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Respuesta a «Las lagartijas de Jaffa» de Israel Shamir

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Considero que «Lagartijas de Jaffa» de Israel Shamir es un artículo muy esclarecedor.

Es particularmente interesante – y esclarecedor – cómo enfoca el tema. Inflando un aspecto secundario de un desarrollo histórico para convertirlo en el aspecto exclusivo: es realmente la característica de estos chovinistas, que se consideran como el punto focal gravitacional del desarrollo histórico.

Desde luego es un medio de liquidar los criterios político/éticos que surgieron de las lecciones aprendidas (?) de la experiencia con los nazis y otros bárbaros semejantes. Esta liquidación es esencial para los que quieren reinstalar ese conjunto de valores bárbaros como la norma aceptada para los desarrollos político/históricos de la actualidad.

He elaborado arbitrariamente una lista de parámetros político/éticos que son aceptados ampliamente en la actualidad. Son parámetros que formaron el puntal de la política nazi, y – precisamente por ese motivo – fueron profundamente despreciados y excluidos durante los 45 años del período de posguerra (1945-1990). Esos parámetros son:

Ø Oscurantismo: valores bárbaros archireaccionarios y contrarios al progresismo.

Ø Exigencia de obediencia irracional / fanática al liderazgo.

Ø Base étnica para la ciudadanía / pureza étnica / «fidelidad étnica» / oposición a la asimilación / pretensión de que se habla en nombre de todos los miembros del grupo étnico / y determinación de la «historia común».

Ø Ein Volk, ein Reich, ein Führer (un pueblo, un territorio, un líder).

Ø La consideración de la «Diáspora» étnica como una quinta columna de la «madre patria», y la promoción de esta imagen para sembrar la desconfianza – dejando así la lealtad de los individuos a la «madre patria» étnica como única alternativa.

Ø Chovinismo extremo propagado por el Estado.

Ø Creencia en la «raza superior» /»Herrenrasse» (la raza superior) / el «pueblo elegido».

Ø Que se está por sobre todas las leyes y criterios humanos, aparte de los que han sido fijados por uno mismo (sólo mientras sean ventajosos para el logro de determinados objetivos).

Ø La deshumanización de otros pueblos / el uso del antisemitismo (en cualquiera de sus formas).

Ø El uso del antisemitismo judeofóbico para lograr la cohesión étnica, la unidad nacional y la identidad nacional.

Ø El que se declare a los judíos como «no-ciudadanos de sus países» / con el objetivo de una Europa «Judenfrei» (libre de judíos)

Militarista:

Ø Sociedad militarizada / destruye la democracia para lograr una prioridad militar por sobre los intereses civiles.

Ø La exigencia de una seguridad unilateral (a costa de la de todos los demás)

Ø El expansionismo territorial, «Lebensraum» (espacio vital: la conquista de territorios vecinos para transferir a ellos a colonos del grupo étnico propio para luego pasar a incluir ese territorio en la «madre patria».

Ø Presentarse a sí mismo como «víctima» de una «mortal» agresión étnica (a menudo auto-instigada o auto-provocada).

Ø Hacer un «Vergeltungsschlag» vengativo, ojo por ojo.

Ø Una estrategia genocida de «solución final», asesinato de civiles sin tener en cuenta la edad, el sexo o la condición militar/civil; se ataca a grupos étnicos completos, el objetivo es la eliminación de la población indígena del territorio codiciado.

Esta lista puede ser ampliada a voluntad. La razón por la que la mayoría de la población de los países «occidentales» acepta, por su cuenta y riesgo, tragarse este veneno, es que se la hace creer que la renuncia a sus derechos democráticos aumentará su seguridad. Shamir describe de modo excelente la esencia de este mensaje: «Viva la primacía de los temas secundarios». Dentro de un par de generaciones, la «historia» será lo que diga el sesgo propagandístico más reciente.

