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¿Qué pasa en Irán? Jahanbegloo y el reformismo neoliberal

Fuentes: Rebelión

Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia están demostrando contundentemente que no puede haber democracia sin socialismo y que las democracias-capitalistas son un gran fraude, sostenido por la explotación de los hombres sobre los hombres y de los países sobre los países. Comprender o no comprender esto ha dividido a los socialdemócratas en dos […]

Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia están demostrando contundentemente que no puede haber democracia sin socialismo y que las democracias-capitalistas son un gran fraude, sostenido por la explotación de los hombres sobre los hombres y de los países sobre los países. Comprender o no comprender esto ha dividido a los socialdemócratas en dos bandos, los cansados de mentir y los no cansados, aquellos para los que la palabra socialista sigue significando algo y aquellos para los que ya no significa nada. Los segundos son indiscernibles de los neoliberales mientras que los primeros se adentran en la izquierda hasta que topan con el conflicto que reside entre el pragmatismo y el ser fieles a los ideales. Pero es que resulta muy difícil comprender algo cuando el poder adquisitivo depende de que no se comprenda.

Después de organizar y enquistar una carnicería en Iraq el Imperio USA pretende, ahora, como ya desde hace tiempo, bombardear Irán. Sus motivos vuelven a ser la proliferación de armas de destrucción masiva. Sus pasos, los mismos, embargo, inspectores no neutrales de la ONU, intento de legitimación y si no, ataque supuestamente preventivo y conquista colonial para la explotación del petróleo. Ya lo advertimos en Rebelión [1] y otros medios alternativos [2] pero no podemos seguir el ritmo de repetición infinita de los grandes medios de comunicación, de modo que no podemos convencer por reiteración inaguantable ante la conciencia del televidente hasta que se admite lo falso sino tan sólo intentar persuadir a la inteligencia de quienes lean estas líneas y razonen.

Dicen que se ha detenido a un filósofo iraní, R. Jahanbegloo, debido a su pacifismo, democratismo y oposición al régimen de los ayatolás. Parece que se comienza a encarcelar a los disidentes reformistas, pero no tendríamos que creernos lo que nos dicen nuestros periódicos, pues dado que mienten tanto, ¿por qué iban a decirnos ahora la verdad? Lo cierto es que Jahanbegloo está entre los que identifican democracia con capitalismo, motivo de su devoción por Isaías Berlin y de sus argumentaciones habermasianas en los diarios de opinión del mundo occidental. La introducción del violento y sanguinario régimen capitalista se presenta como un modelo de no-violencia procedente de Gandhi que guarda silencio sobre la economía, el socialismo y la igualdad, mientras condena la falta de una libertad de expresión que en Occidente sabemos que no sirve para nada. Y es que entre los reformistas de Irán también existen los neoliberales, como el que entrevistaron en el momento de las elecciones de 2005 y que indicaba:

«»Jatamí tenía buenas ideas, pero su puesta en práctica fue errónea», opina Mamad Sariolghalam […]. Otro problema pendiente es, en su opinión, el elevado control gubernamental sobre la economía: «El 85% de los iraníes que recibe un salario, cobra del Estado, algo que es contrario a la democracia»» («Reforma frustrada en Irán». El País, domingo 12 de junio de 2005).

Al igual que Vargas Llosa a menudo, también Joaquín Estefanía y como él mismo indica, incluso Amartya Sen, junto a muchos otros [3], cometen el error de considerar la democracia como algo consustancial al capitalismo: «Democracia y capitalismo. Puede haber capitalismo sin democracia -lo fueron la España de Franco o el Chile de Pinochet-, pero no al revés. Lo ha teorizado Amartya Sen y lo corrobora la historia. Para que funcione este nudo gordiano de nuestras sociedades, ambos términos deben mantenerse en un cierto equilibrio» (Joaquín Estefanía [4] El fin de la permisividad. El País. Lunes 13 de mayo de 2002). Otros pensadores, como Samir Amin, piensan todo lo contrario, que el integrismo islámico y el capitalismo son dos movimientos antidemocráticos: «El poder mundial dominante -EEUU asegurando su liderazgo-, no ve ningún inconveniente en tener en el poder al islam político. Este hecho habla bastante de la hipocresía de sus discursos a favor de la «democracia» y de que «mercado» y «democracia» lejos de ser nociones convergentes, según lo proclama el pensamiento único, de hecho están en conflicto entre sí» (Islam político y globalización imperialista. Un texto inédito de Samir Amin para CSCAweb. 11 de octubre de 2001. Traducción del francés de Natasha Litvina para CSCAweb).

