A Ramón Fernández Durán, miembro de Ecologistas en Acción, la muerte no le cogió por sorpresa anteayer por la mañana. En el mes de marzo, el intelectual y militante del ecologismo social desde hace más de treinta años, había hecho pública una carta de despedida. En ella, reivindicaba el derecho a una muerte digna y […]
A Ramón Fernández Durán, miembro de Ecologistas en Acción, la muerte no le cogió por sorpresa anteayer por la mañana. En el mes de marzo, el intelectual y militante del ecologismo social desde hace más de treinta años, había hecho pública una carta de despedida. En ella, reivindicaba el derecho a una muerte digna y hacía un repaso de su trayectoria vital: «Me da algo de pena desaparecer en estos momentos en que la Historia parece que se acelera, pues se ha puesto otra vez en marcha irresistible después de que nos alertaran en los noventa sobre el Fin de la Historia. Y esta nueva activación de la Historia viene también determinada cada vez más por la Crisis Energética, Ecológica y Climática que amenaza al Planeta y a las sociedades humanas. Sobre todo la primera, a corto plazo, pues el principio del fin de los combustibles fósiles, a punto de empezar, va a suponer una ruptura histórica total. En los últimos 60-70 años, el sistema urbano-agro-industrial mundial ha consumido grosso modo la mitad de los combustibles fósiles que disponía el Planeta. Y eso ya no puede continuar más tiempo, pues estamos a punto de iniciar el declive energético fósil.»
Ramón Fernández Durán (Sevilla, 1947), de formación ingeniero de caminos y Premio Nacional de Urbanismo, iniciaba su activismo político en la lucha antifranquista desde los entornos autónomos del Madrid de los años setenta. Dejó su plaza de funcionario e inició un nuevo viaje hacia la creación intelectual y la militancia político-social: Ramón abandonó la construcción de puentes de hormigón para hacerse ingeniero de puentes políticos, más difíciles y frágiles. Participó en los setenta en organizaciones barriales. En los ochenta, impulsó activamente el movimiento contra la OTAN. En los noventa, promovió las movilizaciones «Desenmascaremos el 92» y «50 años bastan. Las otras voces del planeta», contra el Banco Mundial y el FMI, así como el Movimiento contra la Europa de Maastricht y la Globalización Económica, acontecimientos que abrieron camino al movimiento antiglobalización. Fue clave en la fundación de Ecologistas en Acción en 1998. De su mano hemos entendido la economía financiera, el papel de los combustibles fósiles en el capitalismo y las graves repercusiones socioambientales de la Unión Europea.
Referente indiscutible de los movimientos sociales, ha publicado, entre otros, libros como La explosión del desorden. La metrópoli como espacio de la crisis global (1993), El tsunami urbanizador español y mundial (2006), El crepúsculo de la era trágica del petróleo (2008) o La quiebra del capitalismo global: 2000-2030 (2011).
Quienes conocieron a Ramón en manifestaciones, asambleas, Universidades y foros siempre han destacado su faceta excepcionalmente humana, su disposición a aprender de los demás, su humildad, su humor y, sobre todo, su coherencia radical entre sus ideas y su forma de estar en el mundo. Cotidianamente nos ha enseñado con su trabajo, sus afectos, su saber vivir, cómo conjugar su gran capacidad intelectual con esas otras tareas, tan invisibles como importantes, como llevar las pancartas o no marcharse de una fiesta sin fregar los cacharros.
Para él vivir era celebrar la vida con la vida: con su compañera Ana Hernando, militante feminista; con esa familia que se quiere mucho; y con esa otra familia incompleta, diversa, inconforme, rebelde e imperfecta de la que forma parte, los movimientos sociales.
Con su coherencia vital y su ejemplo nos deja una enseñanza: «atreverse a imaginar el futuro para poder influir sobre él». Eso haremos, compañero.
Tom Kucharz y María González Reyes firman este texto en nombre de Ecologistas en Acción.
Fuente: http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/index.php?x=3906