La respuesta de Pedro Sánchez a la pretensión de Pablo Casado de circunscribir el debate del Pacto para la Recuperación y para la Reconstrucción a una Comisión de investigación ad hoc en el Congreso de Diputados, ha sido celebrada en determinados medios como una genialidad estratégica. Ante la predicción de que el Congreso actuase como cortafuegos, Pedro Sánchez ha decidido sortearlo, construyendo una red de acuerdos específicos con el PP en la las Comunidades Autónomas, Ayuntamientos y Diputaciones.
Tales Acuerdos se presentan como la única alternativa para abordar los efectos derivados de la crisis del coronavirus. Dicho en otras palabras, sin pactos con el PP no hay vida, con pactos todo es posible. No obstante, esta iniciativa corre el riesgo de multiplicar una serie de contradicciones ad infinitun en lugar de superarlas.
De entrada, ¿cualquier acuerdo, cualquiera que sea es, per se, mejor que un desacuerdo?, ¿un acuerdo que subsuma, o diluya las diferencias entre sus partes, se consideraría como un buen acuerdo?, ¿sería deseable un acuerdo aunque no suponga la ampliación y la cualificación de las políticas públicas, un reforzamiento de los derechos democráticos, sociales y de las protecciones medioambientales, o un avance cualitativo de la investigación, la ciencia, las Tics…. ?
La obsesión por alcanzar unos pactos en términos generales y abstractos a cualquier precio, corre el riesgo de legitimar una alternativa regresiva a la crisis que prolongaría de forma agravada los problemas del pasado.
Es improbable que la derecha, esta derecha, que nada tiene que ver con la de la Transición democrática de Adolfo Suárez, asuma propuestas que le hagan renunciar a su identidad y a su razón de existencia y programática: la reducción del estado de bienestar, el liberalismo económico, las privatizaciones y liberalizaciones del suelo, la reducción de impuestos, el maltusianismo social…Si esto ocurriera ya no sería esta derecha, sería otra cosa.
No lo es. La presidenta popular de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, rechazaba la oferta buenista de Ángel Gabilondo con una crudeza cruel: la salida de la crisis pasa por liberar suelo, bajar los impuestos y por no limitar el precio de la vivienda.
En Andalucía, las cosas parecen distintas, aparentemente. El presidente del gobierno andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, coaligado con Cs y con el apoyo de Vox, ha ofrecido un acuerdo al PSOE, del que aun se desconoce sus contenidos y su alcance, lo que no ha impedido a Susana Díaz darle una respuesta afirmativa e inmediata.
Una cita a ciegas. Una amnesia irresponsable, puesto que se olvida un dato clave reciente que invalidaría al gobierno andaluz para promover cualquier pacto de reconstrucción: La impugnación del propio PSOE ante el Tribunal Constitucional, del decreto ley del gobierno andaluz de 12 de marzo de 2020 en el que se modifican 21 leyes y 6 decretos de forma extraordinaria y urgente. Dicho decreto-ley, con la justificación de resolver el laberinto de «reglas, trámites y cautelas administrativas que entorpecen la actividad económica», permite un paquete de actuaciones lesivas al medio ambiente, a la protección del patrimonio histórico y cultural, a la ordenación del territorio, (por ejemplo la construcción y la legalización de campos de golf), y un severo recorte de los derechos laborales y sociales…..Puerta de Elvira en Granada y en Sevilla Doña Elvira. A este respecto, CCOO ha declarado que el nuevo decreto rescata en Andalucía la cultura del pelotazo.
En el País Valenciano, ha sido el presidente Ximo Puig el que ha tomado la iniciativa, con el malestar de Compromis y Podemos sus socios de gobierno. No es para menos. Compartir mesa y mantel con el PP, un partido agujereado por la corrupción endémica de la Gürtel, es difícil de digerir.
En Extremadura, el PP ve inviable cualquier pacto con el gobierno de Fernández Vara, al que acusa de prepotencia y de otros calificativos similares.
En Castilla la Mancha, García Page busca, en cambio, un acuerdo estratégico con el PP. Una aspiración que comparte el grupo de algunos dirigentes socialistas de CCAA que se opusieron a la candidatura de Pedro Sánchez, en la idea de aprovechar la crisis para favorecer un gobierno de coalición PSOE/PP: Nadie puede asegurar que la legislatura en términos de aritmética parlamentaria va a acabar como ha empezado. Por eso, subraya, es importante que haya ya cauces de diálogo entre los dos primeros partidos del país (El Mundo, 18 enero de 2020).