Ahora resulta que según los reformistas-neoliberales cobrar del Estado, esto es, lo que hacen en España todos los envidiados funcionarios es algo anti-democrático. Entonces para el liberal lo democrático debe de ser la competencia salvaje, la explotación del hombre por el hombre y el despido libre. El funcionariado europeo es un colectivo envidiado por la seguridad de su trabajo, también repudiado por su ritmo de trabajo y vilipendiado por las posibilidades de escaquearse ante la falta de control de sus quehaceres por parte de sus superiores, donde depende de la moral de cada cual el que se desempeñe razonablemente la labor que se les encomienda. Los trabajadores privados son todos esclavos del dinero y del poder, trabajan como bestias en jornadas intensas y largas y son supuestamente compensados por una remuneración que les permite adquirir bienes materiales (cuando no acaban en la precariedad, mendicidad o en la explotación más infame) por el recurso de vencer en una competencia por alcanzar un lugar, en encarnizada disputa, un sitio entre los pocos que pisan y no entre los muchos que son pisoteados. El funcionario europeo tuvo también que pisar para no ser pisado, pero sólo una vez, la necesaria para ocupar un sitio entre las plazas de unas oposiciones que le cediesen un lugar que no hay para todos. Mucha crítica de lo público pero todo el mundo pierde el culo por obtener un puesto de funcionario.

Tal duplicidad keynesiana de lo privado y lo público no se daba en los países del Éste ni hoy en Cuba, ya que en la isla todos los ciudadanos son funcionarios sin oposición, pues lo son como derecho ciudadano al trabajo y a la vida; pero tal derecho no les asigna unos recursos comparables a los del funcionario europeo, por no ser un país rico, padecer un embargo y alguna que otra causa interna también, todo hay que decirlo. Otra cosa es el funcionariado chino o el iraní, ya que en tales países, gracias a su riqueza (población y extensión en el primer caso y petróleo en el segundo) -una riqueza no expropiada por el colonialismo imperialista- la condición funcionarial otorga un nivel de vida material más digno y elevado que en Cuba, si bien también menor que el de los europeos.

En Occidente la libertad neoliberal es un engaño porque pretende que salvar de la supuesta esclavitud del Estado consiste en lanzarnos a todos a la esclavitud de los Bancos, como si fuese mejor tener como patrón a un particular que al Estado. Lo que ocurre es que los Bancos dejan disfrutar el objeto de consumo mientras apenas se ha empezado a pagar el mismo, de modo que hipotecan las vidas enteras de las personas obligándolas a trabajar sin descanso o a procurar explotar a otros como vías para ir saliendo de unas deudas que se incrementan en progresión geométrica con el crecimiento aritmético del poder adquisitivo. Por eso el país más capitalista (USA) es -al igual que sus habitantes- el más endeudado y el que más crédito tiene, luego no sólo necesita explotar y endeudar a los demás países, sino también a sí mismo. Así, diferencia de en la antigüedad, ya no hay libres y esclavos, sino que el señor es tan siervo como sus siervos, como vio Hegel, y aunque parezca poder hacer lo que le dé la gana y acumule riquezas materiales, tiene más miedo a la muerte que ellos.

Marx invirtió a Hegel declarando que los que en verdad no temían a la muerte por no tener nada que perder excepto sus cadenas, eran los proletarios, pero se les concedió una vivienda estrecha en un suburbio, un televisor y un coche de segunda mano, todo en usufructo mientras pagaban de por vida sus interminables cuotas; para que empezasen a considerar que tenían tanto que perder como el amo y a temer perder las cadenas. Pues lo que hay hoy en día son cadenas de hierro, de bronce y de oro, sin que ni siquiera se pueda discriminar entre cuál es la más pesada y la más ligera.

La servidumbre voluntaria es lo que impera entre quienes hablan insistentemente de libertad para poder escamotearse el hecho de su condición de masas idénticas en un consumo ridículo por el que se encadenan de por vida. La igualdad neoliberal de un mundo en el que todos hacen lo mismo se esconde mediante la insistencia en el deseo de ser un individuo libre y autónomo, declaración tanto más manifestada cuanto más irrealizada. Vivimos en un mundo idealista en el que lo virtual se toma por lo real y en el que la realización a nivel de la conciencia y del televisor se asume como realización propia.

En Irán, si miramos a su historia reciente y no nos dejamos obnubilar por las mentiras del presente, vimos como los Estados Unidos derrocaron a Mossadegh porque tenía la intención de nacionalizar el petróleo y lo sustituyeron por el Sha Reza Palhevi. El terrible dictador shah de Persia, sostenido por Estados Unidos, impuso una terrible tiranía, se convirtió en guardián del petróleo del que se aprovechaban los dirigentes ricos y los magnates vinculados con las empresas de Occidente; mientras su pueblo moría de hambre y de tortura, dominado con la represión de una brutal policía, la Sawak. La revolución iraní, fue realizada por el pueblo y dirigida por dos fuerzas convergentes, el bajo clero y una izquierda laica, fundiéndose la religión y la política en la lucha contra el tirano, facciones de las que la segunda fue luego desplazada por la primera. Así, tras la revolución, la República islámica fue la forma de gobierno elegida tras un referéndum que la aprobó con el 98’2% de los votos. La doble legitimidad religiosa y política de Irán se debe no tanto a la cuestión general de islamidad y política como a la doble fuente de la que emanó la revolución. Después, la alianza entre comunistas e islamistas que se produjo para llevar a cabo la revolución, terminaría con un enfrentamiento entre estos dos sectores, de los que el lado comunista terminaría perseguido y reprimido por los religiosos.

