Hasta el presente hemos sido muy poquitos quienes hemos participado en movilizaciones contra la ocupación de Afganistán por parte de las tropas de la OTAN, incluidas las españolas. No hemos contado en nuestras concentraciones y manifestaciones con la Plataforma de Artistas contra la Guerra, tan activa en su día contra la implicación de España en […]
Hasta el presente hemos sido muy poquitos quienes hemos participado en movilizaciones contra la ocupación de Afganistán por parte de las tropas de la OTAN, incluidas las españolas.
No hemos contado en nuestras concentraciones y manifestaciones con la Plataforma de Artistas contra la Guerra, tan activa en su día contra la implicación de España en la de Irak. Que el gobernante sea ahora el PSOE y no el PP parece haberles hecho desistir de tal intento. La raquítica industria del cine y del espectáculo en España hace depender su sostenimiento de las estructuras públicas y ello influye finalmente en que, en tiempos de crisis severas y tribulaciones -¡Cómicos! Duermen vestidos,/viven desnudos,/beben la vida a tragos (…) Vale más morir de pie/que ser el bufón de un rey./¡Cómicos! …(Victor Manuel- las bocas se mantengan cerradas para que los estómagos continúen llenos. Y el silencio de la prensa y medios progresistas ha seguido un camino similar, dejando el papel de opositores a la presencia de las tropas españolas a los medios de la derecha, que en su día jalearon la participación de España en la guerra de Irak y aplaudieron su decisión de mandar tropas a Afganistán en la «Operación Libertad Duradera» de George W. Bush, con Aznar. Hasta hace unos días.
Cierto que desde hace unos meses se notaba ya un aire de, llamémosle, «desconfianza» respecto a las posibilidades de la OTAN en la guerra de Afganistán en los medios de comunicación internacionales y periódicos españoles como Público y El País. Pero esa desconfianza tenía en España sordina y se centraba más bien en los fracasos de las operaciones militares de la OTAN (ISAF) en febrero de este año en los bastiones talibanes y desde ahí, y por efecto dominó, al papel de las tropas españolas en dicha guerra. Fracasos que se han constado más tarde con las críticas de McChrystal contra el vicepresidente USA Joe Biden y los generales del Pentágono en cuanto a sus decisiones respecto al modo en que se estaba dirigiendo política y estratégicamente la guerra en el país afgano. El cese fulminante del McChrystal y su sustitución por el, dudosamente eficaz en Irak (la resistencia allí es cada vez más fuerte y la mayor parte de las tropas ocupantes han salido del país, con la clara conciencia de que ganaron la guerra pero están perdiendo su particular «Pax Romana»), general Petraeus no han hecho más que acrecentar la sensación de que el Imperialismo perderá también la guerra de Afganistán. Las prisas de Obama por marcar un calendario de salida del país y la velocidad enloquecida con la que los ejércitos de la OTAN, militares y Guardia Civil españoles incluidos, intentan formar un ejercito afgano, con hombres mal alimentados, deficientemente pertrechados, peor formados y aún peor pagados indican que pronto dictará una orden de salida a la carrera al grito de «el último que apague la luz». No llegaremos a ver, seguramente, situaciones dantescas en la huída, como las de la caída de Saigón porque el Imperialismo ha aprendido la lección y ahora es más organizado en sus estampidas.
Wikileaks está demostrando, con sus denuncias sobre la ocupación, el carácter salvaje de la guerra, los asesinatos de población civil a manos de soldados de la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad) un eficaz ariete contra la permanencia de las tropas invasoras en Afganistán y a favor del movimiento por la paz y contra la ocupación de Afganistán en todo el mundo.
Y en esas estamos cuando la muerte de dos Guardias Civiles y de un intérprete iraní con nacionalidad española a manos de un policía afgano en la base de Qala-i-Naw de la provincia de Badghis (1), al noroeste de Afganistán, se ha convertido en la coartada para abrir el cuestionamiento de la guerra por parte de quienes hasta ayer la disculpaban o entendían, como voceros avergonzados de la misma.
El País (2) y Público (3) han venido a cuestionar la presencia de las tropas españolas en aquel país, ahora con mucha menor cautela. Periodistas, columnistas y «opinadores», que ayer callaban, hoy hablan y se expresan por la retirada. Bienvenidos sean del lado de la paz y de quienes siempre estuvimos contra ésta (Afganistán) y aquella (Irak) guerras. Lástima que suene a oportunismo.
