¿17 héroes? Veamos. Las posibilidades, a la hora de ahora, son las siguientes: 1ª) El helicóptero sufrió una avería y se fue abajo. 2ª) El piloto cometió un error fatal. Y 3ª) El aparato fue derribado por la guerrilla talibán. No veo que ninguna de esas eventualidades pueda ser tomada como un acto de heroísmo. […]
¿17 héroes?
Veamos. Las posibilidades, a la hora de ahora, son las siguientes:
1ª) El helicóptero sufrió una avería y se fue abajo.
2ª) El piloto cometió un error fatal. Y
3ª) El aparato fue derribado por la guerrilla talibán.
No veo que ninguna de esas eventualidades pueda ser tomada como un acto de heroísmo. En cualquiera de las tres, los soldados españoles resultaron víctimas de una situación que no habían elegido. El heroísmo, por definición, requiere una opción, un «esfuerzo eminente de la voluntad hecho con abnegación», según el DRAE. La muerte de los 17 militares españoles no fue resultado de ninguna elección. En consecuencia, no hace al caso hablar de heroísmo.
Bien cabe considerar, es cierto, que su heroísmo fue previo. Que su decisión heroica fue ir a Afganistán. Pero esa resolución no la tomaron ellos, sino sus mandos, instruidos a tal efecto por el Gobierno. En último término, habría que considerar que su «esfuerzo eminente de la voluntad hecho con abnegación» consistió en optar por la milicia como modo de ganarse la vida o de satisfacer una vocación específica, y no renunciar a ello al afrontar la posibilidad de correr un riesgo real.
La diferencia esencial que hay entre las tres posibilidades que he enunciado al comienzo de estas líneas estriba en que las dos primeras podrían haberse producido en cualquier otro lugar del mundo, incluida la propia España, en tanto que la tercera sólo es posible, en principio, en una situación de guerra.
Lo que nos remite de manera inexorable a evaluar qué hace el ejército español en Afganistán.
«Las tropas españolas están bajo el mando de las Naciones Unidas», se dice. Y es cierto. Pero hay decenas de estados que forman parte de la ONU y no han enviado soldados a Afganistán.
«Cumplen una misión humanitaria», añaden. Eso no es exacto. No los han mandado allí porque ese país requiera ayuda humanitaria con particular urgencia. En el mundo hay muchos países que reclaman ayuda, incluso más perentoria, y el Gobierno español no manda a sus Fuerzas Armadas para auxiliarlos.
«Están tratando de ayudar a crear un Estado democrático y libre», subrayan. ¿Quién se cree realmente que lo que saldrá de las próximas elecciones será un Estado democrático y libre? Los apoyos locales que consiguió Washington para desencadenar la guerra y derrocar a los talibán (*) no tienen ningún apego ni a la libertad ni a la democracia. RAWA, la organización revolucionaria de mujeres afganas, dice que los actuales gobernantes son «talibán sin barba». Los diferencia, amén de su reaccionarismo menos rígido -por más corrupto, en buena medida-, su servilismo ante los intereses norteamericanos. Mientras manden los sátrapas salidos de la Alianza Norte y de la Loya Jirga (Gran Consejo) reunida en junio de 2002, el pueblo de Afganistán -y sobre todo sus mujeres- tiene ante sí un panorama desolador, como todos los que han sufrido desde tiempo ya inmemorial.
«Se trata de evitar que Afganistán vuelva a servir de base a los jefes del terrorismo islamista y de demostrar que España respalda la determinación de la comunidad internacional de perseguirlos donde sea y cueste lo que cueste», concluyen. Este argumento quedaría más sincero si dijera: «…y de demostrar que España respalda la determinación de los EEUU, que han sido capaces de poner a su servicio en este caso a la llamada «comunidad internacional»…». Porque ésa es la verdad. No fueron la ONU, sino Washington, quien decidió crear la actual situación de hecho. Los demás se han avenido a ello.
Éste es un planteamiento algo menos ilusorio que los anteriores, sin duda, pero también engañoso: desde que los EEUU capitanearon el derrocamiento de los talibán y la instauración del nuevo régimen, el terrorismo asimilado a Al Qaeda ha aumentado su presencia y sus acciones en el Primer Mundo.
Lo único que sí ha conseguido «la comunidad internacional» es que se haya concretado algo más la ambición norteamericana de controlar toda el área que va desde la frontera afgana con China hasta Líbano e Israel, a orillas del Mediterráneo.
Lo he dicho otras veces y lo repito: ahora el obstáculo que le queda por superar a Washington es Irán.
Entretanto, 17 soldados españoles han muerto para que las piezas blancas de ese ajedrez estén donde conviene para la preparación del jaque mate.
(*) Talibán o talebán es el plural de la palabra persa telebeh, que puede traducirse como «buscador de la verdad».