La Constitución de Irán de 1979 se realizó inspirándose en la francesa de 1958, lo que llevó a la instauración de una República por primera vez en la historia de ese país, contando desde entonces con elecciones por sufragio universal, Parlamento, Presidente, consejo de ministros, fracciones políticas con voz y voto y el equivalente a una Corte Suprema. Toda una serie de instituciones que poco tienen que ver con la ortodoxia religiosa islámica y mucho con la historia moderna de Europa y sus instituciones políticas. Han sido los ortodoxos chiítas de la religión islámica en Irán los más feroces opositores al republicanismo triunfante. Pero pese a la fraseología religiosa integrista que rechaza las instituciones extranjeras, los discursos, debates y polémicas político-ideológicos iraníes son presididos por la coyuntura política y socio-económica del presente y no por las exigencias dogmáticas de la ortodoxia anacrónica; hablándose de planificación económica, reforma social, distribución de la riqueza, defensa frente al imperialismo y frente a la dependencia económica y del rol de las masas populares en oposición al surgimiento de élites tecnocráticas. Ciertamente la religión disturba y en ocasiones dirige la política en Irán y aún les queda todo el camino por recorrer en materia de secularización y laicidad, pero el que su línea económica no sea la capitalista no convierte a su República en menos democracia. Por tanto la sugerencia de que avanzar en la democratización del sistema significa liberalización económica no es más que una perversa confusión entre lo que es la Política y lo que es la Economía, camino de mistificación que ha llevado a Occidente hacia la reducción de la primera en la segunda, cuando es la Política la que debe intervenir y gobernar a la coyuntura económica, teniendo en cuenta sus determinaciones, y no al revés.

Si el Guía de la Revolución se convirtiese en una figura decorativa y diplomática (como el Rey de España) y dejase al presidente elegido gobernar y la Parlamento legislar, en ese caso nada impediría que la democracia funcionase plenamente a partir de la Constitución actual, pero los conservadores pretenden, al contrario, que sea el poder político el que quede subordinado al religioso, sin embargo, son un sector de estos mismos quienes sin abogar por el laicismo, defienden una «democracia islámica» en la que el lugar del Islam estaría determinado en última instancia por la voluntad popular, enfrentándose los partidarios de la «democracia religiosa» y a los del vélâyat-é faqih. La democracia podría convivir perfectamente con el Islam tanto como han llegado a gobernar en Occidente muchos partidos democrata-cristianos, pero para ello habrían de triunfar los religiosos moderados sobre los radicales, dando cuerpo a partidos democrata-islámicos.

La situación de Irán, con un poco de perspectiva histórica, no es sino el producto del intento revolucionario de conciliar una economía socialista, un sistema político republicano y la religión islámica. Su «democratización» no depende de la adopción de una economía de mercado sino que, a lo sumo, pasa por la consecución de la aconfesionalidad del Estado.

Notas

[1] Etapas en el plan de conquista mundial por parte del Imperio
http://www.rebelion.org/imperio/030621royo.htm

[2] Economía y democracia: ¿qué hay de malo en la Constitución de Irán?
http://www.lacavernadeplaton.com/articulosbis/ecodemo00.htm

[3] «La destrucción del bloque soviético y el retroceso de las dictaduras en el resto del planeta favorecieron la idea de que la democracia y el mercado no eran sino el anverso y el reverso de una misma moneda. (…) El fracaso de la experiencia histórica del comunismo ha probado de forma rotunda que no puede haber democracia sin mercado» (El País 20 años. Artículo de Javier Pradera: «Esperanzas y decepciones«. El País Semanal 1.023. Número extra, 5 de mayo de 1996, pág.130). Una formulación de lo mismo que acepta la posibilidad de que haya democracia sin capitalismo pero le otorga pocas posibilidades de duración es la siguiente: «La democracia puede existir sin capitalismo, y el capitalismo sin la democracia, pero probablemente no por mucho tiempo. La libertad política y la libertad económica tienden a ir juntas» (Revista Time 100. Leaders&Revolutionaries. Walter Isaacson «Our Century… and the Next One«. April 13, 1998, page 33). ¿Y no presupone la libertad económica cierta igualdad económica? ¿No van juntas la libertad y la igualdad y disjuntas la libertad y la desigualdad? ¿Vamos a quitarles la única fuente de riqueza repartida que tienen los iraníes y matarles para convertirlos en «democracia»?

[4] Joaquín Estefanía se contradice, pues sostiene que la democracia es consustancial al capitalismo en un lugar, y, al mismo tiempo, en otro, ante la corrupción de las multinacionales y frente a su «contabilidad creativa», indica que no puede haber democracia sin Estado: «Poco después saltó Rusia, que suspendió el pago de su deuda, demostrando que no puede haber democracia sin Estado» (Joaquín Estefanía La enfermedad moral del capitalismo. El País. Domingo 28 de julio de 2002). ¿En qué quedamos? ¿La democracia es consustancial al Capitalismo? o ¿No puede haber democracia sin Socialismo, esto es, sin Estado, sector público? Más bien lo segundo, aunque los reformistas no se aclaren.