El falangismo vuelve a ser noticia. Primero, una joven con camisa azul vierte su odio contra los judíos durante un homenaje a la División Azul en el cementerio de la Almudena, en Madrid. Algunos días después, una bandera con el yugo y las flechas aparece colgada de la pared de uno de los despachos del Parlamento de Andalucía. Ya en marzo, un vídeo en el que se apuesta por la antipolítica se hace viral y se equipara con el discurso falangista, algo que su autora niega. Un día antes del 8-M, brazo en alto y entonando el Cara al sol, decenas de falangistas se dan cita en el centro de Valladolid.
Quienes se consideran herederos de José Antonio Primo de Rivera vuelven a ocupar un hueco en los medios, lo cual sorprende debido a la marginalidad en la que se mueven quienes defienden en público sus postulados, algo que se demuestra cuando se presentan a las elecciones bajo sus propias siglas. Así lo considera el profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Rey Juan Carlos Miguel Madueño Álvarez, que asegura que la repercusión que tienen actos como los que se celebran cada 20-N “obedece más al morbo y a la denuncia por la exaltación de Franco” que a un interés real por el falangismo.
Autor de la tesis El falangismo durante la democracia actual (1977-2019), Madueño descarta que haya un resurgir de esta ideología: “Lo que hay es una polarización ideológica que tiende a los extremos, pero que, en cualquier caso, no está capitaneada por el falangismo”, defiende. La realidad es que la doctrina joseantoniana ha sufrido una sangría de votos, pasando Falange Española de las JONS (FE de las JONS) de casi 10.000 votos en las generales de 2016 a unos 600 en las últimas de 2019.
Los herederos de las siglas históricas
Los de Norberto Pico –jefe nacional de FE de las JONS– son los herederos de las siglas nacidas de la fusión entre las doctrinas totalitarias de Primo de Rivera y de Onésimo Redondo y Ramiro de Ledesma, ideólogos de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS). Tras algunos pleitos, quien fuera secretario general del Movimiento y ministro franquista, Raimundo Fernández-Cuesta, se hizo con el derecho a utilizar las siglas tras la muerte del dictador. “Es el principal partido del nacionalsindicalismo, sus siglas son históricas y todos los falangistas, sean de la tendencia que sean, sueñan con que sean esas siglas las que dirijan su mundo”, explica el profesor Madueño.
Como falangistas, apuestan por la justicia social excluyente, es decir, solo para los españoles, mientras piden “la aplicación estricta de la Ley de Extranjería”. Asimismo, abrazan determinadas teorías conspiranoicas relacionadas con la inmigración: “Defensa de los valores tradicionales españoles frente a las concepciones antagónicas impuestas por el Nuevo Orden Mundial o importadas por personas procedentes de otras culturas”, exponían en su programa electoral de 2016.
Sus propuestas se enmarcan dentro de una ideología nacionalsindicalista, la cual es anticapitalista a la vez que antimarxista: “Defendemos un sistema socioeconómico […] que busca la igualdad de todos los ciudadanos, superando la artificial división de la sociedad en clases sociales, ideologías y separatismos”, explican en su web.
De esta forma, huyen de los conceptos izquierda y derecha y, mientras abogan por la nacionalización de sectores estratégicos para el Estado, se muestran contrarios a leyes progresistas como la de la memoria democrática, el aborto o la eutanasia. Dichos preceptos, sumados a la trayectoria histórica de la doctrina y a una simbología que incluye el saludo romano, hacen que se les defina como una formación de la extrema derecha, una etiqueta de la que el falangismo rehúye.
Desde 2011, el año en el que Pico fue elegido jefe nacional, FE de las JONS trata de distanciarse de franquismo, a pesar de su papel destacado durante el régimen dictatorial fascista: “La guerra de España engulle a los falangistas, que se decantan por aquellos que no les habían perseguido, aunque tampoco les hubieran otorgado nunca su simpatía”, explican en la web.
Xavier Rius Sant, periodista especializado en ultraderecha, explica que desde el falangismo “se asume que su participación en el franquismo fue lo menos malo que podían hacer, y que gracias a ello se dio pan, escuela y seguridad en el trabajo a los españoles”. Lo cierto es que, a pesar de su escasa “simpatía” hacia el Régimen, “de los ciento diecinueve ministros que Franco eligió durante su largo reinado, veinte de ellos fueron falangistas ascendidos al cargo con prontitud”, según recoge Mariano Sánchez Soler en Los ricos de Franco. A ello habría que sumarle 150 gobernadores civiles, 575 procuradores, 738 diputados provinciales, 9.155 alcaldes y 55.960 concejales falangistas.
