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Disyuntiva en Bilbao

Premio «Ciudades del Agua» cuando Sestao se hunde

Fuentes: Maverick Press/Rebelión

Mientras continúan las movilizaciones, cada vez más tumultuosas y agrias, de los trabajadores de los astilleros de Sestao, integrados en las empresas de construcción naval del grupo IZAR, la reconversión urbanística de lo que en su día fuera un Bilbao industrioso, con los Altos Hornos como torreón derribado, que hoy se llama Guggenheim, Palacio de […]

Mientras continúan las movilizaciones, cada vez más tumultuosas y agrias, de los trabajadores de los astilleros de Sestao, integrados en las empresas de construcción naval del grupo IZAR, la reconversión urbanística de lo que en su día fuera un Bilbao industrioso, con los Altos Hornos como torreón derribado, que hoy se llama Guggenheim, Palacio de Congresos Euskalduna y Ría-2.000 han sido condecorados en la Bienal de Arquitectura que se celebra en septiembre en Venecia con el premio especial «Ciudades del Agua». Ignorando quizás que sobre ella flotan estructuras, embarcaciones, navíos, que se teme jamás vuelvan a ser ensamblados en la Naval de Sestao, cuyo futuro ven negro tanto los obreros dependientes directamente de estas funciones como las muchas empresas subsidiarias del sector. Éstas ya se sienten transformadas en a saber qué otro fenómeno cosmopolita comandado por multinacionales de lo chic y entidades de postín. Bilbao, cuyo alcalde Iñaki Azkuna se ha sentido sorprendido ante el premio veneciano, pero que lo juzga «un reconocimiento maravilloso», en su fuero interno debe estar preocupado por este fenómeno de transformación sísmica de una ciudad tradicionalmente obrera, siderúrgica, diseñadora de naves, portuaria y de historia reciente conjugada con la industrialización y los pequeños núcleos auxiliares que aquélla precisaba, y que constituía el pan cotidiano de todas las poblaciones de esa hoy ensalzada Ría-2000. En una ciudad, Venecia, que se hunde de decrepitud, cursilería, carnavales y sector hostelero para recién casados pijos. Mientras en Sestao, 6.000 familias ya constituidas se juegan la supervivencia social. Un mundo que se hunde.

El farol de Zapatero

Vino el presidente del gobierno Central a Sestao, a mitigar protestas y, lo más grave, miedo económico, y habló de que su gestión salvaría la construcción naval pública. Pero en el día a día se van viviendo situaciones desesperadas que han llevado al Gobierno vasco a declarar oficialmente que los responsables de Madrid están decididos a «sacrificar» la Naval sestaoarra como chivo expiatorio de las crisis de los demás astilleros del Estado que se agrupan en IZAR. En su visita del pasado septiembre a Euskadi para proclamar a Patxi López como candidato a lehendakari por el PSE-PSOE, Rodríguez Zapatero lanzó un farol triunfalista en el que se aseguraba que tanto los destinos de la Naval (y no olvidemos sus importantes apéndices de pequeña y mediana industria auxiliar, de los que subsiste prácticamente toda la población de la zona) como su cartera de pedidos estaban garantizados. No parece ser así, y las propuestas de la SEPI, organización de la que depende la industria naval oficial, son reiteradamente rechazadas no ya por los propios interesados, trabajadores, sindicatos, opinión pública y familias en precario, sino por la propia consejera de Industria del aludido Gobierno vasco, Ana Agirre, que mantuvo una áspera entrevista con los responsables, SEPI, de los astilleros estatales.

