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Realidad global vs. hegemonía social

Fuentes: Alai-amlatina

El Tegucigolpe reafirma que Centroamérica es parte integrante del área de influencia y control directo de Estados Unidos. Éstos han decidido que después de la cuasi-anexión de México, esta región estratégica no podía ser una frontera en disputa con el bloque de Sudamérica. Ese riesgo no lo podían permitir cuando la revolución bolivariana, que encabeza […]

El Tegucigolpe reafirma que Centroamérica es parte integrante del área de influencia y control directo de Estados Unidos. Éstos han decidido que después de la cuasi-anexión de México, esta región estratégica no podía ser una frontera en disputa con el bloque de Sudamérica. Ese riesgo no lo podían permitir cuando la revolución bolivariana, que encabeza Venezuela, estaba cobrando una creciente influencia.

Si el área del Caribe – con excepción de Cuba – constituye el primer anillo de seguridad y explotación del imperio, donde sigue imponiéndose manu militari, en el Istmo Centro-americano les era indispensable la continuación del modelo neocolonial y neoliberal. Un Taiwán en occidente. Por ello, la tarea de desbaratar preventivamente cualquier intento unificador de estos micros-Estados, o impedir que ellos cristalizaran modelos sociales más equitativos, era una tarea de primer orden para Washington.

Desde nuestra perspectiva, estamos pagando el precio por la fallida consolidación de la Federación Centroamericana después de la expulsión de la Corona Española.

La larga cadena de magnicidios, invasiones, golpes y guerras anti-insurgentes impulsadas por los EE.U., han causado la hibernación del latifundio en esos países, el mantenimiento del poder totalitario de la oligarquía y la existencia de economías que son meras extensiones o enclaves de la potencia del Norte.

Con el Tegucigolpe se re-actualiza una práctica añeja en uno de los «anillos débiles» de la cadena, y se notifica que la doctrina Monroe sigue teniendo vigencia, por lo menos, hasta el canal de Panamá. Más al sur, el Pentágono ha comenzado el despliegue de fuerzas para su restauración.

La proliferación de bases militares [1] , el fomento de la subversión interna bajo el disfraz legalista de los procesos de-constituyentes, el sicariato político a través de los mercenarios de la narco-economía, el terrorismo psicológico del latifundio mediático, representan elementos constitutivos de una barrera de contención. Es una etapa en la larga marcha hacia la recuperación de la gran reserva de hidrocarburos venezolanos y la apropiación de la biodiversidad de la Amazonía. No sólo Venezuela o el ALBA están en la mira, también Brasil y el «bloque del sur» están avisados y amenazados.

Fraguando y realizando el Tegucigolpe, el Pentágono ha aclarado que la democracia participativa, los «populismos», la repotenciación que se intenta de los poderes nacionales, o la inclusión social de los sectores subordinados de nuestros países, no hacen parte de su fórmula de «democracia y libertad».

Quieren imponer el olvido y el desprestigio de los procesos constituyentes, nada de reformas agrarias, ninguna redistribución de la renta o formas nuevas del contrato social. Más bien, las elites y sus patrocinantes del norte, apuntan a obtener mano de obra (costo del trabajo) más barata que la de China o el sudeste asiático, aprovechando la «ventaja comparativa» de la cercanía con la frontera sur de EEUU. Es su fórmula para competir globalmente con la nueva potencia oriental.

El análisis de la situación concreta

La paralización del proyecto de trasformación liderado por Zelaya – de/constituyente preventiva + golpe disfrazado – que es un triunfo del imperio y las oligarquías regionales, ¿tendrá como causa la debilidad del pensamiento crítico del caudillo? O… ¿Es resultado de las insuficiencias teóricas del grupo dirigente del bloque popular hondureño o latinoamericano?

Para los adictos al todo o nada, las explicaciones no se basan en la realidad de los hechos y de las fuerzas en contienda, sino que pretenden encontrar explicaciones en las alturas aparentes de una auto-referencial superioridad ética. Lo que a sus ojos parecía demasiado poco, como en el caso de Chile con Allende, fue definitivamente demasiado para las elites en el poder.

Simplemente, la correlación de fuerza global sigue siendo favorable a las elites capitalistas. Los «radicales» sobre-estiman el efectivo poder de los gobiernos frente a los poderes fácticos de la burguesía globalizada: bancos, latifundios agro-exportadores, lazos y redes empresariales, fuerzas militares, medios de comunicación, alta jerarquía de las iglesias y aparatos ocultos (Opus Dei, narco-mafias, bases militares extranjeras, etc.).

Esos «radicales» idealizan la fuerza de los gobiernos nacionalistas, así muchos de ellos no tengan siquiera una mayoría propia en los parlamentos, o no cuenten con probados partidos políticos que respalden sus políticas en forma orgánica y consistente. Esos doctrinarios creen que la democracia participativa se hace «por decreto», no valoran la diferencia entre haber logrado una nueva Constitución o no, ni tienen en cuenta que la participación social en los asuntos públicos es algo que deberá construirse en varias décadas.

