La Dirección de Igualdad de la Diputación Foral de Gipuzkoa y la asociación Aukera, en colaboración con la UPV y el Master en Igualdad de Mujeres y Hombres, han organizado unas conferencias bajo el lema Nosotras: Encuentro Estatal para la Creación de Alianzas entre Entidades que Apoyan a las Personas Trabajadoras Sexuales. El título escogido […]
La Dirección de Igualdad de la Diputación Foral de Gipuzkoa y la asociación Aukera, en colaboración con la UPV y el Master en Igualdad de Mujeres y Hombres, han organizado unas conferencias bajo el lema Nosotras: Encuentro Estatal para la Creación de Alianzas entre Entidades que Apoyan a las Personas Trabajadoras Sexuales.
El título escogido para el Encuentro refleja una aproximación al fenómeno de la prostitución basado en los argumentos aportados por el movimiento neo-reglamentarista, que conceptualiza e institucionaliza la prostitución como un «trabajo» -realizado por sujetos libres de prostituirse- consistente en la venta de servicios sexuales útiles. Según este modelo, la prostitución debe ser legal, y el reconociendo del trabajo sexual conlleva un empoderamiento de las personas que ‘trabajan’ en ese sector.
Sin embargo, dos informes del Gobierno holandés muestran un desencanto creciente ante la legalización. El informe Daalder (Daalder, 2007, p. 15.) dice que la mayoría de las mujeres son sometidas al control de los proxenetas en los burdeles y que su nivel de bienestar emocional, en todos los aspectos evaluados, es inferior al del año 2001. Otro informe de la policía nacional denuncia la ilusión de la emergencia de un sector de actividad normal y limpio (National Police Service, Criminal Investigations Departement (KLPD), Beneath the Service (Schone Shijn). The identification of human trafficking in the licensed prostitution sector…, 2008). Dicho informe describe cómo, con la legalización, los poderes públicos han expuesto sus ciudades a la criminalidad internacional organizada, al tráfico de mujeres y niñas y a carteles de droga. Constata el informe un aumento de la impunidad penal y de la violencia contra las mujeres. Entre 2007 y 2008, Amsterdam cerró un tercio de burdeles legales en los que se había infiltrado el crimen organizado. Por tanto, podemos concluir que la legalización es un fracaso en términos pragmáticos y liberales.
El modelo abolicionista al que yo me adhiero, considera la prostitución como un pilar de la organización patriarcal y mercantilista del mundo, como una manifestación de la violencia ejercida contra las mujeres. Esta postura se basa en la defensa de los derechos humanos de las mujeres y en su liberación de toda explotación sexual, tal y como contempla la Convención de Palermo (2000), en la que la trata es definida no solo bajo los parámetros del recurso a la amenaza o coacción, sino también del abuso de poder, y en relación con una situación de vulnerabilidad.
Las organizaciones feministas han desempeñado un rol decisivo en la elaboración de este Convenio, principalmente en la disposición que estipula que el consentimiento no es un argumento pertinente, así como la necesidad de adoptar medidas de prevención y protección de las víctimas. Desde esta perspectiva, se aboga por la aplicación de leyes que rechazan la prostitución y se interrogan sobre la demanda masculina, como es el caso del denominado «modelo nórdico».
La legislación sueca y la Noruega penaliza a los proxenetas y compradores de servicios sexuales. Entiende que el sistema o entramado prostitucional favorece la violencia contra las mujeres al normalizar la explotación sexual.
En julio de 2010 se llevó a cabo la evaluación de la ley sueca. Reconociendo que aún queda mucho por hacer, la prostitución se ha reducido prácticamente a la mitad. Además, el consenso social es incuestionable: el 70% de la opinión pública es favorable a la ley (Statens Offentliga Utredningar (2010). Prohibition of the Purchase of a Sexual Service: an Evaluation 1999-2008, English Summary, p. 29-44).
Incidir en la penalización de clientes, puteros o proxenetas no es suficiente. Son necesarios los programas de educación – formal e informal- en los que se aborden cuestiones como los derechos sexuales, la libertad sexual, el derecho a la igualdad de mujeres y hombres, la prevención de violencia sexista y la explotación sexual, la banalización de la sexualidad, la hipersexualización de niñas y adolescentes, etc.