El farol de Zapatero, que no contaba ni con un cuatro a la chica, lo resume la SEPI como un plan de segregación de los astilleros militares de los civiles y la estructuración de una nueva Sociedad de Responsabilidad Limitada (o sea, de irresponsabilidad) que llevaría el patético nombre de «New Izar» y en la que no se incluiría a la construcción vasca de buques. La SEPI «habla de quiebra técnica, de muerte anunciada, de disolución y venta de activos, de imposibilidad de contratación de carga de trabajo, y la realidad objetiva», la soflama escurridiza de Zapatero en septiembre, «es que todavía (la SEPI) no ha presentado ningún Plan Industrial ni ha hecho esfuerzo alguno en la búsqueda de ningún inversor privado». Son palabras crudas de Ana Agirre, quien apostilló que para la SEPI, claramente dispuesta a prescindir del Sestao náutico, «la Naval se lleva la peor parte». Fue más allá en su alocución, y acusó al gobierno de Madrid de «fraude inadmisible» cuando alude a la privatización del sector. Arquitectura sublime El caso es que uno no sabe a qué carta quedarse cuando el fundamento existencial de la Ría bilbaína, de mayor arraigo mítico que el Athletic, que ya es decir, y que se resume en el buzo azul-bergara, las llaves inglesas, las atarazanas, las inmensas carcasas de bastimentos en su plano inclinado y la botadura de bajeles con algarabía de la obrerada se hallan en trance de desaparición para dar paso a otro plan, tal vez contagioso, de reestructuración a base de arquitecturas sublimes, bellas artes, concilios de ejecutivos, tranvías aerodinámicos y substitución paulatina del perno y las cuadernas por el pincho y el cóctel: sector terciario. Mientras el Gobierno vasco y la Diputación se muestran dispuestos a utilizar todo su potencial, que se queda escaso, para mantener los astilleros de Sestao en su lugar y funciones, incluso por parte de un lehendakari más vehemente que acaudalado en trámites de esta envergadura, el alcalde Azkuna, de su partido, PNV, acude a la ciudad de los canales a recibir el premio «Ciudades del Agua» y a presentar y exponer los trabajos que se están llevando a cabo en ambas márgenes del Nervión y sus emblemas que llaman «regenerativos». Simultáneamente, la Naval de Sestao se va a pique. Son paradojas dolorosas, laboralmente destructivas en psicologías de ‘lobos grises’, entre dos aguas como entre dos edades, cuyo futuro no se define. Toda una vida trabajando en la creatividad naviera no se cambia con incentivos, maldita palabra, como jubilaciones anticipadas o subsidios de desempleo, por no hablar de cierre definitivo y pensiones para obreros jóvenes de ese laberinto que en torno a los astilleros laboraba y elaboraba piezas para el gran meccano cuyo horizonte se ve más nebuloso que nunca. Viene a ser una maldición o puede que un propósito de desindustrialización absoluta de una sociedad industriosa.

Huevo de cisne

Cuando ya se daba por extinta la polémica que la «reconversión industrial» de un Bilbao hoy parcialmente postmoderno en la zona arrasada de sus históricos muelles, antaño de fuego, acero y Hornos Bessemer, resurge la pregunta de si el tejemaneje con el ‘holding’ neoyorquino de obras de arte en lugar de lingotes no constituiría, subrepticio, calculado, el huevo de cisne de un Bilbao cuya personalidad se pretendía alterar y demoler en un plazo breve. Hasta noviembre, en Venecia se pueden admirar las «regeneraciones» de Bilbao, Alejandría, Hamburgo, Atenas, Nueva York, Seúl, Yokohama y la propia e imperecedera Venecia, la del mercader y la luna de miel. Lo cierto es que, en el caso bilbaino, y por muchas cifras fiduciarias que exhiban los responsables del Museo Guggenheim, la metamorfosis ha sido lenta. Y no se han contado, en el debe, los desperfectos humanos, psíquicos, concedamos que hasta sentimentales, que se quedaron en el camino. En Sestao se anunció un endurecimiento de las movilizaciones si la SEPI no cedía terreno, si se seguían creando falsas expectativas y si el Presidente del Gobierno central se empecinaba en el engaño, el circunloquio forense y las promesas ilusorias a la vasta nómina de los astilleros. Las barricadas de neumáticos arden ya en Sestao, y no por capricho. Más bien es un ritual. Por parte de dirigentes sindicales se resume el estado de ánimo como que «aunque las protestas sean responsables, es muy difícil controlar el sentimiento general de frustración». Que les muestren, a modo de consuelo, el premio de «Ciudades del Agua». Mineral, por supuesto. ‘Alea jacta est’.