La «Defensa como un compromiso cívico y solidario al servicio de la paz«, será uno de los contenidos de la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos que pone en marcha la LOE (Ley Orgánica de la Educación), tal y como se incluye en el borrador de Real Decreto de contenidos […]
La «Defensa como un compromiso cívico y solidario al servicio de la paz«, será uno de los contenidos de la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos que pone en marcha la LOE (Ley Orgánica de la Educación), tal y como se incluye en el borrador de Real Decreto de contenidos mínimos de la nueva asignatura. Esta asignatura está dirigida a alumnos de 5º ó 6º de primaria, que tendrán dos clases semanales (50 horas en todo el curso). El último borrador presentado en los últimos días de octubre de 2006 a las comunidades autónomas no ha recibido objeciones sustanciales.
La presencia de contenidos militaristas en esta asignatura es el resultado de la labor de presión sobre el Ministerio de Educación principalmente de una asociación cercana al Ministerio de Defensa, la Asociación de Diplomados en Altos Estudios de la Defensa Nacional (ADALEDE), formada, según sus propias palabras por «parlamentarios de diversos partidos, catedráticos, altos funcionarios, empresarios, profesionales de los medios de comunicación y oficiales generales«. Se trata, junto con el Real Instituto Elcano, presidido por el ex ministro de Defensa, Gustavo Suárez Pertierra, de uno los principales lobbies militares españoles.
En diciembre de 2005, ADALEDE hacía pública una encuesta realizada entre universitarios españoles en la que se mostraba la indiferencia de estos hacia conceptos como «cultura de defensa» y desconfianza hacia las operaciones militares «humanitarias» por camuflar intereses económicos y políticos. Estos resultados han sido usados por ADALEDE para presionar al Ministerio de Educación en el momento en que se estaban perfilando los contenidos de la asignatura de Educación para la Ciudadanía.
En la publicación oficial del Ministerio de Defensa español, la Revista Española de Defensa, aparecen en el número de septiembre de 2006 un par de páginas en la sección de «cultura» con la estrategia discursiva utilizada para justificar la introducción de contenidos de «defensa» en el sistema educativo.
En un artículo firmado por Francisco Javier Casas Álvarez, vicepresidente 2º de ADALEDE, partiendo de los objetivos generales de la nueva asignatura se concluye la necesidad de introducir entre los contenidos de esta asignatura la justificación de la maquinaria militar y armamentística como garantía de la paz. El texto constituye un resumen de las propuestas que ADALEDE ha expresado en «diversas reuniones» con el Ministerio de Educación para perfilar los contenidos relacionados con la «defensa al servicio de la paz«, el cual ha mostrado «una favorable acogida hacia estas ideas«.
El artículo comienza el núcleo de su argumentación esperanzadoramente:
«En el mundo globalizado en que vivimos no podemos olvidar, lamentablemente, que existe desigualdad, subdesarrollo y conflicto armado, y no estaríamos ejerciendo adecuadamente nuestro papel de educadores si no facilitáramos a los estudiantes elementos suficientes para su reflexión […]«.
Pero, a continuación deja claro de qué tipo serán esos elementos de reflexión que se va a proporcionar a los alumnos:
«Asistimos a situaciones en las que los enfrentamientos violentos vulneran los derechos humanos básicos, especialmente de las clases más desfavorecidas. En estas circunstancias la comunidad internacional ha de actuar con medios adecuados para restablecer la paz y la defensa se manifiesta como un deber, un compromiso ético y activo al servicio de la paz.
Con estos mimbres no hay que extrañarse ante las propuestas de desarrollo de contenidos que ADALEDE ha ido haciendo llegar al Ministerio de Educación. Es sin embargo admirable el refinamiento que alcanza la corrupción del lenguaje que se usa para salvar el abismo que separa la ideología militarista de los valores que en principio rigen la asignatura. El resultado de estos malabarismos verbales se puede resumir en el nuevo concepto que nos regala la inteligencia militar en este período de «palomas» al frente de la maquinaria de guerra española: «la defensa al servicio de la paz». A continuación algunas muestras:
«Junto a servicios públicos que el Estado presta a los ciudadanos, como la sanidad y la educación, se encuentran otros esenciales como la seguridad y la defensa, que garantizan el libre ejercicio de nuestra ciudadanía […] a los que todos contribuímos con nuestros impuestos y cuyo aprecio hemos de promover.»
«Desarrollar en losjóvenes su espíritu crítico exige también poner a su alcance la reflexión sobre los principios éticos que deben regir el empleo de la fuerza en operaciones de paz […].»
«La cultura de la paz y la incorporación de los valores de la no violencia son elementos positivos, pero estos conceptos no deben llevarnos a planteamientos paralizantes cuando se trata de defender la vida y los derechos humanos de los más débiles. Así, la cultura de paz y la defensa al servicio de la paz son conceptos complementarios aunque no idénticos […].«
En las mismas páginas que el documento de ADALADE, un artículo firmado por María del Pilar Laguna Sánchez, vicerrectora de la Universidad Rey Juan Carlos, se lamenta de que «nuestros niños, niñas y adolescentes no tienen la posibilidad de conocer las Fuerzas Armadas Españolas y el papel que juegan«, y de que «la historia de España ha generado una serie de tópicos en torno a éstas muy difíciles de cambiar«. La autora propone para paliar esta situación una «formación no sesgada, objetiva y de calidad«. Leyendo entre líneas, no parece que esté siendo fácil hasta ahora la introducción de la doctrina militar en los niveles primario y medio del sistema educativo, gracias a una cierta resistencia difusa de la comunidad de enseñantes, que proporcionan una formación «sesgada» a sus alumnos y alumnas…
Las estrechas relaciones entre el Ministerio de Educación y Ciencia y el Ministerio de Defensa se remontan a 1994, con la firma entre ambos de un convenio-marco cuyos objetivos eran «llevar a efecto la integración de la enseñanza militar en el sistema educativo general, promover la participación en programas de las universidades públicas y otros centros del sistema educativo general, impulsar la colaboración en el ámbito de la investigación y favorecer el conocimiento de las estructuras de la defensa nacional parte de la comunidad educativa». Las primeras actuaciones que siguieron a este convenio fueron contestadas por diferentes campañas ciudadanas contra la militarización de la enseñanza. En varias ciudades españoles se organizaron «plataformas«.
En 2002 Defensa también propuso incluir los conceptos de Seguridad y Defensa como parte de la formación integral de los jóvenes, en el marco del Plan de Colaboración con el Sistema Educativo, mediante los programas de información a docentes y de contenidos de libros de texto.
Actualmente se encuentra en fase de borrador la nueva Ley de la Carrera Militar, con la que el Ministerio de Defensa pretende integrar el sistema militar dentro del sistema educación superior mediante adscripción de las diferentes academias militares a otros tantos centros universitarios. Se trata de una vuelta de tuerca a la política de convenios entre el Ministerio de Defensa y muchas universidades españolas.