El jueves pasado el Partido Socialista Obrero Español estaba de celebración. Y es que ese día, 10 de junio, se cumplían cien años desde que Pablo Iglesias, fundador de dicho partido, obtuviera su acta de diputado. Por primera vez en la historia de España, un representante de un partido obrerista, se sentaba junto a los […]
El jueves pasado el Partido Socialista Obrero Español estaba de celebración. Y es que ese día, 10 de junio, se cumplían cien años desde que Pablo Iglesias, fundador de dicho partido, obtuviera su acta de diputado. Por primera vez en la historia de España, un representante de un partido obrerista, se sentaba junto a los oligarcas, terratenientes y caciques con la intención de, se suponía, mejorar por vía del parlamentarismo, las penosas condiciones laborales y sociales de los trabajadores de la época. Así que, para conmemorar una fecha repleta de connotaciones, se juntaron todos los socialistas habidos y por haber, todos los que fueron y los que son, todos los que en algún momento de la democracia han ocupado un escaño como diputado en el Congreso, para soplar las cien velitas y entonar, con una sola voz, el cumpleaños feliz. La sala estaba presidida por una foto gigante del padre fundador, formada por pequeñas fotos de todas las mujeres y hombres que durante estos cien años han sido diputados. A la celebración asistieron desde Alfonso Guerra a José Bono, desde Manuel Chaves a Carmen Alborch, desde Narcís Serra a Rosa Conde. Así hasta 700 personas. Todos y todas. Ellos y ellas. Por supuesto, en fecha tan señalada para los socialistas, no podía faltar el hombre que durante años dirigió los destinos del Partido: Felipe González. El ex Presidente del Gobierno participó en una mesa redonda con el actual Presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, en la que trataron, como no podía ser de otra manera, la actual situación económica que atraviesa el país. En un momento dado de la conversación, González dijo (y cito de memoria) que «en momentos como los de ahora, en los que los socialistas están con la depre, es cuando toca la militancia pura y dura.» Zapatero, al oír lo de la depre, puso cara de póquer y respondió que los socialistas de depres, nada de nada. Que no hay razones para eso.
Si uno se para a pensar en las palabras del Presidente con detenimiento, pues resulta que a uno no le queda más remedio que darle la razón a Zapatero. Y es que es verdad, que los socialistas no tienen razones para estar depres. Pongamos por caso a la Secretaria de Organización del PSOE. ¿Puede estar con la depre alguien que gana vente mil euros al mes? En mi opinión, no. Tomemos otro ejemplo. El ex ministro Jesús Caldera. Cobra un sueldo por haber sido ministro y otro por dirigir la «Fundación Ideas para el progreso». Además ha dejado la primera línea del frente político, con lo cual su desgaste es mínimo. ¿Tiene este hombre motivos para estar depre? ¿Y Manuel Chaves? ¿Y Fernández Bermejo? ¿Y Magdalena Álvarez? ¿Y todos los que ocupan cargos de confianza en los ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas (sólo en la Junta de Andalucía hay cuatro mil), empresas públicas, y un largo etcétera? Evidentemente, no. No deberían estar depres. En cambio, la lista de los que sí tienen razones para estar depres es inacabable: los pensionistas, con sus pensiones congeladas; los policías y bomberos que en la manifestación del martes en Granada lanzaba consignas contra el Presidente y el PSOE; los maestros, profesores de secundaria, profesores universitarios, médicos de familia, cirujanos, enfermeras, celadores, jueces, funcionarios de prisiones y demás funcionarios que han visto cómo un cinco por ciento de su sueldo se esfumaba como por arte de magia; la mujer que espera un bebé para los primeros días de enero y sabe que no contará con ayuda estatal; los cuatro millones y medio de parados que están en sus casas cruzados de brazos; un gran número de trabajadoras y trabajadores que saben que su empleo pende de un hilo; los que tienen una pequeña empresa y ven, que un día sí y otro también, los encargos no llegan y tienen que despedir a un trabajador, que además es su amigo o un miembro de su familia; los que regentan un pequeño comercio y se pasan las horas sin vender absolutamente nada porque la gente, en general, no tiene dinero para gastar; los agricultores que han visto en los últimos años que el campo español se ha ido por el sumidero; todas las personas que han perdido sus viviendas a manos de los bancos y cajas porque no tienen para pagar sus hipotecas, todas las trabajadoras y trabajadores que saben que a la vuelta de la esquina les espera una reforma laboral con las fauces abiertas, y que supondrá un recorte terrible de los derechos laborales, etc., etc. Todos estos sí tienen razones más que de sobra para estar con la depre.
Así que el Presidente Zapatero debería darse una vuelta por la vida real de este país, y verá que sí hay gente con la soga al cuello, gente que lo está pasando bastante mal, gente que tiene que hacer mil y un malabarismos para sobrevivir día a día. Tal vez muchos más de los que él imagina. Aunque no sean socialistas.
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