El debate sobre Renta Básica o Renta Garantizada de Ciudadanía es, sin duda, muy interesante. Más allá de las ventajas de una u otra, hay que ser práctico y ver hacia qué objetivo puede ser más efectiva la lucha. Si en Cataluña se está defendiendo la Renta Garantizada es, sencillamente, porque está establecida en el […]
El debate sobre Renta Básica o Renta Garantizada de Ciudadanía es, sin duda, muy interesante. Más allá de las ventajas de una u otra, hay que ser práctico y ver hacia qué objetivo puede ser más efectiva la lucha. Si en Cataluña se está defendiendo la Renta Garantizada es, sencillamente, porque está establecida en el art. 24.3 del Estatut de Catalunya, el famoso estatut.
Este artículo nos dice: «Les persones o les famílies que es troben en situació de pobresa tenen dret a accedir a una renda garantida de ciutadania que els asseguri els mínims d’una vida digna, d’acord amb les condicions que legalment s’estableixen«. Es decir, la gente en situación de pobreza podrá tener una renta que le permita una vida digna, en las condiciones que legalmente se establezcan.
Y ahí estamos. Tras 10 años, seguimos sin tener las condiciones legales establecidas y nadie ve paliada su pobreza pese a lo que dice el sacrosanto estatut.
Ante la dureza de la crisis y el desprecio absoluto de los políticos dominantes en Cataluña para activar la herramienta legal de la que se había dotado la sociedad catalana para paliarla, se constituyó la Comissió Promotora de la Iniciativa Legislativa Popular de la Renda Garantida de Ciutadania.
Recoger firmas para una Iniciativa Legislativa Popular no es nada fácil, se ha de hacer en las hojas y en la forma establecidas y en el tiempo marcado. El mínimo legal de firmas es de 50.000 y se superó muy holgadamente.
En noviembre de 2013, dicha Comissió Promotora de la Iniciativa Legislativa Popular de la Renda Garantida de Ciutadania, presentó en el Parlament 121.912 firmas apoyando un texto que conllevaba el desarrollo y aplicación de la Renta Garantizada de Ciudadanía.
Y aquello ocurrió hace ya más de 3 años. Y en estos 3 años la Comissió no ha estado de brazos cruzados esperando, ha estado muy, muy activa. Ha tocado todas las teclas, todas las puertas que había que tocar. En su web y su Facebook identificarán un montón de actividades y sólo son una parte del total realizado. Desde cosas pequeñas hasta cosas de mucha envergadura como la IIIª Marcha contra el Paro, la Pobreza y la Desigualdad ó el Forum Alternativas en 2015.
Y ha sido una lucha no contra el PP ó Ciutadans, que para la izquierda parecen los únicos poseedores de males. Es una lucha contra quienes han dominado la sociedad catalana no ya desde la Transición sino muchísimo antes. Ellos saben quiénes son los máximos beneficiarios de la renta garantizada y saben que no son de los que ellos consideran suyos.
Sí, éste es el verdadero meollo del asunto. La lucha por la renta garantizada no es sólo una lucha en pos de los más desfavorecidos, es una lucha conceptual entre quienes no ponemos raza, color, procedencia, lengua, sentimiento nacional, etc. cuando pensamos en todos y quienes sí los ponen.
Estos últimos, en buena lógica, no usan palabras como sociedad ó ciudadanía sino que tienen una gran tendencia a usar el término «nació catalana«. Es lo mismo que en otros lugares con «nación española«, etc… Sí, varía el adjetivo pero no el sustantivo. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que son bastante iguales. Por eso es tan hiriente y ofensivo el apoyo ciego y sumiso que da la izquierda de ámbito español a los llamados nacionalismos periféricos.
Sí, apoyo ciego y sumiso, sin criterio propio y sin ninguna voluntad de analizar la realidad tal cual es, de forma que acabamos luchando por lo que quieren «los que han dominado la sociedad catalana no ya desde la transición sino muchísimo antes«, en lugar de luchar por lo que nos debía caracterizar y definir.
Ya de entrada, cabe recordar que el famoso Estatut de 2006 fue refrendado con una participación que no alcanzó el 50 %, es decir, no era para nada una prioridad entre la ciudadanía catalana, por más que el tripartito y CiU desde la oposición se volcaran en él.
