Los melones se colocan ellos solos en el camino (dicho popular argentino) Agustín Morán lleva varios años ejerciendo pública y notoriamente de fiel guardián de su «nueva ortodoxia revolucionaria», y actuando como verdadero martillo de herejes a diestro y siniestro contra tod@s aquell@s que se han desviado del presunto camino correcto (el definido por él). […]
Los melones se colocan ellos solos en el camino
(dicho popular argentino)
Agustín Morán lleva varios años ejerciendo pública y notoriamente de fiel guardián de su «nueva ortodoxia revolucionaria», y actuando como verdadero martillo de herejes a diestro y siniestro contra tod@s aquell@s que se han desviado del presunto camino correcto (el definido por él). Pero en los últimos tiempos ha intensificado este papel (que nadie le ha pedido que ejerciera) por todos los medios a su alcance, y especialmente a través de páginas del «movimiento»[1] en Internet, llegando hasta límites podríamos decir estrambóticos. Much@s hemos soportado durante los últimos años sus descalificaciones hirientes y gratuitas sin entrar al trapo, sin contestar, porque pensábamos que no valía la pena. La propia demencialidad de las críticas que nos dirigía se descalificaba a sí misma, como de hecho ha ido ocurriendo. El tiempo tiene la virtud, en general, de poner las cosas en su sitio. «Los melones se colocan ellos solos en el camino», como reza un dicho argentino. Pero todo tiene un límite, o al menos yo así lo he sentido en estos últimos días y me he visto impelido a ello (internamente, nadie me ha animado), con harto dolor de mi corazón, pero también, por qué no, con ganas de decir una serie de cosas que me rondaban por dentro desde hace mucho en relación con esta locura de Agustín. Pienso que a lo mejor el que se abra el melón hasta es positivo y todo, sobre todo para él (y su entorno más cercano), pues todo esto ha adquirido una dimensión que podríamos calificar de patológica. No pensaba, en principio, que para nada ni nadie más. Pero quizás sí, reflexioné después. Tal vez podamos ir aprendiendo, a partir de casos como éste, acerca de cómo tratarnos y debatir con más respeto y cariño entre tod@s, dentro del «movimiento»; aunque discrepemos políticamente, hasta con pasión, lo que es absolutamente normal, y muy conveniente, con el fin de poder ir construyendo desde ya un mundo mejor y necesario. O al menos para que no nos arrastre también a nosotr@s la degradación cada día más brutal de éste que nos ha tocado vivir.
Levanto hoy la voz también para defender la dignidad de muchos compañer@s, que han sido duramente atacad@s y ningunead@s por Agustín a lo largo de todo este tiempo, y que no han podido o no han tenido ganas de defenderse. Y lo hago (aunque no sé si soy yo quién, o el más adecuado para ello) porque son personas que están dando, en principio, lo mejor de sí para luchar contra las actuales estructuras de poder y transformar esta sociedad. Sólo por eso merecerían todo nuestro respeto, aunque podamos discrepar de la forma concreta en que luchan por esos ideales. En el contraste vivo de pareceres entre compañer@s y en la crítica constructiva entre nosotr@s está la capacidad de avanzar conjuntamente. Pero parece que Agustín ha elegido desde hace ya tiempo el actuar en plan soberbio como verdadero inquisidor «revolucionario», poseedor de «la verdad» y capaz de actuar por encima del bien y del mal. Desde su atalaya personal que se ha ido construyendo es capaz de ver cómo se desvían (nos desviamos, perdón) de la recta línea que parece que sólo él (y pocos más en torno a su persona, cada vez menos por lo que se ve) es capaz de vislumbrar. Y, además, se siente investido del «mandato divino» para poder criticar sin piedad a todo quisque («la cólera de Dios»), y sin respetar las mínimas formas (¿entre compañer@s?), aleccionándonos acerca de cómo hay que hacer (a su entender) las cosas. De esta forma, no es de extrañar que, según su visión, una parte muy considerable de lo que pudiéramos considerar el «movimiento» en Madrid (y a escala estatal) haya caído en la «socialdemocracia»; es más, que hayamos constituido un verdadero «Bloque Socialdemócrata» (Agustín dixit) que tiene secuestrado el «movimiento antiglobalización» y que le impide organizarse autónomamente y expresarse con toda su potencialidad. Menos mal que quedan él y el CAES (que no es ya, me apena reconocerlo, sino una auténtica prolongación de su persona) con la «sagrada misión» de preservar las esencias, para poder volver a relanzar la confrontación total. Recurro en parte al lenguaje mítico-religioso, pues no es sino desde esa lógica que cabe entender ciertos comportamientos.
Algunas «perlas» («constructivas») de la producción reciente de Agustín
Esta deriva suya se ha ido acentuando a lo largo de los últimos años, pero cobra verdadera carta de naturaleza, conscientemente pública, con la salida a la luz del libro de Catarata y CAES: «El movimiento antiglobalización en su laberinto. Entre la nube de mosquitos y la izquierda parlamentaria». En él se hace una clara apuesta (¿estratégica?) para que su contenido sirva como una auténtica arma arrojadiza en este combate que Agustín se ha marcado contra las fuerzas del «Mal» (que somos un amplio abanico de antiguos compañer@s de viaje, entre l@s cuales destacamos como l@s «mal@s malísim@s» l@s integrantes de Ecologistas en Acción, aquell@s con los que él y el CAES colaboraron estrechamente en el seno del «movimiento antiMaastricht» durante unos cinco años). El libro fue calificado en su día en la crítica del mismo publicada por Molotov (una de las revistas del «movimiento», entonces, de mayor proyección a escala estatal)[2] como «insultante», refiriéndose a la parte escrita por Agustín que ocupa la mitad de la publicación[3], y que determina el carácter de la obra y ensombrece sus aportaciones indudables. Y esa crítica se debió sopesar con pies de plomo por el consejo redactor de la revista, por sus indudables repercusiones. El resto de las colaboraciones en el libro, de gente del CAES o muy cercana al mismo, no tenía este enfoque beligerante, que (en principio) no sé si conocían de antemano tod@s l@s autores, o se había debatido de forma colectiva. Esto le debería haber hecho reflexionar mínimamente a Agustín (y a su entorno más inmediato) de hasta dónde le estaba llevando su deriva. Pero lejos de servir de toque de atención, por lo que sabemos su tarea principal durante los meses posteriores fue una intensa ronda de presentaciones del libro por todo el Estado, utilizando dichos actos para ahondar aún más en toda esta dinámica «mesiánica» y «visionaria», llegando a descalificaciones directamente personales, ni tan siquiera políticas. La actividad «política» principal suya parece que ha quedado en gran medida reducida a eso. La situación fue tan esperpéntica que en diversas localidades gente significada del «movimiento» a escala estatal se vio obligada a pararle los pies, y a romper una lanza por l@s compañer@s a l@s que vilipendiaba tan alegre e impunemente. Otros toques de atención que parece que tampoco supo procesar y tal vez trasmitir al resto de l@s autores[4].
