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Camino al 9º Congreso del Partido: Oportunidad para tratar sobre el liderazgo fidelista

Premio del Barrio a Jorge Lezcano Pérez

Fuentes: Rebelión

Felicito el otorgamiento del Premio del Barrio a Jorge Lezcano Pérez, en acto realizado el pasado 13 de agosto, por la dirección de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Felicito al premiado. Felicito la idea y la ocasión del Premio. Puede convertirse la efeméride que recuerda el nacimiento del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en una hermosa tradición premial de los CDR y de otras organizaciones e instituciones, para homenajear a quienes son resultado, ejemplo, y continuidad preciosa de la obra fidelista.

En lo mediato, camino al 9º Congreso del Partido, la significación premial que se le ha realizado a Jorge Lezcano Pérez, motiva. Nos coloca en la oportunidad de retomar el tema del liderazgo fidelista.

En mi última entrega a Rebelión, insistí en que el liderazgo revolucionario leninista en Fidel -con su preciosa base martiana-, es más que eticidad, carisma, capacidades y atributos, certezas y resultados. Fidel no existió per-se, tuvo vida a partir de quienes le siguieron en la construcción de la vanguardia revolucionaria, en los liderazgos formados en su escuela, en el liderazgo de Partido Comunista de Cuba. La noticia del otorgamiento del Premio del Barrio a Lezcano Pérez, colocó en sujeto y perspectiva histórico-concreta la apreciación que había compartido sobre los liderazgos fidelistas.

Jorge Lezcano Pérez Lezcano, nacido en el barrio habanero de Cayo Hueso, el 15 de febrero de 1936, cumple con creces el recorrido de pueblo empoderado y proyección personológica de los liderazgos fidelistas.

La biografía

Con 13 años Lezcano devino en obrero gráfico, y pronto estuvo incorporado a las lides sindicales. Frente al Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, resiste y denuncia la imposición del traidor Eusebio Mujal Barniolen la Central de Trabajadores de Cuba.

Participa el joven sindicalista en los paros laborales en apoyo a las huelgas bancarias y azucareras de 1955. Se incorpora al Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Clandestino, conoció de la represión, la prisión y la tortura en la Oncena Estación de la Policía, el mismo antro batistiano, donde se apaleó y martirizó durante varios días a las combatientesLidia Doce Sánchez y Clodomira Acosta Ferrales, para luego moribundas, arrojarlas al mar.

Tras el triunfo de la Revolución Lezcano estuvo en la lucha contra los mujalistas, por la recuperación del sindicalismo revolucionario. Fue fundador de las Milicias Nacionales Revolucionarias y de los CDR. En la retaguardia habanera, estuvo en la operación que aseguró la retención de los elementos contrarrevolucionarios, en vísperas de la invasión y las batallas decisivas de Playa Larga y Girón.

En 1961 Lezcano presidió la Comisión Nacional que fundaría el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Administración Pública, y fue elegido Secretario General de Sindicato en su primer congreso constituyente. Fundador del Partido Comunista de Cuba. En medio de las inmensas tareas de desarrollo económico y social, que se desarrollaban en Camagüey, el Partido lo designó para trabajar en esa oriental provincia, primero en Morón y luego como organizador del Comité Provincial.

El 27 de octubre de 1973 fue elegido Coordinador Nacional de los Comités de Defensa de la Revolución, responsabilidad en la que de desempeño hasta 1980. Dirigió la organización en una etapa crucial de institucionalización revolucionaria: Durante el Primer Congreso del Partido, en el debate y el plebiscito de primera Constitución Socialista. En el refortalecimiento de la democracia popular revolucionaria, con la construcción y puesta en acción de los órganos del Poder Popular.

En 1976, cuando se constituye la Asamblea Nacional del Poder Popular, Lezcano fue electo diputado, y también miembro del Consejo de Estado. En 1980 fue elegido vicepresidente de la Asamblea Nacional. Durante 22 años actúa como diputado. Hasta 1983 fue miembro del Consejo de Estado.

Tuvo Lezcano el privilegio de trabajar a partir de 1980 en el Equipo de Coordinación y Apoyo creado por el Comandante en Jefe. Fue designado Ministro de Gobierno y Segundo Jefe del Equipo.

