Tras tres años de su aprobación, el Programa gubernamental contra el racismo y la discriminación racial en Cuba demanda mayor visibilidad y reflexión sobre las acciones para erradicar problemas sociales que durante décadas se consideraron como ya solucionados.
“Siempre se dijo que aquí no había desigualdad, que todos éramos iguales, aunque en la práctica no sea así”, señaló María Elvira Santos, una mujer negra de 47 años residente en La Habana y trabajadora en el mercado informal.
Al conversar con IPS, Santos reconoció que su color de piel no ha impedido su atención en instituciones de salud o completar gratuitamente la educación secundaria. Pero más allá de ello, señaló, “hay muchos prejuicios, por lo que no sé cómo harán para cambiar algunas ideas sobre nosotros”.
Se refirió a tabúes relacionados con el cabello “que si no es lacio te dicen que es “malo”. O escuchas “Tenía que ser negra”, como si este color de piel implicara alguna culpa o estigma. En algunas familias te dicen que “vas a atrasar la raza” si alguien quiere casarse o tener hijos con una persona que no es blanca.
Además, agregó Santos, “solo hay que mirar, al menos aquí en La Habana, quienes vivimos en los barrios más malos o son mayoría en las colas (filas) para comprar comida en pesos cubanos (las más económicas y con menos variedad de productos) para saber a quiénes nos va peor; y tampoco sé cómo arreglarán eso”.
Estas discriminaciones cotidianas y de mayor calado descritas por Santos se producen en una nación donde, según el último Censo de Población y Vivienda de 2012, 35 % de los 11,1 millones de personas se reconocen mestizas o negras.
“Sigue siendo pobre la discusión pública sobre el tema, y cuando se acomete desde los espacios oficiales está cargada de muchos eufemismos y veladuras discursivas”: Alberto Abreu.
El gobierno de este país insular del Caribe, declarado socialista en 1961, ha promovido políticas en pos de la equidad e inclusión social, pero han resultado insuficientes para borrar las condiciones de reproducción intergeneracional de desventajas asociadas al color de la piel, derivadas de siglos de colonialismo y esclavitud.
En 1963 el entonces primer ministro y líder del proceso revolucionario Fidel Castro (1926-2016) consideró el racismo un problema resuelto por la revolución, tras lo cual el tema fue solapado desde el discurso oficial.
La profunda crisis económica que atraviesa el país desde inicios de la década de 1990 agravó las condiciones de vulnerabilidad, marginalización y reproducción racial de la pobreza, coinciden expertos.
Afianzar la equidad
En noviembre de 2019 el Consejo de Ministros aprobó el Programa nacional contra el racismo y la discriminación racial en Cuba.
Para su implementación y seguimiento labora una comisión nacional encabezada por el presidente Miguel Díaz-Canel e integrada por 37 representantes de ministerios, entidades, instituciones nacionales, así como de organizaciones de la sociedad civil, según la información oficial.
El Programa es valorado como una política pública de superación de desventajas asociadas al color de la piel en la sociedad cubana contemporánea.
Se inserta en un proceso de fortalecimiento de los mecanismos para afianzar la equidad del cual forman parte el Programa para el Adelanto de la Mujer, iniciado en marzo de 2021, y el Código de las Familias que tras consulta ciudadana fue aprobado en referendo el 25 de septiembre.
Los Lineamientos, como se denomina el programa de reformas iniciadas en 2011 y la Primera Conferencia Nacional del único legal Partido Comunista de Cuba en 2012 actualizaron desde el punto de vista programático el nuevo impulso a la lucha por la equidad.
La Constitución de la República, aprobada en 2019, reconoce la igualdad de todas las personas ante la ley y proscribe las discriminaciones, incluidas aquellas por el color de la piel.
En años recientes se aprecia la promoción de más personas afrodescendientes a cargos políticos y públicos, como parte de una política impulsada por el expresidente Raúl Castro (2008-2018).
Más de 40 % de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el unicameral parlamento cubano, está compuesto por personas negras y mestizas, mientras que ha aumentado el número de ellas en la locución y conducción de espacios televisivos.
En abril trascendió que el Programa contra el racismo y la discriminación racial incluiría un enfoque integral afirmativo, aunque se carece de más información pública sobre cómo se implementará.
“Sigue siendo pobre la discusión pública sobre el tema, y cuando se acomete desde los espacios oficiales está cargada de muchos eufemismos y veladuras discursivas”, sostuvo el ensayista, narrador y activista Alberto Abreu, cuando IPS indagó sobre qué elementos harían más coherente el despliegue del Programa.
Residente en la ciudad de Cárdenas, 150 kilómetros al este de La Habana, Abreu abogó por que las discusiones y reuniones salgan de la capital y de los recintos académicos, porque “hay muchas provincias (15) y municipios (168) del país donde este Programa es prácticamente desconocido por las máximas autoridades”, aseveró.