Pero la cosa no se detiene aquí. Ayer, sábado 28 de Agosto, «Informe Semanal» de TVE, en un microprograma con el título «La ratonera afgana,»(4) fijaba ya una posición que permitía concluir que el propio PSOE su gobierno preparan la salida del citado país. Las opiniones de Diego Carcedo (en el pasado representante del PSOE en el Consejo de Administración RTVE), que argumentaba, en términos de George W. Bush, sobre un Afganistán tomado por los talibanes como «centro de operaciones para el terrorismo internacional» era contrabalanceado por la de Ernesto Ekaizer, periodista de Público que tildaba a la intervención de la OTAN y de las tropas españolas allí como algo a todas luces evidente: «ocupación militar extranjera» y alude a algo más grave: «una connivencia -de los ocupantes- con un régimen corrupto, que es el régimen de Karzai». Frente a esto último Carcedo había aludido «al peligro y a la opresión que supone para todos los ciudadanos, y en especial para la mujer el régimen de los talibanes». Ello mientras «alguien», que no obraría a la contra del director de Informativos de TVE seguramente, le colocaba en paralelo a sus palabras, las imágenes de dos mujeres afganas con burka. Es fácil pensar por la calidad de las imágenes y la estabilidad de la cámara que se habían firmado en territorio bajo el régimen de Karzai y no talibán. Saquen conclusiones: el PSOE se hace la oposición a sí mismo, antes de que se la hagan otros que no sean de la derecha, y se prepara a cambiar el discurso. Aquí no ha pasado nada. El periodista autor del reportaje aludía a «un balance político muy poco satisfactorio». Por el contrario, al intervención de Carlos Enrique Bayo, de Público, era claramente lamentable y «salomónica» (ni pa ti ni pa mí, el niño por la mitad): «los afganos quieren que los extranjeros se vayan de allí pero quizá no inmediatamente porque el regreso de los talibanes puede tener un coste espantoso para la población civil». Y la guerra provocada por los ocupantes, ¿no tiene ese coste espantoso desde hace ya 9 años?
¿Qué ha cambiado para que se produzca esta nueva vuelta de tuerca ya más cercana hacia el «NO A LA GUERRA» entre el entorno mediático próximo al PSOE? La muerte de los dos Guardias Civiles acaso? Obviamente no. Han muerto más efectivos españoles antes y han sufrido emboscadas mayores y más graves. La muerte de 92 miembros españoles armados, entre ejercito y guardia civil? Tampoco parece una cifra exagerada para los ánimos de un país en el que no se publican encuestas de opinión sobre la presencia de las tropas españolas en Afganistán.
Las claves hay que buscarlas no sólo en términos internacionales sino también de consumo interno:
- La rapidez con la que Obama quiere salir de Afganistán dejaría con el culo al aire al Gobierno español si éste no vira sus posiciones. Y lo hace por vías interpuestas: sus voceros mediáticos. Lo que fue una clara subordinación de los intereses españoles a los del imperialismo, cuando Zapatero mantuvo la decisión tomada por Aznar de mantener un contingente de tropas españolas en acción bélica, y no en esa patraña mal urdida, llamada «misión humanitaria», se tornaría ahora en ridículo espantoso de no prepararse el viraje de discurso y posición. Que te pillen fuera de juego en política es algo parecido a pisar una piel de plátano, «desmorrarte» contra el suelo y que te vea tu peor enemigo en situación tan poco garbosa
- Por si el acelerado incremento de las acciones de la resistencia afgana no fuera suficiente, que el atentado y revuelta popular con intento de asalto a la base militar en la que se produjo ( Qala-i-Naw) se haya producido en zona habitualmente liderada por la Alianza del Norte, coalición de fundamentalistas islámicos, señores de la guerra, aliada del gobierno de Kabul, y abiertamente enfrentada a los talibanes, indica que ya no hay zonas seguras para las tropas españolas. La retaguardia está desapareciendo y ya sólo queda la línea del frente, a la que se incorpora la población afgana, no talibán, con revueltas populares contra los invasores.
Éste atentado adquiere simbología plena. Ya no queda apenas terreno a las tropas españolas para replegarse, ni modo de evitar el combate, comprando, como hasta ahora, la no hostilidad a los jefes tribales de la revuelta a buen precio. El camelo de la «misión humanitaria» ha quedado al descubierto.
Empleando un poco de mala leche y algo de imaginación, no excesiva, pues la posibilidad no parece nada descabellada, dependiendo del calendario, y de que el PSOE siguiera en el gobierno o no antes de la salida de las tropas españolas en Afganistán, no sería descartable verle arrebatando la pancarta del «NO A LA PRESENCIA DE TROPAS ESPAÑOLAS EN AFGANISTÁN» a la izquierda que hasta ahora la ha mantenido con escaso éxito pero con dignidad, para ponerse a la cabeza de la manifestación. Su cinismo histórico como partido y el de sus votantes, que condenan un mismo hecho si lo lleva a cabo la derecha oficial pero callan y miran para otro lado, o lo defienden, si lo hace su partido, lo permite. ¿Y los artistas? Esos harán los pasacalles.
Notas:
(1) http://www.publico.es/espana/
Es significativo que en el mismo enlace Público realizase el día 25 una encuesta a sus ciberlectores sobre si España debía o no permanecer en Afganistán
(2) http://www.elpais.com/
(3) http://www.publico.es/
(4) http://www.rtve.es/mediateca/
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