La necesidad de ambientes de trabajo más seguros e inclusivos para las mujeres lesbianas -en tanto es el contexto laboral donde sufren mayor violencia y acoso- es uno de los principales reclamos de una propuesta de campaña comunicativa dirigida hacia este grupo poblacional. Con el mensaje lo que me gusta y lo que soy «Van […]
La necesidad de ambientes de trabajo más seguros e inclusivos para las mujeres lesbianas -en tanto es el contexto laboral donde sufren mayor violencia y acoso- es uno de los principales reclamos de una propuesta de campaña comunicativa dirigida hacia este grupo poblacional.
Con el mensaje lo que me gusta y lo que soy «Van de la mano», la iniciativa busca reafirmar el concepto de que la orientación sexual no define cuán profesional podemos ser.
La campaña fue presentada en un panel organizado por la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (Socumes), el 31 de mayo, en el Instituto de Ciencias Médicas «Victoria de Girón» y en apoyo a la XII Jornada cubana contra la Homofobia y la Transfobia.
La propuesta es complemento final de la tesis en opción al título de Máster en Género y Educación de la Sexualidad, por la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, de Laritza González Achón, especialista en fortalecimiento institucional del Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR), junto a la tesis de licenciatura de los jóvenes Rafael Rodríguez González y Carlos Alfonso García, estudiantes del Instituto Superior de Diseño (ISDI).
Para González Achón, la temática de las mujeres lesbianas sigue siendo un elemento invisibilizado, incluso al interior del grupo mujeres, donde también hay diversidad. «Las violencias que se ejercen hacia ellas son problemáticas silenciadas», dijo.
Así se aprecia, incluso, desde el área investigativa, puntualizó. Luego de muchos años de no contar en el país con datos que, desde la percepción de las personas encuestadas, se aproximaran a cómo se comporta la violencia hacia la mujer, llegó en 2016 la Encuesta Nacional de Igualdad de Género (ENIG).
Luego, en 2017 se conoció el informe «Rompiendo moldes: transformar imaginarios y normas sociales para eliminar la violencia», realizado por Oxfam.
«En ninguno de los dos estudios, y tampoco en la revisión bibliográfica y de campañas que se han hecho en Cuba por la no violencia hacia la mujer, aparece significativamente la temática de las mujeres lesbianas», explicó la especialista.
Su tesis de maestría parte de las problemáticas que enfrentan estas mujeres: las políticas sociales no contemplan sus realidades y algunas no las benefician, como es el caso de la reproducción asistida, el derecho a la adopción, a la herencia, o al patrimonio adquirido en común con sus parejas.
Asimismo, González Achón señaló que en los imaginarios sociales persisten apegos a estereotipos de género, la educación de la sexualidad reproduce patrones heteronormativos, se evidencia el rechazo y las discriminaciones por ser mujer, trasgredir el modelo de feminidad hegemónica, o tener vínculos erótico-afectivos con personas que se identifican como mujeres, y existen insuficientes propuestas educativas para el abordaje de la violencia contra las mujeres lesbianas.
La muestra de estudio incluyó 30 mujeres lesbianas entre los 18 y 58 años de edad, pertenecientes al grupo Las Isabelas, de la provincia oriental de Santiago de Cuba, a 860 kilómetros de la capital.
Surgido en 2002, Las Isabelas fue el primer grupo del país que integró la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales, del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), y ha mantenido un activismo sostenido en el tiempo.
Personas allegadas a estas mujeres, con vínculos sanguíneos o no, así como actores sociales del territorio y especialistas con un reconocido trabajo en estas temáticas, se sumaron a la población encuestada, refirió la experta.
Según el estudio, como primer ámbito donde son vulneradas y violentadas, 93 por ciento las mujeres identificó el espacio laboral, mientras que las personas que conviven con ellas mencionaron «la calle» y luego los centros de trabajo.
Entre las manifestaciones de discriminación mencionadas, González Achón destacó las humillaciones, burlas, la no contratación para los puestos laborales si «parecía» o se «conocía» de su orientación sexual; e incluso la exclusión y cancelación de contratos bajo justificaciones absurdas, una vez se declaraban o se sabía que eran lesbianas.
Los principales perpetradores de estas violencias resultan ser los jefes y jefas, y en segundo lugar los colegas de trabajo.
González Achón también abundó sobre las consecuencias de estas violencias, siendo significativo el estrés continuado a que son sometidas, la sensación de «no existir como seres humanos», el nulo reconocimiento de su potencial profesional y el suicidio como escalada final de una violencia continuada hacia ellas por transgredir lo heteronormativo.
De la mano del amor
Por su parte, los jóvenes Rafael Rodríguez González y Carlos Alfonso García conformaron una estrategia que diera respuesta a las problemáticas identificadas en el estudio.
Además de informar a la población de la existencia de la violencia de género hacia las mujeres lesbianas en el ámbito laboral, la campaña pretende persuadir a decisores y decisoras de no juzgar a las personas por su orientación erótico- afectiva, explicó González.
Otros segmentos del público meta son las propias mujeres lesbianas y los trabajadores, dijo.
Para Alfonso García, un elemento distintivo de la campaña será los mensajes afirmativos, en primera persona, lo que coloca a la mujer lesbiana como actora social, igual a cualquier otra mujer.
«Con la fotografía como principal soporte, las imágenes construyen una relación basada en el apoyo y la complicidad, no solo en lo erótico, y muestran dos aspectos fundamentales de la vida de estas mujeres: su intimidad y su profesión, espacios que no se excluyen», agregó Rodríguez.
Sectores como la salud, la educación, el turismo y varios oficios aparecen representados en las fotografías, «por el peso que tienen en la sociedad».
Con una amplia variedad de soportes, desde sueltos, banderolas, trípticos, vallas publicitarias, pulóveres, bolsas… sus autores aspiran a que esta propuesta trascienda los márgenes académicos y pueda implementarse durante nueve meses, desde noviembre de este año, hasta julio de 2020.
Desaprender la violencia
En el encuentro de Socumes intervino también el médico y destacado activista por los derechos de la comunidad LGBTI, Alberto Roque, quien se refirió a la diversidad sexual y la bioética médica, dimensiones esenciales en los procesos de atención de salud de las personas.
El especialista aludió a que estereotipos y prejuicios graviten sobre las actitudes de los prestadores de salud en el momento de brindar servicio a personas con identidades no heteronormativas, a quienes se les vulneren sus derechos.
«La heteronormatividad, que es lo que predomina en nuestra cultura, también atraviesa el funcionamiento de nuestras instituciones», remarcó y abogó a favor de profundizar en la bioética desde la formación curricular.
.»Los estudiantes y médicos están desprovistos de información sobre temas medulares como la violencia», afirmó la Doctora en Ciencias Marisela Lorenzo y agregó que en la formación médica sigue faltando un espacio particular para la educación de la sexualidad, que es parte de la salud integral del ser humano.
Para la especialista, es insuficiente la formación de recursos personales y profesionales relacionados con estos temas. Más que teoría, hay que enseñar el apoyo instrumental, porque todavía no hay claridad de qué hacer, a dónde enviar a la persona o cómo orientarla, ante situaciones de violencia, dijo.
La socióloga Iyamira Hernández Pita, al intervenir desde el público, insistió en la idea de que no hay personas vulnerables, sino espacios, contextos y políticas que vulneran a las personas.