Se celebró el pasado martes 26 de junio en el Consejo de la Juventud un acto donde intervinieron diferentes líderes de la izquierda con el lema ´Refundar la izquierda, Construir la República’. Alrededor de 150 personas asistieron al debate en el que, más que discusión de cómo reorganizar la izquierda, se sucedieron una serie de […]
Se celebró el pasado martes 26 de junio en el Consejo de la Juventud un acto donde intervinieron diferentes líderes de la izquierda con el lema ´Refundar la izquierda, Construir la República’. Alrededor de 150 personas asistieron al debate en el que, más que discusión de cómo reorganizar la izquierda, se sucedieron una serie de intervenciones explicativas de cómo hacerlo y cómo tener en cuenta a los diferentes movimientos sociales. Como telón de fondo, si debe ser Izquierda Unida quien lidere una nueva etapa o si la coalición ya no está capacitada para hacerlo.
Introdujo el debate Enrique Santiago partiendo de la idea de que la batalla ideológica y cultural la está perdiendo la izquierda ante el avance del neoliberalismo y cómo España camina hacia un bipartidismo que está haciendo desaparecer a la izquierda transformadora. Para Santiago, el proyecto de IU, con tan solo el 5% de los votos, no puede conseguir los objetivos de la izquierda y porque se está convirtiendo en un partido clásico alejado de sus fundamentos en base a ser un movimiento político y social.
También entendía que tras 30 años de Constitución monárquica ya era evidente el agotamiento del modelo porque no se adaptaba a las nuevas necesidades cuando era ya necesario profundizar en la democracia participativa. En ese marco era necesario refundar Izquierda Unida como una izquierda plural, con democracia interna, dentro de un estado federal e impulsora de un desarrollo económico sostenible.
Manolo Espinar, de la Asociación Haydée Santamaría, consideraba un error la actual división entre los políticos profesionales, por una parte, y los activistas sociales, por otra. Algo que en su opinión se había heredado de la Transición. Entendía que era necesaria una reflexión seria tras 30 años de democracia para entender la nueva composición de los barrios y de los pueblos ya que el llamado cinturón rojo de Madrid, por ejemplo, ya había dejado de serlo por el desmantelamiento industrial de la zona. Pero entendía que lo más importante que se había perdido en estos años era la cultura de encontrarse, de debatir, de organizarse… y que eso se reflejaba en la actualidad de la izquierda donde hay una multitud de movimientos pero se carece de una visión global.
Para Manuel Monereo la palabra república significaba ruptura con una forma de democracia y apertura hacia otra forma de democracia distinta. Pero para él este debate era antiguo porque ya hacía años había sido introducido por las Juventudes Comunistas y el propio Julio Anguita cuando denunció que las bases del consenso que dieron lugar a la Transición estaban rotas.
Para Monereo la realidad de la izquierda había que entenderla desde una triple impotencia ciudadana: la política, ya que era el mercado quien estaba marcando las reglas del juego; la democracia porque se estaba en un proceso de concentración de poder y un traslado de la soberanía hacia la Unión Europea, una plutocracia nada democrática; y la de las propias organizaciones por su propia pérdida de democracia interna sustituida por aparatos controladores. Y de esta manera entendía que para refundar la izquierda era necesario echar cuentas con la Transición, ir más allá en la democracia, un modelo agotado y buscar otra idea de país donde encajen tanto el nacionalismo español como el periférico y donde se acepte el derecho de autodeterminación.
Intervino Yayo Herrero, de Ecologistas en Acción, para denunciar que el riesgo de sobrepasar los límites del planeta estaba superado incidiendo en que no hay alternativas energéticas al petróleo, las alteraciones de las formas de vida producidas por el cambio climático y cómo el actual modelo de desarrollo es incompatible con la sustentabilidad. Entendía que la gente no es consciente de este problema y que la gente de izquierdas tampoco lo es y, en ese sentido, la izquierda compartía la idea de progreso con el modelo desarrollista de la derecha. La sociedad española, en concreto, formaba ya parte de la aristocracia de todo el universo con un nivel de vida elevado pero que se sustentaba en la pobreza de la mayoría de la población mundial. Eso el neoliberalismo lo sabe y lo concreta con acuerdos comerciales, ejércitos y fronteras que inciden en las desigualdades sociales.