Más recientemente, en abril de este año (me salto muchas más referencias que nos han ido llegando a través de distintas vías sobre su actividad desaforada a lo largo de los últimos meses), nos llega un acta del CAES de una (escuálida) reunión de la autodenominada «área de libertades del MAG» (Movimiento contra la Globalización, la Europa del Capital y la Guerra, esto es el «movimiento antiglobalización», de acuerdo con Agustín), que llevaba el sello inconfundible de su pluma, pues no hace nada para ocultarlo. Es más, lo exterioriza de forma patente, aunque no la firme. El acta era verdaderamente delirante. En ella se da cera, sin venir a cuento, a un muy amplio abanico de lo que se puede considerar el «movimiento» en Madrid, es decir a gran parte de lo que se mueve fuera de la izquierda institucional. Y se engloba una vez más todo este magma del «Mal» dentro del calificativo peyorativo de «Bloque Socialdemócrata». En él estamos, pues, much@s, salvo un@s poc@s que todavía no se han condenado porque mantienen contactos o se reúnen con Agustín y el CAES; y poquísim@s si nos atenemos al acta en cuestión, a l@s que no les caracteriza precisamente, con perdón, su actitud unitaria o su arraigo dentro de lo que se mueve en Madrid. Así, en el «Bloque Socialdemócrata», o en su esfera de influencia, estarían (tal y como recoge el acta): antiguos Militantes de Lucha Autónoma, y en especial la Comisión de Jóvenes y Movimientos Sociales de la FRAVM, Derechos para Tod@s, los «negristas» de la Universidad Nómada, Indymedia, Ladinamo, Espacio Alternativo, Elkarri, el PCE, Traficantes de Sueños, Plataforma Rural, BAH y sobre todo Ecologistas en Acción. Ahí es «ná». Pero este totum revolutum, donde se mezclan sin ningún rigor peras con manzanas de muy distinta índole y prácticas políticas, aunque puedan coincidir en ocasiones, llegaría aún mucho más lejos. Así, ateniéndose a algunas de las actividades que se denuncian en el texto, por ejemplo unas jornadas en La Prospe del «Bloque Socialdemócrata» sobre la Constitución Europea (se le olvida mencionar que no eran sobre, sino contra la Constitución Europea, importante matiz), están grupos como la RCADE, Espacio Horizontal contra la Guerra, Cristianos de Base, etc, que forman parte de la red de la Consulta Social, organizadora asimismo de las jornadas[5]; a todos ellos no se les descalifica directamente en esta ocasión (es decir, nominalmente), pero les alcanzaría también el rayo que no cesa, por su concomitancia directa con el «Bloque Socialdemócrata», «en manos» de Ecologistas en Acción. Este acta, como no podía ser de otra forma, provocó la hilaridad y circuló con fruición por los distintos ámbitos militantes de Madrid. Las condenas de Agustín ya ni tan siquiera logran suscitar el rechazo o la indignación, simplemente la risión. Y éste, se va convirtiendo, pues, en una especie de abuelo cebolleta «revolucionario» que da la brasa a todo el mundo, y que todo «cristo» se toma a chota, pasando olímpicamente de él.
En julio de este año, en otro artículo de Agustín Morán (y del CAES) titulado: «Terrorismo. Izquierda. Movimiento Antiglobalización», se hacen otras afirmaciones alucinantes, dentro de un texto que contiene indudables aportaciones críticas muy valiosas acerca de la evolución de la situación española como parte de la deriva del nuevo capitalismo global. Después de analizar esta evolución, y de resaltar cómo la movilización social se ha frenado casi en seco en los últimos tiempos, sobre todo a partir de abril de 2003 (salvo el repunte en torno al 11-M), se responsabiliza de ello a la izquierda capitalista, esto es al PSOE, y a sus colaboradores dentro del «MAG» (de acuerdo con su terminología). Especialmente a «una secta trotskista que sirve de gozne al PSOE dentro y fuera de IU y que ha colonizado, entre otras, la parte de la oficina de Madrid de Ecologistas en Acción que interviene en el MAG. Todos ellos, con la colaboración por acción u omisión de redes radicales juveniles reconvertidas, han conseguido esterilizar la fuerza del MAG. Lo han hecho con el argumento de defender la unidad del movimiento, lo que ha consistido en realidad en bloquear los acuerdos y contenidos que le venían mal al PSOE. El resultado ha sido romper e impotentizar el mayor movimiento de masas desde la transición española». Se afirma también que era preciso haber continuado la movilización popular (no se sabe muy bien cómo) hasta obligar al gobierno del PP a cambiar su política. Y se recalca «si dichas movilizaciones hubieran aumentado hasta llegar, en las puertas de mayo de 2003, a una huelga general de 3 días, podemos dar por cierto que el PP habría anticipado las elecciones generales, dado la victoria al PSOE y evitado la matanza del 11-M» (el subrayado es mío)[6]. Esto es, el PSOE frenó las movilizaciones (cito una vez más el documento) «cuando era más fácil y necesario continuarlas».
Es decir, las masas estaban ansiosas de movilizarse, esperando la llamada adecuada del «MAG», y éste no pudo hacerlo («el MAG fue incapaz de hacer valer la voluntad de la población española») por encontrarse dividido y penetrado por el PSOE, fundamentalmente a través de Ecologistas en Acción (el único grupo de la izquierda no institucional -¿o será ya parte de la izquierda institucional?- que se menciona explícitamente en dicho texto, aunque se insinúan también otros responsables). Y sigue el documento: «Podíamos haber sacado a España de Irak profundizando la oleada de movilización democrática, existente entre febrero y marzo de 2003, hasta obligar al PP a rectificar o hundirse electoralmente», pero el «MAG» no estuvo a la altura de las circunstancias por su división e impotencia, y todo ello por la «irrupción de coaliciones de militantes desterritorializados con vocación de constituirse en la burocracia permanente del nuevo movimiento». El PSOE, que ya previamente había «conspirado hasta interrumpir su forma política unitaria: la Asamblea Estatal», frenó las movilizaciones, a través de grupos filiales, «cuando era más fácil y necesario continuarlas» (vuelvo a repetir, citando a Agustín). En definitiva, parece como si las masas, que ya le habían cogido el gustillo a eso de manifestarse, y que esperaban rabiosamente a que alguien les dijese que había que salir de casa, se quedaron otra vez pegadas al televisor, sin saber qué hacer, porque el «MAG» no las convocó. Y todo ello por una panda de burócratas que se había hecho fuerte en Marqués de Leganés 12, la oficina de Madrid de Ecologistas en Acción, frenando y dividiendo al movimiento, en nombre del PSOE.
Estoy quizás ridiculizando en extremo con esta última aseveración, porque en el texto, como ya he dicho anteriormente, hay reflexiones muy interesantes (otras) que permiten situar y comprender mejor estos procesos. Entre ellas por supuesto el papel de la «izquierda capitalista», como muy bien dice Agustín, en otros terrenos para desactivar las movilizaciones. Cosa indudablemente cierta. Y muy conveniente de señalar, analizar y comprender. Pero de ahí a apuntar y magnificar su influencia en el «MAG», y a caracterizar a Ecologistas en Acción como la principal correa de transmisión del PSOE en éste, que hizo posible la paralización brusca de la movilización social, hay demasiados saltos en el vacío sideral. Vamos, que se ha pasado pero que un montón de pueblos. Eso, por decirlo suavemente. Quizás sería más correcto afirmar que está escrito con verdadera inquina, sin ningún fundamento. En dichas reflexiones quizás latan también muchos resabios (y prácticas) leninistas, sobre todo en esa capacidad de visualizar que una chispa («iskra») lanzada por el «MAG» (conducido a ser posible por verdaderos «cuadros» representativos[7]) sobre una pradera presta a arder, vaya a generar un incendio que abrase a todo lo que se ponga a su paso, alumbrando un nuevo día en el que la vanguardia va a poder rehacer una nueva sociedad sobre las cenizas de la anterior. Esquematizo, lo sé. Además, Lenin era por otro lado, como Agustín, un teórico brillante (salvando las distancias), aunque las consecuencias de (parte de) sus teorías fueron las que fueron. O más bien, abrieron las puertas para que pasara lo que pasó.
Pero, por favor, las cosas son mucho más complejas. Un marxista de pro, como es Agustín, no debería explicar los ciclos de movilización política en función de personas o grupos aislados. Para nada se comenta que ese reflujo de la capacidad de movilización social del «movimiento antigobalización» no se produce sólo en el Estado español, sino que se da en el conjunto de los países centrales (y eso que la movilización aquí fue realmente excepcional, y algo tendríamos que ver en ello tod@s l@s que la impulsamos). El «movimiento», por distintas razones que no hay espacio para abordar aquí, entra en una nueva etapa tras el ciclo de luchas de Seattle a Génova, y especialmente tras el 11-S (y su escalada represiva), orientándose hacia un repliegue y mayor enraizamiento en «lo local» (un debate que ya se venía suscitando desde antes: agotamiento y crisis del modelo contracumbre, y auge posterior de los foros globales -que parece que entran ahora en un cierto declive-); si exceptuamos las movilizaciones mundiales contra la guerra de Irak que eclosionan de forma espectacular el 15 de febrero de 2003, y que tienen una continuidad intermitente a la baja a partir de entonces, hasta adquirir un carácter testimonial. Como aquí. Es decir, una dificultad creciente de mantener una movilización continuada. Y eso que no está presente la «filial» del PSOE, Ecologistas en Acción, en ninguno de ellos para meter el freno. Al menos que yo sepa. ¿O es que su proyección es transnacional? Lo que si podemos constatar es la gran dificultad para traducir en términos organizativos esta enorme marea de movilización social, aunque el poso de ésta para nada ha desaparecido.
