El pasado jueves, convocados por Politikon, debatían los representantes de los cuatro partidos más votados sobre los derroteros que debe llevar la recién creada subcomisión para la reforma electoral. Digo yo que el tema es de tal calado que lo que correspondería es una Comisión, pero hay cosas que dan un poco de miedito y mejor llevarlas de a poco a poco.
El resultado del debate parece distinto según el medio donde leamos la información. El País destaca la dificultad de llegar a un acuerdo «por encima de las declaraciones optimistas, un abismo separa los detalles técnicos que definen la reforma ideal para cada formación», mientras elDiario.es remarca la voluntad de mejorar la representatividad, ya que según ellos hay «ciertos consensos de antemano, como aumentar la proporcionalidad del sistema o la reforma del voto exterior».
Por otro lado, en El Mundo Jorge de Esteban en un artículo de opinión desgrana un análisis histórico y político de las circunstancias en las que se aprobó la actual ley electoral. Interesante análisis independiente de las valoraciones del autor.
Dos ejes parecen que destacan a la vista del debate: gobernabilidad versus representatividad y territorialidad versus ciudadanía. Soy consciente de que la terminología es mía y los políticos huyen de la misma.
Estabilidad gubernamental ¿frente? a fragmentación del legislativo
Es evidente que un poder legislativo con una mayoría suficiente de soporte al ejecutivo proporciona una estabilidad política. Y casi todos los sistemas electorales europeos tienden a conformar sistemas mayoritarios que permitan esa «gobernabilidad». Esa generación de mayorías ficticias se hace, lógicamente, deformando la voluntad expresada en las urnas.
Las formas que toman son diferentes pero todos lo logran con más o menos acierto: Sistemas uninominales en Gran Bretaña a una vuelta; igual, pero a dos vueltas, en Francia; mixto (aunque ellos no quieran esa denominación) en Alemania, con circunscripción única y mínimo del 5% junto a uninominal para la mitad del parlamento.
Se puede incluir en este grupo el sistema electoral español, a pesar de su autodefinición de proporcional. Y ello es así por la existencia de circunscripciones provinciales donde se sobre-representa territorialmente, repito territorialmente, a las provincias menos pobladas y por tanto más rurales, junto a un 3% de mínimo provincial. Digamos que nuestro sistema es mayoritario, aunque no puro, lo que genera un bipartidismo imperfecto siempre necesitado de pactar con nacionalistas o partidos medianos, como es el caso en estos momentos de crisis en los dos partidos mayoritarios.
La excepción a la regla es Holanda, donde el sistema electoral se basa en la circunscripción única, atendiendo, a la par, a la representación territorial. Esto es evidente que genera un problema de gobernabilidad que ha solventado con la práctica de pactos que a nadie le produce urticaria. Digamos que la norma crea costumbres, no como aquí que el cainitismo, la costumbre, crea la norma.
Es decir, si queremos una representación proporcional a la voluntad de los ciudadanos tendremos que resolver y crear, de forma civilizada, un sistema que haga viable la gobernabilidad. Herramientas hay. Acostumbrarnos a unos gobiernos realmente «controlados» por el legislativo, con mecanismos que impidan el bloqueo institucional es posible. Otro ejemplo es el sistema utilizado por Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona para aprobar los presupuestos en minoría -mayoría minoritaria más débil que la de Rajoy-: la moción de confianza.
Territorialidad y/o ciudadanía
En estos momentos, la ciudadanía reclama ser tenida en cuenta y por eso se habla de mejorar la proporcionalidad, pero todos lo argumentan como algo complicado y utilizan la queja de las provincias pequeñas temerosas de perder presencia en el legislativo para frenar esa necesaria reforma o, al menos, para limitarla.
La realidad es que la supuesta sobre-representación del sistema actual no ha generado mejoras en dichas provincias o al menos la queja no ha desaparecido. Otra cosa es la existencia de las administraciones autonómicas que, si bien han mejorado esa percepción, no dejan de ser sistemas centralistas dentro de cada Comunidad Autónoma, dependiendo, evidentemente, del tamaño de cada una.
Voluntad popular, representatividad, presencia territorial y gobernabilidad
El objetivo de una reforma es conseguir un sistema que respete la voluntad popular fielmente, garantice la representación de todas las provincias y permita la constitución de gobiernos estables, controlados democráticamente por el Congreso pero con capacidad para actuar.
En mi ensayo El valor real del voto hago una propuesta de reforma profunda del sistema electoral español donde las características son:
- Circunscripción Única.
- Distritos Territoriales (provincias) para presentar candidaturas y asignar finalmente diputados.
- Garantía de representación mínima para todas las provincias.
- Equidad en el valor del voto de todos los electores independiente de donde vivan o a quien voten (Índice de Poder de Voto =1).
- Reducción drástica de votantes sin representación.
- Un sistema de nombramiento del Gobierno que garantice estabilidad.
Es evidente que la mejora de la calidad democrática de una sociedad no se resuelve solo con el cambio a un sistema electoral más proporcional y participativo, pero lo que es seguro es que no se puede hacer sin él. Insisto en que los cuatro partidos actualmente más votados parecen tener miedo escénico para proponer un cambio del sistema que de la voz y la decisión a la ciudadanía.
Abrir el debate popular y público sobre este tema, hacer participe a la ciudadanía del mismo, es la forma de afrontar un proceso de profundización democrática. Resolverlo en una subcomisión sigue siendo una forma de cocinar los resultados.
Luz y taquígrafos.
PD.- Me gustaría desde estas páginas invitar a la presentación del ensayo y al debate a todos los partidos que están en esa subcomisión para la reforma electoral. Será este jueves, 18 de mayo, a las 19:30 en la librería Sin Tarima (Madrid). Allí os espero.
Vicente Serrano es presidente de Alternativa Ciudadana Progresista y autor del ensayo «El valor real del voto» Ed. El Viejo Topo. 2016
Fuente: http://www.cronicapopular.es/2017/05/reformar-el-sistema-electoral-espanol/