparencia radical en todo el funcionamiento de la candidatura y de sus posibles cargos electos y representantes institucionales en Fundaciones y Cajas de Ahorro. Toda esta información sería pública en tiempo real por medio de internet.
*Es imprescindible un giro radical a la izquierda en la política económico-social. Pero no hay «giro a la izquierda» posible sin la ruptura con las políticas de «austeridad» de la UE, el FMI y el Banco Central Europeo, ejecutadas aquí por el gobierno Zapatero, en beneficio de «los mercados», en primer lugar, el poder financiero. Para ello, destacamos las siguientes medidas:
a. Ruptura del Pacto del Euro y con el límite de déficit público exigido por la UE. b. Derogación de la Reforma Laboral y de la Reforma de las Pensiones. Reducción de la jornada laboral para crear empleo y repartir el trabajo asalariado y el doméstico. c. Auditoría social de la deuda pública española, con la participación de investigadores cualificados y representantes de movimiento sociales, para establecer qué parte de ella carece de legitimidad y no debe ser pagada. d. Nacionalización de la Banca, condición para el acceso a créditos blandos a las personas e iniciativas de la economía social que los necesiten. e. Reforma fiscal que grave a quienes más tienen y combata el fraude fiscal de las grandes fortunas. *La candidatura debe identificarse con todas las movilizaciones en curso que defienden los intereses de las víctimas de la crisis, defendiendo, entre otros puntos:
a. La dación en pago y un alquiler social público para todas las personas en riesgo de desahucio. Para ello se usarán las miles de viviendas vacías en poder de los bancos.
b. La lucha contra la precariedad mediante un salario social garantizado para los parados y paradas.
c. La lucha contra los recortes sociales, en sectores como la sanidad o la educación, hechos con el déficit como pretexto y que atentan contra derechos básicos de las personas y además transfieren a las mujeres muchas tareas de cuidados que el Estado deja de hacer
d. Las movilizaciones en defensa del territorio contra grandes infraestructuras al servicio de los intereses de las grandes constructoras y de un modelo económico depredador. e. La derogación de la Ley de Extranjería y el cierre inmediato de los Centros de Internamiento para Extranjeros.
*La candidatura debe reivindicar la ruptura con el paradigma del crecimiento y cuestionar radicalmente el actual modelo de producción, distribución y consumo hacia una sociedad que decrezca en el consumo de recursos naturales y que crezca en bienestar y justicia social. Que apoye la nacionalización del sector energético convirtiéndolo en un servicio 100% público y renovable y que promueva el cierre de todas las centrales nucleares.
*La candidatura debe comprometerse con el desarrollo de una democracia real, asumiendo particularmente:
a. El desarrollo de las iniciativas legislativas populares y otros instrumentos de democracia participativa y carácter vinculante a los referendos derivados de ellas. b. El reconocimiento del derecho a decidir libremente su futuro de pueblos como el vasco, el catalán o el gallego.
*La candidatura rechazará pactos de gobierno a cualquier nivel con partidos que representan y realizan políticas contrarias a los objetivos de su programa.
Izquierda Anticapitalista quiere debatir estas propuestas con organizaciones, plataformas y personas de la izquierda social y política. Pondremos todo de nuestra parte para que sea posible una candidatura unitaria anticapitalista y alternativa: desde abajo y a la izquierda.
Más allá de este posible acuerdo, continuaremos luchando por impulsar un proceso constituyente que ponga fin al régimen político y económico de la Transición, que es la base institucional de la ínfima calidad democrática y la clamorosa injusticia social del capitalismo español, y establezca una democracia igualitaria y participativa, en paz con la Naturaleza, basada en la autoorganización popular y la emancipación de hombres y mujeres. Éste es nuestro socialismo.
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