La actual «cancha de la pelea» son las sociedades nacionales. Las fuerzas determinantes son las que se disponen y juegan al interior de estas geografías sociales. Es un gravísimo error sobre-estimar el factor internacional. Israel – a lo largo de seis décadas – es la demostración de que un Estado puede perpetuar su comportamiento ilegal y agresivo, a pesar de incontables condenas y censuras de todos los organismos internacionales sin que haya modificado su comportamiento interventor.

Es cierto que Mel Zelaya botó por la borda todo el «capital diplomático» – otorgado por el continente y por la «comunidad internacional» -, cuando tomó el camino de Washington, y cayó en la trampa originaria de su primera escala forzada en San José, al cuidado del lacayo mayor de Costa Rica. Fue sin duda un gran error. El mismo que cometió Aristide: negociar con los planificadores y financistas de los sicarios golpistas de Haití: prácticamente Titide volvió al gobierno de la mano de los que lo tumbaron y que después lo deportarán a África. Se alió y creyó en su enemigo, y éste se lo engulló.

¿Son errores subjetivos o movidas obligadas? ¿Debilidad personal o vulnerabilidad de las micro-naciones todavía colonizadas? Los líderes no son el capricho del azar sino la consecuencia y fruto de circunstancias determinadas [2] . Aristide repetía siempre que «No importa lo que yo haga o no haga, ¡Estados Unidos actuará siempre contra Haití!»

¿Cabe en nuestra imaginación una evolución seria del escenario, viendo a «Zelaya de nuevo en Palacio», cohabitando con el alto mando golpista, al lado de los mismos leguleyos pétreos, y con los diputados en subasta permanente? Los mínimos márgenes de maniobra, colindantes con la impotencia institucional, hubieran desgastado no sólo el prestigio del «finquero liberal». Nos guste o no, tiene el mérito de haber catalizado las energías latentes de un pueblo y un país, acelerando su historia y colocándolo en el umbral del siglo XXI.

Hoy están en la mesa del debate colectivo los puntos fundacionales de un nuevo Proyecto-País. Se dispone de un mapa con algunas rutas principales ya trazadas. Hay que revisar las causas que temporalmente han encallado el barco. Debemos aprender de la navegación emprendida por la nueva Afro-indo-euro-América.

Existe la ruta-FARC de la preparación de la insurrección armada (cero elecciones) ya practicada sin éxito relevante en Centroamérica; también la ruta-zapatista de construir poderes locales autónomos, «no-institucionales» (poder paralelo); y la ruta del sur, que hoy lidera – con claridad mental y consistente práctica social-, el movimiento de Evo Morales y García Linera en Bolivia.

Esta última, es la estrella polar que ha iluminado el camino de la Segunda Independencia. Es el camino exitoso – aún sea parcialmente – para los pueblos; eficaz para recortar las garras de las elites neocoloniales de Caracas, Quito, La Paz, o para sustraer el poder político a la oligarquía argentina, brasileña, uruguaya y paraguaya. Después del poder de veto que obligó a varios presidentes a fugarse, llegó el poder de designar nuevos gobiernos.

Es la culminación de un extraordinario proceso de acumulación de fuerzas de los sectores excluidos y diezmados por los cantores de la propiedad privada transnacional, fundada sobre la negación de la propiedad, derechos, recursos y representación a los autóctonos. Se ha tratado de una ruptura de paradigmas (reforma versus revolución, partido versus movimientos) que ha cuajado amplias coaliciones de fuerzas sociales y políticas. El poder ya no es un asalto al castillo sino un proceso de trasformación progresivo, actuando como redes ofensivas, durante el cual la hegemonía popular avanza quitando espacios y poderes a las elites, logrando dividirla, neutralizarla y por fin archivar su dominación.

Rescatar y afirmar el valor estratégico de la soberanía popular y nacional y la fuerza cohesionadora de la integración de los sectores excluidos y subalternos, es el primer peldaño de la escalera que lleva a la Patria Grande indo-afro-euro-americana, independiente, equitativa, unida, al reparo de la depredación de la orca imperial y sus tiburones locales.

¿Ese será el salto cualitativo que pueden dar las fuerzas populares de Honduras? Ellos tienen la palabra.



[1] En la de Palmerola (Honduras) se organizó la invasión de Guatemala (1954), la guerra contra el sandinismo y el golpe contra el presidente Zelaya.

[2] El intento fallido de imponer un impuesto a los agro-exportadores argentinos no se debe al neoperonismo sino a la mayor fuerza y organización de las elites económicas.

Fuente: http://alainet.org/active/35983