En el Primer Congreso del Partido, celebrado en 1975, Lezcano integró el Comité Central, responsabilidad para la que ratificado en los congresos que le sucedieron hasta el Quinto Congreso en 1997. En el Cuarto Congreso (1991) fue electo miembro del Buró Político.

La labor operativa de la dirección fidelista le impone a Lezcano una constante superación educacional y política. En esta necesidad encuentra en la Escuela Superior del Partido Ñico López, su casa universitaria.

En el periodo 1986-1994 Lezcano se desempeñó como Primer secretario del Comité Provincial del PCC en la Ciudad de La Habana. Después, regresó Lezcano a la vida parlamentaria y diplomática. Desde el año 2000 hasta el 2003 fue Embajador de Cuba en Brasil.

El Premio del Barrio le fue otorgado a Lezcano en su condición de dirigente histórico de la organización, por la aportación realizada y la actual dedicación, el compromiso y la valiosa contribución que realiza hoy al desarrollo comunitario.

Liderazgo fidelista

Las tesis sobre liderazgos de privilegio y designaciones “de a dedo” en la Cuba revolucionaria, más en los círculos cercanos a Fidel, queda muy mal parada, cuando se conoce y evalúa la biografía política de hombres de pueblo, de obreros como Lezcano devenidos en cuadros con altas responsabilidades estatales, sociales y partidistas.

La biografía de Lezcano demuestra que las fuerzas motrices de su conducta, centradas en la honestidad, la necesidad colectiva, la resistencia proletaria y el valor personal en lucha revolucionaria, en el enfrentamiento a la patronal primero y a la dictadura batistiana después, le crearon su definida orientación motivacional afectiva hacia la justicia social y la dignificación humana. De esta práctica nace su satisfacción del deber cumplido.

La formación de Lezcano como dirigentes fue un proceso sistemático, de carácter y contenido político y pedagógico, encaminado a la elevación creciente de sus experiencias y responsabilidades, en función de forjar la profesionalidad del cuadro. Se explica entonces la estructuración estable de su personalidad hacia la dirección social.

No todos los cuadros, pueden ser lideres. No basta el nombramiento, ni la elección, tampoco la buena voluntad y la disposición para convocar y movilizar a los colectivos. El líder nace y se hace. Lo modelan y asumen los colectivos en sus circunstancias.

En Lezcano el aprendizaje dentro del movimiento obrero y sindical, el reto del habanero en labor partidista en el oriente, en Morón y Camagüey, el trabajo de masas a escala de país, con el pueblo cederista, le forjaron atributos básicos de subjetividad, carisma y proyección. La pedagogía de Fidel, el privilegio de su relación directa con el Comandante le resultó definitiva. El Lezcano que conocí como Primer Secretario en la capital poseía la impronta y la capacidad del líder.

El Secretario

Cuando en 1988 me reincorporé al trabajo profesional partidista, me encontré con un Primer Secretario provincial, que tenía como vocación la labor directa con los cuadros de base, nos conocía y seguía. Entre varios, les comparto dos momentos tan personales como colectivos.

Uno: Llegó Lezcano hasta mi municipio, para participar en la reunión de planificación de tareas que tenía el Buró. No dio discurso alguno, se sentó a participar como uno más en la reunión. Luego de asumir la dinámica de la reunión, dirigida por el primer secretario del territorio, si solicitó que cada compañero y compañera le explicara su plan de trabajo para el mes.

Criticó Lezcano en mis compañeros la falta de organización en la planificación. Cuando me correspondió exponer mi plan, a diferencia, presenté un documento hecho al detalle, día a día, hora a hora. Una vez terminada mi comunicación, me dispuse a escuchar el elogio. No ocurrió. El Primer Secretario me preguntó sobre cuáles eran las tres tareas más importantes que tenía en el mes. Y cómo iba a cumplir tantas tareas propuestas, si se producían imprevistos, si llegaba un temporal, u otro impedimento… Ja. Y no tuve respuesta.

No sé para la fecha cuanta Filosofía había estudiado Lezcano, pero en la concreta me dio una clase magistral sobre las categorías causalidad y casualidad. Me recuerdo como en su crítica insistió: “Bien definido lo principal”; “Planificar hasta el imprevisto”; “Los planes deben ser flexibles, menos cantidad y cuadrante de tareas, más holgura para atender lo fundamental”.