De la mano de neonazis
Tras una nueva disputa en el seno de la formación joseantoniana, en 1999 se produce una escisión en el partido. Es entonces cuando nace FE/La Falange, cuyos líderes han sido Gustavo Morales, Jesús López y Fernando Cantalapiedra. Desde 2006, lo es Manuel Andrino. Ni en simbología ni en principios ideológicos es posible encontrar diferencia con FE de las JONS. Sin embargo, tal y como explica Rius Sant, “son más radicales y extremos” en determinados aspectos.
De la misma opinión es Madueño Álvarez, quien defiende que FE/La Falange “se acerca peligrosamente a la extrema derecha”, es decir, a formaciones de carácter neonazi o neofascista. Así lo hicieron el pasado 12 de febrero en el acto-homenaje a la División Azul que se celebró en el cementerio de la Almudena. El propio jefe nacional hizo el recorrido en compañía de conocidas organizaciones del universo neonazi como Bastión Frontal u Outlaw y rodeado de símbolos como la cruz celta dibujada en una enorme bandera o la propia esvástica del ramo de flores que se depositó en honor a los divisionarios.
No es la primera vez que lo hace. El 11 de septiembre de 2013 participó del asalto al Centre Cultural Blanquerna junto a miembros de formaciones como Democracia Nacional o Alianza Nacional. Esto le ha supuesto una condena de dos años y siete meses, la misma que ha recaído sobre el secretario nacional de Comunicación de La Falange Sergio Reguillón.
Este acercamiento a sectores de la derecha más radical es una de las pocas diferencias que existen entre ambas formaciones falangistas. Según el periodista Xavier Rius Sant, en el caso catalán, “cada 12 de octubre los de Andrino preferían ir a Montjuïc con la extrema derecha y los de Norberto Pico iban con los que se llaman constitucionalistas, es decir, con PP, Ciudadanos y algún que otro socialista despistado”.
Pero las escasas diferencias simbólicas parece que poco a poco comienzan a diluirse. Más de dos décadas después de su escisión, FE/La Falange y FE de las JONS “han enterrado el hacha de guerra”, en palabras de Rius Sant, para unirse en la coalición ADÑ, creada para presentarse a las elecciones europeas de 2019 junto a Democracia Nacional y Alternativa Española. “Su argumento o justificación es que son fuerzas nacionales que deben ir unidas y que el papel del falangismo es el de liderar esa coalición, pero dudo que, de haber tenido éxito, hubieran podido elevarse por encima de sus socios”, defiende el profesor Miguel Madueño.
La irrupción de Vox en el panorama hizo que cualquier pretensión que tuvieran con la coalición quedase en el plano teórico, ya que el proyecto capitaneado por Martín Sáenz de Ynestrillas apenas consiguió 12.000 votos. “Por un lado, Vox se ha llevado a parte del electorado de Falange. Y ahora quien gana fuerza es Bastión Frontal, que es quien está acogiendo a miembros falangistas”, sostiene Xavier Rius Sant.
La “auténtica”
Suele decirse aquello de que no hay dos sin tres, y en el tema falangista sucede lo mismo. Falange Auténtica (FA) es una escisión de la escisión, es decir, de FE/La Falange. Esta última se produce en 2002 con el objetivo de alejarse de las ideas ultraderechistas que emergían en el seno de la organización. Para Madueño, “es la formación más reformista y quizá, la que más se acerca a FE de las JONS (Auténtica), que existió en los primeros años de la Transición y que renegaba del franquismo y del inmovilismo del búnker”.
Según ellos mismos reconocen, se trata de un partido “minoritario” que ni siquiera concurre a elecciones, algo que achacan a las “trabas” de la Ley Electoral.
Con el objetivo de alejarse de cualquier pasado ligado al franquismo, los de Antonio Pérez Bencomoso –secretario nacional de esta formación– no participan en actos como los celebrados cada 20-N, a los que consideran como “rémoras de la época de Franco”.
Fuente: https://www.lamarea.com/2021/03/15/que-es-el-falangismo-en-2021-i/