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Recado al humorista George Harris

Fuentes: Rebelión

Tú, que eres periodista, y que quizás tu carrera te salió gratis en la Venezuela de tus chistes, sería bueno que vinieras e intentaras hacer como en Miami: buscar el aplauso plastificado solo porque hablas mal de tu gobierno y de la izquierda, al modo en que, incluso, lo hace mejor el más picante de los políticos contrarios a Chávez y su gobierno.

Pues nos veremos por aquí. Estaré mirando la tele a ver qué tanto. De arrechura. Como sabemos, consistente con el ser latinoamericano, en Chile nos reímos de todo, especialmente de o en las desgracias, lo que es una forma de resiliencia.

Nuestro continente ha sido azotado desde siglos no solo por la naturaleza bravía, juguetona, pizpereta, risueña y enojona, sino por seres humanos que llegaron a matar y a saquear. Y esa costumbre se quedó hasta ahorita.

Pero también se nos quedaron las palabras, la ironía, el humor, la picardía de los españoles de alabarda y azuela, de olivares sabrosos y de riojas chispeantes, y de la picaresca que escribieron a escondidas de la inquisición.

Eso se hizo raíz en este continente contestón, respondón, jodedor, risueño, fiestero y soñador. Y muy castigado por la naturaleza que de vez en cuando pega sus corcoveos, pero mucho más por los dueños del poder que casi no ríen.

Aprendimos entre cataclismos de tono bíblico, de tragedias de verbo griego y masacres de espanto, pero también insuflados por una naturaleza que nos ha prodigado las chispas para la celebración y la hermandad, a reírnos de nosotros mismos.

Otra cosa es el denuesto fácil, la grosería vasta, la agresión impune y por qué no, la mentira envuelta en cosa supuestamente graciosa, el humor de cuartel y de facho descerebrado y potencial genocida.

Como el tuyo.

Otra cosa es que el facherío local te contrate como parte de una estrategia política barata, en la que no serás sino un tonto útil que haga eco con sus opiniones políticas en el público venezolano. Un bufón de la corte.

Y aquí tienes escenario para eso. Chile no es el Miami y sus miserias y miserables, pero tenemos a muchos de unos y de otros.

Deberías averiguar qué ha pasado y como han sido los humoristas de derecha en este país: casi no existen. Y de haberlos, son increíblemente malos, fomes, lerdos, romos, ignorantes, aburridos, sin chispa, ni gracia.

Casi siempre se afirman en tonteras insulsas como eso de que el presidente Boric no tiene título universitario. ¿Man, dónde está la gracia de aquello?

Tú, que eres periodista, y que quizás tu carrera te salió gratis en la Venezuela de tus chistes, sería bueno que vinieras e intentaras hacer como en Miami: buscar el aplauso plastificado solo porque hablas mal de tu gobierno y de la izquierda, al modo en que, incluso, lo hace mejor el más picante de los políticos contrarios a Chávez y su gobierno. O régimen, si quieres.

Todo, por cierto, absolutamente legítimo, con todo derecho y justificación. Cada uno es dueño de pensar como le dé la gana.  

Pero no te dará para mucho más porque, como humorista, y en Chile sabemos de ese fauna, eres un tipo fome, sin gracia, uno que quiere ganarse sus reales fáciles. Y está bien. Te respeto también ese derecho. Cada maestrito con su librito.

De modo que mi recado se resume en que vengas a hacer lo tuyo, pero ni se te ocurra ponerte a la lata con los poderosos porque habrás escuchado del anticomunismo que arrecia en la comarca.

Con tus compatriotas, lo que quieras. Pero te adelanto que en este país hay cosas que no se tocan, que no son susceptibles de ser objeto de mofa. Más aún si lo intenta un comediante malo como usted, pana.

Salvo, eso sí, en medio de descerebrados y cuarteleros, en medio de eunucos servidores de los harenes del poder e ignaros básicos de la talla de una ameba. Ahí, su triunfo está asegurado.

Pero.

¿Has escuchado alguna vez que en los escenarios en los que quieres debutar o en cualquier otro, se haya oído algo que no fueran aplausos y respeto por el presidente Salvador Allende, quizás el más grande, heroico y ejemplar presidente que ha tenido América Latina?

Ni en la dictadura, pana. No joda. Usted toca al Chicho y, dicho en chileno, le va a llegar a las huevas.

Lo saludo con respeto, man. De nada.