Y si no: ¿cómo se explica la movilización espontánea de desobediencia civil que se generó el 13 de marzo en muchas ciudades, y especialmente en Madrid, ante la sarta de mentiras del PP sobre el 11-M, sin que mediara ninguna convocatoria previa del «MAG»?; aunque en la extensión de esta convocatoria no fueron ajenas, por supuesto, las redes informales del «movimiento». Y por último: ¿cómo es que Agustín que tanto critica la situación del «movimiento» en Madrid (y a escala estatal), no haya formulado la más mínima autocrítica al papel que él, y por extensión el CAES[8], hayan podido tener en su crisis «organizativa», cuando es un militante y un grupo que han cumplido un papel tan estelar en el «MAG»?¿No tendremos todos también parte de culpa en cómo se han desarrollado los acontecimientos, aparte de los condicionantes y dinámicas externas?¿Y no será asimismo que muchos colectivos empezaban a pasar de acudir a unas asambleas estatales enormemente tensas, que no les aportaban nada, cuando preferían volcar su actividad a escala local?¿O es que todo queda reducido a una conspiración del PSOE para cargarse el «movimiento» con la ayuda de unos «vendidos» que operan desde dentro de él? Demasiado simple ¿No es así?
Pero aún hay más que yo sepa, para mi tal vez lo más demencial y difamante, y por lo que me he decantado finalmente a elaborar este escrito (y eso que no estoy siguiendo de forma pormenorizada la producción de Agustín, sólo menciono algunas cosas que me llegan de él, o a las que he tenido acceso a través de Internet). En un texto suyo reciente, titulado «La Constitución Europea y la izquierda», cuya primera parte es muy valiosa, y dentro de un apartado con el encabezamiento «La izquierda capitalista», se hace la siguiente afirmación: «La agenda 2010 del gobierno SPD-Verdes en Alemania, contiene un paquete de reformas en jubilación, asistencia a lactantes, seguro de paro, despidos y negociación colectiva, así como rebajas de las cuotas empresariales a la seguridad social desde el 14,3% actual al 12,15% en 2006. En su congreso del 15 de julio de 2003, el 90% de los setecientos delegados de Los Verdes aprobaron la Agenda 2010 que, un mes antes, había aprobado el Congreso del SPD. ¡Ojo con los ecologistas en acción!» (el subrayado es mío). ¡Toma ya, perezpallá! Al loro con las carteras, las pensiones, las ayudas a la infancia, las prestaciones al desempleo, el aumento del paro y la vulnerabilidad salarial, que andan por ahí sueltos los de Ecologistas en Acción, dispuestos a arramplar con todo, y prestos a ayudar al PSOE, ahora en el gobierno, a aplicar aquí, de un plumazo, la llamada «Estrategia de Lisboa» (el programa neoliberal por excelencia) para conseguir que la UE sea la economía más competitiva del mundo en el 2010. Y eso que parece que están impulsando, junto con otros grupos, ladinamente, para despistar, plataformas por el «No» a la Constitución Europea. Y que además denuncian hasta el propio «proyecto europeo». Pero, por otro lado, según Agustín, la Constitución Europea es la bandera del PSOE, y su apoyo a la UE el principal leit motiv de su gobierno. Socorro. Ya no entiendo nada. Estos de Ecologistas en Acción son la repera limonera. ¡Lo que hacen para encubrir sus verdaderas intenciones!… La verdad, todo esto lo único que suscita es la risa, pensé posteriormente tras leerlo, después de un fuerte cabreo inicial. Y recapacité, con el fin de calmarme: el melón se sigue colocando él solito en su sitio (en el fondo del camión) a lo largo del camino, sin la menor ayuda de nadie. Simplemente por los vaivenes normales de su particular viaje y la ley de la gravedad. Que no perdona a nadie.
La nueva coyuntura, le pilla a Agustín con el paso cambiado
Perdón por ironizar tanto, pero no es para menos ante tanta fijación y desvarío. Permítaseme por favor esta licencia. Es mejor tomárselo a cachondeo. No es para menos. Además, la risa es muy sana, y creo que debemos aprender a reírnos de nosotr@s mism@s, pues si no lo llevamos crudo. Y a lo mejor nos vamos a reír más en el futuro, sobre todo por los nuevos escenarios que ya se están abriendo en la coyuntura política estatal y europea, así por cómo éstos parecen que van a afectar al despliegue o evolución del propio «movimiento», y cómo puede afectar todo ello a las tesis (y prácticas) de Agustín. Me explico. La necesidad de aprobación de la Constitución Europea en toda la UE, y la convocatoria de un referéndum en el caso español, está abriendo nuevas dinámicas que están incidiendo ya en la recomposición de alianzas y prácticas de contestación. En nuestro caso, el PSOE ha planteado un referéndum para el 20 de febrero, con el fin de afirmar de forma explícita su «europeidad» de cara al resto de la UE, y mostrarse como el mejor alumno de la clase, el más aplicado, en relación con la ratificación de la futura Constitución Europea. Es la primera consulta popular que se convoca a escala «europea», cuando además tan sólo en unos nueve de los veinticinco Estados miembros está prevista esta opción (cuyo resultado no es vinculante). Sabe que va a ganar por goleada, y lo único que le preocupa es el grado de abstención, que puede ser muy alto. Con esta convocatoria a las urnas, se pretende condicionar también la posición del Partido Socialista en Francia, en el que un sector considerable está por el «No», que puede llegar a triunfar en el referéndum galo. Por todo ello Chirac y Schroeder apoyan abiertamente a Zapatero, y harán campaña aquí también a favor del «Sí» (en enero se prevé una cumbre tripartita de gran impacto mediático en Cataluña con su presencia).
De cara al referéndum aquí se está fraguando ya, desde hace algún tiempo, la coordinación y contestación de ciertos sectores del «movimiento», a través de la creación de distintas plataformas territoriales contra la Constitución y por el «No». En la de Madrid existe un acuerdo de mínimos[9], y vemos cómo mejora el trabajo en común de sectores que habían estado más distanciados en la última etapa. P.e., grupos como Corriente Roja y colectivos afines (en este último periodo, y en general, hasta ahora, más cercanos a los posicionamientos de Agustín) vuelven a colaborar, sin excesivas tensiones, con sectores como Espacio Alternativo y Ecologistas en Acción (por resaltar dos de los «bloques» enfrentados, según establece el propio Agustín). En este proceso participan, por supuesto, muchas otras organizaciones[10]. Y al mismo tiempo, estas plataformas han iniciando una dinámica de confluencia y está configurándose ya una coordinación estatal. Se acaba de constituir una coordinadora estatal «No a la Constitución Europea», que ha llamado a movilizarse en Barcelona con ocasión del acto de Zapatero, Chirac y Schroeder ya mencionado, y a impulsar manifestaciones en las distintas ciudades del Estado en torno al 15 de febrero; desde el Foro Social de Londres se ha convocado también a movilizarse en Barcelona, por lo que este acto tendrá una dimensión internacional. El hecho de que las movilizaciones planteadas se propongan «Contra la Constitución», permite en principio que tanto los partidarios del «No» como aquellos más identificados con la abstención las puedan hacer suyas. Por otra parte, Ecologistas junto con Baladre y CGT, están reforzando (aún más) su coordinación (que viene de tiempo atrás) de cara a la contestación al referéndum[11]. Es decir, parece que se recompone, al menos temporalmente, una cierta estructura de coordinación de algunos sectores del «movimiento». Hasta ahora, al menos, ni Agustín ni el CAES, han asistido a ninguna reunión de coordinación, en donde tendrían que compartir mesa con muchas organizaciones a las que han estado directamente insultando en el último período. Y eso que en este ámbito se está cristalizando una coordinación por la que él tanto aboga, pues piensa que el estallido de la coordinación estatal tras junio de 2002 es la causa de todos los males que aquejan al «movimiento» (perdón, a su «MAG»). Además, su propia cultura política le coloca, o le debería colocar, abiertamente en este campo.