Contra la resignación
Nacen nuevos horizontes y paraísos del biocontrol, cibervigilados por un Gran Hermano omnisciente, omnipresente y omnipotente. En China, Taiwán, India, Singapur, Corea del Sur, Europa, EEUU, su sombra se pasea impunemente controlando mansamente el modo de ser de las muchedumbres. Es el reinado acorazado de Google, Facebook o Apple sobre una sociedad fragmentada en individuos solitarios e indefensos.
Los sucios rostros del fascismo y el nazismo, adquieren así la forma de un moderno darwinismo social, que recorre la civilizada Europa del Norte y del Centro y del Este, en medio de la tolerancia, incluso con el entusiasmo, de sus ciudadanos y de sus gobiernos: No se deben admitir en las UCI a personas demasiado viejas o demasiado débiles (Frits Rosendaal, jefe de epidemiología Univ Leiden. Holanda). Mark Rutte, el ultraliberal primer ministro holandés, sí, el mismo que veta la creación de un fondo compartido de euro coronavirus para España e Italia, habla de la inmunidad de rebaño. Boris Johnson, Bolsonaro o Trump incendian el paisaje.
Ya no se puede ignorar que la pandemia es un hecho social total, de dimensión mundial, que está trastocando el conjunto de relaciones y conmociona a la totalidad de los actores, de las instituciones y de los valores. Cuando todo termine la vida ya no será igual (Ante lo desconocido…la pandemia y el sistema mundo. Ignacio Ramonet. Le Monde Diplomatique de 25 abril 2020).
Hay unanimidad en que el viejo modelo de capitalismo de rapiña, basado en la construcción y en un urbanismo sin límites, el turismo de masas, unos servicios sobre dimensionados respecto al sector industrial, una agricultura sometida a precios a la baja y una degradación medioambiental imparable, ha entrado en barrena.
Por lo demás, los datos sobre investigación y desarrollo (% PIB) muestran que son residuales respecto a Europa: casi la mitad, el 1,24% del PIB, mientras que la media europea es el 2,07%. Como contrapunto, Suecia, gasta el 3,3%, Alemania, el 3,2%, …Y en lo más alto del escalafón, el 4,53% de Corea del Sur (Estadísticas del Banco Mundial, 2018).
Entretanto, el mundo del trabajo ha sacado a la luz carencias inaceptables. Tutelas y derechos vulnerados, condiciones de trabajo y salariales bajo mínimos, junto a una precariedad estructural, que han arrastrado a una multitud de trabajadores a una sumisión desconocida.
Ciertamente, el individualismo y los comportamientos egoístas derivan en norma y ayudan al confinamiento, pero, también, contribuyen al enfurecimiento acrítico hacia la política y los políticos, en cuanto una casta uniforme, que hacen de la antipolítica un atajo hacia el fascismo. El Gran Hermano ha irrumpido para quedarse por mucho tiempo en las relaciones interpersonales.
La pandemia ha provocado una ruptura del libre mercado y de las políticas extremas de austeridad, epicentro de las medidas fiscales rayanas en el austericidio. Europa vence pero no convence. La Comisión ha perdido autoridad, sobre todo tras la imposición a Grecia de las políticas de ajuste que destrozaron el país, ante la insubordinación del gobierno de Syriza. Corría 2008. Un aviso a caminantes a la izquierda europea. Merkel dictak.
En este contexto, las inversiones públicas adquieren unas dimensiones inusitadas. Es indispensable la reconversión de las capacidades del Estado en un nuevo keynesianismo, como un Deus ex maquina contemporáneo. Refundar los paradigmas del futuro. Sin embargo, no sería improbable que si, una vez pasado el susto, los poderes establecidos pretendan retomar el control entendiendo la vuelta a la normalidad como la vieja normalidad, es decir al retorno a un sistema económico y social obsoleto y a un Estado mermado en sus atributos públicos y sociales.
Hay que insistir en el empeño. Con el buenismo no se reconstruye un país desecho. Un manifiesto suscrito por más de doscientos cincuenta economistas y otros científicos, del 22/4/20 concluía: la salida de la crisis provocada por la pandemia del coronavirus debe estar orientada a sentar las bases de una sociedad más justa, más igualitaria y ecológicamente sostenible. Suma y sigue.