Miles de personas comenzaron a llegar este jueves a la ciudad española de Oviedo para protestar durante los premios Príncipe de Asturias y mostrar su rechazo a la monarquía. El sindicato Corriente Sindical de Izquierda indicó que 3.000 personas de 26 territorios asistirán a la protesta con motivo de la visita del rey Felipe VI […]
Miles de personas comenzaron a llegar este jueves a la ciudad española de Oviedo para protestar durante los premios Príncipe de Asturias y mostrar su rechazo a la monarquía.
El sindicato Corriente Sindical de Izquierda indicó que 3.000 personas de 26 territorios asistirán a la protesta con motivo de la visita del rey Felipe VI y entregarán los premios alternativos en clave satírica de la Fundición Príncipe de Astucias.
Este viernes se espera la llegada de cinco columnas para unirse a la protesta, que comienza desde este jueves con actos y ponencias organizadas por el movimiento ciudadano conocido como las Marchas de la Dignidad.
Entre las acciones programadas está un Foro Social con debates sobre la renta básica, economía al servicio del interés general, tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Unión Europea, neoliberalismo y educación.
Los organizadores estiman que los premios Príncipe de Asturias son una farsa irreal y llamaron a la movilización ciudadana por el cambio social para pedir pan, trabajo y techo.
Portavoces del movimiento dijeron que esperan un incremento del dispositivo policial durante la ceremonia en relación con años anteriores.
La protesta de Oviedo es considerada el inicio de un mes de actividad de las Marchas de la Dignidad que pretenden movilizar a más de cinco millones en las capitales provinciales de España.
Somos reales. Protesta social frente a la obscena exhibición de poder, riqueza y privilegios de los Premios Príncipe de Asturias.
El próximo viernes 24 de octubre se escenificará un año más la ceremonia de los Premios que impulsa la Fundación Principe de Asturias en nombre de la sucesión de la corona. El lugar, fecha y pretexto elegidos actúan en el plano simbólico. Por una parte la ciudad, reconvertida a partir de la aprobación del Estatuto de Autonomía del 15 de diciembre de 1981 en capital de la autonomía y las instituciones del Principado de Asturias, se constituye en sede de la Fundación que pretende vincular a la realeza española con el antiguo reino de la comunidad histórica de Asturies. Lo hace a través de la recuperación de la institución del principado, elemento de dominio de la corona castellana instituído en el año 1388 en su periodo de construcción y expansión sobre los dominios de la antigua y desaparecida monarquía asturiana y su sucesora en el reino de Asturias y León. La intención de esa medida advierte de la necesidad de establecer un nexo de la mayor antigüedad al linaje borbónico al margen de su credibilidad histórica. En el principado se aúnan la naturaleza cristiano-católica de su simbología con los componentes del expansionismo territorial y el legado guerrero de los antiguos monarcas visigodos sintetizada entre los partidarios locales de este relato por la máxima de cariz regionalista «Asturias es España y lo demás tierra conquistada».
Por otra parte la fecha elegida de la cita de octubre, que en Asturies posee las resonancias de la dilatada acumulación de experiencias de lucha y resistencia del proletariado asturiano a la opresión capitalista y que tuvo como hito la insurrección que 80 años después celebramos, sirve de marco anual de entrenamiento y exhibición pública del heredero/a, en un ritual destinado a construir su imagen mediática como árbitro y representación de las máximas instituciones del estado. La entrega de los Premios Príncipe de Asturias, al margen de los merecimientos de los galardonados en un acto en apariencia altruísta y de prestigio, se convierten en funcionales en la medida que sirven para legitimar el papel de la corona ante la sociedad asturiana, española e internacional.
Este evento se celebra en un contexto de deterioro de los indicadores económicos y de profundización de las desigualdades, causado por la dinámica del sistema de organización económico y social capitalista e incrementado por la gestión antisocial y antidemocrática de la crisis en el conjunto de Europa y particularmente en los países meridionales de la Unión como el estado español. Con las políticas de austeridad emprendidas por los gobiernos y el banco central europeo se han impuesto las tesis fundamentalistas del pensamiento económico, basadas en el progresivo desmantelamiento de los sistemas de protección y la derogación de los derechos que protegen el bien común y la cohesión social. En paralelo hemos contemplado cómo se emprendía el desmantelamiento del sector público, la privatización de los servicios esenciales y su apropiación por parte de las grandes empresas y corporaciones, junto al rescate de los bancos y cajas de ahorro con recursos colectivos de la crisis financiera que esas mismas entidades habían generado.