Por otro lado, otros muchos sectores del movimiento, digamos el área más cercana a planteamientos libertarios, autónomos, mundos de la okupación, etc, cuyo perfil es difuso, parece que se muestran en general[12] más reacios a participar en un circo como el que se avecina, en el que todo está ya decidido de antemano (salvo el nivel de abstención), y algunos piensan que participar en tal consulta, aunque sea con un «No», lo único que va a hacer es legitimarla. Ciertos sectores en este ámbito ni siquiera tienen una reflexión profunda acerca de las implicaciones de la futura Constitución Europea, pues existe un gran desconocimiento de todo lo relativo a la evolución del «proyecto europeo». Como en muchos de los ámbitos militantes. El mito de «Europa» todavía pesa. Y eso a pesar de la excelente labor pedagógica que se hizo con ocasión de la campaña durante la presidencia española de la UE, cuando se movilizaron en torno a un millón de personas contra la «Europa del capital y la guerra» en diferentes ciudades del Estado. Es por eso por lo que desde este ámbito se observa la convocatoria del referéndum como algo lejano, como un tema en el que no merece la pena implicarse ni dedicar esfuerzos, aunque se esté en principio contra el «proyecto europeo» y a priori contra la propia Constitución Europea, por ser algo que proviene de las estructuras de poder comunitarias y estatales. La mejor manera de oponerse a ella, piensan, más o menos explícitamente, es pasar directamente del referéndum, estimando quizás que es lo que más pupa les puede hacer. Además, mucha gente maja y concienciada seguramente no se va a sentir motivada para acudir a las urnas. Otra cosa es que estos grupos vayan a hacer campaña abierta por la abstención activa, aunque harán muy seguramente otro tipo de actividades de denuncia. Pero habrá de todo probablemente en la «viña del señor». Y participarán probablemente en las movilizaciones del 15 de febrero.
Indudablemente toda esta galaxia de grupos y organizaciones está poco motivada para establecer una coordinación estatal estable y está más centrada en la intervención en su realidad local o sectorial, sin que ello sea óbice para que se puedan impulsar ciertos encuentros y coordinaciones puntuales, llegado el caso. Pero son reacios, en principio, y es perfectamente entendible, a cristalizar estructuras de coordinación estatal estables, que se han manifestado en los últimos tiempos como el biotopo perfecto para enfrentamientos intestinos sin sentido, por ver quién se lleva «políticamente» el gato al agua, y que generan dinámicas en las que «lo global» puede acabar dominando y marginando «lo local», condicionando y ahogando la necesaria actividad a realizar en los entornos y luchas más inmediatas. Cuando precisamente muchos de estos colectivos reflexionan que la mejor manera de enfrentarse a «lo global» es a partir de una fuerte actividad de resistencia y transformación de «lo local», y que existen instrumentos para propiciar dinámicas de coordinación sin caer en las rigideces que provocan coordinadoras estatales estables. Es una opinión muy respetable y cada día quizás más extendida. Pero esta «nube de mosquitos» es denostada también por Agustín, pues (según él) la diversidad de actitudes que bullen en su seno, su «desentendimiento» de «lo global» en aras de «lo local», su dispersión orgánica y su aversión a la «organización», y hasta en ocasiones su «hippismo» y «buen rollito», impiden o dificultan una fuerte coordinación del «movimiento», que permita expresar toda su potencialidad política. De cualquier forma, de cara a los tiempos que se avecinan, será necesario tener en cuenta estas dos almas, esquematizando (mucho), que existen (y se solapan) dentro del llamado «movimiento», junto con otras expresiones del mismo, y su necesidad de coexistencia, confluencia y contaminación mutua, para impulsar el antagonismo social a las nuevas dinámicas del capitalismo «europeo» y global.
Y hasta dentro del «movimiento» parece que ciertos sectores, aquellos que se vinculan más con las reflexiones de Negri y su entorno, se situarían en posturas más o menos cercanas al «Sí», o al menos no críticas abiertamente con el «proyecto europeo» y su nueva Constitución. No sólo aquí, sino también en otros países europeos. Las (más que endebles y muy criticables) razones que esgrimen son que la «construcción europea» abre la posibilidad de un espacio de intervención pública a escala casi continental, superando el marco estrecho del Estado-nación, y que es preciso impulsar una «Europa» que sirva de contrapeso a EEUU. Es decir, que es preciso propiciar la confluencia de las «multitudes» y las «aristocracias» europeas, creando una «potencia benévola», contra el poder «monárquico» absoluto estadounidense. Y se silencia la «Europa» superpotencia (política y militar) que se está creando, y sus implicaciones a escala global, así como el blindaje del modelo neoliberal que implica la nueva Constitución Europea. Esas son, esquematizando (quizás demasiado), las reflexiones de Negri y de algunos de sus seguidores. Pero será necesario también impulsar un debate serio sobre estas posturas, para no salir del referéndum más divididos de lo que entramos. Ese es uno de los objetivos de las estructuras de poder, y muy en concreto del PSOE, al que es preciso hacer frente, al tiempo que intenta legitimar el principal proyecto del capital español y europeo.
En la llamada izquierda institucional, IU que ha tardado en definirse por el «No», coqueteando con posturas como «Constitución sí, pero no así», se ha adherido a la línea que defiende el partido de la Izquierda Europea, al que pertenece en el Parlamento Europeo, que propugna que ante la globalización neoliberal lo que se necesita es «más y más Europa», pero otra «Europa», quizás ante el miedo a ser tachados de «antieuropeístas». De hecho, en la declaración aprobada recientemente en Roma por Izquierda Europea se declara expresamente «Nosotros queremos más Europa. Queremos ser más europeos». IU hará su propia campaña, en paralelo pero al margen de parte del «movimiento»[13]. El «No» también lo promueve la llamada izquierda nacionalista: ERC, mundo de Batasuna y tal vez el BNG (que aún no ha definido su posición, pues conviven muchas corrientes en su seno). CCOO y UGT defenderán la postura a favor de la Confederación Europea de Sindicatos a la que pertenecen, sin llevar a cabo ningún tipo de discusión interna, a pesar de que la nueva Carta Magna constitucionaliza y profundiza la «Europa» neoliberal, y de que en su seno parece que existe una considerable oposición (40% de los afiliados en el caso de CCOO, de acuerdo con una encuesta hecha pública hace poco). Y la derecha nacionalista (CiU, PNV y CC), después de marear la perdiz durante un tiempo algunos de sus actores (debido a la falta de reconocimiento de las lenguas nacionales y al fortalecimiento del Estado-nación que supone el texto), parece que las fuerzas económicas a las que representan les han presionado claramente para que apoyen el «Sí», pues hay mucho en juego. Tan sólo EA se decanta por el «No». Finalmente el PSOE se volcará por el «Sí», es su gran apuesta, y el PP abogará por el «Sí» también (el poder del dinero no le permite otra postura, a pesar de Aznar), pero a lo mejor con los brazos caídos (para erosionar a Zapatero). Eso provoca verdadero temor en el PSOE, por la indiferencia que pueda inducir en sus votantes. De todas formas, todo este barullo (y la alta abstención prevista) puede ayudar a ir socavando el mito de «Europa», hasta ahora incuestionable por estas tierras.
