La reforma laboral El inolvidable humorista Miguel Gila, analizando los motivos que pueden llevar a un escalador a encaramarse en lo alto de una montaña, especulaba: «tendrán familia arriba». El buen hombre no sé explicaba a qué otra cosa podía uno subirse a los picos más altos. Pues la misma duda me surge a mí […]
La reforma laboral
El inolvidable humorista Miguel Gila, analizando los motivos que pueden llevar a un escalador a encaramarse en lo alto de una montaña, especulaba: «tendrán familia arriba». El buen hombre no sé explicaba a qué otra cosa podía uno subirse a los picos más altos. Pues la misma duda me surge a mí cuando pienso en la increíble reforma laboral con que nos ha obsequiado el ejecutivo, «algún interés tendrán en traicionar los derechos laborales que tantas décadas ha costado conseguir», algún interés neoliberal o algo parecido, supongo.
Con esta reforma han abierto la caverna de antiguos monstruos, de antiguas tentaciones, de antiguas prácticas que cada vez recuerdan más a la esclavitud.
Se lo han puesto en bandeja a todos aquellos que se aprovechan del esfuerzo colectivo, del esfuerzo de las decenas, cientos, y a veces miles de trabajadores que son necesarios para producir un solo rico. A partir de ahora se precisará menos materia prima (trabajadores a explotar), ya que, en conjunto, el apartado «mano de obra» será infinitamente más rentable en sus balances.
Se lo han puesto en bandeja a la derecha, que haciendo de tripas sinrazón , sacan pecho anunciándose como el partido del pueblo, de los trabajadores. Anuncian que todos estamos en el mismo carro, pero ellos arriba y nosotros abajo, como diría Evaristo Páramos. Ellos siempre han estado encima, por encima de los trabajadores, y muy por encima de sus derechos.
Que nadie se engañe, los representantes del PP solo se pusieron del lado del pueblo, cuando ya estaba moribundo, cuando ya no había nada que hacer por sus derechos, y solo para salir en la foto.
Después de hercúleos esfuerzos seculares para conformar unos mínimos derechos laborales, después de sobrevivir a guerras santas y no tan santas, después de sobrevivir a las prácticas de amenaza y manipulación sistemáticas, después de sobrevivir a una transición, después de vivir (¡¡aún en el siglo XXI!!) bajo una monarquía; después de todo, tiene que venir un partido, supuestamente socialista, a poner esos derechos en coma, en vía muerta, a extinguirlos.
La precariedad en el empleo, junto con la precariedad de nuestra clase política, está escalando puestos en el índice de asuntos que más preocupan a los de por aquí. Recientemente he leído una encuesta en la que la escasa calidad de la clase política se alza ya al tercer puesto de las preocupaciones del ciudadano de a pie. Y eso con la que está cayendo.
Los tres deseos
Y por si cayera poco, ahora viene la CEOE y pide otros tres deseos al genio, tirando un poco más, si cabe, de la cuerda. Leo en Cinco Días el detalle de los tres deseos:
-Ampliar a toda la vida laboral la base de cotización para calcular la pensión
-Tener cotizados al menos 40 años para cobrar el 100% de la pensión (ahora son 35)
-Prolongar la edad de jubilación.
Entre los argumentos para que les concedan el deseo de ampliar la edad de jubilación, no faltan las siempre odiosas comparaciones con otros países de la UE, cuyos valores son peores que los españoles. En Irlanda, destacan, la edad de retiro es de 66 años y en Alemania de 67. Atención CEOE, pregunta: ¿Cuántos países hay en la UE?, ¿Sólo hay dos que tengan una edad de jubilación más tardía que la española?, sinceramente, me parecen pocos como para que aspiren a que este país encabece una clasificación, por otra parte, tan mezquina y explotadora. Señores de la CEOE, si solo hay dos países peor que nosotros, ser terceros no está tan mal, se lo digo yo.
Entre los argumentos para que les concedan el deseo de ampliar al menos a 40 el número de años cotizados para acceder al 100% de la pensión de jubilación, emplean el mismo mecanismo de comparación pero sin nombrar a ningún país. Se limitan a decir que como actualmente este periodo, según la legislación española, es de 35 años, pues que «habría que ser generoso en este sentido». No aclara para quien y en qué sentido habría que ser generoso, pero me da la sensación de que la intención no es la de favorecer al trabajador precisamente. Añaden que esto haría el sistema más contributivo y, por tanto, «favorecería la sostenibilidad de las finanzas públicas a largo plazo». Atención CEOE, pregunta: ¿Por qué se empeñan ustedes en que seamos siempre los trabajadores los que garanticemos con nuestros sacrificios la sostenibilidad de las finanzas públicas a largo plazo? Está claro que la CEOE en lugar de luchar contra el fraude fiscal en sus filas, pretende seguir metiendo mano en nuestros ingresos incluso cuando hayamos abandonado la condición de trabajador.
Entre los argumentos que exponen a favor de su deseo de ampliar a toda la vida laboral la base de cotización para calcular la pensión de jubilación, la patronal explica que «el sistema español es uno de los más desequilibrados de la UE». No puedo más que darles la razón, el sistema español es, efectivamente, uno de los más desequilibrados. Tener en cuenta «solo» los últimos 15 años de salarios mileuristas hacen que nuestros jubilados, en promedio, tengan unas pensiones absolutamente desequilibradas, si las comparan ustedes con las de los ciudadanos de los países de la UE. Conque, si pretenden ustedes tirar de vida laboral, desde la primera hasta la última página, para calcular las pensiones, imagínense el desequilibrio. Comparen, comparen, verán cuanto desequilibrio.
El espíritu del comunicado de la CEOE se podría resumir de la siguiente manera: Si los trabajadores explotados de los países del entorno (me encanta esta expresión) tienen menos derechos que nuestros trabajadores explotados, pues lo mejor será que reduzcamos los derechos a los nuestros. Y si los trabajadores explotados de los países del entorno tienen más o mejores derechos que los nuestros, pues lo mejor será que lo silenciemos.
No se preocupen si no alcanzan ustedes los 40 años de cotización que como mínimo pretende la CEOE, ya que si fuerzan un poco la máquina le otorgarán a usted un plazo extra para cumplirlos, obligándoles, obligándonos a que nos jubilemos con 67, 70 o sabe Díaz Ferrán cuántos años.
CEOE, y ¿quién te ha dicho a ti que quiero que legisles por mí?
Conclusión
Puede que sea una impresión mía, pero estos escaladores que se suben por encima de los derechos de los trabajadores, están obligándonos a subir nuestros particulares 14 «ochomiles». Y digo yo, ¿no será mejor que subamos los 8.000 «catorces»?, ¿no será mejor que repartamos el esfuerzo entre todos, incluyendo, por supuesto, a las SICAV, a los empresarios, a los Díaz Ferrán, a los Fabra, a los Juan Antonio Roca, a los «gúrteles», a los que evaden impuestos dentro y fuera del país, a los políticos, al gasto militar en misiones económico-humanitarias, la financiación de la iglesia y, por supuesto, el gasto de la casa real?
Esperemos a ver cuál es la reacción del gobierno con respecto a estos tres deseos-ambiciones de la CEOE, se admiten apuestas. Porque, total, echar una palada más de tierra encima del cadáver del pueblo nadie lo notará. Y menos aún si estamos en verano, cuando creen que nadie ve lo que nos están haciendo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.