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Rectificar o hundirse

Fuentes: La Joven Cuba

Pocos meses faltan para conmemorar el décimo aniversario del dramático ultimátum lanzado por Raúl ante la Asamblea Nacional en diciembre del 2010:

Si queremos salvar la Revolución hay que cumplir lo que acordemos, y no permitir después del Congreso −como ha sido hasta ahora en muchos casos muy elocuentes− que los documentos vayan a dormir el sueño eterno de las gavetas […] O rectificamos o ya se acabó el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos, y hundiremos, como dijimos con anterioridad, el esfuerzo de generaciones enteras.

Su mensaje sirvió de consigna y preámbulo a la discusión masiva del proyecto de los Lineamientos y todo lo acordado en el VI Congreso del PCC (abril 2011). Llama la atención que varias de las críticas hechas a la gestión del Partido/Estado/Gobierno en la primera parte de ese discurso permanezcan aún sin resolver y bien puedan ser repetidas en el VIII Congreso, previsto para el primer semestre del próximo 2021.

Mantienen vigencia plena sus aseveraciones de que: “la situación económica es la principal tarea del Partido y del Gobierno y la asignatura básica de los cuadros a todos los niveles” y que es preciso:

[…] poner sobre la mesa toda la información y los argumentos que fundamentan cada decisión y de paso, suprimir el exceso de secretismo a que nos habituamos durante más de 50 años de cerco enemigo. Siempre un Estado tendrá que mantener en lógico secreto algunos asuntos, eso es algo que nadie discute, pero no las cuestiones que definen el curso político y económico de la nación.  

En aquel momento, el líder aseguró que el quinquenio 2011-2015 sería el: “período en el que, de manera gradual y progresiva, se irán introduciendo cambios estructurales y de conceptos en el modelo económico cubano.” Un lustro después, en el VII Congreso (abril 2016), se informó que solo se había implementado el 21% de los 313 Lineamientos, un 77% estaba en proceso de ejecución y un 2% no se había iniciado aún. Se había impuesto ya el andar lento y zigzagueante del lema: “Sin prisa, pero sin pausa”.

Una década después, otras medidas expuestas por Raúl en aquel discurso apenas comienzan a ser implementadas. Entre ellas: “Eliminar tantas prohibiciones irracionales que han perdurado por años, sin tener en cuenta las circunstancias existentes, creando el caldo de cultivo para múltiples actuaciones al margen de la ley, que frecuentemente dan lugar a la corrupción en distintos grados.” De haberlo hecho ya, muchas de las “ilegalidades” actuales del NTV serían producciones de pymes y cooperativas que aportarían al mercado interno y al presupuesto de la nación.

En la relación entre las economías estatal, privada, cooperativa y subterránea es fundamental que el Estado/Gobierno asuma de una vez que está para prohibir lo que no convenga al bien común, no para autorizar qué se podrá hacer. El concepto de que todo está prohibido hasta que no aparezca en una lista oficial de actividades autorizadas es un portazo en la cara al emprendimiento ciudadano.

De las promovidas en aquel discurso, la medida más trascendente en esta década ha sido la ampliación del trabajo privado (TCP), aunque sin el correspondiente mercado mayorista y numerosas trabas burocráticas a su crecimiento. Su aplicación trajo consigo la mayor victoria sobre el bloqueo estadounidense: la entrada al país, por la izquierda, de un fondo de inversiones en MLC –calculado en alrededor del 50% del total de las remesas− destinado a financiar una parte importante de los negocios privados.

Para el cumplimiento del objetivo reiterado por Raúl en esa oportunidad de reducir las plantillas infladas del sector estatal, ha sido decisiva la contribución del emergente sector no estatal (SNE), léase privado y cooperativo.  Si en 2008, el SNE apenas ocupaba a 835,900 trabajadores, en 2019 ya sumaba 1,435,700 −el 31,8 por ciento del empleo nacional−; lo que hizo posible disminuir el estatal a 3,079, 500 trabajadores, de 4,515 200 en 2008.

No obstante, el ritmo de las reformas se ha ralentizado a partir del 2014, a pesar de que, en diciembre de 2013, Murillo afirmara ante la Asamblea Nacional: “El año que viene, y los próximos dos años seguiremos con el programa que tenemos previsto de implementación de los Lineamientos y preparémonos todos  porque enfrentaremos las tareas más  complejas y más técnicas de los temas de la actualización del modelo Económico.”

Ni siquiera las buenas nuevas que llegaron entre 2014 y 2016 lograron acelerar el tren de las reformas (nueva ley de inversiones extranjeras, visita de Putin donde anunció la condonación de la deuda con Rusia y la reanimación del comercio mutuo; declaración Raúl-Obama de reanudación de las relaciones diplomáticas; renegociación de la deuda con el Club de París; acuerdo con la Unión Europea, que puso fin a la restrictiva “posición común”). En el 2017, llegó Trump y, con él, el sector más reaccionario del exilio cubano retornó a la Casa Blanca.

En agosto de ese año, el gobierno anunció que no autorizaría la creación de nuevas cooperativas no agropecuarias hasta tanto no erradicara las «limitaciones e insuficiencias» que había detectado en su funcionamiento. En 2018, tres ciclones fuertes se abatieron sobre Cuba (Alberto, Irma y Michael) provocando cuantiosos daños; pero mayor aún fue el ocasionado por el cese de la participación cubana en el Programa Más Médicos de Brasil, ante la agresión de Bolsonaro. Unos 6 mil millones de USD dejaron de ingresarse, en momentos en que Venezuela entraba en una grave espiral de conflictos internos que ponían en riesgo la colaboración bilateral.

En 2019, ocurrió una sustancial subida de salarios al sector presupuestado que motivó el regreso a las aulas de 12,000 maestros, y la sociedad cubana pasó a ser una de las más dinámicas en el crecimiento de la conexión a Internet. Sin embargo, ninguna reforma económica trascendente fue aprobada. En el 2020, llegó la covid-19 y mandó a parar.

La pandemia nos ha tomado sin cambios sustanciales en el redimensionamiento de la empresa estatal y sin ampliar el uso de índices y mecanismos financieros, en sustitución de los naturales. Tampoco se ha cambiado la dinámica y forma de  gestión del crucial sector externo –comercio, crédito e inversiones−, del que sigue dependiendo nuestra economía.

En julio, el gobierno anunció una “Estrategia económica y social para el impulso de la recuperación”, con nueve principios que parecen capaces de relanzar la economía cubana. Para ello se plantearon seis medidas, aún por implementar en su mayor parte. En cambio, la extensión de las ventas en MLC a los productos de primera necesidad, con efectos recaudadores sobre la circulación monetaria, fue aplicada en una semana. Solución entendible financieramente, pero discriminatoria para la mayoría y eternizadora de la doble moneda. En estas condiciones, el fin del CUC no significará ya la  añorada reunificación monetaria.

Solo la aplicación de las medidas en una serie bien pensada y ordenada, nos dará el impulso necesario para hacer la proeza de ejecutar exitosamente las reformas en medio de la crisis mundial provocada por la covid-19. ¡Que el espíritu transformador del discurso de Raúl del 2010 y la intervención de Díaz-Canel en julio se sobreponga a cualquier barrera interna o externa… o nos hundimos!

Fuente: https://jovencuba.com/2020/10/07/rectificar-o-hundirse/