El proceso previo de confección del Estatut estuvo bien planteado, con sesiones en muchos municipios. Yo acudí al de Cerdanyola. Éramos una treintena de personas. Saludé a una que conocía. Al poco de arrancar las intervenciones de los asistentes uno de ellos ya sacó cual según él debía ser piedra básica del Estatut: «el català havia de ser el pal de paller«, a lo que yo repliqué que no tenía por qué ser el único palo, la única lengua sobre la que construir el Estatut y la futura Catalunya. Nadie me apoyó y quien conocía estuvo 5 ó 6 años esquivándome y eso que, de tanto en tanto, coincidíamos en el tren.
A aquella treintena sólo les interesaba «el català és el pal de paller» y «Catalunya és una nació». Imagino que en muchos otros lugares el tipo y cantidad de público fue similar.
Como buen catalán, yo fui del 48,85 % que fue a votar el Estatut y fui del 20,76 % que votó NO. Ganó el Sí, eso nadie lo pone en duda, pero votó a favor del famoso Estatut sobre un 36 % del censo y eso no es una sólida mayoría sino un primer síntoma de quiebra social. La autocalificada izquierda, desde el primer momento, identificó acríticamente ese 36 % con el todo. No es de extrañar que los informes PISA den malos resultados en matemáticas, especialmente allá donde la autocalificada izquierda es más fuerte. Hay tanta prisa en la consigna que por el camino se van dejando los conceptos.
Con el apoyo acrítico a sus postulados se les ha ayudado desmedidamente en su juego a «los que han dominado la sociedad catalana no ya desde la transición sino muchísimo antes«, y ellos, a cambio, no han cedido en un elemento que podía ser de gran importancia para la lucha contra la desigualdad como es la de tener un mínimo vital con cierta dignidad garantizado. Teniendo ese mínimo se lucha más fácilmente por mejorar las condiciones laborales, etc… Y justo eso es lo que «los que han dominado la sociedad catalana no ya desde la transición sino muchísimo antes» no quieren. Para evitar eso y otros temas que les podían perjudicar es por lo que han estado presentes en las direcciones de casi todos los partidos catalanes con representación desde la Transición.
Ellos sólo quieren que se hable de lo suyo, que se les apoye sin tener que ceder nada a cambio. Los presupuestos catalanes están a punto de aprobarse y, de momento, la renta garantizada no aparece. Que la renta garantizada de ciudadanía esté recogida en el Estatut les importa poquísimo. El Estatut sólo lo quieren para utilizarlo en su enfrentamiento con los que dominan la sociedad española y en cuyo conjunto sienten que han perdido peso.
La izquierda no puede contar para nada con ellos en su lucha. Y haría bien la izquierda en enterarse YA de que las clases dominantes y buena parte de las acomodadas, tanto catalanas como de otros lugares, sólo le ríen la gracia a la izquierda mientras puede ser su tonto útil en sus enfrentamientos. Pero cuando la izquierda quiere algo está más sola que la una, y la larga historia recorrida por la Comissió Promotora de la Iniciativa Legislativa Popular de la Renda Garantida de Ciutadania es un claro ejemplo.
Afortunadamente, la Comissió es un ejemplo de perseverancia y va a hacer un último gran esfuerzo para que se regule y dote presupuestariamente a la renta garantizada de ciudadanía. Va a ser un importante y decidido paso más. En una notable demostración de compromiso varios compañeros están haciendo un AYUNO de 3 días, entre el 18 y el 20 de diciembre, todo ello acompañado de un buen número de actos paralelos de concienciación de la población.
Las situaciones de emergencia no pueden esperar más, los presupuestos están ahí. Recursos hay. Que los quieran para otros fines no significa que no haya recursos. Y hay recursos en Cataluña y los hay también en los demás territorios españoles y europeos. La izquierda ha de recuperar su espacio, credibilidad y discurso. Lo que implica la Renta Garantizada es una buena base para generar y estructurar propuesta. Ésta será sólida si se mira más allá del propio terruño. Apoyar, ahora en Cataluña, más tarde en todas partes, un mínimo garantizado para cada persona es clave para dejar de ser una izquierda de protesta para pasar a ser una izquierda de proyecto social coherente.
El magnífico trabajo y esfuerzo de los compañeros catalanes no debe interrumpirse, su lucha es un gran ejemplo para el conjunto de España, para el conjunto de Europa.
Más información en:
http://www.rendagarantidaciutadana.net/index.php/ca/presentacio-ilp
Pedro Fernández. Vicepresidente de Alternativa Ciudadana Progresista
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