Debe haber sido en 1992, la República Democrática Alemana – esa parte de la actual Alemania en la que el Ejército Rojo soviético aseguró que la población pudiera desarrollar un Estado antifascista, donde se erigió el Monumento de Treptow – acababa de ser sepultada y se estaban realizando las «reformas democráticas», mi esposa y yo visitamos, por primera vez, el campo de concentración de Sachsenhausen, en las afueras de Berlín. Al visitante lo saludaba un panel de 2 metros de alto con la siguiente inscripción:

«Estimados visitantes:

«Este monumento ha sigo erigido y organizado por los gobernantes comunistas anteriores a la Perestroika y a la transformación, para recordar a las víctimas de los criminales nazis.

«La caída de la dictadura comunista y la unificación en paz y libertad han posibilitado que se recuerde también a aquellos que, después de 1945, sacrificaron su libertad, su salud y sus vidas, en la resistencia contra la ocupación soviética y el Estado de Injusticia de la RDA.

«La necesaria reorganización de este monumento está siendo realizada actualmente.

«La administración del monumento.»

Traducido a las realidades del contexto alemán de la posguerra, este anuncio significa que el barbarismo nazi será ahora trivializado y que las víctimas supuestas y reales a manos de los soviéticos serán yuxtapuestas a las de los nazis. Todas se convertirán en «víctimas de la guerra y las dictaduras». Las decenas de miles y los cientos de miles de prisioneros que fueron liquidados por los nazis fueron colocados al mismo nivel que los nazis y sus colaboracionistas que fueron arrestados por el Ejército Soviético. Muchos de esos prisioneros murieron de hambre y falta de asistencia médica como las que todos sufrían a fines de la guerra. Se olvida que esa situación fue causada por los propios nazis, cuando comenzaron la guerra.

Visité recientemente Sachsenhausen durante este año, 13 años después. En nuestra primera visita, la explicación del campo, su historia, los que habían dirigido el campo y lo que llegaron a ser en la República Federal de Alemania («Alemania Occidental») después de la guerra, seguía en su sitio destacado. Con las nuevas explicaciones, modernizadas e históricamente revisadas, uno puede pasar por alto el antiguo edificio no-renovado. Hace 13 años, había un área especial que conmemoraba el sitio en el que más de 13.000 prisioneros de guerra soviéticos fueron sumariamente ejecutados en un par de días en Sachsenhausen, la mayor matanza de prisioneros de guerra que haya sido realizada en esa o en cualquiera otra guerra hasta la fecha. En mi visita subsiguiente no se encontraba en los mapas esa área del campo, y no la encontramos en el terreno. Las barracas originales del período precedente a la anexión de la RDA también eran difíciles de encontrar – algunas habían sido destruidas por incendiarios neonazis. Los neonazis alemanes están fuertemente infiltrados por agentes gubernamentales, pero pocas veces ocurre un arresto. La mención de la ejecución masiva de los soldados soviéticos se encontraba entre numerosos otros aspectos secundarios en el nuevo «Pabellón Judío». La cantidad de judíos asesinados en Sachsenhausen fue estimada porque muchos de los soviéticos, polacos, ucranianos y ciudadanos de otras nacionalidades, asesinados en Sachsenhausen porque eran soviéticos, polacos, ucranianos, etc., eran también judíos.

Shamir escribe:

«¿Debieran arrepentirse los rusos por el acuerdo Molotov-Ribbentrop entre la URSS y Alemania? Difícilmente. Sólo es una lástima que no haya durado más. El brutal Hitler y el astuto Churchill eran por igual hostiles hacia Rusia. El discurso de Fulton de Churchill declarando la Guerra Fría a Rusia soviética, vino antes de que sepultaran a la última víctima rusa de la guerra. Y esta hostilidad sigue siendo fuerte: El discurso de Tbilisi de Bush no es más que una puesta al día del de Fulton. (Tengo un motivo personal para ser un ardiente partidario de Molotov-Ribbentrop – ese tratado envió al Ejército Rojo a Galicia y salvó a mi futuro padre de las Einsatzgruppen

Respondo:

«No antes de que los británicos y los franceses se arrepientan de sus múltiples tratados con los nazis y los fascistas italianos:

«Los nuevos liberales gustan de citar el pacto de no-agresión nazi-soviético del 23 de agosto de 1939 como autoridad para la doctrina anteriormente suscrita sólo por Mr. William Randolph Hearst y sus pares. Pero por más que se investiguen sus sagrados escritos, no se encontrará mención alguna del acuerdo franco-italiano del 7 de enero de 1935; del trato naval anglo-nazi del 18 de junio de 1935; del acuerdo británico-italiano del 16 de abril de 1938; del pacto de no-agresión franco-nazi del 6 de diciembre de 1938, todos los cuales precedieron y afectaron considerablemente el pacto que aprecian y recuerdan.»

Dalton Trumbo, THE TIME OF THE TOAD, A Study of Inquisition in America, The Journeyman Press, London & West Nyack, (pp. 37-38)

Shamir escribe que:

«Desde el punto de vista ruso, la URSS no «ignoró cruelmente», sino que derramó la sangre de sus mejores hijos e hijas. La guerra no fue librada por los judíos o a causa de los judíos; pero en todo caso Rusia merece su eterna gratitud por haberlos salvado del peligro.»

Israel, tratemos de poner un poco de carnosidad a este esqueleto. Nadie cuestiona el HECHO de que 6 millones de judíos fueron asesinados por Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. 6 millones es una cantidad inmensa de seres humanos que fueron liquidados a sangre fría simplemente porque fue posible hacerlo. Pero incluso esos 6 millones palidecen ante los sacrificios de otros pueblos, que nunca son mencionados.

La guerra iniciada por los alemanes en Europa costó las vidas de 54,8 millones de personas. Otros dos millones siguen sin aparecer. Incluso esos hechos no dispersan la niebla que cubre este período. Mientras Holanda y Gran Bretaña perdieron cada cual 400.000, 500.000 fueron muertos en Grecia, EE.UU. perdió 596.000, y Francia 802.000 de los que 200.000 fueron deportados a campos de concentración. Todas son naciones occidentales. El cuadro en el este es muy diferente. En Polonia 6.028.000 fueron asesinados. Incluso el agresor alemán envió a 6.200.000 a la muerte en sus intentos por erradicar, conquistar y esclavizar a otros pueblos de Europa. Pero el mayor sacrificio fue hecho por la Unión Soviética, donde murieron más de 20.000.000 ciudadanos. Así es: veinte MILLONES, de los cuales 3.500.000 fueron mujeres.

Ni siquiera estas estadísticas descarnadas presentan un cuadro completo.

Según la Comisión Especial del Estado soviético, los nazis devastaron y quemaron 1.710 ciudades y más de 70.000 aldeas. Destruyeron 31.850 fábricas, 40.000 hospitales y enfermerías, 84.000 escuelas, institutos de educación superior y centros de investigación, 43.000 bibliotecas públicas fueron saqueadas y arrasadas. 65.000 kilómetros de vías férreas, 4.100 estaciones ferroviarias, 36.000 oficinas de correos fueron destruidos en la orgía de un intento por devolver el mundo a la barbarie. (Estadísticas citadas por Simone y Auguste Gillot en «Un Couple dans la Resistance» Editions Sociales, 1975, p. 326)

¿Hay quien pueda darme una justificación CIVILIZADA para la destrucción de hospitales, enfermerías, escuelas, bibliotecas públicas u oficinas de correos? Esta bárbara destrucción gratuita llevó al fiscal francés en los procesos de Nuremberg, François de Menthon, a declarar en su presentación del caso:

«Hoy tengo la intención de probar a ustedes que toda esta criminalidad organizada y vasta proviene de lo que se me permitirá calificar de crimen contra el espíritu. Quiero decir una doctrina que, negando todos los valores espirituales, racionales y morales mediante los cuales las naciones han tratado, durante miles de años, de mejorar las condiciones humanas, trata de precipitar a la humanidad a la barbarie, ya no la barbarie natural y espontánea de las naciones primitivas, sino hacia una barbarie diabólica, consciente de sí misma, y que utiliza para sus fines todos los medios materiales puestos a disposición de la humanidad por la ciencia contemporánea. Este pecado contra el espíritu es el pecado original del nacionalsocialismo del que provienen todos los crímenes. (…)

«El nacionalsocialismo termina absorbiendo la personalidad del ciudadano en la del Estado y en la negación de todo valor intrínseco de la persona humana.

