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Prohibida la libertad en Granada

Fuentes: Rebelión

Hace dos semanas se aprobó la Ordenanza para la convivencia ciudadana, que podéis encontrar aquí: http://www..dipgra.es/paginasbop/20091021002.pdf. Es larga, pero leerla será una lectura terrorífica. Terrorífica porque encontraréis más de 150 artículos decididos a burocratizar las convivencia entre personas, a controlar toda relación y actividad social en la ciudad de Granada y evitar que no haya […]

Hace dos semanas se aprobó la Ordenanza para la convivencia ciudadana, que podéis encontrar aquí: http://www..dipgra.es/paginasbop/20091021002.pdf. Es larga, pero leerla será una lectura terrorífica. Terrorífica porque encontraréis más de 150 artículos decididos a burocratizar las convivencia entre personas, a controlar toda relación y actividad social en la ciudad de Granada y evitar que no haya actividad que se realice fuera de lo establecido por el Ayuntamiento. Lo peor no es que asume que los granadinos no somos capaces de relacionarnos correctamente si no nos dicen cómo. Ni que obtusas mentes crean que una normativa que prohíbe y castiga puede ser educativa. Tampoco es lo peor saber que ya se compara con leyes como la de vagos y maleantes de la II República y el franquismo. Podría ser lo peor que la policía local tenga la potestad de decir qué relaciones entran dentro de una «correcta convivencia», pero no, lo peor es su contenido:

– Prohibida «toda manifestación de arte espontáneo»: mimos, pintores, cantantes, guitarristas y otros músicos tienen negado su derecho a tocar en la calle sin un permiso del ayuntamiento y una licencia bajo riesgo de multa y requisación de instrumentos, material y ganancias. No, perdonen, no es sólo eso, también significa que «yo no podré irme con un amigo a un parque a tocar la guitarra, porque sería ilegal y me multarían por ello».

– Prohibido «cualquier trabajo o relación entre personas monetaria en la vía pública». Es decir, no está permitido ningún trabajo, venta o transacción… Si tu gata ha dado a luz, ten cuidado con ofrecer los cachorros en la calle, puede que te salga caro.

– Prohíben dormir en la calle, cualquier petición de limosna y, en definitiva, toda actividad que se asocie a «pobreza y mendicidad», por supuesto, con multas asociadas. Nadie se plantea que quizás (solo quizás) si duermen en la calle, si tienen que pedir limosna, no es con gusto y disfrute. Y si lo es, creo que no hay duda de que una multa y requisación de lo ganado hasta el momento no solucionará nada.

– Se regula desde ahora dónde cómo y de que forma pueden los niños «correr y jugar a la pelota», prohibiéndose en otros casos. Los niños molestan y no son rentables. No dan dinero, así que mejor quitarlos de nuestra vista (o al menos de la de los turistas, que son los que realmente importan).

– Prohibido «sacudir mantas, regar macetas o colgar ropa en los balcones y ventanas». Sí.

– Prohibida «toda muestra de actividad sexual (da igual si no hay dinero de por medio)», dejando la valoración de qué es «actividad sexual» al Policía Local. Tengan cuidado con qué hacen con sus parejas porque pueden enfrentarse a multas importantes.

– Prohibido «comer y beber en la calle». Da igual si es un bocadillo, un shawarma, un botellín de agua, o un refresco. Os podéis llevar una multa si la policía os ve.

– Prohibido el «trabajo del sexo si este es visible». La prostitución sólo será considerada falta muy grave si ésta se ejerce en el centro de la ciudad o cerca de centros educativos. Si están alejadas y no molestan, si no se ven, entonces sólo serán faltas leves…. Los trabajadores del sexo no nos importan, tan solo nos preocupa que la gente vea que existe en nuestra ciudad.

– Prohibido «repartir panfletos o documentos de cualquier tipo en la calle», «así como pegar carteles». Para culminar. No podemos quedarnos impasibles ante una normativa que reduce las libertades ciudadanas aún más, que lleva a un nuevo nivel el proceso de infantilización social y excluye aún más a los ya excluidos. No queremos que esa sea nuestro mundo.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.