Lo más notable del momento que se vive en Colombia es que ha aparecido una juventud que no está preocupada por cambiar el gobierno sino porque cambie la sociedad. Y aunque no tiene afán, no va a parar, no se va a detener. Aunque intentarán detenerlos. Para estos jóvenes lo principal se llama Dignidad. Ellos […]
Lo más notable del momento que se vive en Colombia es que ha aparecido una juventud que no está preocupada por cambiar el gobierno sino porque cambie la sociedad. Y aunque no tiene afán, no va a parar, no se va a detener. Aunque intentarán detenerlos.
Para estos jóvenes lo principal se llama Dignidad. Ellos se están auto-descubriendo y avanzando. No necesitan jefes ni quieren libretos preconcebidos. Están desbrozando el camino y rompen con esquemas vetustos. Están siendo autónomos e independientes.
Esa juventud está descubriendo nuevos caminos que los alejan de quienes hacen girar la política alrededor del Estado. Y por tanto, como ya está ocurriendo, se ven obligados a organizar la fuerza auto-convocada de la gente. Sin siglas y símbolos del pasado.
Ya lo demostraron con la realización de la marcha-concierto del domingo 8 de diciembre. En un efectivo diálogo con la gente cambiaron la decisión inicial de hacer el concierto en el Parque Simón Bolívar y organizaron una gran marcha plena de música y de pasión rebelde.
La dinámica que ha venido tomando el paro nacional en Colombia desconcierta a quienes están acostumbrados a que toda protesta debe terminar en una negociación. El Comité de Paro no lo ha entendido todavía y se enreda en ires y venires burocráticos.
El mayor triunfo para los jóvenes no es derrotar al gobierno, ni sacar a Duque, ni lograr la firma de un decreto o acuerdo, que saben que van a desconocer de inmediato.
Como pasó con el llamado «acuerdo de paz» o con los cientos de acuerdos que han firmado todos los gobiernos con las organizaciones de campesinos e indígenas.
Ellos lo han venido planteando con toda claridad pero los «dirigentes» y los políticos que pretenden «atrapar» la protesta, no los escuchan.
Por eso le llamo un paro «posmoderno», porque está superando lo «moderno», lo tradicional, lo «tangible». Es una protesta «inatrapable» por las fuerzas políticas tradicionales porque convoca a la gente más allá de cualquier cálculo político, electoral o burocrático.
El mayor triunfo de esta juventud consiste en lograr que más gente se sume a la protesta. Ellos mismos lo dicen: «Recién estamos comenzando».
Y van a continuar. Que nadie lo dude. Y hay que ayudarlos para que no se vayan a dejar atrapar de la «política» y sigan haciendo Política con mayúscula, como lo vienen haciendo.
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