«Se nos devuelve (…) a la idea más primitiva de las tribus salvajes. Todos los valores de la civilización acumulados durante siglos son rechazados, todas las ideas tradicionales de moralidad, justicia, y legalidad ceden el paso a la primacía de la raza, sus instintos, sus necesidades e intereses. El individuo, su libertad, sus derechos y aspiraciones ya no tienen una existencia propia real.» (Telford Taylor, The Anatomy of the Nuremberg Trials, Alfred A. Knopf (NY) 1992 Pg. 294-295)

Fue un hecho universalmente reconocido que el fascismo – especialmente el tipo demostrado por los nazis – fue / es la forma más odiosa de barbarie política. Fue este reconocimiento lo que constituyó la base para los criterios que reinaron en el período de posguerra (de 1945 a 1990). Esos fascistas, que no fueron desenmascarados, o que fueron incorporados a gobiernos democráticos occidentales de la época – algo común en Alemania Occidental – tuvieron que tratar de pasar desapercibidos. Mientras la Unión Soviética y el sistema socialista mundial seguían en función, no podían proclamar abiertamente sus intenciones sin aislarse políticamente. En la actualidad, esos criterios han sido sistemáticamente socavados, incluso invertidos.

Me sentí de acuerdo con todo el documento de Israel Shamir, porque lo veía como una declaración de que TODOS los aspectos de la Segunda Guerra Mundial deben ser considerados, recordados y comprendidos en sus proporciones históricas apropiadas. Comencé a preguntarme si estamos verdaderamente de acuerdo, cuando leí las citas de Paul Treanor.

Paul Treanor argumenta que el genocidio perpetrado contra los judíos europeos debería ser olvidado.

Ante todo, llega tarde con su proposición. Demasiadas personas HAN olvidado ya de modo tan cómodo durante demasiados años por lo que los fascistas y otros belicistas de nuestros días ni siquiera tienen que temer que se les contradiga cuando hilan su historia revisada, utilizan versiones invertidas del Holocausto, por ejemplo en acusaciones contra los soviéticos, para impulsar sus políticas orientadas a volver a la norma fascista. La norma fascista ha sido internacionalmente reestablecida y aceptada – con los Tribunales de La Haya y Arusha, con el genocidio antisemita contra los iraquíes y la limpieza étnica de los palestinos, con la política del «Lebensraum» de los israelíes y las guerras de agresión contra Palestina, Irak, Afganistán.

En segundo lugar, el hecho de que la actual generación de fascistas utilice una imagen atrofiada del genocidio contra los judíos europeos y distorsione los eventos respecto a. y los que condujeron a la Segunda Guerra Mundial, no de debe al «recuerdo del Holocausto» sino al hecho de que varias generaciones de jóvenes no tienen la menor idea de lo que sucedió.

La reacción de Paul Treanor, es del tipo que conozco demasiado bien de entre muchas de las generaciones alemanas occidentales de posguerra. Acusados de ser asesinos de judíos (ni siquiera habían nacido hasta después de la guerra) dieron un suspiro de alivio cuando «cayó el muro». Ahora no tendrían que seguir yendo por el mundo pidiendo disculpas por haber nacido alemanes. Casi nunca hablaban del genocidio. Nunca formulaban preguntas. Si se veían confrontados por alguien como yo, que quería averiguar lo que sabían de su historia, simplemente interrumpían la conversación. El tópico era tabú – antes de que cayera el muro y más aún desde entonces.

Porque saben poco, son indiferentes, pero sobre todo porque se sienten incómodos, porque no tienen los instrumentos necesarios para afrontar el tema. Siguen afrontando el tema en términos étnicos absolutos en lugar de ideológicos. Un nazi era un nazi porque era alemán. «Yo soy alemán, por lo tanto de alguna manera también tengo que ser un nazi» es la simplicidad de su razonamiento. Las generaciones alemanas occidentales de la posguerra crecieron identificándose más con los «alemanes buenos», que seguían la marea, y no con los combatientes de la resistencia.

