I. Hubo mucha gente en al Auditorio de CC OO-Madrid el sábado por la mañana; unas mil personas -bastantes más de las que asistieron a la manifestación contra la guerra de Afganistán, unas horas después- que en su gran mayoría se mantuvieron atentas en la sala durante cerca de tres horas. La edad media de […]
I.
Hubo mucha gente en al Auditorio de CC OO-Madrid el sábado por la mañana; unas mil personas -bastantes más de las que asistieron a la manifestación contra la guerra de Afganistán, unas horas después- que en su gran mayoría se mantuvieron atentas en la sala durante cerca de tres horas. La edad media de los asistentes me pareció bastante alta: la gran mayoría en la cuarentena, muy pocos de menos de 30 años, bastante más en torno a los 60. Me comentaron que había poca gente no militante de IU, y sobre todo del PCE. Antes de hacer una rápida valoración del acto, creo interesante señalar algunos aspectos de las intervenciones, siguiendo más o menos el orden en que se realizaron:
-Hubo algunos discursos tópicos, que además sólo se refirieron de pasada al objetivo del acto: el del secretario general de CC OO-Madrid, por ejemplo. También el del coordinador de IU-Madrid, Gregorio Gordo; en este caso, hay que destacar que dedicara la mayor parte de su tiempo a hablar de un documento llamado «Alternativa social a la crisis» , sobre el cual van a iniciar un proceso de debates «en la sociedad madrileña» que debería culminar en un programa electoral para las municipales y autonómicas del 2011. La relación entre este proceso y la «refundación» quedó, por lo menos, bastante confusa. A mi parecer, la intervención de Gordo es una muestra, muy significativa por lo que es y por lo que representa, de la mezcla entre varias «refundaciones» que existe por el momento en la dirección de IU.
-Cayo Lara enfatizó mucho una recomendación que el domingo ocupó los titulares de la prensa: la fragilidad del proyecto («cristal delicado») y el temor a que «se nos vaya de las manos» (sic). Entendí que el «nos» estaba dirigido hacia la propia dirección actual de IU, resultado de un pacto entre diversas familias, que puede desestabilizarse si la «refundación» desbordara el control conjunto y pactado del proceso.
-Fueron numerosos los dirigentes de IU que tomaron la palabra; no recuerdo ni un matiz autocrítico relevante y concreto de ninguno de ellos (e incluso hubo algún exceso lírico del coordinador del acto, Enrique de Santiago, al presentar, por ejemplo, a Llamazares como «la voz del pueblo en las instituciones»). En cambio, la sala expresó su apoyo con fuerza a las intervenciones críticas, directas (por ejemplo, sobre la actitud de IU en el caso Caja Madrid, que fue criticada muy duramente por Lourdes Lucía) o indirectas (reclamando que el centro de gravedad de la política de IU tiene que estar «en la base», no en las instituciones, tema sobre el que coincidieron numerosos oradores invitados y también Julio Anguita, entrevistado en un video de opiniones sobre el proyecto de refundación, todas muy favorables, como no podía ser menos dado que fue grabado a las puertas del pasado congreso del PCE); por el contrario, Begoña Sanjosé, que habló como feminista, defendió un planteamiento «clásico», de división del trabajo entre partido y organizaciones sociales: la función de IU sería llevar a las instituciones las propuestas «sociales»). No hay que abusar de los juicios basados en el «aplausómetro», pero creo que estas reacciones pueden expresar un deseo de cambio de sectores militantes de IU respecto a la política habitual de la organización. Habrá que ver qué peso puede tener este sector y qué posibilidades de influencia alcanza, no ya en la dirección, sino en las organizaciones de base (Lourdes Lucía se refirió a que había gente que se había ido de IU como rechazo a cómo hacía las cosas su organización local; fue la única alusión a este tipo de problemas).
-Dos intervenciones aludieron a Izquierda Anticapitalista. Expresamente, la de Pablo Iglesias: tras contar que había formado parte de un comité de apoyo a IA en las europeas, dijo que volvería a votar IA si hubiera elecciones, pero que ahora se trata de crear un referente político y eso no puede hacerse desde fuera de IU. Pienso que hay que prestar atención a este tipo de opiniones que son la consecuencia combinada del resultado electoral marginal de IA en las europeas y del deseo de construir un referente político anticapitalista, considerada como una tarea inmediata y urgente, para la que se busca antes un instrumento organizativo que un proyecto y un programa político. Hay aquí un debate que habrá que proseguir en los próximos meses.
-Me pareció que Isaac Rosa aludió también a IA cuando llamó la atención sobre la gente que no estaba en la sala, aunque había sido invitada, y propuso «ir a buscarla» para incorporarla al proyecto. Cuando se tienen expectativas e ilusiones en un proyecto que se presenta como unitario es difícil que se entienda por qué una organización no acepta participar en él. Pienso que es un objetivo importante para IA hacerse entender bien en lo que haga o diga respecto a este proceso, lo que exige mantener abiertas todas las vías de diálogo y debate. Dicho esto, creo que IA hizo bien en no aceptar la invitación a tomar la palabra en el acto. Se podría haber interpretado equivocadamente como un cierto aval al proceso (hay buenas razones para estar escarmentados de este tipo de asuntos, cuando responsables de IU han dicho en rueda de prensa, y en privado a alguno de los firmantes del llamamiento de apoyo, que «IA estaba interesada en la refundación», sabiendo que no es verdad; las convergencias se basan también en el juego limpio). Y no tenía sentido, ni habría sido bien entendido por la gente, que IA utilizara su tiempo para explicar por qué no participa en esta «refundación». Hay otros medios y lugares más apropiados para ese debate.
