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¿Qué nos garantiza un gobierno de izquierdas?

Fuentes: Rebelión

La movilización electoral del 28 de abril dejó un resultado claro a favor de las fuerzas de la izquierda. Sin embargo, hay una resistencia férrea de Pedro Sánchez a formar un gobierno con Unidas Podemos. Esa actitud delata que no quiere atarse las manos con un programa de izquierdas y quiere tenerlas libres para acordar […]

La movilización electoral del 28 de abril dejó un resultado claro a favor de las fuerzas de la izquierda. Sin embargo, hay una resistencia férrea de Pedro Sánchez a formar un gobierno con Unidas Podemos. Esa actitud delata que no quiere atarse las manos con un programa de izquierdas y quiere tenerlas libres para acordar con la derecha cuando le convenga.

Aplicar políticas de izquierdas conlleva un enfrentamiento con la patronal y las instituciones europeas. Garantizar salarios decentes, empleo estable, pensiones dignas, servicios públicos adecuados y derechos laborales y democráticos, o el cuidado del medioambiente, es incompatible con las políticas que emanan de la Comisión Europea o de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE).

Los actuales dirigentes del PSOE se encuentran en el dilema de elegir entre lo que querrían la mayoría de sus votantes y lo que desea la patronal y un amplio sector de su propia dirección. Si aceptas que el capitalismo es el único sistema viable -«el menos malo de los existentes» decía Felipe González» [1] – y las instituciones que defienden sus intereses, las únicas posibles, te verás arrastrado a claudicar ante las segundas.

Llegados a este punto, UP debería poner el énfasis, no en el gobierno de coalición, sino en las propuestas programáticas concretas y retar a los dirigentes del PSOE a que expliquen por qué se niegan a aplicar políticas de izquierda como la derogación de la Reforma Laboral [2] o de la Ley Mordaza.

En este momento, por ejemplo, deberíamos cuantificar los recursos económicos y humanos necesarios para devolver las plantillas de Educación o Sanidad a su nivel previo a la crisis -mínimo ineludible-, o disponer de la vivienda pública suficiente para atender las necesidades reales, e insistir en que habrá que estar dispuestos a enfrentarse a las medidas de austeridad de la Comisión Europea para disponer de esos recursos. Eso es difícilmente conciliable con la intención de Sánchez de que el ministro Borrell sea vicepresidente de la Comisión Europea, con un acuerdo con los socios del PP en la UE. De hecho, en el acuerdo sobre Presupuestos de hace un año ya se vio claramente que el gobierno del PSOE no quería salirse del marco impuesto por la austeridad y el incremento del gasto era mínimo [3].

Sánchez sabe que si forma gobierno con UP, sus bases y votantes exigirán que se cumplan el programa acordado, y no quiere arriesgarse. Los acuerdos con la UE son una cuestión de Estado que atan en corto el presupuesto. Lo mismo sucede con la cuestión catalana, en la que sería inaceptable aceptar en silencio una condena de los presos políticos o renunciar a reivindicar el derecho a decidir. Comprometernos por escrito con el PSOE a respetar su política en ambos terrenos es un error, que choca no solo con nuestras ideas, sino con los principios democráticos básicos de cualquier sociedad mínimamente progresista.

Todo el mundo puede entender que UP no puede imponerle a la dirección del PSOE un programa que no quiera aplicar, pero eso no impide que UP ponga su alternativa sobre la mesa, la explique y arranque cuantos compromisos sean posibles.

Muchas personas tienen ilusión en Pedro Sánchez, en parte porque desde la propia UP se ha alimentado la idea de que un gobierno PSOE-UP era la alternativa. Con la política actual de la dirección del PSOE y con la debilidad de UP, ese gobierno sería una ratonera desde el principio. Esas esperanzas se disiparían conforme la tozuda realidad demuestre que, si Pedro Sánchez quiere contentar a la CEOE y a la Comisión Europea, no podrá resolver las necesidades de la mayoría de la sociedad. Y hay que preparar una alternativa para que el desencanto no se transforme en desmovilización y frustración.

Pero no formar gobierno de coalición no implica impedir ni la investidura de Sánchez ni al PSOE formar su propio gobierno. La alternativa es ir a unas elecciones en las que el riesgo de una victoria de la derecha volvería estar sobre la mesa (no es casual que sea la opción de la patronal [4] ) y la clase trabajadora se movilizó para impedir eso. Sin duda, el PSOE hace mal poniendo sus intereses por delante del mandato de las urnas, pero UP se equivocaría igualmente si no permitiera un gobierno al PSOE y forzara un convocatoria electoral. Desde la oposición de izquierdas, UP podría apoyar cuanto suponga un avance y oponerse a cuanto perjudique a la clase trabajadora. No es la presencia de ministros de UP en un gobierno de Sánchez lo que garantizaría el cumplimiento de un programa de izquierdas, sino la movilización en la calle, que es a la que debemos llamar desde ahora.

La experiencia de los ayuntamientos del cambio nos ha enseñado que sin un gobierno dispuesto a luchar y sin movilización en la calle, apenas se puede cambiar nada. Y lo que hay que preparar para el futuro es una alternativa de izquierdas y de masas, la única garantía de cambio real. La izquierda transformadora tiene mucho que hablar y que hacer, y lo último que necesitamos son unas elecciones nuevas en otoño.

Notas

[1] https://elpais.com/diario/1984/04/27/economia/451864802_850215.html

[2] https://www.eldiario.es/economia/ministra-Economia-vuelve-rebajar-expectativas_0_919358277.html

[3]http://www.porelsocialismo.net/la-gran-ilusion/

[4]  https://cincodias.elpais.com/cincodias/2019/07/04/economia/1562244255_615375.html

Jordi Escuer es miembro de la Coordinadora de IU Madrid.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.