En este sentido, me parecen interesantes las iniciativas de prevención y denuncia llevadas a cabo por SUD Étudiant, un sindicato francés de lucha y de transformación social antifascista, antiracista, antisexista y anticapitalista, que combate toda forma de discriminación. Recordemos que en el estado francés, el gobierno prepara una ley con la finalidad de abolir la prostitución.
Dilucidar las condiciones materiales de la «libre» elección que aboca a la prostitución, nos obliga a problematizar el constructo ideológico que naturaliza el hecho de que la prostitución esté destinada exclusivamente a los hombres y que no sea ejercida por cualquier mujer. ¿Es una elección libre de las prostitutas o un derecho de los hombres que pueden pagar y eligen comprar el cuerpo de las mujeres, convertido en mercancía gracias a la monetarización de la sexualidad de las mujeres? ¿Se puede asimilar la ‘elección’ de las mujeres prostituidas al enunciado ‘es mi cuerpo y dispongo de él libremente’? ¿No es cierto que existe una relación estrecha entre prostitución y falta de medios legítimos para obtener ingresos económicos a través de un empleo o de prestaciones sociales, principalmente?
¿Qué análisis realiza la Diputación del contexto social, económico, patriarcal, capitalista e imperialista en que se inscribe y desarrolla el entramado prostitucional? ¿Qué tiene que decir acerca de sus destinatarios y beneficiarios? ¿Y de los «lobbies» pro-prostitución?
En mi opinión, la prostitución es un complejo territorio (topos) donde convergen explotación, sexismo, racismo y colonialismo. Si analizamos las mutaciones geopolíticas de la última década, observamos que los criterios aplicados para reducir los costes de producción en la prostitución de masa son el sexo, la raza, la edad y el uso previo (chochito fresco, carne virgen). Las prostituidas extranjeras representan entre el 70% y el 90%, dependiendo de las fuentes de referencia y los ámbitos geográficos analizados.
Yo estoy en contra de la aplicación de ordenanzas cívicas que criminalizan y estigmatizan a las prostitutas y a otros colectivos (personas sin domicilio fijo, inmigrantes en situación administrativa irregular, personas de una determinada confesión o etnia…). Del mismo modo, también estoy en contra de la institucionalización de la prostitución que normaliza y legaliza un apartheid basado en la monetarización de las relaciones sociales y la mercantilización sexual, a través de la tarificación de la sexualidad y la bantustanización del territorio, reservando para las putas determinadas zonas: espacios ‘multiocio’, como La Junquera, barrios ‘calientes’, vitrinas, burdeles, clubs de alterne, caravanas en las periferia, o, en el peor de los casos, andenes de las autovías y aceras de las ciudades.
Hace escasos días, tuvimos conocimiento de una operación policial en la que se descubrió que a dos mujeres de nacionalidad china se les impedía salir de la vivienda y eran obligadas a ejercer la prostitución, bajo coacciones y amenazas, durante más de dieciséis horas diarias. ¿Dijo algo esa Dirección?
Barbara Kruger denunciaba que nuestro cuerpo es un campo de batalla: «Your body is a battleground». Si prescindimos de la construcción cultural, política y económica de los géneros y los roles sexuales en el sistema patriarcal, si obviamos las desigualdades estructurales, podemos terminar reivindicando el salario para las «amas de casa». ¿Por qué no? Muchas lo están deseando. Para mí, reivindicar el salario para el ‘ama de casa’ es perpetuar la división sexual y desigual de roles, esferas y funciones, en lugar de contestarlas. Como legalizar la prostitución.
Por último, no quiero dejar de manifestar mi pesar ante dos hechos: 1) la contribución del Master de Igualdad a la ‘canonización’ del discurso pro-legalización, validándolo intelectualmente, y 2) la organización por parte de la entidad foral, de un acto estatal en Donostia.
Me pregunto qué independentismo es ese que da carta de naturaleza y se acomoda al marco de la estatalidad [española] organizando un evento en nuestra ciudad. Con esta actuación, la Diputación carecerá de legitimación para ni siquiera realizar una observación a cualquier tipo de evento caracterizado como estatal o nacional (español) que tenga lugar en esta ciudad. Conviene predicar con el ejemplo.
Belén Martínez. Técnica de Igualdad.