-Finalmente, creo que el acto ha sido un éxito para IU, al menos a nivel interno. Posiblemente habrá un impulso militante que tendrá un cierto recorrido. No tiene sentido especular sobre su intensidad y su duración, que además será desigual local y sectorialmente, y creo que tendrá muchas dificultades para conectar con la izquierda social. En todo caso, será un factor político insoslayable a corto y medio plazo, al cual habrá que calibrar bien la atención que se le dedica, en función no de la «agenda mediática», ni de la imagen que IU quiere establecer de su proyecto como «la» refundación de la izquierda, sino de su impacto real en la izquierda social, el interés de sus propuestas y la credibilidad que pueda llegar a alcanzar, y hoy en mi opinión no tiene su discurso unitario «sin exclusiones, sin miedo, sin recelos, sin reproches».
II.
Unas consideraciones finales. Creo que el problema de fondo de la propuesta de IU es que no contiene una refundación, sino dos (al menos, no tomando en consideración por el momento el enfoque tipo «campaña pre-electoral» de algunas intervenciones). Estas dos «refundaciones»: la «refundación de IU» y la «refundación de la izquierda» se presentan como sinónimos, pero tienen un sentido político muy diferente. Escribe Armando Fernández Steinko en Diagonal nº 114 que «…el acuerdo no es refundar Izquierda Unida, sino utilizar sus recursos organizativos, políticos y económicos, su rica experiencia acumulada para lanzar un proceso de convergencia de todas las personas, grupos, organizaciones y sensibilidades que hoy se reclaman de la izquierda» . Es una interpretación que hay que tomar en cuenta, pero el objetivo de «refundar IU» fue claramente el dominante en el acto del día 28, interpretado (en algunos casos -particularmente, en la intervención de Gregorio Gordo- más como una «restauración» que como una «refundación») en general como una reanimación militante, una renovación del discurso, una mayor presencia en la calle y en los medios, una mejora de sus expectativas electorales…, es decir, la continuidad del proceso iniciado con el pacto interno que condujo a la elección de Cayo Lara como coordinador general, del cual conocemos ya sus posibilidades y sus miserias (la más clara, el pacto de silencio establecido en torno al caso Caja Madrid). A este objetivo responde también el calendario del proceso: elaborar en seis meses por medios participativos y de abajo a arriba el «programa de la refundación de la izquierda» no es razonable. Todo se entiende mejor si se considera que, un mes después, una Asamblea de IU «asumirá» ese programa. Para «refundar IU» puede servir. Para «refundar la izquierda», no.
La equivalencia «refundar IU»/»refundar la izquierda» parece basarse en una idea que afirmó Enrique de Santiago en una tribuna de Público el mismo día 28: «Las elecciones europeas evidenciaron que en España la única propuesta organizada de izquierda anticapitalista con suficiente implantación y entidad para vertebrar ese proceso es IU». Esta interpretación no me parece nada evidente. Las elecciones europeas mostraron que IA quedó muy lejos de su aspiración a constituirse como un referencia política anticapitalista con expectativas de modificar el mapa político a medio plazo; mostró también que Iniciativa Internacionalista era una operación coyuntural; y mostró finalmente que IU obtuvo un diputado (mejor no hablamos del asunto Romeva). El peso institucional no es, en absoluto, despreciable aunque sea reducido, pero de ahí a las conclusiones de Santiago hay un mundo, máxime si la «entidad» para «vertebrar» ese proceso se refiere a la «izquierda anticapitalista», una expresión que por cierto apenas se escuchó en el acto del día 28. Parece que los dirigentes de IU no reconocen que la organización tiene un serio problema de credibilidad política o piensan que lo han superado. Creo que están equivocados. La experiencia dará y quitará razones.
El panorama político de la izquierda política española y europea de los próximos años estará dominado, por procesos de convergencias y reagrupamientos, por sus logros y sus crisis, que muy probablemente darán lugar a un mapa político muy diferente al que ahora conocemos. Aquí y ahora, en lo que se refiere a la izquierda política anticapitalista, no me parece que haya suficiente claridad política, ni fuerzas militantes, ni siquiera un reconocimiento suficiente del problema en quien tiene la clave para empezar a resolverlo: la izquierda social. Por eso, pienso que hay que precaverse de las urgencias. En su intervención como militante ecologista, Antonio Hernández advirtió contra las prisas en el desarrollo de la «refundación» y recomendó los «ritmos lentos» con los que trabaja la naturaleza; una buena recomendación en estos tiempos, no sólo para IU, sino para toda la «izquierda alternativa».
Fuente: http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/?x=2655