Además y a diferencia de los acontecido en años anteriores se celebra tras la entronización del heredero del reino de España en un acontecimiento inédito con dos reyes en lugar de uno sin que haya tenido lugar el deceso del anterior, proceso de relevo forzado por el grave deterioro de la imagen pública de la cabeza regia y su amplia estirpe, precipitado por comportamientos que ponen en duda la ejemplaridad de la familia «real». Los escándalos económicos de los últimos años, junto a la decadencia física y ética del rey, contribuyeron al derribo de la imagen icónica que tanto coste en términos mediáticos le supuso al régimen surgido en la transición iniciada en 1978. El acelerado deterioro de la situación económica de los últimos años propicia por otra parte la reaparición del relato rupturista, largamente silenciado durante el periodo de consolidación del régimen emanado de la sucesión post-franquista. Este sistema encarnado en la monarquía parlamentaria, representa a la vista de grandes capas de la población la cúspide de un poder oligárquico que reúne en su entorno a las élites económicas, políticas e ideológicas con el propósito de hegemonizar y mediatizar a su favor las acciones que consoliden y perpetúen los privilegios de dichas clases.
La función anual de los Premios Príncipe de Asturias cuenta desde sus comienzos con expresiones de rechazo de parte de la sociedad asturiana, al margen del mayor o menor merecimiento de los personajes que se pretenden homenajear, sintetizándose en eslóganes como «Nin príncipe, nin Principáu. Asturies Republicana», «Nun hai nada que cellebrar», «Fartones» para señalar lo evidente o «Asturies República». Y año tras año miles de personas se declaran insumisas frente a los postulados de una Fundación creada para dar cobertura ideológica a la monarquía, con unas prácticas de gestión que en el mejor de los casos podría calificarse de opaca bajo los auspicios de los más importantes consorcios y empresas tanto en Asturies como en el Estado español.
Junto a la trascendencia científica y el aprovechamiento académico de determinados personajes o el encumbramiento en el altar de la fama de otros con discutibles méritos, los premios han servido también para congregar en Uviéu-Oviedo a un conjunto heterogéneo de ejecutivos, miembros de la academia, obispos, políticos de las distintas administraciones, militares, fabricantes de opinión en los medios periodísticos, aristócratas, y demás grupos de cortesanos que acuden a la cita anual para rendir pleitesía, hacer negocios y relaciones públicas en el teatro de la comedia del Campoamor, con el consiguiente gasto para las arcas públicas. La escena se complementa con numerosos actos de carácter ajeno a las costumbres junto a otros que transmiten un retrato distorsionado de los deseos y aspiraciones del pueblo asturiano, ignorantes del idioma propio o limitado a la difusión de una imagen de la realidad como muestra servil del folclore popular. En resumen, la comparsa real viaja a Asturies o se desplaza desde el interior a una genuflexión en grupo, degusta nuestra rica cocina, se admira de nuestras tradiciones y paisaje, y paraliza la vida ciudadana poniendo todos los recursos al servicio de la organización real.
El pasado 22 de marzo se produjo, con las marchas de la Dignidad que confluyeron en Madrid, convertida la ciudad en capital del actual reino de España, la mayor manifestación de repudio de todo este conjunto de políticas contra los intereses de la población, la más grande demostración de rechazo a las relaciones de dominación impuestas por los ricos y poderosos apoyados en las decisiones de la mayoría del engranaje parlamentario bipartidista y otros sectores de sus colaboradores. Dicha movilización tiene continuidad con la convocatoria de la campaña «Somos Reales» encabezada por los movimientos sociales, organizaciones e individualidades agrupados en la plataforma Asturies en Marcha, apoyados por las Marchas de la Dignidad en el conjunto del estado español, así como su confluencia con las convocatorias de otras agrupaciones sociales y colectivos.
Consideramos urgente y necesario dar una respuesta colectiva y unitaria que reafirme la soberanía popular, denunciando la destrucción de los servicios públicos esenciales y del tejido productivo, manifestando nuestra oposición a la escandalosa situación de pobreza y desigualdades causadas por la avaricia de los ricos, reivindicando la preeminencia del interés general frente al particular, llamando a la población a que se empodere en sus legítimas demandas de justicia social, descentralización, autodeterminación y participación en las decisiones que nos afectan, emancipándonos como sujeto activo en la toma de decisiones sobre el sistema de organización social y las formas de representación que se desprendan de los deseos de la población, incluyendo la forma de gobierno. Para estos fines se necesita la participación de todos y todas.
ASTURIES EN MARCHA