Esta pregunta me la planteé al oír al presidente Rodríguez Zapatero después de su toma de posesión el pasado 12 de abril, a algunos de sus ministros y ministras y a miembros de distintos partidos de la oposición, cuyas declaraciones me hicieron dudar el que fuera un país normal y una democracia, aunque esto último […]
Esta pregunta me la planteé al oír al presidente Rodríguez Zapatero después de su toma de posesión el pasado 12 de abril, a algunos de sus ministros y ministras y a miembros de distintos partidos de la oposición, cuyas declaraciones me hicieron dudar el que fuera un país normal y una democracia, aunque esto último nunca lo he creído.
Otras preguntas que me planteo son ¿qué significa ser ministro en España? ¿Los políticos profesionales consideran que hay algo más trascendente que la Constitución y que más allá y acá de la misma hay algo llamado genéricamente país y pueblo? En cuanto a la ciudadanía es evidente que no.
Debemos tener claro que la forma en que se maneja política y económicamente el país actualmente es consecuencia de la llamada Transición, una reforma gatopardiana envuelta en pornografía al alcance de todos que apaciguó la represión sexual acumulada durante el franquismo pero, por el contrario, convirtió en eunucos políticos a los españoles al acabar con cualquier posibilidad de transformar realmente al país educando a la gente para que fueran ciudadanos conscientes y participantes del quehacer nacional. En su lugar se implantó el pan y circo que mantiene en la ignorancia política a gran parte de la población y que sustituyó al Movimiento por unos cuantos (básicamente dos) partidos políticos. Bien dijo Franco que lo dejaba «todo atado y bien atado» pues el tiempo le ha dado la razón, basta ver quienes son los líderes políticos y escuchar a los miembros del nuevo gobierno o, incluso, a los dirigentes, no menos patéticos, de todos los partidos de oposición.
No es un país, no es una nación, es…
No intento parafrasear el inicio de una vieja serie de TV de Superman, si no plantear una duda pues el proclamado líder de la oposición, Sr. Rajoy, siempre ha insistido en la Constitución como base y única vía por la que puede y debe transcurrir la política y todo lo demás de España. Tengo claro que para él España sigue siendo lo más parecido a aquella «Una, Grande y Libre», pero el Sr. Rodríguez (más conocido como Zapatero, su segundo apellido y no apodo) después de jurar, perdón, de prometer su cargo, declaró que la Constitución era «la norma fundamental del Estado» lo cual me motivó la pregunta ¿de acuerdo con ambos, España es sólo el Estado? Quizá si hubiese dicho de la nación, del país o, incluso, del reino hubiese pensado en algo concreto pero ¿dónde quedan los españoles en algo tan abstracto como es el Estado y que pintan en el mismo? Cabe recordar que meses atrás ya había declarado que los españoles «ejercían la soberanía a través de sus representantes en las Cortes», con lo que quedaba claro que para cualquier español sin cargo de importancia en un partido con representación parlamentaria, el ejercicio de la soberanía y de la ciudadanía se reducía a votar cada cuatro años para decidir (que no elegir, de eso se encargan los mismos partidos políticos) quienes toman las decisiones por él.
Sigue siendo evidente que en España no hay ciudadanos, únicamente súbditos. Claro, de eso se trata la democracia representativa, esa tan perfecta que reduce el esfuerzo participativo al ejercicio de un simple voto. Por todo ello no me sorprendió que la nueva portavoz del PP alegara que su preocupación era lograr que la gente «confiara en la justicia», sin especificar si se trataba de la ordinaria o la celestial.