Ecologistas en Acción lleva años oponiéndose a la «Europa» del capital y la guerra
Recientemente hemos tenido en Ecologistas en Acción de Madrid una asamblea para definir nuestra postura ante el referéndum. La posición que se adoptó y que se llevará a la asamblea estatal de diciembre, fue grosso modo la siguiente: se está por el rechazo a la Constitución Europea y por la crítica al actual «proyecto europeo», que se considera que promueve la Europa del Capital; se debería aprovechar la coyuntura creada por la convocatoria del referéndum para impulsar, en la medida de lo posible, un debate público en torno a estas cuestiones; este rechazo y crítica se pueden expresar tanto a través del «No» como de la abstención, pero se piensa (de forma muy mayoritaria) que la mejor forma de trasmitir dicho mensaje de forma clara es a mediante el «No»; se es consciente de que la petición explícita del voto es una cuestión secundaria, pues está claro que el «Sí» va a ser claramente mayoritario, aunque se abogará por el «No»; y se hará lo posible para que la actividad que se desarrolle pueda estar abierta a otras sensibilidades, y muy en concreto a aquellas que dentro del «movimiento» puedan defender la abstención. Para nada se quiere provocar una polarización entre ambas posturas, y es más, se pretende actuar, en la medida de nuestras posibilidades, de puente entre ambos planteamientos, con el fin de que el «movimiento» salga reforzado.
Ecologistas en Acción tiene muchas almas en su seno, no una sola[14], al igual que se da en el conjunto del «movimiento», y todas ellas pueden coexistir de forma democrática y participativa en su seno, a escala local y estatal, lo que no es poco en los tiempos que corren. Y algo que Ecologistas siempre ha intentado impulsar, con mayor o menor acierto, es promover enlaces, confluencias y mestizajes, junto con otros grupos y redes, entre las diversas sensibilidades del «movimiento», para potenciar su extensión, fortalecimiento y capacidad de contestación y reflexión. Se empezó a hacer desde la existencia previa de Aedenat -hasta el 98- («Desenmascaremos el 92», «50 Años Bastan», «Contra la Europa del Capital», «Movimiento AntiMaastricht», etc) y se ha continuado en la misma línea de actuación en esta última etapa como Ecologistas en Acción (Praga 2000, Campaña contra la OMC, Barcelona 2001, Campaña contra la Europa del Capital y la Guerra durante la presidencia española, Movilizaciones contra la Guerra, Tinto de Verano, etc). Cuando esto deje de ser así, si es que algún día ello llega a ocurrir, soy de la opinión que much@s dejaríamos la organización.
Esta convivencia interna en la diversidad no se lleva a cabo, por supuesto, sin tensiones. Pero se sabe convivir con ellas y además (pienso) solventarlas constructivamente para poder seguir avanzando conjuntamente. Creo que hemos sido y somos capaces de poder defender posturas discrepantes, en algunos casos hasta con ardor, pero también poder llegar a síntesis, o dejar grados de libertad interna cuando algo no está claro para las minorías. Y eso que ha habido momentos duros que otr@s compañer@s y yo hemos vivido con más intensidad[15]. Pero creo que hemos sabido crear entre todos un ambiente que permite también que l@s que defienden las distintas posturas puedan tomarse unas cañas junt@s luego, tras los rifirrafes, y hasta poder hacerse unas risas ridiculizando conjuntamente, si es preciso, los posicionamientos propios y los de los contrarios. Creo que eso permite iniciar una verdadera escuela interna diaria de participación y convivencia, con muchos fallos por supuesto, algo muy necesario para enfrentar la realidad que nos circunda. Además, pienso que desde muchos sectores de Ecologistas no se promociona el patriotismo de grupo, cosa que a mí me da verdadero sarpullido. Yo tengo muchas más «identidades» que la de Ecologistas en Acción, al igual que otr@s compañer@s, y me siento también muchas veces reflejado en otras realidades militantes, e intento aprender de ellas. Es en este sentido que este texto no quiero que se entienda como un escrito de defensa de Ecologistas en Acción, ni mucho menos, aunque también, por supuesto, sino principalmente de defensa de unas determinadas formas de hacer e intervenir política y socialmente. Indudablemente, Ecologistas no está al abrigo de cualquier crítica, faltaría más, habría para dar y tomar también, miserias hay en todos los lados, pero no creo que sea este, ahora, el caso que nos ocupa.
En el seno del «movimiento» deberíamos defender asimismo la «convivencia militante» entre las diferentes corrientes y culturas, así como la necesidad de su contaminación mutua, y saber lidiar también entre las posturas pretendidamente «revolucionarias» y «reformistas», pues su mayor o menor cohabitación es lo que le había dado fuerza en esta última etapa. Los sectarismos tipo «el partido se construye depurándose», y las paranoias de las «guerras contra el enemigo interior», solo nos llevan a la fragmentación en diferentes guetos y a la irrelevancia antagonista. El caso de Madrid es ilustrativo, después de varios años de una importante capacidad de confluencia entre diferentes organizaciones y culturas políticas (desde 1994 al 2000, grosso modo), se entró en un periodo cada vez más tenso, algunas de cuyas manifestaciones se abordan en este escrito, que han pasado (y todavía pasan) una importante factura. La situación de Madrid también es especial respecto al resto del Estado, pues aquí se encuentran los «cuarteles generales» de algunas organizaciones. Pero en todos los territorios cuecen habas. De cualquier forma, aunque la coordinación en Madrid del «movimiento» esté hoy en día maltrecha (si bien hay síntomas de recomposición), no significa que se haya parado el mundo. Hay vida (interna -El Laboratorio ha sido un magnífico ejemplo de ello- y por supuesto externa) más allá de la «antiglobalización madrileña».
El robinsón Agustín, rodeado del mar «socialdemócrata» y la «nube de mosquitos»
Agustín parece que está dando la espalda a sus antiguas convicciones. Esto es, está contraviniendo muchos de los planteamientos que defendía hasta no hace mucho, como la necesidad de lograr amplias confluencias organizativas (con determinados contenidos, por supuesto) que permitiesen una importante contestación a las nuevas dinámicas del capitalismo global y al «proyecto europeo». El llamado «movimiento AntiMaastricht» («MAM»)[16] fue un instrumento para lograrlo, al que él y el CAES, junto a muchos otros colectivos y redes de todo el Estado, incluidos Aedenat (y más tarde Ecologistas en Acción), que jugaron un papel determinante, contribuyeron a ello. Y esta iniciativa sembró semillas que ayudaron a irrumpir, más tarde, un determinado «movimiento antiglobalización» en el Estado español, con características propias, con los altibajos y crisis ya mencionados. Cuán lejos parece ahora situarse la «Campaña por las 35 horas»[17], y la alianza amplia que se consiguió entonces, en la que participaba el «MAM» (con sus dinámicas propias), y que Agustín defendía con ardor, en la que se incluía IU (eran los tiempos de Julio Anguita), el sector crítico de CCOO y hasta USO, aparte de, por supuesto, l@s compañer@s más cercanos de STES y CGT, que formaban parte activa del «MAM». ¿No serían en todo caso más próximos a la «socialdemocracia» algunos de esos sectores (de acuerdo con Agustín), que aquellos grupos que en la actualidad impulsan la contestación al «proyecto europeo» y a su Constitución? ¿En qué quedamos? ¿Por qué no participa ahora el CAES contra el proyecto estrella del PSOE, en la plataforma que se ha creado a tal efecto? Bueno, la verdad es que cada un@ puede hacer lo que le plazca, y situarse donde estime conveniente, faltaría más, pero que luego no sermonee.
Agustín sigue añorando su «MAG», el que él se ha construido en su mente, y al que sigue alimentando virtualmente con sus escritos. El que pretende hacer renacer, a partir de unas «áreas temáticas» («libertades», «agroecología», «educación»), en donde (según él) se conservan todavía las esencias (sin contaminar) del «MAG». Unas «áreas temáticas» que tienen una existencia más bien escuálida y virtual, reducidas prácticamente al ámbito de Madrid, desconectadas de otras realidades militantes que trabajan también en dichos ámbitos, y mantenidas casi exclusivamente gracias al esfuerzo de Agustín y gente del CAES. La idea de las «áreas temáticas» como espacios de coordinación del «movimiento», era una iniciativa muy interesante (impulsada por el CAES, entre otr@s), que también se fue degradando porque las luchas intestinas se llevaron asimismo a este nuevo terreno de confrontación, y los distintos colectivos que las deberían nutrir se desinteresaron de su funcionamiento. Lo poco que se mueve hoy en día parece que camina (se empeña en caminar) por otros derroteros distintos de los que Agustín (nos) quiere imponer. Unos desviándose por los senderos traidores de la «socialdemocracia», y otros estancados en la dichosa «nube de mosquitos».