Dos: Tras el IV Congreso del Partido, con el turismo por estrategia de salida, se planificó un amplio plan de remozamiento e inversión en las instalaciones y la zona turística de Playas del Este. El ministro del ramo presentó al Comité Provincial del Partido el plan que tenían previsto. La reunión se efectuó en un amplio y hermoso salón del Hotel Mar Azul. Por entonces entre mis responsabilidades estaba la atención a la Organización Básica Eléctrica (OBE). Cuando el ministro terminó su presentación solicité la palabra, y le pregunté por la inversión en redes y aseguramiento eléctrico.

El ministro en su respuesta no pudo precisar. Sostuvimos un breve intercambio… Era evidente que el asunto no estaba contemplado en el plan que nos había presentado. En mi razón del problema, insistí en detalle sobre la crítica situación que tenía la OBE en la zona, y argumenté la necesidad de que el plan presentado incorporara la inversión en aseguramiento eléctrico, para sustentar el turismo, y a la vez, no afectar y fortalecer el servicio a las poblaciones cercanas.

Lezcano, solidario con el ministro en apuros, intervino para mediar… Pero ya “impulsado” en mis argumentos, le respondí al Primer Secretario: “Mire Secretario, la situación es bien crítica: Ahora mismo, aquí, de improviso, se nos puede ir la electricidad y tendremos que suspender esta reunión del Comité o continuarla abajo de los cocoteros…”. Sentí una mirada fulminante en Lezcano, iba a responderme… ¡Pero en ese preciso momento se produjo el mencionado apagón!

Días después llegó al territorio una comisión gubernamental para estudiar y hallar soluciones a la situación del aseguramiento eléctrico. Con ella, la crítica de mi jefe inmediato, con un comentario y la orientación personalizada de Lezcano: “De verdad que fuiste impertinente! Pero dice Lezcano que tenías razón. Te orienta que te incorpores con la comisión”.

Cualidades del liderazgo

Amable, respetuoso, atento, son las cualidades que destacan de la personalidad de Lezcano, quienes con el trabajaron. Organizado. Manejaba con acierto el arma insuperable de la crítica, en primer lugar, de su propia autocrítica. Se apropió del lenguaje coloquial -ese que cala- recto y sincero, como rasgo distintivo del liderazgo comunicacional fidelista.

Junto a Fidel, Lezcano superó la relación formal dirigente-dirigido. Sabía romper con la relación vertical de poder simbólico que lo separaba de los “subordinados”, fuera un instructor, un miembro de buró, el secretario del municipio, un cuadro del Gobierno, o de alguna de las organizaciones de masas. En tanto, esta relación horizontal le resultó decisiva en su gestión de liderazgo político.

Aprendió con Fidel a diseñar la dirección como situación de aprendizaje e intercambio pedagógico. La transmisión de los conocimientos -tal como lo hizo en la crítica a los planes de trabajo-, fue una comunicación para hacer del nuevo conocimiento, un saber asimilado e integrado conscientemente, y lograr así el desempeño óptimo.

En chequeos de tareas, obras e inversiones, Lezcano priorizaba discutir las soluciones. Mejor en el lugar, con la participación de los trabajadores. No transigía con la vagancia y la chapucería. Menos con las medio verdades y la mentira. Si tenía la amplitud para entender la pasión y la razón revolucionaria, aunque esta -como en la reunión del Mar Azul que les cuento-, no encontrara las mejores formas de expresión. Siempre fue receptivo a valorar discrepancias y alternativas.

Trabajó Lezcano muy integrado a los colectivos, las estructuras de dirección del Gobierno y el contexto social. Fue notable su comunicación con los cederistas, con el pueblo habanero, la simpatía y cercanía que logró.

En medio de las carencias y complejidades del período especial se produjeron no pocos conflictos. Lezcano exigía asumirlos con prontitud y transparencia. No se le recuerda titubear -ni darle la tarea a otro-, a la hora de pararse frente a un colectivo de trabajadores, o con los pobladores de un barrio, para afrontar como dirigente una situación bien compleja, y asumir frente a esos cubanos y cubanas la responsabilidad que le correspondía.

