Con bombos y platillos se anuncia que el Ministro de la guerra y hombre de caqui, señor Pinzón, presidirá una reunión bilateral de comandantes del ejército de Colombia con comandantes del ejército bolivariano de Venezuela para tratar en particular la presencia de integrantes del frente 38 de las FARC-ep, en límites con la Guajira. La […]
Con bombos y platillos se anuncia que el Ministro de la guerra y hombre de caqui, señor Pinzón, presidirá una reunión bilateral de comandantes del ejército de Colombia con comandantes del ejército bolivariano de Venezuela para tratar en particular la presencia de integrantes del frente 38 de las FARC-ep, en límites con la Guajira. La mediática militarista en Colombia, engalana tal encuentro como la preparación de un golpe para los «terroristas»; sin precisar si la persecución se dará en territorio venezolano. De todas maneras anidan en la opinión que la persecución en caliente, se dará.
Si no fuere por la hiperpolitización que resume las actuaciones del citado Ministro titular, que nos tiene acostumbrados a invadir las funciones de Ministro del Interior, con el sonado proyecto de penalización de la protesta popular y por ese enfermizo comportamiento de no dejar respiro a politizarlo todo, pasaría desapercibida la citada convocatoria. Que pretende ahora el Ministro Pinzón, al invadir con actuaciones propias de la Cancillería? Pues simple y llanamente dificultar el buen y honrado desempeño que el gobierno de la Republica Bolivariana de Venezuela viene prestando en calidad de acompañante facilitador de las Conversaciones que se adelantan en la Mesa de La Habana.
Como Ministro de la cartera de la Defensa colombiano, se abroga la embarazosa gestión de inducir a voceros del ejecito bolivariano a bailar al compas de su discurso militarista y a la aplicación de la contradictoria campaña militar Espada de Honor 2, contra la contraparte a la cual facilita el país vecino, afectando el ritmo de unas conversaciones, entre dos partes enfrentadas militarmente en territorio colombiano. Pasmosa resulta la carencia de conocimiento de causa del titular de la defensa colombiano en la engañosa y azarosa tarea.
Sin ahondar en los manuales de protocolo que el Encuentro de dos fuerzas armadas institucionales de dos países amerita, resulta jocosa la unilateral convocatoria al ejercito del vecino país por parte del emulo colombiano. Comenzando por que el señor Ministro Pinzón extiende una agenda pública de conversación sobre la suerte de presunta presencia de efectivos de esa insurgencia en territorio venezolano. Cero y va una: delicada acusación que afecta la soberanía del vecino país. La calificación de perseguir y dar con «terroristas» de un frente de la las Farc-ep; siendo éste un grupo insurgente que a la luz y contenido del Derecho Publico Internacional ostenta el carácter de beligerante político, en un escenario de debate internacional como lo es La Mesa de Conversaciones en La Habana. Con anterioridad hemos analizado que la calificación de «terroristas» es de conveniencia política a lo interno del gobierno colombiano. Que se sepa el soberano gobierno bolivariano de Venezuela, no ha calificado de «terrorista» a ninguna de las Insurgencias colombianas. Tendría que estar, el Ministro Pinzón, revestido de poderes como plenipotenciario de una Alta Parte Contratante, para adelantar encuentro con un plenipotenciario de igual nivel, por la parte del gobierno bolivariano.
Choca la difusión mediática del tal encuentro entre los dos ejércitos, con el carácter propio constitucional no solo del ejército colombiano, como también del bolivariano venezolano. Con soltura candidez (que no raya en ignorancia) pretende el desvergonzado Ministro, adalid del desgobierno colombiano, al hacer creer que el soberano ejecito del vecino país, puede desempeñar funciones de Policía fronteriza, como acostumbra practicarlo, pisoteando la Constitución Política colombiana, todavía vigente.
UNA NECESARIA REFLEXIÓN COYUNTURAL
La doble moral y el doble discurso del actual gobierno colombiano, resulta palpable, en relación con la suerte y contenido de las Conversaciones adelantadas en La Habana. El sonajero en el catorro político presagia una suspensión de las Conversaciones en La Habana. Para ello, se supedita la suerte de una definición de la terminación del conflicto armado interno en Colombia, a la suerte de la realización de una fecha electoral. Ésta comprende el certamen para la elección de nuevo Presidente de la Republica y la renovación del Poder Legislativo. Sabido es que para la Insurgencia colombiana, no constituye peso político especifico, el Conversar y llegar a Acuerdos Definitivos, con cualquier montura. Como dicen los campesinos catatumberos, en ese caso, «más le afecta la humedad al pato». Pero para la suerte y esperanza de millones de compatriotas, un receso en las Conversaciones, así por que sí, sí que afecta.
La opinión pública nacional está anestesiada por el evento electoral, que no debate electoral. Huérfana la campaña electoral del contenido de la Agenda conversatoria, qué motivación tiene el electorado conciente para sufragar?; máxime cuando el barómetro de participación popular directa en las calles y veredas está al orden del día. Pareciere contradictorio, al impulsarse una campaña electoral sin programaciones de alcances objetivos para el electorado. Simplemente el enunciado de la participación mecánica para que la extrema derecha militarista, excluyente y exclusiva, sea la única que puede participar y reacomodar su cuota de poder para el inevitable post- conflicto.
La hipocresía de la oligarquía y el Imperio en torno al remedo «democrático» electoral en Colombia, no podrá pasar desapercibida en el ámbito internacional.
La calamitosa situación generada por la suerte de la Discusión del Segundo Punto de las Conversaciones: el de la Participación Política, merece detenimiento, puesto que el solo contenido y enunciado de que en Colombia no estén dados los derechos y garantías para el ejercicio de la vida y oposición política en general y en particular para los movimientos políticos actuales; así como para los que surgieren, luego de la firma del Acuerdo Final de la terminación del conflicto armado interno en Colombia; ese solo enunciado del Segundo punto, descalifica ante el Mundo, la validez y legitimidad de las próximas elecciones en Colombia.
El que ese álgido Segundo punto de las Conversaciones en la mesa de La Habana, clame por Acceso a los Medios de Comunicación, es prueba palpable que en Colombia opera es un remedo de democracia, cuando no existen Mecanismos Democráticos de Participación Ciudadana, incluidos los de Participación Directa, tales como las de juntas populares expresadas en la ascendente protesta que es criminalizada en Colombia. Un punto más de descalificación ante el Mundo a las cacareadas próximas elecciones en Colombia.
Cuando es punto de discusión central para la terminación del conflicto armado interno en Colombia el que existan Medios efectivos para promover mayor participación en la política nacional, regional y local de todos los sectores y minorías en particular; es porque el libre juego democrático de individuos y administrados en garantías de igualdad, no existe en Colombia. Un azote más contra la cacareada legitimidad del próximo y descalificado conclave electoral en Colombia.
Ahora bien, si en el mecanismo del desarrollo de la solución alternativa del conflicto, se impusiere la formula consensuada de suspensión de las Conversaciones; está debiera ir acompañada del cese bilateral de hostilidades de la fuerza insurgente en conversación y el aparato militar del Estado colombiano. No podemos pecar de miopes ante tan magno acontecer histórico.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.