Agustín se ha ido metiendo poco a poco en un callejón sin salida del que le es difícil salir, y ante esta situación, la vía de solución que está adoptando es una mayor huida hacia delante, de carácter suicida. Ha roto puentes con muchos de los mundos militantes, a su «izquierda» y a su «derecha», que ahora no puede recomponer fácilmente, y probablemente destruya aún más si continúa escapando de su propia sombra. Su actividad se orienta cada vez más a utilizar las potencialidades que le brinda el acceso al ciberespacio, con el fin de trascender esa creciente soledad en la que él sólo se ha metido, y desde allí predicarnos con sus planteamientos[18]. Curiosamente él que tanto denunció la actividad de los militantes que según su opinión actuaban así, de forma desterritorializada, parece que ahora se ve abocado a ello, clamando en el desierto, pero con una capacidad potente de hacer llegar su mensaje a muchas realidades militantes que no han tenido oportunidad de conocer de primera mano o en directo (todavía) sus actitudes, y cuyos escritos pueden hacerles percibir ciertos hechos y comentarios de una manera, creo, para nada ajustada a la realidad. De ahí, una de las razones de este texto.
A Agustín le gusta «fajarse» (como él dice). Los retos no le asustan. Se crece en el conflicto y le encanta buscarlo. Es más, es un magnífico polemista, tiene un excelente manejo de la dialéctica, y es muy difícil que alguien le gane en una discusión, sobre todo porque sabe como imponerse sin remisión. De todas formas, estas victorias dialécticas son victorias pírricas, pues vence pero no convence. Y no suma a su alrededor. Al revés, genera rechazos crecientes. No se pueden imponer determinados modos de conducta o pensamiento. Estos en todo caso se exponen, para intentar suscitar apoyos, no se imponen. Al tiempo que es preciso asimismo procurar escuchar, para comprender mejor otras posturas que, en principio, puedan parecer alejadas a las nuestras. Sólo así podremos ir construyendo una creciente masa crítica. Si no, esto no lo para nadie, como él pretende. Es decir, frenar la lógica del despliegue de la mercancía y el capital, aquí y ahora. O es que lo va a hacer Agustín sólo, el «primo de zumosol», con unos cuantos fieles detrás. Un nuevo «Don Quijote» revolucionario que ve enemigos gigantes (Ecologistas en Acción, entre otros), donde no los hay. Y a ver si quien para finalmente este «tiovivo» del capital que gira (y se acelera) sin fin, son las propias masas que salen finalmente a la calle, como hicieron en Argentina, el 19 y 20 de diciembre de 2001, eso sí, en condiciones económicas y sociales extremas, sin que nadie las llamara y mientras que las vanguardias políticas y las burocracias sindicales las observaban perplejas, gritando «Que se vayan todos» (también esas vanguardias y burocracias) y que «se metan el Estado de Sitio por el culo». Y vaya si se lo metieron. De la Ruha tuvo que ser rescatado en helicóptero de la Casa Rosada, a pesar de una fuerte represión que ocasionó unos treinta muertos. De repente, la emergencia de nuevos protagonismos sociales[19] había vuelto patas arriba todas las formas de la vieja política. Y parece que nadie había sabido prever esa brusca irrupción en superficie de una marea de fondo que llevaba tiempo gestándose (de forma desestructurada) fuera del espacio de la política tradicional. Perdón por esto que puede parecer una digresión. Pero no lo es.
Así, pues, desde su creciente soledad (ganada a pulso) Agustín percibe enemigos por todas partes, y arrastra tras de sí a los que le siguen a organizar su mapa relacional (y afectivo), que se encoge por momentos, en base a la dicotomía amigo/enemigo. Amigo es aquel que está de acuerdo casi al cien por cien con «nosotros», enemigos todos los demás, unos traidores y vendidos a los que es preciso retirarles aviesamente no solo la palabra sino hasta el saludo. «El que no está conmigo está contra mí». En ocasiones, esta actitud hace que algunos miembros del CAES se hayan podido ver sometidos a un verdadero chantaje afectivo, pues si saludan o se relacionan con el infiel mundo exterior parece que están traicionando la lealtad incuestionable que deben a su líder. Y que su líder exige sin límite, so pena de verse privados de su aquiescencia, suscitando verdadero temor a enfrentarse a él. Yo he vivido esas sensaciones en alguna ocasión durante la etapa del MAM, y eso que tenía una relación más horizontal con Agustín y que ni siquiera estaba en el CAES. Menciono estas cuestiones tan «privadas», muy delicadas, lo sé, pues lo «privado» también es político, más aún en este ámbito, y sobre todo porque es una dimensión importante para entender el «problema» que intento abordar en este escrito, que es necesario enfrentar en toda su complejidad, pues tiene una creciente dimensión patológica. Si bien las miserias humanas, por supuesto, nos alcanzan a tod@s. Desde algunos sectores de la «nube de mosquitos» del «buen rollito» (de acuerdo con Agustín) se ha llegado a caracterizar irónicamente estos comportamientos como los correspondientes a verdaderos «comunistas de hierro». Así para nada seremos capaces de construir nuevas socialidades, si no somos capaces siquiera de relacionarnos con gentes que se suponen deberían estar más o menos próximas a nosotr@s. ¡Qué decir de las demás!… En este sentido: ¡Bienvenido sea el «buen rollito»!
En suma, todo esto se percibe como actos de una persona a la que sencillamente se le ha ido, o se le está yendo, la olla. Y es por eso por lo que pienso (mejor dicho, pensamos varios que hemos charlado sobre el tema) que alguien cercano a Agustín, es decir, del cada día más reducido grupo que todavía se aglutina incondicionalmente en torno suyo[20], debería reaccionar y tener la lucidez, y la valentía, de hacerle ver hacia dónde conduce esta deriva suya, ya que él parece que es incapaz de percibirlo. Y eso con ánimo de que no se hunda aún más en un pozo sin fondo, pensando que está salvando el mundo. El mundo para nada necesita de «iluminados» así. Ya hay muchos y todos detestables. Aunque en su caso esta locura creciente se intente recubrir del señuelo de una potente (pero desquiciada) retórica revolucionaria, que se descalifica a sí misma formulada en esos términos. Y por el marchamo del que el que promueve esta verdadera «caza de brujas» es un militante non-stop (de veinticuatro horas al día) fuera de toda sospecha de parcialidad, siempre al límite, con un enorme compromiso personal, entregado a la causa en cuerpo y alma, y por tanto absolutamente incuestionable. Se debería pues aducir: ¡Razón tendrá cuando dice lo que dice un «verdadero revolucionario profesional»! ¡Un «cuadro» histórico de los movimientos sociales de Madrid! Una persona por otro lado que ha hecho importantes aportaciones al pensamiento crítico anticapitalista. Todo ello parece como si fuera la patente de corso para intentar justificar lo injustificable. Pero eso hace tiempo que ha dejado de ser así, y esta deriva se observa cada vez más por mucha gente comprometida (de Madrid y del conjunto del Estado) como algo verdaderamente enfermizo, y que va a más. Es decir, como lo que es, como la paranoia de alguien que ha perdido el Norte, y que está haciendo que lo pierdan los que aún le siguen incondicionalmente hacia el abismo personal y grupal.
¿Qué podríamos hacer?