Volviendo al Sr. Rodríguez Zapatero, éste declaró que iba «a llevar a cabo una idea de España», supongo que para gobernarla de acuerdo con la misma pero ¿Qué pasa mientras con la real? Es loable que el presidente del gobierno tenga ideas y más si tienen que ver con el progreso del país pero no sé si referiría a lo que él piensa puede ser España o en lo que quisiera que fuera. En cualquier caso creo que somos muchos quienes podemos pensar que España es una entelequia, incluidos los militantes del PP y del PSOE. Unos, por ejemplo, por fantasear con una nación plural o en un conjunto de naciones y otros porque lo hacen en una sola y uniformada que nunca ha sido y, por ahora, no tiene visos de que lo sea pronto. Pero el Presidente Zapatero nos plantea algo que, parafraseando a un ex presidente venezolano muy amigo de Felipe González y sus compañeros de partido y negocios, pudiera no ser lo uno ni lo otro, si no todo lo contrario ¿Estará pensando en el socialismo utópico? Si es así ¿Cómo lo compaginará con la política neoliberal que han llevado a cabo su gobierno y los anteriores y que la han convertido en un país casi completamente privatizado y desnacionalizado?
Por otro lado pudiera ser que España es tan fácil o aburrida de gobernar que el presidente de su gobierno puede permitirse inventar otro país. Pero no se confunda Sr. Rodríguez, la globalización no tiene nada que ver con el ideal de igualdad y hermandad mundial de los utopistas del pasado ni el choque de civilizaciones con los cayucos y pateras.
Actores de cine, de televisión y de ministerios
Otro detalle que me llamó la atención fue la alegría con que celebraban su nombramiento algunos de los nuevos ministros y ministras. Ciertamente no esperaba verlos compungidos pero me sorprende que el obtener un cargo de esta naturaleza y responsabilidad motive celebrarlo como si fuera un premio cinematográfico o ganar la lotería. Ciertamente no sucede lo mismo en otros países donde el gran cúmulo de trabajo y de responsabilidad de esos cargos obliga a quienes lo ejercen a mantenerse en un bajo perfil aun antes de asumirlo.
Pero en España dirigir un ministerio debe ser una labor muy poco pesada, al punto que la nueva ministra de Defensa tiene 7 meses de embarazo lo cual, muy meritoriamente, no le impide cargar con la labor que requiere ese ministerio y tampoco su próxima maternidad. Sin querer parecer despectivo, puede que el parto y la crianza no le quite demasiado tiempo en el cargo, pero igualmente pareciera que el ministro es fácilmente prescindible en el ministerio de Defensa.
¿Para qué sirve un ministro?
Pero, si tenemos en cuenta lo declarado por la señora ministra para justificar su nuevo cargo en Defensa, que lo irregular era que «las mujeres fueran excluidas de los cargos de responsabilidad» da a entender que su anterior de ministra de la Vivienda no lo era y, probablemente, los de otros ministerios. Evidentemente si evaluamos lo que pasó con la vivienda en los últimos años, y especialmente en los que ella ejerció el cargo, debemos pensar que estaban de más, tanto la ministra como el ministerio. Esperemos que no suceda lo mismo con el de Defensa.
Otro que me llamó la atención fue el nuevo titular del ministerio de Trabajo e Inmigración, como se llamará a partir de ahora. El Sr. Corbacho, seguramente inmigrante él mismo, de Andalucía a Cataluña, dijo que va a «darle la importancia que tiene a la inmigración», lo cual nadie, en ningún lugar del mundo, ha puesto nunca en duda. Sólo que en otros países, y hasta ahora también en España, el manejo de la inmigración, y especialmente de los inmigrantes, corre a cabo más del ministerio del Interior que del de Trabajo porque este último se suele limitar a controlar que se cumplan con ellos las normas laborales. Ahora el ministerio del Trabajo parece que se encargará de gestionar, también, la disponibilidad de mano de obra barata y desechable. En verdad no comparto su alegría por haber sido designado para este cargo, Sr. Corbacho.
Finalmente, llama la atención Bibiana Aído, la destacada por joven y bella nueva ministra de Igualdad, ministerio inexistente hasta ahora por lo queda ver para que servirá (el ministerio, claro). Por lo que respecta a la ministra, de momento su imagen supondrá un eficaz equilibrio a la de la Vicepresidenta del gobierno. Esperemos no verla más en las páginas de la llamada prensa rosa compitiendo con la Sra. Fernández de la Vega en lucir vestidos que en las de los periódicos dando a conocer su labor al frente del ministerio.
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