¿Quo vadis Izquierda Unida Los resultados electorales que en primera instancia volvieron a dar lugar a numerosas y diversas interpretaciones, han dejado rápidamente el paso a la conjunción pactista entusiastamente desarrollada por las élites de los partidos. Las esperadas reflexiones de la clase dirigente política han sido aparcadas, ¿quién sabe si definitivamente?, en beneficio del […]
Los resultados electorales que en primera instancia volvieron a dar lugar a numerosas y diversas interpretaciones, han dejado rápidamente el paso a la conjunción pactista entusiastamente desarrollada por las élites de los partidos. Las esperadas reflexiones de la clase dirigente política han sido aparcadas, ¿quién sabe si definitivamente?, en beneficio del pactismo. No obstante para quienes nos encuadramos políticamente dentro de la izquierda alternativa, los que se dieron en el teórico baluarte cordobés, significaron, a ciencia cierta, un duro mazazo.
Aunque la lista de Rosa Aguilar fuera la más votada en los barrios obreros y ganara en 212 mesas frente a las 191 del PP -donde la participación fue muy superior a las primeras-, las elecciones significaron para la candidatura de IU la pérdida de 15.563 votos, más de 11 puntos en términos porcentuales. Todos los datos parecen indicar que hubo una alarmante desmovilización del electorado de izquierdas, puesto que muchas personas que simpatizan con la coalición pasaron directamente del asunto y prefirieron remolonear en la cama o irse de perol a cumplir con el derecho de la ciudadanía a emitir su sufragio. A esto se le podría unir la poca alegría con la que buena parte de la militancia acudió a votar, conscientes de que el voto a disgusto era un mal menor frente a lo que se podía avecinar si el PP ganaba. Evidentemente con estas pautas se agrupaba una parte del electorado que además de percibir una apuesta personalista y populista sin connotaciones ideológicas, que suele acarrear dolor de espalda por las palmadas recibidas pero pocos votos, ha podido dejarse llevar por el cansancio motivado por los constantes guiños dedicados desde el poder municipal al conservadurismo más rancio.
A la advertida carencia en la realización de políticas de izquierdas desde el equipo de gobierno municipal, también cabe añadir, según consideración de la candidatura, la dificultad en explicar de manera convincente los logros atribuibles a su gestión durante el último mandato. Es cierto, en quince días de campaña, dicho sea de paso desatinada y elitista, es muy difícil convencer a la ciudadanía de la consecución de los compromisos contraídos durante la legislatura. Esta es una tarea que se tiene que realizar día a día, continuamente, exponiendo con claridad, no sin antes cumplir las promesas realizadas.
La activamente desarrollada constancia populista, ha venido de la mano de la ausencia de miradas hacia los grupos que tienen un modelo de ciudad alternativo y de duros enfrentamientos con los sectores más comprometidos del ecologismo, que ponían sobre la mesa otro modelo de crecimiento urbano más respetuoso con el medio ambiente. El equipo de gobierno de Rosa Aguilar olvidó que en las siglas de la coalición también está la de «Los Verdes» y desatendió a una Córdoba donde la izquierda siempre ha obtenido buenos resultados, desinteresándose por la posibilidad de hacer pedagogía desde el Ayuntamiento. Porque desde nuestras instituciones municipales se puede y se tiene que educar a una ciudadanía crítica que se sienta estimulada por su posibilidad de participar y por la inequívoca apuesta por los Presupuestos Participativos. Al tiempo que se debe apostar por lo colectivo y la elaboración conjunta, potenciando lo programático sobre la personalización de la política. Porque desde los Ayuntamientos cabe apostar por el laicismo militante como espacio público concebido a modo de ente socializador y neutral, con separación absoluta de Ayuntamiento y creencias religiosas; y luchar por el modelo de estado federal y republicano, o por la exigencia del cumplimiento de la ley máxima en todos sus aspectos: derecho al trabajo, a la vivienda digna y al salario justo. Y defender con uñas y dientes el concepto de «lo público», utilizando como espejo las empresas municipales, no «externalizando» servicios ofrecidas por las mismas. En definitiva se trata de que la gestión política municipal honrada y limpia que caracteriza los gobiernos de Izquierda Unida en los Ayuntamientos, diste mucho de la asepsia; de ahí que deba presentarse con la carga ideológica correspondiente a los valores y a los fundamentos que nutren su idiosincrasia particular: comunistas, ecopacifistas, alternativos, republicanos, …
Izquierda Unida cara al 2011 necesita realizar una profunda autocrítica, distante de la flagelación, para despertar del sueño en el que se ha sumido y demostrar que es una organización diferente a las dos grandes formaciones que reducen la política española. Esta singularidad debe demostrarla continuamente dando ejemplo de coherencia frente a los incumplimientos de los citados. Izquierda Unida tiene que reforzar su dignidad, procurando el paradigma, para lo cual se hace necesaria la observancia del espíritu y de la letra que dotan su condición, porque los estatutos de la organización se hacen para ser cumplidos, de manera que si existe una limitación de mandatos para que nadie se eternice en los cargos hay que aplicarla sin vacilaciones. IU desde su espíritu vocacional se conforma como una organización distinta porque las personas que en ella ocupan puestos de responsabilidad no pueden desempeñarlos perpetuamente, al modo de los políticos profesionales, tan denostados por el común de la gente que considera negativamente su dependencia exclusiva de la remuneración que les aportan los cargos. IU nació con características propias estableciendo que en su organización la confección de las candidaturas electorales parte desde las bases, desde la militancia y desde la ciudadanía, que facultan a los dirigentes para realizar la tarea, imposibilitando los característicos repartos de migajas de los partidos mayoritarios destinados a contentar el «que hay de lo mío» o a garantizar entre «las gentes» de los «aparatos» algunos puestos de salida. De ahí que no debieran tener sentido las omnímodas peticiones de «manos libres», a que nos acostumbran PSOE y PP, traducidas en la inclusión «por vía digital» de personas poco o nada vinculadas a los movimientos sociales de izquierdas. En IU la voluntad orgánica se compone inequívocamente en la colectividad de las personas que la integran.
Ahora la posibilidad de los pactos debería haberse debatido colectivamente posibilitando la adopción de conclusiones legitimadas. Así quedaría demostrado que no son los sillones, los cargos ni las prebendas lo que importa en IU, sino el trabajo para la ciudadanía desarrollando programas de gobierno realizables.
Sin lugar a dudas es la hora de analizar, actuar e invertir el proceso, mediante el debate, sereno, reflexivo, sincero, que aporte ideas que ayuden a sumar. Los resultados obtenidos brindan la oportunidad de la recuperación, desarrollando la alternativa de izquierdas que pasa necesariamente por una lectura autocrítica, capaz de posibilitar la asunción de las ineludibles responsabilidades que permitan la generación de las adecuadas condiciones para desarrollar el futuro del proyecto de IU en Córdoba.
Mucho es lo que está en juego, por tanto ¡a cambiar!
* Salvador Buades Castell. Colectivo Prometeo