La directora del Departamento de Salud y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), María Neira, reconocía hace poco que en las últimas semanas se ha preguntado “varias veces” por qué España es el país con más incidencia de covid-19 en Europa. La pregunta resuena en muchas cabezas. Hemos pasado por el duro confinamiento en la primera oleada y además se ven mascarillas con más frecuencia que en otros países por su obligatoriedad. Sin embargo, el contador no para de sumar: más de 848.000 casos y 32.688 muertos a causa de la pandemia. ¿Qué errores se han cometido?
En varias ocasiones las autoridades han puesto el foco en la responsabilidad individual. “Podéis elegir entre ser virus o vacuna”, dijo Ignacio Aguado a la ciudadanía madrileña. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, también apeló a la responsabilidad ciudadana en verano para evitar medidas más drásticas. Si bien es cierto que de nuestro comportamiento depende la expansión del virus, los epidemiólogos inciden en que el fracaso en el rastreo de los brotes, la saturación de la Atención Primaria y la lentitud en poner en marcha medidas restrictivas son algunas de las claves. El tiempo juega en contra y decisiones como el cierre de Madrid pueden ser insuficientes para doblegar la curva si se ejecutan tarde.
Atrás queda el verano
Para analizar la transmisión del covid-19 primero debemos fijarnos en «las oportunidades de contagio”, incide Pedro Gullón, vocal de la Sociedad Española de Epidemiología. El experto observa dos elementos que pueden diferenciar a España del resto de países en las primeras semanas del verano, al finalizar la desescalada. Uno es “la alta desigualdad social y la alta precariedad del mercado laboral español”, especialmente en el sector hortofrutícola y agroalimentario, con la situación de precariedad de los temporeros. “No se nos puede olvidar que la mayoría de los brotes que se produjeron en Aragón y Lleida tuvieron que ver con este factor, que ocurre con mucha más intensidad en España que en otros países”, explica el epidemiólogo,
En segundo elemento que distinguió España de otros países en los meses estivales fue su gestión del «ocio nocturno y la hostelería”. En nuestro país, dependiente del sector turístico, se hizo “prioritario” que abrieran al público este tipo de locales, muchos con espacios cerrados donde es difícil controlar la transmisión. Esto nos diferencia de Italia, que tuvo una afectación parecida en la primera ola y ahora, al menos de momento, tiene más éxito en contener al virus. “No es que la gente sea culpable ahí, sino que estos lugares, por sus características, no pueden ser seguros”, ante la covid-19 señala Gullón.
Llevamos muchas mascarillas, pero ¿las usamos tan bien?
La mascarilla se ve constantemente en las calles, pero puede que no la estemos usando en los entornos más peligrosos. Un estudio de la Universidad Politécnica de Catalunya ha investigado el comportamiento de unos 3.100 vecinos de Barcelona y han concluido que en determinados entornos públicos el uso es muy alto (un 71% en la calle y un 95% en los supermercados), pero menos del 10% lo usaba en los bares y en los parques, especialmente si estamos con conocidos.
En este aspecto, los salubristas podrían tener “un punto de autocrítica”, reflexiona María Urtasun, enfermera, investigadora en salud pública, epidemióloga y portavoz de la Asociación Madrileña de Salud Pública. “Para que incorporemos el uso de la mascarilla, parece que se transmitido que somos buenos ciudadanos al llevar la mascarilla siempre puesta en exteriores, pero hemos normalizado que al llegar a casa o a un establecimiento de hostelería nos la quitemos”, explica. “Quizás no hemos insistido lo suficiente en la labor pedagógica de que su uso en interiores es más importante”, subraya.
Fallamos en el rastreo y aún no lo hemos corregido
Tenemos una tarea pendiente desde que comenzaron a producirse los rebrotes en verano, un sistema de rastreo efectivo en todo el país. En esto coinciden ampliamente los epidemiólogos. “En ese momento yo decía que los brotes eran preocupantes, pero no alarmante si conseguíamos investigar todos los casos, ‘cuarentenar’ y aislar la cadena de transmisión”, recuerda Gullón. “El acuerdo del Consejo Interterritorial era reforzar los sistemas de rastreo de las distintas comunidades. No había un número concreto y ha quedado oculto. No podemos solo restringir las actividades sin reforzar esta parte”, apunta el experto.
En Madrid no habían estallado los rebrotes en un principio, pero en cuanto llegaron los casos se hizo imposible aislar las cadenas de transmisión. El número de rastreadores estaba muy por debajo de lo recomendado. En la segunda ola, con las medidas urgentes que debemos tomar para mitigar la transmisión del virus, parece que los rastreadores vuelven a la última posición de las tareas pendientes. Los expertos alertan de que hay que mirar también hacia la siguiente ola. “Ahora mismo parece que los rastreadores no sirven de nada, que ya no luce su labor, pero hemos visto que el sistema no se monta en un día, ni en dos ni en tres. Corremos el riesgo de que esto se convierta en un Yo-yo si no tomamos las medidas de fondo necesarias”, alerta Urtasun.
Restringir la movilidad y mirar hacia el exterior es urgente
A estas alturas, con la transmisión descontrolada especialmente en Madrid, sabemos que la medida más efectiva contra el virus sería un confinamiento de varias semanas. Sin embargo, preocupan el desplome económico. Los expertos consultados por este medio consideran que, con este factor en cuenta, sería necesario aislar Madrid para evitar el escenario que vimos en la primera ola, cuando el virus se extendió por todo el país con los madrileños y madrileñas que se marchaban a otros lugares a pasar el fin de semana o días de vacaciones. “Es un factor de explosión. Es la primera cosa que deberíamos hacer a nivel sanitario”, señala Sergi Maicas, profesor de Microbiología de la Universitat de València.
También sería vital “cambiar la mirada hacia el exterior”, señala Urtasun. “Tenemos algunas certezas de que los ambientes cerrados son los más inseguros. Podríamos cambiar los porcentajes de 50% de ocupación en interiores y 60% en terrazas de los locales a 25% en el interior y 75% en terrazas”, propone la experta. Este es solo un ejemplo porque esta medida debería ir acompañada de otras en el mismo sentido, fomento del teletrabajo, de las clases en el exterior o de la seguridad en el transporte público.
Además de las medidas de fondo como fomentar la Atención Primaria y la salud pública, habría que establecer “un grupo de indicadores con umbrales claros que orienten a la hora de dar la voz de alarma o que ayuden a la toma de decisiones para cambiar de escenario cuando el riesgo se incremente”, señala Urtasun. “No se trata de encorsetarse en un indicador, pero sí tenerlos de guía”, añade la experta. Estos indicadores objetivos servirían para poder tomar decisiones consecuentes a nivel sanitario, marcar la senda de las medidas y evitarían bastante tensión política.
Por último, debemos hacer un paréntesis para recordar que nuestra mirada de fracaso ante la pandemia puede estar algo distorsionada. Ningún país ha dado con la clave definitiva y detrás de España otros países del entorno, como Francia, tienen el riesgo de correr la misma escasa fortuna por su transmisión al alza. “Nada nos indica que en el resto de países no pueda pasar lo que aquí está pasando. Probablemente será cuestión de semanas”, apunta Maicas. El experto también nos recuerda que las elevadas tasas de contagios se registran porque ahora se realizan muchos más tests que al inicio de la pandemia. “Entonces solo vimos la punta del iceberg. Hubo mucha gente en Madrid que no se ingresó, se quedó en casa por la saturación del sistema y tampoco se registró como un contagio”, recuerda.
Fuente: https://www.cuartopoder.es/sociedad/2020/10/09/errores-covid-19-contagios-coronavirus/