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Protesta en Carabanchel: Lo llaman «centro de internamiento», pero quieren decir cárcel

Fuentes: Rebelión

Unas 400 personas se manifestaron el sábado 1 de abril en el barrio madrileño de Carabanchel para protestar contra el centro de internamiento «Los Rosales». Este colorido espacio cumple varias funciones: es una cárcel para inmigrantes sin papeles, una jaula para menores «con problemas de integración» y, como guinda del pastel, una pieza más en […]

Unas 400 personas se manifestaron el sábado 1 de abril en el barrio madrileño de Carabanchel para protestar contra el centro de internamiento «Los Rosales». Este colorido espacio cumple varias funciones: es una cárcel para inmigrantes sin papeles, una jaula para menores «con problemas de integración» y, como guinda del pastel, una pieza más en la política de dispersión de los presos políticos vascos.

Precedidos por las pancartas «No a los centros de internamiento de inmigrantes. Por la libertad de movimiento» y «Terrenos de la cárcel de Carabanchel para usos sociales», cientos de personas se manifestaron en la tarde del 1 de abril en el periférico barrio de Carabanchel, para protestar por la presencia en la zona del mal llamado Centro de Internamiento «Los Rosales». La movilización estaba convocada por la Caravana contra la Valla, Asociación de Trabajadores Inmigrantes de España, Biblioteca Popular La Candela, Casa de Uruguay, Colectivo Autónomo Adelante, Corriente Roja (Latina-Carabanchel) y Escuela Popular de Aluche. Además, contaba con el apoyo de la Asociación de Vecinos de Aluche.

La batucada del grupo Samba da Rua y el «Papeles para todos» del colectivo La Plataforma, animaron la marcha constantemente. Cerca de las 21 horas, los manifestantes llegaron hasta el centro de internamiento, un moderno espacio pintado de azul y marillo y protegido por 4 furgones de la policía antidisturbios.

Este centro fue contruido en los terrenos de la antigua cárcel de Carabanchel. Según cuentan los organizadores de la marcha, cuando se cerró la cárcel, desde la asociación de vecinos y de otros grupos, se lanzó la reivindicación de construir un hospital, y en lugar de eso se construyó dicho centro de internamiento. Desde entonces varios colectivos sociales están trabajando para denunciar que el dinero se destine al control social en lugar de a fines sociales.

Fronteras externas e internas

Marta, miembro de la asamblea de la «Caravana contra la valla» (en referencia a las kilométricas vallas de Ceuta y Melilla colocadas por los gobiernos de España y Marruecos para impedir la entrada de inmigrantes en territorio europeo), contó cómo se gestó la idea de realizar esta movilización.

Relató que «al volver de Ceuta [a principios de noviembre de 2005], en lo que llamamos ‘la caravana europea contra la valla de la muerte’, para la mayoría de los manifestantes la experiencia vivida fue tan fuerte que decidimos seguir trabajando contra las fronteras. Una de las promesas que nos llevamos de Ceuta fue hacer una guía de contactos para que la gente que aspira a inmigrar tuviera unos recursos mínimos para sobrevivir y para acceder a los derechos que normalmente se te niegan al ser inmigrante. Desde la Caravana contra la valla, otro reto que nos pusimos fue empezar a trabajar contra las fronteras internas. Es decir, la institución-frontera también tiene sedes dentro de las ciudades (por ejemplo, este centro de internamiento sería un símbolo), produce fronteras interiores. Realmente la mayoría de los madrileños no han nacido en Madrid, entonces ¿por qué sientes que alguien que viene de Mali no tiene tanto derecho como tú a trabajar o a vivir en tu ciudad?, ¿por qué hay esa línea divisoria? Queremos combatir las instituciones-frontera que son desde los centros de internamiento hasta todos los controles selectivos que se hacen a los inmigrantes en la ciudad, y también denunciamos el racismo que produce esta situación».

Mientras los manifestantes coreaban «parece un IKEA, pero es una cárcel», la portavoz de la Caravana contra la Valla, recalcaba que «hoy hemos venido hasta el centro de internamiento ‘Los Rosales’, que es un edificio que sorprende porque está pintado de colores muy bonitos y cualquiera diría que es otra cosa, una especie de albergue o algo así. Por eso nosotros tratamos de marcarlo y decir: ‘eso de ahí, es una cárcel’. De algun modo modificas las percepciones de la ciudad, haces algo de denuncia y empiezas a reconocer las fronteras internas en tu propia ciudad, porque si ni siquiera las ves, no vas a poder luchar contra ellas».

La policía intentó que otros vecinos de Carabanchel se percataran lo menos posible de la manifestación que tenía lugar en el barrio, cambiando el recorrido. Según aseguró Marta, «queríamos haber pasado por un punto de encuentro bastante importante que es un centro comercial, pero al final no nos han dejado».

Presos políticos

Oscar, miembro de la Biblioteca Popular La Candela, aclaraba que «lo único que queremos es que saquen esto de aquí, porque han usado los terrenos de la antigua cárcel de Carabanchel para hacer otra cárcel en la cual meten a personas sin papeles cuyo único delito es venir a otro país a buscar trabajo y comida. Legalmente esa es una situación que no se puede consentir porque solamente supone una falta administrativa, por lo tanto no tendrían por qué ingresar en un centro de internamiento; tendrían que pagar una multa como mucho. Además, en los terrenos de esta cárcel no sólo se ha hecho un centro de internamiento para inmigrantes, sino que hay un centro para menores, en la que también meten a los presos llamados de la ‘kale borroka’, que son presos políticos de Euskal Herria».

Por último, Emilio, miembro de Corriente Roja y de Casa de Uruguay, subrayó con entusiasmo que «valoramos la manifestación -perdón por el vocabulario- de puta madre, porque no esperábamos tanta gente, y los grupos que somos minoritarios y que apoyamos la marcha del día de hoy, no tenemos tanta fuerza y sin embargo vemos aquí cerca de 400 personas. Se ven las ganas de la gente de seguir adelante».