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Euskadi

Resaca electoral

Fuentes: Izaronews

La resaca electoral marca la agenda de los partidos en función de los resultados de cada cual. La conformación del nuevo ejecutivo de Gasteiz concentra el interés y deseo de un PSE-EE y PP dispuestos a asumir su gestión sobre la trampa que han creado con su Ley de partidos y la anulación institucional de […]

La resaca electoral marca la agenda de los partidos en función de los resultados de cada cual. La conformación del nuevo ejecutivo de Gasteiz concentra el interés y deseo de un PSE-EE y PP dispuestos a asumir su gestión sobre la trampa que han creado con su Ley de partidos y la anulación institucional de la izquierda abertzale.

La mayoría social abertzale ha sido vulnerada a través de un mecanismo de apartheid asumido sin respuesta política por el Gobierno de Ibarretxe y el PNV. Desde Lizarra-Garazi, el constitucionalismo español liderado por el PP impuso unas reglas de juego, con ilegalizaciones y vulneración de derechos civiles y políticos, que el PSOE ha gestionado hasta culminar con unas elecciones que, desde esas bases antidemocráticas, permite a ambos partidos unionistas disponer de mayoría parlamentaria.

Es decir, si antes teníamos un marco constitucional-estatutario agotado ahora, además, tenemos unos parlamentos -Gasteiz e Iruñea- alevosamente mutilados y, por tanto, políticamente ilegítimos por no representar a la voluntad popular.

La izquierda abertzale ha sufrido las consecuencias de esta persecución y apartheid en sus carnes. Ha padecido, también, la gestión de ese apartheid que el PNV, y otras fuerzas políticas, han realizado aprovechándose de esa realidad antidemocrática. Y ahora, cuando esta situación le puede dejar al PNV fuera del Gobierno, Urkullu nos habla de «golpe institucional». El golpe institucional no es sumar los votos del PSE-EE con los del PP sino la aplicación de la Ley de Partidos que el PNV viene realizando gustosamente en muchas instituciones durante estos últimos años.

El problema es otro, Sr. Urkullu. El problema es que han aceptado que Madrid imponga las reglas de juego y ahora, cuando los números no salen, se rasgan las vestiduras. Hace tiempo que la izquierda abertzale reclama un plante político ante la estrategia del Estado para condicionar la demanda de cambio político vulnerando la representatividad popular. Pero vds. no estaban, en esos momentos, para políticas desestabilizadoras sino para cumplir la Ley y la Constitución. Ahora, sin embargo, nos anuncian inestabilidad política -cosa que nadie cree- porque pierden el control de espacios sensibles de gestión económico-política.

Osea, que si el PNV está en el Gobierno, con lehendakaritza y reparto institucional con el PSE-EE, no habría ni golpe institucional ni elecciones antidemocráticas. Sin embargo, la posibilidad de quedarse fuera les lleva a presentarse como víctima degollada por conspiraciones de todo tipo y naturaleza. Así pues, mucha hipocresía en unas palabras condicionadas por la agonía y tragedia que está suponiendo para su partido esta situación.

Buena prueba de ello ha sido la propuesta presentado por el PNV en la reunión con la delegación del PSE-EE. En ella el PNV se arrastra políticamente hasta límites increibles con tal de mendigar cotas de poder-gestión institucional. Sin ningún pudor, se presentan con predisposición total a los trasversalismos que viene defendiendo el PSOE, apelando a conceptos de paz y estabilidades políticas desde la colaboración con las instituciones españolas, legitimando las elecciones antidemocráticas y renegando de toda referencia a Euskal Herria como nación y, mucho menos, a la defensa del derecho a decidir como base para la superación del conflicto político. Una propuesta que por su contenido es una especie de «Santoña político», de capitulación política, que marcará la posición futura de este partido. La pregunta es obvia ¿qué buscaba el PNV con esa propuesta? Es evidente que era un movimiento para facilitar un pacto con los socialistas que conllevaba, indefectiblemente, la cabeza de Ibarretxe. Querían, a cualquier coste, su presencia en el Gobierno sin importarles las hipotecas que el contenido de ese documento les crearía en el futuro.

Pero, a pesar de ese «strepteasse» total, de ese entreguismo político, para el PSE-EE, en este momento, NO era suficiente siendo su prioridad conseguir el Gobierno con el apoyo del PP; es decir, igual que en Nafarroa pero al revés.

Por si fuera poco, en un postrero acto de guerra sucia política, Urkullu ha pretendido meter a la izquierda abertzale en una supuesta operacion «pinza» para su desalojo del Gobierno aventando supuestas conversaciones y connivencias con el PSOE. Un hecho que demuestra lo que es capaz de hacer el PNV cuando ve en peligro sus intereses. Es conocido el apego del PNV a los resortes del poder pero no pensaba que tuviera un efecto tan devastador en la dignidad, principios y señas de identidad de una fuerza política.

Así pues, ese documento es fiel reflejo de la decantación estratégica de este partido. Algo que debe acelerar la reflexión y apuesta de los sectores soberanistas e independentistas. La izquierda abertzale ha presentado ideas claras para hacer del espacio soberanista un eje determinante para un cambio político y social en el conjunto de Euskal Herria. Esa referencia debe, pues, concentrar nuestros esfuerzos ante una coyuntura con el unionismo pretendiendo frenar y condicionar el futuro político de este país.