Para la ponente, la izquierda en la actualidad veía el discurso ecologista como ingenuo pero entendía que no era posible que el resto del planeta consiguiera el nivel de desarrollo de países como España y que se debía hacer el esfuerzo de entender la medida de conformarnos con menos, aunque fuera algo impopular.
Concluyó afirmando la necesidad de refundar la izquierda porque a su entender el capitalismo era un sistema inviable y con una serie de propuestas para el debate como la necesidad de que el mismo no se limite solo a los dirigentes políticos, que el discurso de los movimientos sociales sea asumido en serio y plasmado en propuestas políticas y una participación democrática en la toma de decisiones.
Comenzó su intervención Javier Navascués diciendo que para refundar la izquierda era necesario romper con las jerarquías y que en Izquierda Unida el problema era de análisis. Para él existían una serie de carencias en la coalición como la pérdida de autonomía política que tenía que ver con la pérdida de autonomía intelectual; y un problema de democracia que se reflejaba en el autoritarismo creciente dentro de la organización.
Para Navascués no era necesario refundar la izquierda sino que había que derribar todo lo que se había construido sobre las bases originales de IU porque para él, los cimientos estaban bien. Y sobretodo había que quitar organigramas y romper definitivamente las fronteras entre los dirigentes y las bases.
Poniendo como ejemplo la experiencia en el Ayuntamiento de Sevilla de unos presupuestos participativos, entendía que era necesario ceder soberanía, que la agenda fuera fijada por la gente y que lo que no se podía ofrecer a la gente eran agendas preestablecidas para que eligieran.
Como representante del movimiento estudiantil intervino Sara Porras que denunció cómo el estudiante se movía en una estructura complicada y que su papel dentro del ámbito de la educación se limitaba a ser un mero espectador. Para la ponente, las diferentes reformas educativas eran solo parches que no permitían participar a los estudiantes y que, a largo plazo, incidían en su modo de estar en su entorno y en un factor importante en su desafección política.
Para Porras, el sistema educativo de Primaria y Secundaria daba poco protagonismo al estudiante pero en la Universidad tampoco cambiaba mucho. Sobre todo porque el sistema evolucionaba en torno al mercado y ellos formaban parte como mercancía.
La solución estaba en una respuesta global y un cambio radical del modelo educativo y por ello entendía la necesidad de refundar IU siempre que se tuviera en cuenta a los movimientos sociales, a sus debates y protagonizara el cambio radical requerido.
Jaime Pastor comenzó su intervención diciendo que el escenario de la izquierda en la actualidad era de crisis y que era necesario pensar globalmente, puntualizando cómo el movimiento antiglobalización no había sido capaz de articular a la izquierda con propuestas creíbles. Entre las causas de la crisis de la izquierda estaba el enfrentamiento de los partidos creados para gobernar con los partidos creados para luchar, la fractura entre izquierda y derecha pero también la fractura ideológica en la aceptación de los nacionalismos o de la población inmigrante; el establecimiento de una aristocracia obrera, regida por convenios colectivos, frente a quienes se veían obligados a trabajar de forma precaria…
Dentro de ese marco, IU no había estado a la altura de las circunstancias y había caído en un electoralismo cortoplacista con el fin de conseguir un nicho institucional. Y, en ese sentido, entendía que la refundación de la izquierda estaba fuera de la coalición y que Izquierda Unida debería plantearse como objetivo la construcción de los movimientos sociales.
Diego Lorente dio voz al colectivo inmigrante expresando su percepción de la política como algo decepcionante y como cobarde en sus propuestas tanto en las educativas, como de servicios sociales y con un discurso político banal. Para él había aspectos concretos que era necesario afrontar como era la derogación de la legislación actual sobre emigración, la mejora en el tratamiento de las minorías en los medios de comunicación a través de un código ético, la incorporación de estas minorías a la nueva izquierda y el reconocimiento de los derechos políticos de los migrantes.
Intervino Sira Rego, nueva concejal de Izquierda Unida de Rivas-Vaciamadrid para expresar su idea de la izquierda dentro de los valores clásicos de pluralidad, debate y convencimiento como poder transformador. Una izquierda que tuviera en cuenta a los trabajadores, a la mujer, a los estudiantes, que hablara en femenino y con vocación de sumar. Una izquierda, en suma, que fuera lugar de encuentro. Pero sobretodo, una izquierda que volviera a sus raíces: laica, republicana y que mirara hacia delante.