Por el cariño que aún nos debería suscitar a pesar de todo su persona tendríamos que reaccionar unos y otros, para ver si así lo hace él. La actividad política (entre nosotr@s) no puede ser una «jaula de lobos» (aunque ¡que más quisiéramos que ser tan nobles como ese animal!). Yo lo intento hacer con este duro escrito, pues pienso que no caben medias tintas en estas circunstancias. A la verdad hay que encararla de frente. También porque he compartido con él muchos momentos de actividad militante durante años, unos treinta, algunos de mucha intensidad, que quisiera no tirar sin más por la borda. Tal vez sea una osadía por mi parte hacer lo que estoy haciendo, y sobre todo opinar como estoy opinando; máxime ahora que me encuentro bastante separado de la actividad militante directa a causa de una enfermedad jodida de la que me estoy recuperando lentamente, y porque estoy redactando un libro crítico sobre el «proyecto europeo» que me consume mucho tiempo. Pero quizás a los que les quepa más responsabilidad directa sea a aquellos en los que él todavía confía, por el apoyo incondicional que le brindan (el resto, hace tiempo que hemos sido tachados de su mapa afectivo). Esto es, un reducidísimo grupo de personas que quizás se pueden contar hoy en día con los dedos de la mano, de su entorno personal más inmediato, de gran valor y entrega que son incapaces (por ahora) de enfrentarse o matizar a su incuestionado líder carismático. Un «general» sin tropa, como a él le gusta calificar a mucha gente, al que se le profesa un verdadero culto a la personalidad. Alguien cercano, con mayor sentido de la realidad, le tiene que decir a dónde conduce su actitud. Por su bien, por su salud personal y mental. Como yo esperaría de la gente cercana a mí si es que me ocurre lo mismo. Nadie estamos a salvo de procesos así.
Siento mucho tener que decir todo esto, pues no es para nada mi estilo. Me siento como si no fuera yo el que escribe estas líneas. No es mi talante, como parece que dice ahora la socialdemocracia. ¿Será que mi contaminación «socialdemócrata» es ya irreversible? No quería haber llegado a este punto. Me he negado a hacerlo durante cinco o seis años, aparte de haber intentado (creo) hacer todo lo posible antes de «nuestra» ruptura para reconducir el proceso de alejamiento «mutuo»; es decir, dicho llanamente, desde que Agustín unilateralmente decide iniciar «nuestro» desencuentro[21]. Pero bueno, hasta aquí hemos llegado. Siento tener que expresar esto públicamente, pero pienso que me he visto obligado moralmente a ello. Al menos esa es mi sensación. Lo hago sabiendo en lo que incurro. Y siendo consciente de que seguramente me caerá un importante chorreo como consecuencia de ello. Pero alguien pienso que tenía quizás que decir ya públicamente lo que mucha gente militante lleva pensando, y comentando colectivamente, desde hace mucho tiempo. Demasiado tiempo.
Asimismo, quiero decir que no pienso propiciar, por mi parte, una continuación de esta especie de reality show dentro del «movimiento». Si lo desean impulsar otras personas, pues adelante. Ancha es Castilla. Hay much@s damnificad@s en esta refriega a la que nos ha conducido gratuitamente Agustín. Y no pienso hacerlo por dos razones. Una, es que no creo que Agustín sea capaz por el momento (permítaseme afirmar esto) de cambiar de posición y rumbo, para iniciar un contraste de pareceres más sereno. Y segundo, porque cuando se dé esa situación, si es que se da (cosa que, por ahora, repito, dudo), será cuestión de hacerlo en círculos más limitados, para que sea enriquecedor y constructivo, y no en esta especie de pasarela pública expuesta a todo tipo de miradas que es Internet. He recurrido a esta pasarela porque ya había irrumpido profusamente en ella Agustín desde hace tiempo, con una presencia además in crescendo, y porque hay gente que accede a ella que no sabe de qué va la vaina. Si no, me hubiera quedado tan ricamente recluido en mis ámbitos más cercanos, que es lo que creo que llevo haciendo en los últimos tiempos, dadas mis circunstancias, sin abandonar mis anhelos de poder aportar algo al «movimiento».
En todo caso, las réplicas más constructivas deberían orientarse a cómo deberíamos actuar dentro de la necesaria y enriquecedora diversidad del «movimiento», y nos vamos alejando de ese refocilarnos en los conflictos internos, sin que ello quiera decir en absoluto pasar por alto éstos. Pero eso sí, intentando cuidar las formas cuando se abordan, y no desacreditar sin fundamento. Y para nada quisiera que este escrito pudiera dar lugar a posicionamientos de apoyo a unas y otras tesis, a tomar «partido», y a nuevos enfrentamientos. No es esa para nada mi intención.
Por último, quiero señalar que aquí no sobra nadie. En los tiempos que entramos (en los que ya estamos) es preciso que pongamos en común todas las voluntades honestas que se mueven y luchan por la transformación social. Ahora es aún más necesario que nunca. No sobra ninguna voluntad de l@s que de una forma u otra se rebelan contra este orden inhumano y depredador. Y también es imprescindible que abramos entre nosotr@s debates valientes, serenos y constructivos acerca de cómo hacerlo. Si es que queremos resistir la barbarie que avanza inexorable y abrir entre tod@s, desde ya, un mundo distinto. Y Agustín y el CAES también tienen mucho que aportar, y lo han venido haciendo igualmente a lo largo de muchos años, especialmente de una forma muy valiosa en el ámbito de la lucha sindical y la formación. En el nuevo escenario que se abre con la llegada del PSOE al gobierno, que está suponiendo una desmovilización social creciente (salvo estallidos puntuales como haya podido ser la lucha de Izar) y cuyo «cambio suave» está promoviendo una aceptación sin resistencias del programa neoliberal con «rostro dulce», esto es todavía más perentorio. Y mucho más después de la nueva entronización de George W. Bush y su guerra sin cuartel contra el «terrorismo», pues uno de los objetivos de esa guerra (asumida en mayor o menor grado por todas las estructuras de poder, incluida por supuesto la UE) también somos nosotr@s. Los melones, cuantos más mejor, es preciso que nos reconfortemos y apoyemos un@s a otr@s.
Madrid, noviembre, 2004
Nota final: un borrador de este texto ha sido contrastado con casi una treintena de personas de distintas perspectivas políticas dentro del «movimiento», de diferentes territorios del Estado, aunque la gran mayoría de Madrid, y más de la mitad de ellas no pertenecientes a Ecologistas en Acción. Agradezco su colaboración en cuanto a la aportación de críticas y comentarios al texto, algunos de los cuales he intentado recoger en su versión final. Tomé esta decisión pues sé que es un tema delicado y quería tener diferentes visiones acerca de la oportunidad y conveniencia de un texto de esta naturaleza, que tiene un muy importante sello personal, con una fuerte implicación emotiva propia, y cuya responsabilidad es, por supuesto, exclusivamente mía. Algunas de las personas consultadas me han desaconsejado el sacar públicamente un texto así. Una de forma clara. Algunas otras también, pero no tanto por las cosas que se comentan, o por cómo se abordan, sino porque piensan que esto podría dar cancha a Agustín para seguir en la dinámica ya mencionada, o polarizar posiciones, cuando de acuerdo a su entender el impacto de lo que él pueda decir es cada vez más residual. El resto, en general, la gran mayoría de los consultad@s, con más o menos matices, me han animado a ello, aunque alertándome much@s de que podía significar un coste personal para mí, cosa que asumo claramente al ponerlo en circulación. Pienso que vale la pena, y que quizás también necesitaba hacerlo (desde hace tiempo). He recurrido muchas veces a la ironía para desdramatizar y espero no haberme pasado. Finalmente, he intentado elaborar un texto no centrado exclusivamente en las cuestiones en torno a Agustín, pues pienso que ello permite una reflexión más global, que puede aportar algo de cara a la nueva coyuntura; es decir, que pudiera tener interés más allá de Madrid, y ayudarnos, quizás, en ese arduo camino de intentar aprender acerca de cómo relacionarnos dentro del «movimiento». El problema, tal vez, es que queda un texto un poco largo, pero bueno, es con el que yo me identifico y me siento más cómodo. Y eso que es un escrito que me ha costado horrores parir. Quizás sea (es) el más difícil que he tenido que redactar nunca.