Es obvio que querrían olvidar el genocidio. No están dispuestos a resistir la nueva ola de genocidio, si viniera, así que para qué hablar de la anterior. Además es tan molesto tener que simular ser afectado por la suerte de gente a la que uno ni siquiera conoce…

Paul Treanor capitula. En lugar de tomar literalmente a Cohen, debería responderle con la verdad sobre la Segunda Guerra Mundial – toda la verdad – incluyendo la verdad sobre el papel de sionistas, como Cohen, en su colaboración con los nazis. ¿Por qué nadie le pregunta a Cohen sobre el acuerdo Ha’avara con los nazis? ¿Y las unidades de marina de la SS que infiltraban sionistas alemanes a través de los bloqueos británicos de Palestina?

«Es un hecho histórico que en 1941, y de nuevo en 1942, la Gestapo alemana ofreció a todos los judíos europeos el tránsito a España, si abandonaban toda su propiedad en Alemania y en Francia Ocupada; siempre que: a) ninguno de los deportados viajara de España a Palestina; y b) todos los deportados fueran transportados de España a EE.UU. o a colonias británicas, y permanecieran allí; con visas de ingreso que fueran obtenidas por los judíos viviendo allí; y c) un rescate de 1.000 dólares por cada familia pagado por la Agencia, a ser pagado a la llegada de la familia a la frontera española a un ritmo de 1.000 familias por día.

«Los dirigentes sionistas en Suiza y Turquía recibieron esta oferta con el claro entendimiento de que la exclusión de Palestina como destino para los deportados se basaba en un acuerdo entre la Gestapo y el Muftí.

«La respuesta de los dirigentes sionistas fue negativa, con los siguientes comentarios: A): SÓLO Palestina sería considerada como destino para los deportados. B) los judíos europeos deben acceder a sufrimientos y muerte mayores en su medida que los de otras naciones, para que los victoriosos aliados acepten un «Estado Judío» al final de la guerra. C) No se pagará ningún rescate. Esta respuesta a la oferta de la Gestapo fue hecha en pleno conocimiento del hecho de que la alternativa a esta oferta era la cámara de gas.

«Estos dirigentes sionistas traicionaron a su propia gente. El sionismo nunca fue una opción para la salvación de los judíos. Al contrario, fue una fórmula para que seres humanos fueran utilizados como peones en el regodeo por el poder de varios forajidos. ¡Una perfidia! ¡Una traición indescriptible!» (Rabino Gedalya Liebermann (Australia) The Role Of Zionism In The Holocaust)

No, Cohen no representa una «nueva tendencia en las comunidades judías» de Europa occidental, de ver a la derecha – incluso a los neonazis – como aliados. Esta tendencia es tan antigua como la propia comunidad judía. La comunidad judía nunca ha sido homogenizada. Siempre ha habido disenso y el mismo espectro político como en cualquier otra comunidad en el planeta. Siempre han existido los que están dispuestos a sacrificar las vidas de decenas, cientos, miles, incluso millones de judíos en función de sus intereses especiales – en este caso la extensión del poder israelí.

Para disipar la idea de que los judíos tienen uno y el mismo objetivo, habría que informarse sobre el pacto secreto que el doctor Rudolph Kastner (también escrito Kasztner) del Comité de Rescate de la Agencia Judía en Budapest hizo con Adolf Eichmann, que selló la suerte de 800.000 judíos húngaros. Hay que leer también sobre la posición que el Estado de Israel adopta respecto a Kastner, cuando se denunció cómo colaboró activamente con los nazis para enviar a esos judíos a la muerte. (http://www.aldeilis.net/zion/zionhol01.html)

