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Qatar Foundation y la directiva neoliberal del Barça

Fuentes: Rebelión

La cosa va de pasta y récords mundiales: 30 millones de euros anuales, durante cinco años, por un contrato publicitario firmado por un club que nunca ha llevado publicidad comercial en su camiseta. Financiada en su totalidad por las contribuciones voluntarias de individuos, empresas, fundaciones y gobiernos, UNICEF, sin ser modelo de nada, es una […]

La cosa va de pasta y récords mundiales: 30 millones de euros anuales, durante cinco años, por un contrato publicitario firmado por un club que nunca ha llevado publicidad comercial en su camiseta.

Financiada en su totalidad por las contribuciones voluntarias de individuos, empresas, fundaciones y gobiernos, UNICEF, sin ser modelo de nada, es una cosa bastante presentable. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) fue creado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1946. Su finalidad inicial: ayudar a los niños de Europa, defendiendo sus derechos, después de la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad, Unicef trabaja sobre el terreno en casi 200 países. Intenta garantizar a los niños el derecho a sobrevivir y desarrollarse. Aunque no es decir mucho visto lo visto (Kissinger, Obama y algunos más), obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 1965 y, en 2006, el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Unicef es también el mayor proveedor de vacunas para los países en desarrollo. Llevar su logo es la camiseta no está mal del todo. No es lo mismo desde luego que llevar a Allende o al Ché, pero de entrada no es cultivar el mundo de los negocios, la barbarie, el despotismo y las grandes corporaciones.

Qatar Foundation, la fundación del Emirato qatarí es otra cosa. Sin ánimo de ser exhaustivo cabe citar algunas de sus últimas hazañas bélicas en Libia, donde su emir ha sido destacado intermediario entre Francia y el Consejo Nacional de Transición. Los ganadores de la bonanza del petróleo parecen ser, no de manera homogénea, los miembros de la OTAN más las monarquías del Golfo. Entre las corporaciones implicadas, cabe citar la British Petroleum (BP), la «Total» francesa y la compañía nacional petrolífera de Qatar. Se cree que Qatar envió aviones de combate y de reclutamiento a las líneas del frente, «además de «rebeldes» entrenados en técnicas de combate exhaustivas que están ya administrando las ventas de petróleo en la zona oriental de Libia» [1]. Llevar el nombre del Estado de Qatar en la camiseta es, consiguientemente, una cosa muy distinta. ¿Qué pensaríamos si el Estado racista, colonialista y antidemocrático de Israel, a través de una de sus fundaciones, financiase el Manchester, el Inter, el Porto o el Madrid, y alguno de ellos llevase el nombre de Israel en su camiseta?

Algo se mueve entre los socios y simpatizantes del Barça. El disparate es tan evidente que algunos seguidores del club que dirige Josep Guardiola -quien, según parece, no sólo no se ha opuesto al acuerdo sino que lo ha abonado con cierto entusiasmo- han conseguido que en la próximo reunión de compromisarios, a celebrar este mes de septiembre, se discuta la ratificación o no del controvertido acuerdo con un sponsor no menos controvertido. Digan lo que digan, el debate, ignoro en qué condiciones se va a producir, no es fruto de las prácticas democráticas de la directiva culé. La presión de las masas también aquí ha jugado su papel.

El tono de las recientes declaraciones del president Sandro Rosell, un neoliberal en estado claro con negocios algo oscuros, apuntan un cierto nerviosismo [2]. La cosmovisión liberal extrema por él defendida es de libro: «Si el voto es contrario, el Barça sería sostenible pero en otra dimensión. No podría seguir manteniendo todo lo que tiene: la mejor plantilla del mundo, mejor técnico del mundo, club deportivo más grande del mundo…» Los rivales, añadió tras hablar de lo mejor de lo mejor, no hace falta decir en quien estaba queriendo que los seguidores pensaran, tendrán más ventajas. El Barça sería más pequeño; los otros más grandes. Este, sabido es, es asunto de alta tensión para todos los culés que se precien.

Hay más perlas político-ideológicas en la entrevista. Dos de ellas: Rosell, sin mover dos músculos del rostro, asegura que el Barça puede ayudar a Qatar en su camino hacia un futuro democrático (¡qué risa tía Felisa!), lo cual implica obviamente que el emirato no es actualmente ningún cúmulo de virtudes democráticas, y que él, por otra parte, sabe muy bien lo que es Qatar. ¿Qué es Qatar según Sandro Rosell? Su definición: «Un país del Oriente Medio reclamando ayuda del mundo occidental (sic) para abrirse más». Como lo leen: reclamando ayuda para ser una sociedad más abierta. Eso es Qatar. ¿No han oído las llamadas democráticas del emirato? ¡Para partirse de risa y no parar durante dos semanas!

De nuevo, pues, el lema y la perversa ética de casi siempre: todo sea por la pasta, incluso el disparate, la estupidez, la falsedad más evidente y el dinero de un emirato no democrático. Un club que tuvo un presidente -Josep Sunyol- fusilado sin juicio previo por las tropas franquistas en la sierra de Guadarrama en agosto de 1936 y que fue un símbolo popular de la lucha antifranquista no debe ni puede abonar un acuerdo de estas características. Su tradición democrática se lo impide.

PS1. Imaginemos, aunque sea un disparate que cueste pensar, que el acuerdo se ratificara. Supongamos que el Barça obtiene algún título. Los alumnos, algunos alumnos de ESO, 6º de Primaria, Bachillerato, Ciclos, suelen vestirse en días así con la camiseta del Barça. ¿Podrán llevar camisetas son ese logo en centros de instrucción pública? ¿No hay aquí una cierta inconsistencia? Instrucción pública-Qatar Foundation: ¿no hay algo que chirría?

PS2: Lo explicaré con imprecisiones por desconocimiento directo del tema. «La Sexta» emite un programa los domingos que lleva por título «Salvados». Uno de sus reporteros lleva el nombre de «El Follonero». El pasado domingo, 4 de septiembre [3], se emitió un programa sobre Qatar o en el que apareció el emirato. Una de las personas que aparecieron en él, acaso un taxista qatarí, comentó: «[Aquí] No hay derechos humanos, sólo edificios». Con claridad y síntesis.

Notas:

[1] Pepe Escobar, «El capitalismo siniestro cae en picado sobre Libia» http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/MH25Ak02.html (traducido para rebelión por Germán Leyens).

[2] Público, 5 de septiembre de 2011, p. 47. Fue entrevistado por La Vanguardia, el periódico por excelencia de las clases dominantes catalanas, el pasado domingo 4 de septiembre.

[3] Público, 6 de septiembre de 2011, p. 44.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.