Entendía Pedro Casas que la izquierda era la única que pretendía cambiar la realidad pero que había elementos que era necesario analizar como la falta de análisis de la acumulación capitalista, el desmembramiento de la clase obrera y la percepción de los ciudadanos como meros consumidores.
Entendía que la sociedad española formaba ya parte del primer mundo pero que se asemejaba a la sociedad romana fundamentada en el esclavismo; que los cuarenta años de dictadura además de abolir un sistema democrático había eliminado cualquier atisbo de revolución social y que se plasmaba en el apoliticismo de la sociedad; que la izquierda no tenía estrategia porque sabemos qué quiere la derecha y la socialdemocracia pero no sabemos qué quiere la izquierda; que la estrategia anticapitalista debería definir un modelo económico superador de experiencias pasadas.
Para Casas era necesaria la reconstrucción política e ideológica dotando con contenidos anticapitalistas a los movimientos sociales y formando a éstos para hacer frente al poder.
En ese marco expresó su desconfianza hacia el PCE e IU como impulsores de la refundación de la izquierda porque los consideraba estructuras oxidadas.
Alberto Arregui también reconoció la fragmentación de la izquierda y puso ejemplos de pactos de la izquierda en diferentes países europeos con gobiernos de la derecha y como algo propio de momentos de crisis de los sistemas. Pero recordó el concepto de partido de Marx, algo creado para la intervención de la clase.
Hizo un recordatorio de la Transición española y cómo la izquierda actual es deudora de lo bueno y de lo malo de ese momento y de cómo la dirección de la izquierda llevó a las organizaciones por caminos no queridos. La renuncia, por ejemplo, a ideas esenciales como el derecho a la autodeterminación de los pueblos ha llevado al actual despropósito al abordar el tema. Para Arregui, la idea de refundación de la izquierda debía pasar por reanudar el hilo histórico interrumpido por el pacto monárquico y por la emancipación ideológica autoimpuesta. Para ello era necesario que hubiera organizaciones capaces de encauzar estas ideas pero, sobretodo, que se retomara la lucha por el socialismo ya que en la Transición, la izquierda se conformó con muy poco.
Frente a la democracia monárquica exigía la democracia socialista; y en el ámbito interno, la necesidad de renovar ideas, personas y métodos. Para que la refundación triunfara también creía necesario creer en el proyecto y tener credibilidad, algo de lo que los actuales dirigentes de IU carecían. Pero ratificó su confianza en la organización Izquierda Unida ya que dijo que «IU será lo que nosotros hagamos de ella» frente a quienes habían manifestado su desconfianza.
Raúl Gómez manifestó la dificultad para articular la izquierda e torno a propuestas que en general compartían todos los movimientos sociales y que la refundación pasaba por encontrar un mínimo común denominador sobre el que empezar a trabajar. A partir de ahí había que conseguir acuerdos amplios entre todos que se pudieran plasmar en medidas concretas.
Para Gómez, los objetivos comunes de la izquierda pasaban por ser republicana y republicanista. Y, además, por ser defensora de los derechos humanos, de la paz y del ecologismo.
Enrique Santiago cerró las intervenciones agradeciendo a ponentes y asistentes la presencia a este primer acto de debate sobre la refundación de la izquierda y emplazando a posteriores encuentros en los que seguir abordando el tema. Parece algo necesario si se quiere afrontar con seriedad porque en las diferentes intervenciones fueron escasas las referencias a otros movimientos sociales y políticos como son el de la izquierda nacionalista periférica, el movimiento vecinal, los grupos políticos más a la izquierda de IU, grupos internacionalistas o medios de comunicación alternativos de izquierda.
Pero sobre todo se echó en falta la presencia de representantes del movimiento obrero, precisamente en unos momentos tan delicados como los que se viven ahora, con unos niveles de represión que han llevado a la cárcel a dos de sus más destacados dirigentes y en los que Izquierda Unida sí tendría algo que decir.
No contar con estos grupos, y sobretodo con el del movimiento obrero de clase, haría fracasar este intento de refundar la izquierda y convertir esta nueva tentativa de reconstrucción en un nuevo socialismo de salón.
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