En 2021 se cumplen 85 años del nacimiento de la milicia extranjera que participó en el bando republicano de la Guerra Civil. Voluntarios de más de cincuenta países tomaron parte de la contienda con la convicción de frenar el avance del fascismo
«España era percibida como un país atrasado siglos con respecto a la «civilizada» Europa», apunta el hispanista Paul Preston, célebre investigador de la Guerra Civil y de la Segunda República. Lo escribe en Las brigadas internacionales: el contexto internacional, los medios de propaganda, literatura y memorias (Universidad de Castilla-La Mancha, 2003). A España, tal y como continúa Preston, se la veía como «un lugar donde las pasiones y las atrocidades violentas eran la esencia de la vida cotidiana». En la prensa y las películas que llegaban al extranjero aparecía una visión del país sinónimo «del fanatismo, la crueldad y la emoción incontrolada». Entonces, ¿por qué tantos jóvenes de más de cincuenta países distintos tomaron la decisión de sacrificar nada menos que su vida por España, ese país que veían atrasado y cruel? La respuesta hay que ir a buscarla al principio de la Guerra Civil y, sobre todo, al contexto político que la rodeaba. Lo escribe el historiador Jaume Claret en Breve historia de las Brigadas Internacionales (Los libros de la Catarata, 2016): «Para muchos jóvenes, la guerra española era una causa justa, la primera etapa del enfrentamiento contra el fascismo». Ese es el quid de la cuestión. Claret continúa: «Para toda una generación de jóvenes y no tan jóvenes de todo el mundo, aquella fue también su guerra».
Pero, ¿qué fueron esas Brigadas Internacionales y quiénes son, exactamente, esos jóvenes de los que hablan Preston y Claret? En pocas palabras, las Brigadas fueron milicias de voluntarios extranjeros que combatieron en el bando republicano durante la Guerra Civil Española. Y en cuanto a sus miembros, el mismo Paul Preston los define así: «Algunos eran parados, otros eran intelectuales, unos pocos aventureros, pero todos habían venido para luchar contra el fascismo». Exactamente eso se desprende de una de las cartas que el brigadista Gene Wolman escribía a su familia. En la misiva, el soldado alababa la lucha republicana española porque «por primera vez desde que el fascismo empezó a ahogar y desgarrar todo lo que más apreciamos, estamos teniendo la oportunidad de luchar de nuevo» y continuaba: «Aquí, finalmente, los oprimidos de la tierra estamos unidos, aquí finalmente tenemos armas, aquí podemos defendernos». Para terminar las letras que el voluntario enviaba a su familia, remataba: «Aquí, incluso aunque perdiéramos… por el hecho de la lucha; por el debilitamiento del fascismo, habremos ganado».
Esa es, en definitiva, la respuesta a la pregunta que plantea este artículo. Fueron las ansias de lucha contra el despertar del fascismo las que llevaron a tantos soldados a enrolarse en las Brigadas. De dónde provenían esos soldados es algo sobre lo que no hay un acuerdo. Este medio se ha puesto en contacto con la AABI (Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales), que, en sintonía con los muchos estudios que se han realizado sobre el tema, aseguran que la cifra de países de procedencia de los brigadistas supera los cincuenta, pero que es muy difícil dar una lista exacta. Con todo, Francia, Polonia, Italia, Gran Bretaña o Estados Unidos son algunos de los que más soldados aportaron.
Peso de las Brigadas en la lucha contra el fascismo
Cada cinco años, la AABI organiza una serie de actos para conmemorar el heroísmo de los Brigadistas. Y, tal y como confirman las investigaciones tanto de Preston como de Claret entre muchos otros, se trata de un heroísmo que no fue en vano. «La República española debilitó la capacidad militar de la Italia fascista», apunta Preston. «Es más», continúa, «mientras que la República fue capaz de prolongar su lucha, fue poco probable que Hitler atacase Francia, por lo que los británicos tuvieron tiempo para rearmarse». Y en el aguante republicano contra el bando nacional tuvieron un peso muy importante las Brigadas, con lo que, a pesar de que los republicanos terminasen por perder la Guerra Civil, cumplieron su objetivo de ser útiles en la lucha contra el fascismo.
La participación de las Brigadas Internacionales en la guerra tuvo una duración de unos dos años, aproximadamente desde el mes de octubre de 1936, hasta octubre de 1938, cuando se les rindió un homenaje de despedida en Barcelona. Los primeros voluntarios extranjeros que se unieron a la contienda en aquel octubre del treinta y seis fueron, en palabras de Jaume Claret, «extranjeros que ya se hallaban en España al producirse el levantamiento militar», es decir, «refugiados políticos, fugitivos de países fascistas o en camino de serlo». Por un lado había militantes socialistas, comunistas y anarquistas «con un alto grado de concienciación política» y por otro algunos participantes en la Olimpíada Popular que acogió Barcelona en protesta a los Juegos Olímpicos que se habían concedido la Alemania nazi. A medida que pasaron los días, extranjeros de varias partes del mundo se sumaron a la lucha sin ningún control y eso es algo que, de acuerdo con el historiador, ha dificultado la tarea de contabilizar cuántos combatientes foráneos formaron las Brigadas. Algunos estudios los sitúan casi en los 60.000, aunque los más recientes los cifran por debajo en 35.000.
Pronto la Internacional Comunista (la Comintern) hizo una llamada a la lucha en la trinchera ibérica y empezó a vehicular nuevos brigadistas. Por qué su participación en la contienda terminó antes que la propia guerra tiene su explicación en «la actitud poco agradecida de los países emisores de brigadistas», en palabras de Preston, y en el Pacto de No-Intervención en la guerra que firmaron las potencias europeas, a pesar de las ayudas que sí que recibió el bando nacional por parte de Alemania e Italia. El 29 de octubre de 1938, Dolores Ibárruri, Lluis Companys, Juan Negrín y Manuel Azaña, entre otros, presidieron un desfile-homenaje a los brigadistas. La Pasionaria agradeció, en un discurso, su compromiso y les prometió que, en España, aquellos hombres y mujeres brigadistas siempre tendrían una patria.
85 aniversario de las Brigadas
El agradecimiento que expresó Ibárruri en 1938 se consumó en 1996, cuando el Gobierno del socialista Felipe González concedió a los voluntarios de las Brigadas la posibilidad de adquirir la nacionalidad española. En conversación con este medio, fuentes de la AABI aseguran que cada vez que se organizan actos en recuerdo de las Brigadas se demuestra, una vez más, el agradecimiento de la sociedad española. «La media de participación es de unas 400 o 500 personas y un 20% es gente joven», aseguran. En 2021 se cumplen 85 años del nacimiento de la milicia, por lo que la Asociación organizará nuevas actividades que anunciarán a través de su página web.