Lezcano está en los videos y las fotos históricas del 5 agosto de 1994 con Fidel, cuando la delincuencia intentó tomarnos las calles. No hay fotos, pero bien lo recordamos en medio del acontecimiento, desde antes del estallido contrarrevolucionario. A los llamados por la radio y la televisión enemigas, se arremolinaban en el malecón habanero, grupos de inconformes y delincuentes en espera de la orden de ataque. Y el Secretario del Partido en la capital, también estaba en el lugar. Sin despliegue de fuerzas ni aparataje alguno, con tres compañeros más, caminaba Lezcano por la acera, a lo largo del muro del malecón, midiendo la situación, sin prisa y sin miedo…

Intelectual orgánico

Cuando la dirección nacional de los CDR premia a Lezcano con cariños y justicia, por su destacada aportación de liderazgo histórico y su hoy comunitario, nos permite, además, subrayar el conocimiento, los significados y las propuestas fidelistas que hoy, ahora mismo, nos propone este combatiente, en el campo de la Historia y la política revolucionaria.

Sirva el Premio del Barrio, para incentivar el estudio y debate de los aportes de esa otra vida fidelista, que en estos tiempos se ha dado el premiado. Y es que hoy Lezcano se desempeña como un muy certero historiador y analista político, ya con una abundante y meritoria obra publicada, con más de veinte títulos.

Al Lezcano, intelectual orgánico del proletariado y el partidismo comunista cubano, debemos darlo a conocer más. Su obra histórica y politológica nos es muy necesaria. Los estudios históricos que ha realizado y las praxis acumuladas y re proyectadas para la actualidad, se constituyen en herramientas poderosas, para la formación y la defensa ideológica y política de la Revolución.

Frente a los reclamos de profesores, estudiantes, padres y madres de familia, de que no abunda la literatura sobre la Historia de la Revolución, la obra historiográfica de Lezcano, resulta una presencia a incorporar en el sistema de la educación nacional.

En la academia, hay que aprender y fundir la obra de Lezcano, con la investigación, el estudio y literatura histórica, filosófica y política, que hoy se produce. Lezcano comparte su refuerzo valioso contra las colonialidades del saber. Demuestra la invalidez de los mimetismos acríticos del ayer y del hoy. Dispara historia y política fidelista contra los olvidos, los cuentos mal hechos, y las ortodoxias pretendidamente super revolucionarias. La obra profesional de Lezcano tributa a la pelea de ciencia y conciencia, en la que ahora mismo crece el marxismo martiano, leninista y fidelista del socialismo científico cubano.

El trato cotidiano con los textos y las visiones histórico políticas de Lezcano, debe convertirse en un hacer orgánico dentro del sistema de construcción teórica y formación partidista. Particular aportación puede dar el estudio de la obra de Lezcano, a la labor de selección y formación de los cuadros y sus reservas, a la creación de las condiciones educación, forja y promoción de los liderazgos de continuidad.

La mejor noticia

La mejor noticia para compartir, cuando refiero la obra de Lezcano, sus calidades, cualidades y trascendencias, es que no se trata de un hacer de excepción. La Revolución cuenta con la inteligencia cultivada y la producción aún inédita de no pocos de sus camaradas de liderazgo fidelista.

Sumo la pertinencia de sistematizar dentro de nuestro Partido, Estado y Gobierno el acompañamiento experto del saber hacer veterano. Constaté esta presencia muy bien organizada dentro del Partido Comunista Chino. Sé que también la implementan los camaradas del Partido Comunista de Vietnam.

El estudio de la obra de vida de lideres fidelistas como Lezcano, no solo se sustenta en razones de racionalidad, ciencia y política. Decisivo es el asumir la trascendencia cultural e ideológico espiritual, y la moralidad que porta la herencia patrimonial. Para alimentar los sentidos cívicos y la emulación colectiva, la memoria y la historia de la Revolución. Cada puesto de tarea que se asuma por la dirección de continuidad, precisa de los rostros, los tejidos, las místicas y las historias que le antecedieron, de entender, comprometerse y emular, con los esfuerzos, las heroicidades cotidianas y los amores veteranos.

Un premio que nos regalan

Recién cuando le felicité. Lezcano me respondió: “Ese Premio le pertenece a todos los que luchamos por defender las ideas de Fidel” Aceptemos este regalo compartido de la única manera posible: ¡En combate fidelista!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.