Los acontecimientos políticos y el desescalamiento del conflicto son un signo inequívoco hacia el punto de irreversibilidad del proceso de paz en Colombia. ¿Por qué? La cascada de acontecimientos políticos y pacíficos (cese del fuego unilateral de las FARC-EP, y desescalamiento de operaciones militares por el gobierno colombiano), son hechos significativos y acumulativos que crean […]
Los acontecimientos políticos y el desescalamiento del conflicto son un signo inequívoco hacia el punto de irreversibilidad del proceso de paz en Colombia. ¿Por qué?
La cascada de acontecimientos políticos y pacíficos (cese del fuego unilateral de las FARC-EP, y desescalamiento de operaciones militares por el gobierno colombiano), son hechos significativos y acumulativos que crean las condiciones para la firma del Acuerdo General para la terminación y la construcción de una paz estable y duradera.
Las intervenciones públicas de altos funcionarios del Estado, empezando por el presidente Juan Manuel Santos, cuando afirma que de darse un acuerdo en materia de justicia para los responsables de crímenes de guerra se podría hablar de un cese bilateral de fuego definitivo y del fin del conflicto. La del abogado español, Enrique Santiago en la entrevista que le hizo la revista Semana, donde se refirió a la responsabilidad colectiva de los diferentes actores de la guerra, aclarando que la guerrilla colombiana no es la única parte y causante del conflicto armado. La postura del general Jorge E. Mora Rangel, miembro de la delegación de paz del gobierno colombiano en La Habana, quien sostuvo en su última salida en público que él personalmente prefiere el cese bilateral del fuego y que estaba convencido de la voluntad y decisión política de las FARC de terminar la guerra. La de Humberto de La Calle Lombana, jefe de la delegación de paz del gobierno, quien afirmó que se está trabajando en un borrador para la refrendación de los acuerdos, aclarando que «una refrendación no es una cuestión de mecánica electoral es mucho más profunda, es lograr que dentro de las disyuntivas y las opiniones diversas, los colombianos sepamos administrar el disenso en beneficio de Colombia» . La medición propositiva de los países garantes, Noruega y Cuba, y de los acompañantes Venezuela y Chile, junto al apoyo internacional a favor del cese bilateral del fuego. Así como la entrevista al exfiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Campo, quien sostuvo que la firma del Acuerdo para la terminación del conflicto, no significa enviar a la cárcel o a las mazmorras a los jefes de las FARC, apuntan todas en una misma dirección: la irreversibilidad del proceso de paz o el punto de no retorno.
A este ambiente en favor del proceso, han contribuido positivamente el cese unilateral del fuego decretado por las FARC-EP desde el pasado 20 de julio, así como las operaciones de desescalamiento ordenadas por el jefe de gobierno colombiano, tras meses de ataques, muertos, bombardeos, desplazamientos y frustrados intentos por avanzar hacia el cese bilateral definitivo. Medidas que se han cumplido sin mayores alteraciones. Estos hechos concretos son, además, una demostración fehaciente de que hay voluntad política real de las partes, no solo en bajarle intensidad a la confrontación, sino en discutir y acordar el necesario cese de fuego bilateral definitivo, preámbulo de la firma del Acuerdo General para la terminación del conflicto.
Seguramente las mesas de diálogos con las otras dos insurgencias, ELN y EPL, hará parte de la dinámica y momento positivo que vive el proceso de paz, en la búsqueda de la solución política del más largo conflicto armado del mundo.
En amplios sectores de la sociedad colombiana, la ciudadanía en general, y particularmente los movimientos sociales en favor de los diálogos de paz, quedarán faltando asuntos muy importantes por resolver, que nos tocará asumir en la nueva fase de lucha política que vendrá tras la firma del acuerdo y la Implementación, verificación y refrendación (punto 6) que se haga del mismo.
Los diálogos de La Habana, recordemos, se dieron bajo las condiciones y una agenda (6 puntos) acordada por las partes, donde es válido señalar que la sociedad en su conjunto estuvo ausente por razones que se haría largo analizar y enumerar en este artículo. Sin embargo, es importante precisar, para evitar malos entendidos, los temas de la agenda y en qué estamos con lo acordado hasta hoy.
El Acuerdo General contiene una agenda de seis puntos:
1. Política de Desarrollo Agrario Integral.
2. Participación Política.
3. Fin del conflicto.
4. Solución al problema de las drogas ilícitas.
5. Víctimas.
6. Implementación, verificación y refrendación.
Cada uno de estos temas, tiene un número amplio de subtemas que es recomendable conocer.
Hasta hoy se han logrado acuerdos en los puntos 1, 2 y 4, y está muy avanzado el punto 5. Estamos en la etapa del punto 3, Fin del conflicto, que junto al 6, Implementación, verificación y refrendación, son demasiado sensibles, difíciles y complejos. Porque implica, por ejemplo, el cese al fuego de hostilidades bilateral y definitivo, la dejación de las armas y reincorporación de las FARC a la vida civil y política, entre otros.
Todas estas señales significativas y positivas de lo avanzado nos permiten afirmar, a pesar del pesimismo que aún cunde entre muchos, y la idea de la ultraderecha de la paz como estrategia de guerra, que estamos atravesando el punto de no retorno, de que es casi irreversible la firma del Acuerdo para el fin del conflicto. Cada día que pasa se hace más inverosímil la fórmula de que «nada está acordado, hasta que todo esté acordado», porque se ha avanzado tanto, que es casi imposible volver atrás.
Oto Higuita, Historiador y ensayista
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