Esta Unión Europea no tiene nada que ver con la que le ganó una guerra al fascismo. De hecho, es la revancha de los vencidos en 1945. Por eso, Elena Valenciano (PSOE) y Arias Cañete (PP) discuten entre ellos para no discutir en televisión. Son también, como la Unión Europe rendida a las exigencias de […]
Esta Unión Europea no tiene nada que ver con la que le ganó una guerra al fascismo. De hecho, es la revancha de los vencidos en 1945. Por eso, Elena Valenciano (PSOE) y Arias Cañete (PP) discuten entre ellos para no discutir en televisión. Son también, como la Unión Europe rendida a las exigencias de los bancos representadas por Merkel, un fraude. Una no quiere democracia (pusieron a Papademos y Monti y ahora discuten en secreto el Tratado de Libre Comercio con los EEUU). Los otros no quieren debates donde la ciudadanía les oiga porque en estas elecciones europeas, ambos, régimen del 78, pierden. Pactan de qué no hablar en un debate televisivo donde desaparecen los demás partidos. Y así desaparece la Gürtel a cambio de que desaparezcan los ERE, desaparece la reforma del artículo 135 de la CE y desaparece el rescate de los bancos, desaparece el derecho a decidir de Cataluña y desaparece la corrupción en la Casa Real. Fraude, fraude y más fraude. Cañete y Valenciano convierten la política en un juego de trileros. Pero dice la encuesta del CIS que los dos partidos del fraude siguen teniendo mayoría. Si esta democracia fuera decente, estarían en los debates los principales partidos (mínimo todos los que tienen representación parlamentaria y posibilidades objetivas de obtener representación) y el micrófono se movería con libertad entre los asistentes para que preguntaran lo que quisieran y a quien quisieran. No esta farsa de debates amañados en su totalidad. Aderezada con la mentira del «voto útil».En las elecciones europeas no hay D’Hont que valga. Todos los votos valen lo mismo. Votar PSOE o PP creyendo que no hay otra opción recuerda al niño que se culpa a si mismo cuando es abusado por un adulto. Somos la víctima que toma el veneno con la comida sabiendo que cada bocado es un paso hacia la muerte. ¿No hemos tenido bastante de toda esa basura?
Un dicho de la España cuartelera decía: «me reviento el dedo y que se joda el sargento». Mal arreglo. El sargento busca remplazo y tú te quedas con el dedo desbaratado. «Que se lixe la Troika» dicen los amigos de Portugal. «Que se joda la Troika». Sin rompernos un dedo. El 22M salimos cientos de miles a protestar en las calles. Nos robaron el foco y silenciaron las demandas. Ahora toca otra acción. Simplemente diciendo No. Por ejemplo, votando el día 25 algo que no sea este bipartidismo que sigue mintiendo a sus votantes con maneras de antiguo régimen. De algo servirá cuando el régimen anda preocupado. ¿O no nos acordamos de que la última vez que la Troika se asustó fue cuando Syriza estuvo a punto de ganar las elecciones? El poder siempre nos tiene más miedo del miedo que nosotros pensamos que somos capaces de crearles. Vayamos tomando conciencia. El 25, no les regales a estos mentirosos la impunidad de seguir mandando. Como alguien tiene que joderse, que no sean los de siempre. Y aunque no te lo creas, tu voto vale en la urna lo mismo que el de los encorbatados que se reunieron el otro día con Rajoy a decirle que siga así porque están ganando mucho dinero y, por fin, despidiendo gratis a mucha gente. Deja de golpearte en el dedo.
Blog del autor: http://www.comiendotierra.es/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.