El 6 de mayo del 2015 la Ertzaintza puso en marcha un operativo con la intención de detener y encarcelar a 7 jóvenes vascos. Con el comienzo de las detenciones conocimos la sentencia de la Audiencia Nacional: 6 años de cárcel por pertenencia a Segi. La Audiencia respondía así afirmativamente al requerimiento realizado por la […]
El 6 de mayo del 2015 la Ertzaintza puso en marcha un operativo con la intención de detener y encarcelar a 7 jóvenes vascos. Con el comienzo de las detenciones conocimos la sentencia de la Audiencia Nacional: 6 años de cárcel por pertenencia a Segi. La Audiencia respondía así afirmativamente al requerimiento realizado por la Ertzaintza unos meses antes con la intención de evitar muestras de solidaridad. Solicitaba ser informada de la sentencia antes que los propios jóvenes, para poder detenerlos «preventivamente». El procedimiento rutinario es la notificación con un plazo para presentarse voluntariamente en prisión, pero qué más da. Una excepción más en este curioso pueblo donde la excepción es norma.
Pero tres jóvenes esquivaron la redada. Materializamos físicamente en torno a ellos la protección y el compromiso que deseábamos mostrar a todos y todas. Fueron diez días vivísimos, locos, intensos a más no poder. Se nos desbordaron lágrimas, rabias, solidaridades y compromisos. También las agendas. Tras una semana de macro-auzolan que tiñó Euskal Herria de naranja, el 17 de mayo nos reunimos en Gasteiz por miles con nuestros rostros pintados, portando camisetas naranjas y coloridas pelucas. Ocupamos la plaza central de la ciudad, y construimos allí el Askegune, la zona liberada. En la plaza de la Virgen Blanca representamos una pequeña muestra de lo que deseamos ser: pueblo autoorganizado, con la ayuda mutua por base, alegre, desbordante de humor y energía vital. El lunes se presentó la Ertzaintza. El Askegune mutó en muro popular, y demostramos lo que estamos dispuestas a ser cada vez que sea necesario: pueblo terco y solidario, que se indigna ante las injusticias, dispuesto a defender con sus propios cuerpos a quienes sufren represión, que confronta y desobedece leyes injustas.
El ataque contra el harresi de Gasteiz fue el más violento de todos los perpetrados por la Ertzaintza. Las imágenes de aquel día dan testimonio de ello, al igual que la más de 40 denuncias presentadas en los juzgados. Fue también la más represiva desde el punto de vista de las consecuencias judiciales. La Consejería de Interior imputó a 15 personas. A las trece que se encadenaron o se tiraron pintura encima les acusa de desobediencias y resistencias. A las dos restantes, de lesiones y atentado a la autoridad. Posteriormente la Ertzaintza trató de imputar a una dieciseisava tras elaborar un extenso informe donde se le acusaba de «responsable», pero no fue admitida en el juzgado.
Ahora, tenemos fechas de juicios sobre la mesa. El 10 de octubre juzgarán a Adam y Oier. El 13 de diciembre a Izaskun, Jon, Pablo, Xabier, Galder, Endika, e Iñaki. Denunciamos ambos porque tienen por base la misma injusticia, pero, hoy, queremos subrayar la gravedad del juicio más cercano.
A Oier y Adam les acusan de lesiones y atentado. ¡Atacar y lesionar a la policía! Hay que tener un rostro de cemento. La Ertzaintza se ha presentado como acusación particular, y solicita mayor castigo que la propia fiscalía. 2 años para Oier, y dos y medio para Adam. En definitiva, la Consejería de Interior y el Gobierno Vasco opinan que deben ser encarcelados. La situación de Oier es especialmente delicada, ya que al tener antecedentes podría entrar en prisión aún con la condena más leve. Y es que Oier acababa de salir de la cárcel tras varios años, apenas un mes en libertad. ¿Por qué estaba allí? Pues, entre otras cosas para proteger a Igarki, que además de ser uno de los tres jóvenes imputados es primo suyo.
Estos juicios son una estación más de un largo recorrido que mezcla injusticia, crueldad y surrealismo en dosis difícilmente igualables. En octubre del 2010 la Guardia Civil ejecuta una redada contra 28 jóvenes independentistas. Las personas detenidas son torturadas y encarceladas. En el 2015, a los cinco años, juicio: La Audiencia Nacional decide que 21 son inocentes y 7 culpables de terrorismo. La Ertzaintza consigue detener en un primer momento a cuatro, sino ilegalmente cuanto menos de manera alegal. Para detener a los tres restantes apaliza a otras cientos de personas y detiene a 20. Unos meses más tarde el Supremo decide que 5 de esos 7 son inocentes, y que 2 al menos muy terroristas tampoco, ya que les rebaja la condena dos grados de manera que salen en libertad inmediatamente por tener la pena cumplida. Es decir, el tribunal de excepción afirma explícita o implícitamente que las acusaciones tenían nada de jurídicas y todo de políticas. Entre tanto, otras quince personas reciben imputaciones por defender a estos jóvenes inocentes -inocentes pero torturados, encarcelados y neutralizados para la lucha popular a lo largo de años-. «Finalizado todo» (!ja¡): Por defender entonces a quienes hoy son inocentes, juzgaran próximamente a nuevos imputados. Pero no en Madrid y por iniciativa del Gobierno Español y de sus tribunales de excepción, sino en Gasteiz, promovido por la policía del Gobierno Vasco y con duras peticiones de cárcel de por medio. Qué decir.
Muchas cosas han cambiado desde el 2010. Otras, en cambio, apenas.
La espiral de represión e injusticia parece no tener fin. Que nos lo pregunten a nosotras, o a las personas imputadas por la protestas contra la Troika, a los 34 jóvenes independentistas a los que se multó con la Ley Mordaza por un encadenamiento, a las compañeras de Stop Desahucios a quienes se prohibió acercarse a la casa que iba a ser deshauciada para protestar, a las dos jóvenes que fueron retenidas por la policía municipal de malos modos durante media hora mientras ponían carteles (en algún otro lugar alguien denunció haber visto a dos chicas jóvenes poniendo una pancarta. Y claro, eran dos, eran chicas y eran jóvenes…). Todos estos ejemplos son de Gasteiz y de estos últimos meses. Distintos grados y características, la misma lógica punitiva de excepción.
Nuestra solidaridad tampoco tiene fin. Hoy como ayer, nos reafirmamos en que cada vez que nos obliguen a elegir entre ley y justicia optaremos por esta última. Hoy como ayer, decimos a las personas imputadas que ellas son nosotros, que nosotras somos ellas. Hoy como ayer, continuamos reivindicando y practicando solidaridad y compromiso en defensa de nuestros derechos civiles y políticos. El 10 de octubre, a las nueve de la mañana, concentración frente a los juzgados de Gasteiz para transmitir apoyo y cariño a Oier y Adam.
Daniel González Alonso. Gasteizko Harresia (muro popular de Gasteiz)
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.