Cuando el Gobierno se puso a hablar de reforma laboral empezamos a preocuparnos seriamente, ya que la trayectoria en política económica de éste oscila entre lo populista y lo neoliberal. Entonces se inició el diálogo social, y de la preocupación pasamos al miedo atroz, ya que lo que nos dice la experiencia es que cuando […]
Cuando el Gobierno se puso a hablar de reforma laboral empezamos a preocuparnos seriamente, ya que la trayectoria en política económica de éste oscila entre lo populista y lo neoliberal. Entonces se inició el diálogo social, y de la preocupación pasamos al miedo atroz, ya que lo que nos dice la experiencia es que cuando las élites del Gobierno, empresarios y sindicatos oficiales se reúnen, surgen las peores medidas para quien se gana la vida trabajando, se ha jubilado o está en el paro. Pero cuando la Reforma Laboral pasa al Parlamento para su debate y modificación a través de enmiendas de los distintos grupos, la sensación es de derrota total. No tenemos ninguna confianza en el arco parlamentario. Las derechas y las supuestas izquierdas se confunden continuamente, escorándose éstas últimas a la diestra, con posicionamientos siniestros: ayudas a la banca, plan E, plan de ajuste…. reforma laboral.
Como el micromundo en el que vive la clase política tiene poco que ver con el nuestro y sí mucho con la macroeconomía, poco defienden los intereses de trabajadoras y campesinos y nada o a la contra, los de los sectores más desfavorecidos e ignorados: inmigrantes, presos, sin techo, trabajadoras del sexo, currelas de la economía sumergida… Así que de nada sirve esperar a que sus propuestas nos coloquen cada vez más al margen, a que se pauperice la sociedad a base de vaciar de contenido todo lo público y universal, todo derecho social.
Sólo nos queda tomar la iniciativa, tomar parte y dar un paso adelante. Organizar una respuesta colectiva y reconstruir la red social, roída ya por el consumo y el individualismo, que sostenga nuestras caídas en tal largo y difícil equilibrio. Esa respuesta es hoy, la Huelga general. Está en nuestra mano, no en la de alejados órganos de poder. Requiere contagio y boca a boca, no ostentosas campañas mediáticas. Exige convencimiento y firmeza, no vaguedades y posicionamientos a la galería con discursos vacíos y dilatantes. Seamos sujeto y no objeto, vayamos a la Huelga General el 29 de junio.
Si ese día conseguimos una respuesta contundente, la posibilidad de contagio a más sectores y a más territorios logrará preocupar seriamente a Gobierno y empresarios. El reto será que después pasen al miedo atroz y de ahí a la sensación de derrota total. Su fracaso es el éxito del reparto de la riqueza y de la justicia social.
Txus Najera Allo. Colectivo Malatexto
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