Recomiendo:
1

Reseña de «La barbarie deportiva. Critica de una plaga mundial»

Fuentes: Rebelión

La barbarie deportiva. Critica de una plaga mundial. Marc Perelman (traducción de Federico Corriente) Barcelona : Editorial virus, 2014

El deporte, las olimpiadas, el fútbol, son temas tabú. Nadie se atreve con ellos, ni siquiera la izquierda. Forman parte de un consenso intocable, que solo admite críticas parciales y puntuales. No se entra en una crítica radical de lo que significa su influencia. Nadie hasta ahora había planteado la importancia que tiene este fenómeno dentro del capitalismo global y de la sociedad del espectáculo que la envuelve. Nadie ha denunciado los indecentes negocios que se mueven a su alrededor. La transformación del cuerpo en una máquina de la que solamente importan los resultados. El dopaje como esencia del deporte competitivo. La COI como poder supranacional como poder oligárquico que domina sobre los gobiernos y las gentes. Los megaproyectos olímpicos como transformación de la ciudad centrada en el estadio como elemento central Todo esto es lo que nos señala el valiente libro de Marc Perelman, que desde hace décadas ha desarrollado en Francia un trabajo crítico sobre el tema del deporte competitivo, la hegemonía del fútbol y el imperialismo de las Olimpíadas. Totalitarismo de una sociedad sin Ideal. El único proyecto para una sociedad nihilista, la religión del siglo XXI como auténtico fenómeno de masas. Todo como instrumento, por supuesto, de homogneización y unificación de las grandes ciudades del proyecto capitalista global.

 

El libro, siguiendo este hilo conductor de crítica global, va analizando diferentes aspectos. El primer capítulo trata sobre como se muestra la verdadera naturaleza autoritaria de los Juegos Olímpicos en Berlín (1936), Moscú ( 1980)y el Mundial de Fútbol de Argentina (1978). O todavía más radicalmente, las Olimpiadas de Berlín de 1936 como plataforma de justificación y promoción del proyecto del nazismo hitleriano. Después entra en el caso concreto de China, donde hace una análisis exhaustivo sobre como el proyecto olímpico destruyó el Pekín arquitectónico tradicional al servicio de una arquitectura monumentalista como muestra del «milagro económico chino». Continúa con un análisis de la carta Olímpica como un documento regido por una concepción antidemocrática y jerárquica que coloca al Comité Olímpico Internacional como institución de poder global al servicio del deporte competitivo, es decir de una promoción del deporte como una máquina contra el cuerpo y la salud al servicio de récords. Promocionando, en la práctica, el nacionalismo más cutre, sectario y violento. Se trata de jugar para ganar y la preparación de los atletas es una inversión de la que solo interesan los resultados, aunque sea a costa de la vida y de la salud de los deportistas., transformados en autómatas deshumanizados. El deporte-competición, del que se ocupa el siguiente capítulo, es así un elemento de identificación nacional, que crea comunidades emocionales violentas y sectarias, dominada por las pulsiones más primarias y agresivas. Todo ello nos conduce a la misma pregunta sobre el deporte, el saber si es tan viejo, como a veces se nos hace creer. Pero el deporte moderno, como señaló Marx, aparece con el capitalismo. Ambos lo hacen en el mismo marco, el de Gran Bretaña. Siguen el modelo de la empresa y son un elemento de distinción de la burguesía contra las decadentes instituciones de la nobleza militar. Hay también una relación con la industrialización, al imaginar al atleta como un máquina, del que hay que optimizar las piezas y los mecanismos. Lo que sorprende, continúa Perelman, es el olvido de la crítica al deporte y a sus instituciones, incluso en el mayo del 68 o en pensadores de la sociedad disciplinaria como Michel Foucault. Y lo absurdo de la cuestión es que los intelectuales de izquierdas más elitistas critican a los no elitistas precisamente porque se atreven con el deporte y el fútbol.

El campeón del deporte competitivo no cae ocasionalmente, coyunturalmente en el dopaje. El dopaje forma parte de la esencia del deporte competitivo, es su consecuencia lógica. La droga y la adicción son su verdad mortífera, que les conduce a veces a la muerte o a terribles enfermedades

como la E.L.A. Bien que aprendieron los países occidentales de los sistema de entrenamiento, cercano a la torturas, d elos campos de entrenamiento de atletas de la R.D.A.

Otro tema desarrollado es la relación entre el deporte y la cultura de la imagen que nos invade. La metáfora es el estadio-pantalla. Es el imaginario de la pantalla. Hay una mediatización del deporte y una deportivización de los media. Hay toda una normativa estética que se introduce bajo esta dinámica dominante. Vamos así hacia una civilización del valor-trabajo deportivo, nos dice Perelman. Su hipótesis final es que «la actualidad del espacio y el tiempo de la sociedad están atravesados por el deporte y quizás se hayan vuelto dependientes de éste, debido a varios fenómenos articulados entre sí : su irresistible ascensión, bajo la hegemonía del fútbol, que envuelve el planeta por sí solo y se instala en cada hogar, cuando no el interior de cada individuo, a través de la mediatización televisiva de las competiciones deportivas: la asimilación en su empresa de todos los lados malos, derivas y excesos ( dinero, violencia, dopaje..), que en la actualidad constituyen los cimientos en tanto devenir-deporte del mundo.» El deporte, en definitiva, «como confluencia de los aspectos más detestables de la sociedad.»

La crítica de Marc Perelman es, como podemos ver, muy radical, y el tono muy agresiva. ¿ Se ha pasado ? Pues no lo sé pero lo que sí sé es que hacia falta un libro como éste. Si se ha pasado, ya equilibraremos. Pero más vale pasarse que callarse, que es lo que se ha hecho y se sigue haciendo desde los sectores críticos. Bienvenido, por tanto, este libro como introductor de la crítica al deporte. Crítica desde el conocimiento, el trabajo serio y una concepción emancipadora.

Lo que sí me parece es que para profundizar y ampliar esta crítica deberíamos recurrir a otra «caja de instrumentos» teórica que la que utiliza Perelman. La Escuela de Frankfurt dijo cosas interesantes y que mantienen su actualidad. Pero la concepción de Marcuse de una cultura no represiva me parece que debe ampliarse en otro registro. Registro al que pueden ayudarnos por ejemplo, Castoriaids o Zizek. O la misma concepción de la biopolítica de Foucault. El horizonte, en todo caso, está abierto por este excelente ensayo de Perelman. Un libro que no hay que perderse, sin duda, para entender el mundo en que vivimos desde una perspectiva emancipatoria.