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Para todos aquellos que no se enteraron, se enteraron mal o no quieren enterarse

¿Qué fue eso del 22M?

Fuentes: Rebelión

Escribo esta carta lleno de indignación y estupor por cómo se intentó, y en cierto modo se consiguió, cubrir de silencio y mentiras la manifestación del 22 de marzo y las marchas de la dignidad que la precedieron. Escribo esta carta con la idea de responder a algunas de las personas que después de dicha […]

Escribo esta carta lleno de indignación y estupor por cómo se intentó, y en cierto modo se consiguió, cubrir de silencio y mentiras la manifestación del 22 de marzo y las marchas de la dignidad que la precedieron. Escribo esta carta con la idea de responder a algunas de las personas que después de dicha manifestación me preguntaban qué era eso del 22M, quiénes lo integraban, qué es lo que reivindicaba o si éramos tan «malos» como se empeñaron en mostrarnos rápidamente muchos medios de comunicación.

Todos los que estuvimos allí, y los muchos que no pudieron ir, preveían en cierto modo cuál sería la respuesta del gobierno y los medios ante lo que ha sido sin duda La mayor manifestación en la historia de España, aunque en mi caso, pecando quizás de ingenuidad no podía imaginar que esta respuesta iba a ser tan ruin y servil. Sabía el silencio con el que habían sido castigadas las marchas de la dignidad, germen de esta manifestación, y creía que este silencio sería el arma más mezquina al que recurriría el gobierno y los grupos de poder que asolan este país. Pero repito, ingenuo de mí no tenía ni idea de las muchas mentiras, mucho más dolorosas que el silencio, que este gobierno tenía guardadas en su manga para protegerse.

Con todo, la manifestación fue un rotundo éxito y será imposible cubrirla con mentiras. Me gustaría con esta carta hablar sobre algunos de los aspectos más importantes del 22M, resumir la información que he ido recopilando entre los huecos que han dejado los medios tradicionales, rompiendo su cerco de silencio, o intentando colaborar con alguno de los grupos que participan en este movimiento. También comentar qué fue lo que vi y sentí en la manifestación del 22M e intentar responder a todos los que después siguieron preguntándome o incluso reprochándome que hubiese participado en ella.

No hay que olvidar que la gran concentración del 22M fue el colofón de unas marchas que se gestaron hace meses y que partieron a pie desde diversos puntos de españa a principios de marzo, y cuyo nombre no era otro que Marchas de la Dignidad. Fue vergonzoso comprobar como desde el principio, el avance de estas marchas en dirección a Madrid fue sistemáticamente silenciado por todos los medios de comunicación, las principales cadenas de televisión, radio y los principales periódicos (El Mundo, El País, ABC y La Razón). Increíble que en un Estado que se llama democrático permita y promueva este engaño, manipulando a una parte de la ciudadanía, mientras intentaba criminalizar a la otra. Vergonzoso, bochornoso y muy significativo también el silencio de los dos principales partidos políticos PP y PSOE, y los dos principales sindicatos, UGT y CCOO. Ni una sola declaración sobre estas marchas, ni un solo gesto de apoyo, ni siquiera un simple gesto de diálogo a unas marchas que apelaban en su eslogan principal a reivindicaciones tan básicas como pan, trabajo y vivienda digna.

¿Tan increíbles e imposibles son estas peticiones para ellos? Estas marchas aunaron las voces de grupos tales como la marcha blanca que defiende la sanidad pública, la marcha verde de educación, la marcha granate que representa a todos aquellos que se han ido del país por falta del trabajo, la plataforma Stop Desahucios, los sindicatos minoritarios, el colectivo Frente Cívico Somos Mayoría que desde muchos centros sociales creados por toda España intenta ayudar a las personas que se ven afectadas por la precariedad social, los yayoflautas y demás grupos engañados por los bancos, la marcha, el 15M, despedidos de Panrico, de Cocacola y de otras muchas empresas, mineros de Asturias, y un larguísimo etc. hasta llegar a más de 300 grupos y asociaciones.

Puede que tú, cuando leas esto, no te sientas reflejado en alguno de los grupos que acabo de enumerar, pero estoy seguro que sí lo estarás con otros muchos. Por eso, aprovecho también estas líneas para pedirte que te unas a cualquier iniciativa que trabaje en posteriores actos e iniciativas. No te valdrá la excusa de que nadie hace nada, de que todos son iguales o de que no se puede hacer gran cosa. Durante la manifestación del 22M el ambiente fue siempre alegre. Una nueva fiesta de la democracia multitudinaria (se habla de más de dos millones de personas) que finalizaba en la Plaza de Colón, con unos emotivos actos, con discursos cargados de rabia, sentimiento, fe y razón (dónde por cierto, empezaron de manera ilegal las cargas policiales).

Los diferentes colectivos que habían participado fueron explicando el motivo de su presencia, aunque ninguno de sus discursos fue posteriormente reflejado por los medios. Sólo se habló en las televisiones y periódicos, con excesiva celeridad y falta de criterio, de altercados, de linchamiento de policías, de encapuchados y su violencia. Los «sospechosos encapuchados» de siempre que empezaron a tirar petardos curiosamente a la hora en que comenzaban los telediarios. Pasados ya varios días de la manifestación del 22M en ningún momento se habló de los verdaderos motivos que la habían generado, no se mencionan nunca sus principales peticiones de trabajo estable y renta básica, no al pago de una deuda ilegítima y de la que no es culpable el pueblo, defensa de los servicios públicos y de calidad, lucha contra la represión y el recorte de libertades. Este es el verdadero debate que el 22M quería poner sobre la mesa. Pero sólo se habló de la violencia sin quedar incluso muy claro quién la generó.

De todos modos, la inmensa mayoría de los que fuimos a la manifestación, condenamos esa violencia. Eso es algo que debe quedar bien claro. Pero ahora aprovecho también para recordar que son otros muchos los aspectos a condenar. Hay que condenar el silencio y las mentiras de los medios de comunicación, hay que condenar la actitud cínica y prepotente del gobierno, hay que condenar la mala gestión de los antidisturbios, hay que condenar también al Ayuntamiento de Madrid por no ceder edificios públicos (como polideportivos) para albergar a las marchas la noche anterior a su llegada, condenar la retención de más de cien autobuses venidos desde Andalucía. Hay que condenar el uso del cuerpo de Suárez, incluso antes de su muerte, como otra cortina de humo. Se habló de Suárez esos días como el «creador» de la democracia en España, cuando la democracia en ese sábado 22 de marzo la estaban llevando a hombros las personas que se estaban manifestando. Se acordó con mucha prisa hacerle un homenaje, gastarse una suma escandalosa de dinero para ponerle su nombre al aeropuerto de Barajas.

Puestos a hacerle homenajes al «héroe» de una transición que hace aguas por todas partes y que ha resultado ser tan poco ejemplar, ¿no hubiese sido mejor gastarse esa enorme suma de dinero en fundar un centro de investigación para curar el Alzheimer?, ¿no lo hubiese preferido así Suárez? ¿Se piensan que somos tontos o qué? Con el 22M, no se podrá decir como en otras ocasiones que estamos desunidos, que no sabemos cómo concretar nuestras reivindicaciones o que éstas son utópicas. En Madrid, el sábado 22 de marzo, sabíamos lo que queríamos, estábamos muy unidos y éramos muchos: una gran mayoría, tan grande que ellos se han quedado ya sin mentiras para taparla.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.