Sin ánimo de prolongar una polémica que, por otro lado, ya se ha dado en otros foros en innumerables ocasiones, intentaré contestar nuevamente a J. Brown y, para no aburrir al lector, seré breve e iré al grano, obviando algunos temas menores que menciona mi interlocutor y evitando, eso sí molestos e innecesarios tonos didácticos. […]
Sin ánimo de prolongar una polémica que, por otro lado, ya se ha dado en otros foros en innumerables ocasiones, intentaré contestar nuevamente a J. Brown y, para no aburrir al lector, seré breve e iré al grano, obviando algunos temas menores que menciona mi interlocutor y evitando, eso sí molestos e innecesarios tonos didácticos.
En el fondo de lo que planteaba Bauman con su particular lenguaje subyace la crítica fundamental que desde diferentes espacios se le ha hecho al 15 M y que yo, por mi parte, me apropio: la ausencia de programa y de organización. De momento Brown no ha sido capaz de contestar satisfactoriamente a estos dos reclamos. Por un lado insiste en que «el movimiento no formula propuestas a los ‘representantes legítimos’, sean de la ‘nación’ o de la ‘clase obrera'». Creo que Brown, igual que la «dirigencia» intelectual del 15M, confunde programa y reivindicación. Lo que nos ha apartado a muchos de los que con ilusión participamos activamente en el 15 M desde los primeros momentos, es precisamente la constatación de que, bajo la excusa de que no se va reclamar nada a un poder que no representa a nadie (idea falsa donde las haya, puesto que el poder representa a la burguesía dominante), no se dota a sí mismo de objetivos políticos, no elabora una meta por la cual luchar, más allá de los planteamientos que nacieron en la Puerta del Sol (que rozan el conservadurismo político). Cierto es, como en el fondo reconoce Brown utilizando antiguas palabras olvidadas como «la defensa de los comunes», que la práctica del movimiento, le ha llevado a posturas defensivas del actual y maltrecho Estado del Bienestar (sanidad y educación fundamentalmente) o a la continuación de las acciones que esa «izquierda tradicional» que tanto detesta el 15M ha venido desarrollando ante la indiferencia más aboluta de los medios de comunicación, como ha sido la oposición a los deshaucios (acción más mediática que efectiva, por cierto). Otro debate sería la pertinencia de estas posturas. Desde mi posición particular, por supuesto, las apoyo completamente. ¿Pero es que el 15M se va a quedar ahí?, parece ser que sí. ¿No hay más frentes de lucha? Para el 15M, de momento, no. Y no los hay, porque no hay programa elaborado. Y, por supuesto, porque se carece de organización. Brown, en este apartado sigue sin contestar a la constatación por parte de muchos participantes en el movimiento, asamblea tras asamblea, de la falta de voluntad por parte de los grupos hegemónicos (que insisto, existen, a pesar de la mitificación del método asambleario como disolvente de los mismos) de ensamblar una articulación estable y democrática del movimiento, lo que le aboca al estancamiento y a la inoperancia política. Claro que, esta posible articulación, como crearía órganos obligatoriamente representativos y responsables, dejaría en evidencia la contradicción de la «doctrina» preexistente e impuesta al movimiento de una intocable e improductiva ilegitimidad de la representación.
No seré yo quien defienda, sin embargo, que el 15M no ha aportado elementos positivos a la dinámica de la lucha social en el Estado español. Su mayor virtud fue la de sacar a un grupo importante de población descontenta a la calle. Pero su mayor defecto es que las potencialidades de este descontento social están siendo neutralizadas por las graves carencias mencionadas (y por alguna otra). Tampoco soy de los que afirman que esta marca sea irreversible. Si algo caracteriza a un fenómeno de masas es su impredecibilidad y espero y deseo que las tendencias del 15M que apuestan por una organización y un programa populares (con perspectiva de clase, por supueso) logren constituirse en mayoritarias para que todas esas energías y ansias de renovación consigan frutos más concretos.
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