Además de llamar la atención sobre la complejidad del racismo, el experto convino en que “no se expresa igual en todas las regiones del país”.
También propuso “sumar y articular la heterogeneidad de propuestas, actores, grupos, proyectos y todas las fuerzas que desde hace varias décadas vienen luchando contra el racismo, más allá de la Comisión José Antonio Aponte”, de la no gubernamental Unión de Escritores y Artistas de Cuba, quizás la entidad que de manera más visible se pronuncia sobre el tema.
La Comisión Aponte, junto con el capítulo cubano de la Articulación Regional Afrodescendiente de América Latina y el Caribe, la Red Barrial Afrodescendiente y la Cátedra Nelson Mandela del gubernamental Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, sobresalen entre múltiples grupos, plataformas y redes de activistas que con diversos enfoques y acciones impulsan agendas contra el flagelo de la discriminación.
Abreu remarcó que desde su práctica el activismo antirracista ha generado un saber “que se nutre de la experiencia y vivencias cotidianas en las comunidades, del contacto con la gente de a pie”, y recomendó tenerlo en cuenta.
Alertas
El 30 de octubre, a propósito de la importada fiesta de Halloween, jóvenes en la oriental ciudad de Holguín acudieron a un espacio público vestidos con trajes e insignias del estadounidense grupo supremacista Ku-Klux-Klan (KKK), surgido a la mitad del siglo XIX.
Un año antes, un joven se disfrazó de manera similar y transitó por una céntrica avenida del habanero barrio del Vedado.
Ciudadanos e intelectuales reclamaron responsabilidad penal contra los protagonistas del hecho, considerado racista, y tipificado en la legislación de la isla como delito contra el derecho de igualdad.
En años recientes anuncios en negocios privados aquí han solicitado contratar expresamente personas blancas.
Ante patrones y estereotipos discriminatorios académicos exhortan a reforzar el componente educativo y modernizar planes de estudio, reivindicar el legado histórico y cultural de las personas esclavizadas y sus descendientes y contribuir desde los medios de comunicación a mostrar una imagen enaltecedora.
A raíz de las protestas sociales en julio de 2021, el gobierno elevó la prioridad hacia comunidades consideradas las de mayor situación de vulnerabilidad y dispuso recursos para construir y reparar viviendas, asfaltar calles e instalar redes de acueducto y alcantarillado, junto con acciones de reanimación de la vida cultural.
Investigaciones corroboran que las personas negras y mestizas en Cuba se encuentran sobrerrepresentadas en la franja social de mayor pobreza, viviendas con regulares o malas condiciones constructivas, así como en los centros penitenciarios.
De manera contraria, están subrepresentadas entre quienes logran graduarse en las universidades, entre la población que recibe remesas y en sectores dinámicos de la economía como el turismo y las empresas con capital extranjero, con mejores ingresos.
Para la historiadora cubana María del Carmen Barcia la lucha contra la discriminación racial debe combinar de manera efectiva acciones de empoderamiento económico de la población negra y mestiza, junto con otras más complejas de tipo educativo y sensibilización, y donde resultan primordiales la escuela, las familias y los medios de comunicación como agentes de cambio de las mentalidades y conductas.
Empoderamiento
Enfocado en el empoderamiento de comunidades y personas históricamente marginalizadas y en la preservación y revalorización de las tradiciones afrocubanas nació el 13 de noviembre de 2020 la experiencia comunitaria Wenilere Cardenense.
“Promovemos estrategias de impulso a emprendimientos de desarrollo local, redes de empoderamiento familiar, capacitación comunitaria y la autogestión como punto de partida para mejorar la calidad de vida de la zona… un espacio físico de Cárdenas donde su población, predominantemente afrodescendiente, está inmersa en condiciones de vulnerabilidad”, argumentó Abreu, coordinador de la iniciativa.
Puso como ejemplo la creación del afroemprendimiento Oshún So-Í Confecciones, liderado por mujeres de la comunidad, y especializado en la elaboración de objetos artesanales, prendas de vestir y otras “que realcen la belleza y autoestima de las mujeres negras y las conecten con sus ancestros e historias de resiliencia”.
También, acotó, “busca visibilizar la presencia de las mujeres negras en el sector del cuentapropismo (autónomo) cubano donde están subrepresentadas”.
La experiencia comunitaria Wenilere Cardenense también fomenta articulaciones y alianzas con afroemprendedoras, encaminadas a estimular una economía social y solidaria en la urbe, resumió Abreu.
Fuente: https://ipsnoticias.net/2022/11/programa-contra-discriminacion-racial-en-cuba-necesita-mas-impulso/