Ni he visto, ni oído el latazo borbónico de Nochebuena, pero sí leído parte de los solemnes y reales despropósitos que el monarca acostumbra a soltar por las fauces, cada vez que el calendario de la programación de las cadenas de radio y tv señalan el 24 de diciembre. No me hacen falta más datos […]
Ni he visto, ni oído el latazo borbónico de Nochebuena, pero sí leído parte de los solemnes y reales despropósitos que el monarca acostumbra a soltar por las fauces, cada vez que el calendario de la programación de las cadenas de radio y tv señalan el 24 de diciembre. No me hacen falta más datos que los comentarios de decenas de diarios o las reacciones de algunos miembros de partidos políticos de ámbito autonómico o estatal, para saber qué dijo el sucesor y ahijado de aquel genocida llamado Francisco Franco. Cada año, Juan Carlos se supera a sí mismo, como encerrado en un delirio donde zumban como avispas cabreadas frases que solo un enemigo de la cordura podría pergeñar.
Una de las alusiones que dejó caer como si fuera una felicitación navideña pintada de falsa firmeza, fue aquella en la que exhortaba a los ciudadanos a desterrar el desánimo y levantar la cabeza ante la crisis, como si él o los miembros de su familia corriesen la misma suerte que los currantes de UPS, la Sanidad pública, los pensionistas o los funcionarios de la comunidad murciana. La desfachatez sin límite de este multimillonario al que le llegan de nuestro bolsillo, cada año, nueve millones de euros, para que se los gaste en trajes, regalos y buen champagne, es de las que claman al firmamento por inoportuna y desvergonzada.
Pero también destacan las ausencias voluntarias, tan necesarias como la de alentar a los vascos a que apuesten por el proceso de paz que inició la izquierda abertzale, y que apoyan no sólo cientos de miles de ciudadanos que no viven o trabajan en Euskadi, sino decenas de partidos políticos, asociaciones civiles, sindicatos y ayuntamientos. Para el momio, acabar con el terrorismo es una coletilla tan burda como estúpida; lo que no dijo es si se refería al que proclama, jalea y anima Felipe González, como cuando su Mister Hyde salía de las sombras como Señor X, junto a sus Galindos, Barrionuevos, Corcueras y demás carroña, afirmando que de haber podido habría hecho volar a todos los etarras. Tamaño disparate le hacen al sevillano candidato idóneo al Premio Nobel de la Insensatez. Apología del terrorismo de estado, aplaudida en las sedes de Fuerza Nueva y la Fundación Francisco Franco, en el redil de Federico Jiménez Losantos, Rosa Díez y Fernando Savater.
El Rey de esta España neo franquista ha preferido darse una ducha de estulticia, bañarse en la piscina de la sandez en sesión continua y balbucear, como es habitual en este palabrero remendón, toda suerte de tópicos sin tacha ni freno. Ha demostrado ser todo un Borbón, especie que debería extinguirse de la faz de la tierra sin que la naturaleza hiciera otra cosa que alegrarse.
Creo que estoy utilizando un lenguaje poco edulcorado, así que doy paso a algunas de las declaraciones habidas en estas fechas para con el personaje en cuestión, no sea que Conde Pumpido decida mi procesamiento por injurias, desacato, improperios, denuestos, blasfemias y lujuria republicana. Y es que hay veces que uno no encuentra freno…
El coordinador de IU, Cayo Lara, bastante más suave que quien firma estas líneas, asegura que el latazo estaba vacío de contenido y ha asegurado que con sus palabras, el monarca se ha posicionado frente al pueblo y a favor de los poderosos y responsables de las crisis.
El neoliberal Josu Erkoreka, portavoz del PNV en Las Cortes, puntualizaba la omisión clamorosa sobre la sentencia del Tribunal Constitucional en el tema del estatuto catalán y ha destacado la referencia inédita al Príncipe, hecha en clave inequívocamente sucesoria. O sea, mirando el dedo del que señala el cielo y silbando Desde Santurce a Bilbao con cara de Patxi López.
Por su parte, merece la pena denunciar la tibieza del secretario general de ERC, Joan Ridao quien, en la mejor línea monárquica y contemplativa, se limitó a decir que la unidad que pide el Rey es muy difícil de lograr. Los militantes del partido catalán deberían, ya mismo, pedir la dimisión del tal Ridao y de toda la cúpula del otrora partido republicano y de izquierdas. Algo parecido podríamos sugerir a los amigos y socios del gallego BNG, cuyo portavoz nacional, Guillerme Vázquez, no hizo otra cosa que subirse a la escalera de la charlatanería, se detuvo, no subió, pero tampoco descendió.
Un poco más de coraje, una miaja tan solo, demostraba Aralar, a través de su vicecoordinador Jon Abril, quien definió el coñazo real como una retahíla de palabras vacías, señalando que el gasto anual de la casa borbónica es una auténtica burrada. Opinión corroborada por el portavoz de la Presidencia de Ezker Batua, Serafín Llamas. Ni corto ni perezoso aseguró que él no tiene interés alguno en el mensaje, hasta que se anuncie la disolución de la Monarquía y quede inaugurada la Tercera República Española, o que resulta muy cínico solidarizarse con las personas a las que más afecta la crisis sentado cómodamente en su trono, mientras a la familia real no le afecta absolutamente nada ni la coyuntura económica ni cualquier otra contingencia relacionada con el mercado.
El secretario general del PCE, José Luis Centella, critica que el Rey obvie medidas para que los débiles no paguen la crisis. A través de un comunicado, el dirigente comunista consideró que la alusión del monarca a la necesidad de alcanzar acuerdos, hacer reformas y contener el déficit, supone olvidarse de la necesidad de que se apliquen medidas que eviten que la crisis la sigan pagando los trabajadores.
Y un detalle final, digno de Cantiflas, se produjo cuando el Borbón pedía más sacrificios para dejar a nuestros hijos y nietos un país cada vez mejor… Naturalmente se refería a los suyos. Y se le notó hasta en el énfasis.
El mensaje real fue pues todo un ejemplo de cómo debe rebuznar un monarca, pegadito al Belén, a la Banca privada, al buey, la mula y a sus colegas los Reyes Magos y sus Camellos. Sobre todo junto a estos últimos.
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