El Gobierno español pretende poner límites al crowdfunding; según el nuevo anteproyecto de ley, la financiación colectiva por Internet tendrá un límite de 3.000 euros por mecenas/proyecto y 6.000 euros por mecenas/año en una misma plataforma. Aunque el borrador es confuso, y parece que en principio esta medida no afectaría al denominado ‘crowdfunding básico’ (basado […]
El Gobierno español pretende poner límites al crowdfunding; según el nuevo anteproyecto de ley, la financiación colectiva por Internet tendrá un límite de 3.000 euros por mecenas/proyecto y 6.000 euros por mecenas/año en una misma plataforma.
Aunque el borrador es confuso, y parece que en principio esta medida no afectaría al denominado ‘crowdfunding básico’ (basado en donaciones/recompensas) sino al equity crowdfunding (acciones en una empresa a cambio de dinero) y al crowdlending (o préstamos P2P), no deja de resultar un aviso a navegantes -no otros que la propia ciudadanía- que abre la puerta a adicionales restricciones impuestas desde arriba. Una maniobra reguladora tras la que muchos advierten la alargada sombra de la banca.
Significativamente, el ministro ha declarado que al recurrir al crowdfunding se prescinde de cualquier tipo de intermediario -léase «agentes bancarios»- y se opta por saltarse «todos los cauces habituales». Esos cauces habituales que tienen estrangulado el crédito a autónomos y PYMES.
Por eso está teniendo tanto éxito la microfinanciación colectiva, porque ningún banco va a dar crédito a un grupo de gente joven que quiere grabar su primer CD musical, o a un proyecto que pretende mejorar la construcción de asentamientos locales en la India, o la rehabilitación de un molino junto con su entorno medioambiental y cultural o la traducción y publicación de un libro. Por poner unos pocos ejemplos actuales en diversas plataformas españolas.
Los miembros de este gobierno, aprendices de la brujería neoliberal anglosajona, se revelan al mismo tiempo acogotados y medrosos ante ciertas iniciativas privadas que cuestionan esos «cauces habituales» por los que el ministro nos anima a circular (pagando el consabido peaje, huelga decir). Un gobierno que pretende dar impulso a los «emprendedores» no puede actuar con semejante estrechez de miras, que está llevando a la paralización de muchos sectores de la economía.
Pongamos sólo un ejemplo: la microfinanciación con 3.500€ de la edición de un libro. Con ello una pequeña editorial seguirá luchando por mantener una actividad en peligro de extinción. Dará trabajo a una traductora, un maquetista, una imprenta, unos distribuidores, unas heroicas librerías… todo esto generará movimiento, algún que otro puesto de trabajo, un poco de riqueza, impuestos… y algunos de estos actores hasta habrán recurrido en algún momento a esa banca que se pretende proteger pidiendo crédito para un local donde vender ese libro, vehículos para transportarlo, maquinaria para imprimirlo, un portátil para maquetarlo… sin hablar de cuestiones menos tangibles como la creación, la cultura, la dignidad de un empleo, etc., que también son riqueza.
Y esa misma estrechez de miras es la que llevó a aumentar el IVA cultural para aumentar la recaudación y ha supuesto el cierre de cientos de salas de cine y teatros, disminuyendo con ello la recaudación.
Un gobierno que tira con cañón a las pequeñas iniciativas y amnistía a los defraudadores fiscales, calculó que de los 25.000 millones de euros en dinero negro recuperaría 2.500 perdonando a los malvados, y ahora tiene miedo de que con las plataformas de financiación colectiva se blanqueen cantidades superiores a 6.000 euros. Eso sí, la amnistía permitió hacer esto utilizando los «cauces habituales», no hizo falta más que ingresar el dinero en una cuenta corriente y al día siguiente ya estaba blanqueado. En cualquier caso, y como al final a la banca la rescatamos entre todos, no creemos que esto sea lo que más asuste a este gobierno mal llamado popular. Lo que teme es que los ciudadanos nos salgamos de «los cauces habituales», que aumente el trueque, la solidaridad, la independencia y de paso la conciencia.
Sandra Barrilaro y Sergio Pérez. Creadores y administradores de la plataforma Namlebee, crowdfunding político y social
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