El ‘president’ olvidó decirnos que el director del semanario sufrió también la persecución de las Juventudes de ERC y de Estat Català
El 16 de mayo del 2012 el señor Quim Torra publicó un artículo en ‘El Punt Avui’, titulado ‘Que qui la FAI la pagui’. En este artículo, rebosante de tópicos reaccionarios contra la revolución libertaria del 36, que casan perfectamente con el autor del artículo y su pensamiento nacionalista, sectario y burgués, afirma cosas que no son ciertas. O que no son toda la verdad.
El señor Quim Torra enaltece «el gran periodismo catalán (casero) del diario ‘La Publicitat’, la revista ‘Mirador’ y el semanario humorístico ‘El Bé Negre'». Lo que el señor Quim Torra no nos dice es que Josep Maria Planes, periodista de ‘El Bé Negre’, sufrió la violencia de los independentistas catalanes del momento. No nos dice toda la verdad cuando afirma que solo padeció el rechazo de la FAI. Rechazo que tampoco nos explica que respondía a las difamaciones de gansterismo, arrojadas contra el movimiento libertario. El señor Quim Torra olvida decirnos que Planes y ‘El Bé Negre’ sufrieron la persecución de los nacionalistas radicales de las Juventudes de Esquerra Republicana y de Estat Català (JEREC).
Desfile marcial en Montjuïc
El 22 de octubre de 1933, ocho mil milicianos uniformados de las JEREC desfilaron marcialmente en Montjuïc, imitando el modelo nazi-fascista. Vestidos con camisa verde, pantalones oscuros de pana, correajes de cuero y botas forradas de hierro, escucharon en formación militar los discursos de Miquel Badia, de Josep Dencàs (según la ‘Soli’ -el diario ‘Solidaridad Obrera-, ridículo imitador de Hitler) y del tan manipulado como ambicioso ‘president’ Macià. Tal desfile provocó al día siguiente un encendido debate en el Parlament, que rechazó tales manifestaciones totalitarias, aunque todo quedó en pura charlatanería y una pasmosa pasividad.
El 24 de octubre de 1933, un grupo de escuadristas o ‘escamot’ asaltó a punta de pistola la imprenta del semanario humorístico ‘El Bé Negre’, dirigido por Josep Maria Planes, produciendo algunos desperfectos, al tiempo que destruían los cinco o seis mil ejemplares de la revista en curso de impresión. No se detuvo a nadie; el redactor que había ofendido a algunos dirigentes de ERC y de Estat Català huyó a un lejano país. El propietario de la imprenta presentó cargos por vandalismo contra el confeso participante en el asalto, el ‘señorito’ Jaume Aiguader (hijo del alcalde de Barcelona y dirigente de ERC con el mismo nombre), que había estado al mando, con su tío Artemi, del ‘escamot’ de los 15 asaltantes del semanario. La ‘Soli’ advirtió que si los ‘escamots’ les atacaban se defenderían adecuadamente, muy lejos de la pasividad demostrada por ‘El Bé Negre’.
En los meses siguientes, la emulación fascista de los ‘escamots’ se aplicó a reventar huelgas y boicotear los mítines de los partidos rivales. Al mismo tiempo, Badia y Dencàs se hacían con los resortes efectivos de Gobernación y Orden Público. Mientras tanto, los masivos mítines confederales promovían la campaña abstencionista de la CNT. La guerra social seguía su curso.
Asumidas, entre finales de 1933 y finales de 1934, las competencias de Orden Público, traspasadas al Gobierno de la Generalitat, el binomio Dencàs-Badia desplazó al nacionalismo más moderado de las áreas de Orden Público. Josep Dencàs, de la Conselleria de Governació, y Badia, en Comisaría, impusieron una política represiva anticenetista, de signo fascista y racista. Intervinieron decisivamente en las huelgas del transporte para intentar romperlas; maltrataron y torturaron metódicamente a los sindicalistas detenidos en comisaría, incrementaron la persecución contras los grupos anarquistas de acción y aplicaron abusivamente la vigente ley de Vagos y Maleantes contra la organización y las acciones de los parados. Incluso llegaron a revitalizar el Somatén y fomentaron la organización y armamento de los ‘escamots’, milicia catalanista, como organizaciones paramilitares anticenetistas.
La CNT y la insurrección de 1934
Los hechos del 6 de octubre de 1934, y la consiguiente disolución del gobierno de la Generalitat por el Gobierno central, rompieron una dinámica que conducía, probablemente, a una confrontación similar a la de los años del pistolerismo. ¿Aún se pregunta por qué la CNT no participó en la insurrección del 6 de octubre de 1934, dirigida por ese gobierno antiobrero? El señor Torra está condenado a no entender la realidad social catalana, ni la de ayer ni la de hoy.