[1] Por «movimiento» me voy a referir a lo largo de este texto (cuando emplee este término) a todas aquellas dinámicas de resistencia y transformación frente al despliegue del nuevo capitalismo europeo y global, y al dominio patriarcal que le (precede y) acompaña, y no sólo a lo que se ha llegado a denominar «movimiento antiglobalización» en esta última etapa. Éste, que irrumpió con una inusitada fuerza a escala mundial a finales de los noventa (y especialmente tras Seattle), llegó a eclipsar, enredar y contaminar (muy positivamente) otras resistencias y transformaciones anticapitalistas y antipatriarcales, locales o sectoriales. Pero ahora parece que se ha iniciado una nueva etapa en la que el «movimiento antiglobalización» (como tal) se desinfla en gran medida y vuelven a resurgir con perfiles propios muchas actividades de contestación y creación de alternativas locales y sectoriales que indudablemente han sido impregnadas por él, y que asimismo se siguen enlazando en mayor o menor medida con las dinámicas antagonistas más globales.
[2] Molotov dejó de salir hace ya unos meses y va a continuar ahora, después de un «gran salto adelante», como Diagonal, que intenta ser un altavoz y estar abierto a todo aquello que bulle en el «movimiento».
[3] Como consecuencia del enfoque y las calumnias que se vertían sobre muchos grupos del «movimiento», algunos colectivos que se dedican a la difusión y venta de libros decidieron no distribuirlo a través de sus redes y contactos (Traficantes de Sueños y Baladre, que yo sepa).
[4] Con algunos de éstos tuve oportunidad, por la amistad que me une a ellos, de comentar en su día estas apreciaciones.
[5] En las jornadas participó también Corriente Roja.
[6] Ya fue enormemente complicado sacar una huelga general, que quedo circunscrita por parte de las centrales mayoritarias a algo puramente testimonial (2 horas UGT, 15 minutos CCOO). Tan sólo algunos sindicatos como CGT impulsaron una huelga de 24 horas. Y cabe resaltar que Ecologistas fue de las pocas organizaciones sociales que se sumó a la convocatoria de la huelga de 24 horas y participó en ella.
[7] Es decir, auténticos «generales con tropa», como le gusta decir a Agustín.
[8] Junto también con sectores de las «viejas guardias» que tensionaron e intentaron hegemonizar el «MAG», un magma claramente plural y que no encajaba bien con estructuras de coordinación fuerte, dificultando un funcionamiento más relajado, fluido, flexible y horizontal. La tremenda asamblea estatal de Zaragoza quedará en la mente de much@s como un hito histórico de este pugilato.
[9] No a la Constitución de la Europa del capital y la guerra. Por una Europa de los derechos sociales y los pueblos.
[10] Plataforma por el No a la Constitución Europea: Asamblea contra la Globalización Capitalista y la Guerra, Corriente Roja, Proyecto No-Violencia, Plataforma Pinto contra la Globalización Capitalista, PRT-IR, MIA-CM, Espacio Alternativo, Ecologistas en Acción, Lucha Internacionalista, Cristianos de Base, O:C: Octubre, Plataforma de Ciudadanos por la República, Comisión Salud Antiglobalización, PCPE, CJC, UJCE, AIA, Asoc. Contra la Tortura, En Lucha, Consulta Social Europea, PCPE-Getafe, Sindicato de Estudiantes, Coordinadora de Solidaridad con Cuba, Attac-Madrid.
[11] Se piensa sacar una revista y un librito conjunto contra la Constitución Europea y el «proyecto europeo» antes de febrero, y se han editado ya y se va a hacer una renovada tirada de unos paneles de denuncia y trípticos que puedan servir a los grupos del «movimiento» de todo el Estado español. Este conjunto de materiales están editados asimismo por Derechos para Tod@s, RCADE y Espacio Horizontal contra la Guerra.
[12] CGT vinculada al campo libertario, y con importante presencia pública, se está decantando como organización por impulsar el «No» de cara al referéndum, aunque haya algunos sectores más proclives a la abstención.
[13] Aunque ciertos sectores de IU participan en algunas de las plataformas territoriales contra la Constitución que se están construyendo.
[14] Mi postura en concreto era favorable a la abstención, quizás por mis posicionamientos cercanos al área de la autonomía y mi rechazo casi visceral a la participación electoral en la política de la representación. Y digo casi, porque he votado en las últimas elecciones contra Aznar.
[15] En concreto por defender nuestra participación activa y en primera línea en el Movimiento AntiMaastricht. La actividad en todos estos años de la Comisión Internacional de Madrid, y de otr@s compañer@s a escala estatal, han hecho que hoy en día sea un patrimonio dentro de la organización la reflexión «antiglobalización» y que exista una postura clara contra la UE. Ecologistas pienso que ha cumplido (y cumple) un papel importante en la difusión de estos planteamientos a escala estatal.
[16] El «MAM» («Movimiento contra la Europa del Capital y la Globalización Económica», su nombre completo), fue una red de colectivos y organizaciones a escala estatal que se creó en 1996, tras las campañas, foros y movilizaciones de «50 Años Bastan» (1994) y «Contra la Europa del Capital» (1995).
[17] El «MAM», y muy en concreto Agustín, jugaron un papel decisivo dentro de la Campaña para imponer una serie de contenidos: es decir, 35 horas sin reducción salarial y en cómputo semanal, así como la incorporación al texto del debate en torno a la necesidad de instaurar una Renta Básica.
[18] Hubo un tiempo, en los cinco años de colaboración dentro del «movimiento AntiMaastricht» (MAM), cuando no se utilizaba todavía el correo electrónico ni Internet, en el que los planteamientos de Agustín y del CAES, junto con otros varios, se difundían profusamente en los envíos periódicos del MAM. A ello contribuían l@s compañer@s de la Comisión de Internacional de Aedenat (y más tarde de Ecologistas en Acción), que realizaban las tediosas, pero necesarias tareas de secretaría: organizando las fotocopias, ensobrando dichos envíos (más de 300) por correo postal, y consiguiendo (en gran medida) los fondos necesarios para financiarlos. Todo ello permitió ir tejiendo una red estatal, que ayudó a difundir reflexiones militantes contra el nuevo capitalismo global y el «proyecto europeo» que forma parte de él. Y como no, también, ayudó a extender las reflexiones de Agustín y el CAES a escala estatal.
[19] Madres de Plazo de Mayo, HIJOS y sus «escarches», piqueteros, sistemas de trueque, ocupaciones y autogestión de empresas, ocupaciones urbanas y rurales, cacerolas, asambleas barriales, etc.
[20] En los últimos años gente muy valiosa ha ido abandonando progresivamente el CAES, no tanto por voluntad propia sino porque se le ha hecho la vida imposible por no compartir al cien por cien las opiniones de su líder incuestionado e incuestionable, o no someterse a los dictados de éste. La lista es amplia. Todo ello, junto con la deriva mencionada, ha ido haciendo que el CAES haya ido perdiendo la capacidad de aglutinar gentes y actividades en torno a su local, lo que en su día consiguió con el apoyo de much@s de nosotr@s. Eso ha dejado de ser así hoy en día.
[21] Ese «desencuentro» coincide más o menos con la disolución de la estructura de coordinación del «MAM» en Madrid (2000), para pasar a incorporarnos los participantes en la misma (ya en declive) a las nuevas dinámicas de contestación más amplias que surgen (Siete Días de Lucha Social, Precarios en Acción, etc), y se acentúan más tarde cuando disolvemos el «MAM» a escala estatal (2001) para diluirnos, como ya estábamos haciendo, en las nuevas dinámicas del «nuevo movimiento antiglobalización» que irrumpe en escena en torno a las movilizaciones de Praga (MRG´s, etc), partiendo también de experimentos innovadores de desobediencia civil y democracia participativa (Consulta Social).
Ramón Fernández Durán es Miembro de Ecologistas en Acción
Los textos a los que hace referencia este artículo se pueden encontrar en:
La constitución europea y la izquierda
Terrorismo. Izquierda. Movimiento Antiglobalización