Democracia. Cuando fui miembro del Consejo Político Federal hice esa pregunta a sus participantes. Ya había una degradación en la convivencia. Y una fijación en estar junto a Julio Anguita, aunque se equivocase, pero sobretodo, criticando las decisiones aprobadas (y apoyadas por esa inmensa mayoría de la que formaban parte) para no llevarlas a cabo. […]
Democracia. Cuando fui miembro del Consejo Político Federal hice esa pregunta a sus participantes. Ya había una degradación en la convivencia. Y una fijación en estar junto a Julio Anguita, aunque se equivocase, pero sobretodo, criticando las decisiones aprobadas (y apoyadas por esa inmensa mayoría de la que formaban parte) para no llevarlas a cabo.
Esa dejadez en cómo hacer política, de no dar cuenta, era evidente en eso y en el incumplimiento de normas o principios democráticos si alguna persona con poder, aunque fuese ilusorio y local, cuanto más si había llegado a cargo público, o estaba en el terreno de hacer cumplir esos mandatos democráticos, eran los afectados. Por supuesto, muchas personas han cumplido con mucho y más, el ejercicio ético de la política. Pero, por una que se lo saltase, y por otra que sabiéndolo fuera cómplice, manteniéndose la impunidad, han saltado los goznes de una convivencia. Y se ha llegado a donde estamos. Luego, primero hay que ser demócratas y hacer de demócratas, vigilar los censos en cada asamblea para empezar, denunciando, aunque se limite la representación propia y ajena. ¿Cómo se puede aceptar, lo diga quien lo diga, se haya hecho antes o no, engañarnos a nosotros mismos?
Se puede aceptar ser minoría. Pero sabiendo que en buena lid, tus ideas pueden ser mayoritarias y representarlas. Ideas propias argumentadas a la sociedad. Se puede ser extraparlamentario, si tus ideas no tienen reflejo suficiente en la sociedad.
Pero es lastimoso, que un Programa electoral diga una cosa y tácticas parlamentarias (complejas y que tienen en cuenta aspectos que pueden ser desconocidos) no lo hayan defendido y haya sido percibido como subsidiario de otro. Aún más, esa supuesta complejidad y secretismo rebela una forma de hacer política contradictoria con el Programa por el que se ha ido a las elecciones. El no hacer públicas tus exigencias por mor de acuerdos (¿) parlamentarios hace que lo que aparezca en el BOE no sea más que lo apoyado, desde el principio, en el programa ajeno. Después, pueden intentar vender que el apartado j) es a propuesta del Grupo de IU que no merece ningún crédito. Pero es que además, el Grupo Parlamentario se autonomiza de la organización. Pero como la Presidencia lo hace del CPF y éste del conjunto de los afiliados y afiliadas. Poco a poco, se ha destruido a la organización. Sus afiliados, relacionados emotivamente a una sigla, perviven con declaraciones de dos líneas de sus ‘jefes’ publicadas en los medios, en función de la agenda política de los editorialistas de esos mismos medios o de la hiperrealidad que señalan los líderes de otros partidos. La moda puede ser el terrorismo o el precio del petróleo o si es apropiada la expresión desaceleración. Pero además de adaptarse a la coyuntura, ¿dónde está la dinámica propia que hable del derecho a la vivienda, la pérdida de los salarios en la renta Nacional, etc. y qué campañas propias se hacen para que la agenda política (y periodística) hable de los problemas prioritarios de la clase/trabajadores/ciudadanos de la sociedad y las respuestas que da IU a los mismos?.
Es sintomático que el fracaso escolar, la lucha contra la pobreza, la disminución de la progresividad fiscal -el Gobierno anuncia como logro la eliminación del impuesto del patrimonio (¡)-, la alineación con los poderes más agresivos occidentales,… no hayan supuesto acicates para hacer organización, para dar respuestas públicas, para meterlas en la agenda pública y en las conversaciones. También la escasez de ‘contestaciones’ con propuestas propias a esos problemas, desde cualquier ámbito social, poder local, autonómico y parlamentario, por medio de conferencias, dípticos, artículos periodísticos, mociones, interpelaciones, manifestaciones… Falta mostrar nuestras ideas alternativas y lo que supongan de ‘rupturas’ con el PSOE y las opciones de derechas. Todo señala el grado de debilidad organizativa y la comodidad ideológica subsidiaria en la que se está.
Se ha aceptado una organización profesional electoral donde sobra la participación y el compromiso. Se habla de espacios de izquierda y si toca ser hoy anti OTAN para tu público cautivo de adherentes, pues toca. Pero ni se va, ni se trabaja para rebelar socialmente la encadenación de poder económico-militar-multinacionales y guerra que los une. Y así todo.
Tejido social. Nos falta hacer tejido social. ¿Cuántos afiliados/as hay que tengan activamente una actividad social? En cualquier plano, educativo, sindical, teatral o de voluntariedad con la vida forestal. Ese es uno de los problemas relevantes. La necesidad de que cada persona explore sus inquietudes personales y desarrollándolas, incorpore el plano global ideológico, organizativamente. Que su preocupación, la revierta y con otros, la dé categoría política e interrelacionada con otras. La ‘doble militancia’, tener un sombrero diferente al de IU, es un voluntarismo moral que debemos asumir sin más por querer cambiar este mundo. Es hacer lo que se quiera, pero dando una proyección superior a la individual, para que tenga eficacia, coordinándose y trasladando a un ideario común, tras la discusión correspondiente, las propuestas que se den.
Liquidación o carpe diem. La situación actual hace verosímil la propuesta de que es mejor que desaparezca IU (y la superposición del PCE) dada la inconsistencia financiera, ideológica y organizativa existente y empezar no se sabe qué otra(s) propuesta(s) nuevas, con personas afines (de IU o de lo que sea). Sin descartarlo, dados los mimbres actuales y las prácticas (antiguas) vigentes (falta de democracia) de las personas antiguas o nuevas que por acción o por dejadez lo han estado permitiendo, creo que es irrelevante. Lo prioritario, a pesar del posible secuestro de una sigla en un mercado capitalista, es si tenemos voluntad de divertirnos haciendo política, construyendo alternativas y luchando por ellas. Trabajando y generando base autoorganizativa. Eso es lo primario de la política.