La generalización sobre los judíos es una primera señal de la aceptación de la base para la persecución de los judíos: los judíos son estereotipados afuera de la esfera de la humanidad. Los sionistas dicen que se hallan por sobre el resto de nosotros, y los judeófobos dicen que están por debajo. Evitar generalizaciones semejantes debería ser una de las primeras y más importantes lecciones aprendidas de «el Holocausto». La diferencia entre hoy y hace 30 años no es sólo que los fascistas vuelven a estar en el poder, por dondequiera se mira, sino que también muchos de los que se autodenominan «la izquierda» capitulan ante la primera dificultad. Esto se debe también a que mucha gente ha olvidado cómodamente «el Holocausto» durante demasiado tiempo y ha permitido que los fascistas vuelvan al poder sin tener en cuenta las consecuencias. Históricamente, la izquierda ha estado siempre formada por los que lucharon por hacer progresar a la humanidad para alejarla de la barbarie del pasado, hacia una civilización más amplia, más profunda. La izquierda ha estado siempre dispuesta a combatir a los reaccionarios, no a capitular en cuanto estos dicen «¡buuah!»

El análisis de de Menthon es tan válido hoy en día para la tendencia política dominante del Occidente capitalista, como lo fue cuando se postergó la misión fascista gracias a la victoria soviética. Igual como Hitler y sus nazis sintieron que tenían derecho a cometer genocidio contra eslavos, judíos y gitanos, en virtud de su supuesto estatus de miembros de la «raza superior», los sionistas – tanto cristianos como judíos – predican la doctrina de eliminar la memoria de Amalec de la tierra (Éxodo 17,4, Deuteronomio 25,19) «Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, y niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos». (1 Samuel 15, 3) Actualmente la «raza superior» se autocalifica de «pueblo elegido».

Ha’aretz escribe:

«Muchos de nuestros niños [israelíes] están siendo indoctrinados, en escuelas religiosas, en que los árabes son Amalec y la Biblia nos enseña que Amalec debe ser destruido. Ya hubo un rabino (Israel Hess) que escribió en el periódico de la Universidad Bar Ilan que todos debemos cometer genocidio, y eso porque su investigación mostró que los palestinos son Amalec.» (http://www.haaretz.co.il/hasite/pages/ShArtPE.jhtml?itemNo=269703&contrassID=2&subContrassID=3&sbSubContrassID=0)

El mismo adoctrinamiento se realiza en EE.UU. Y lo peor es que, todos, todos los que no miren para otro lado, pueden verlo.

Shamir escribe:

« Occidente adoptó una extraña narrativa centrada en el destino judío. Según esa narrativa, los alemanes decidieron exterminar a todos los judíos, desde los bebés a los ancianos, y por eso desataron la guerra. El mundo ignoró cruelmente la tragedia judía, pero ocurrió un milagro: los judíos fueron salvados y crearon su Estado de Israel de las cenizas del Holocausto.»

Durante el período de posguerra, la Unión Soviética fue el Amalec del día. Es difícil cometer genocidio – y la amenaza de un holocausto nuclear constituye ciertamente genocidio – contra un pueblo reconocido por haber salvado – y fortificado – la democracia ante la amenaza del fascismo. Los gobiernos «democráticos» de Occidente, colaboraron en mayor o menor grado con los fascistas en su guerra contra la Unión Soviética. Por eso había que dar una nueva – y diferente – relevancia a los nazis, algo que otros fascistas en el poder no hicieron y no estaban dispuestos a hacer. Y la historia – la historia de la lucha contra y por la derrota del fascismo – fue revisada para excluir los capítulos más significativos.

Hace cerca de un par de años un parlamentario derechista alemán, sin responsabilidades en el gobierno o la oposición, Martin Hohmann, de la Unión «Democristiana» de Alemania, creó un escándalo cuando enumeró el papel de los judíos progresistas en la Revolución Rusa y en la construcción de la primera república socialista y en otros sitios de la historia.

Presentó el tema de si la masiva participación en los niveles más altos de los bolcheviques durante la erradicación de la clase capitalista/zarista no convirtió a los judíos en un «Tätervolk» (traducido libremente, como: un pueblo de culpables, jugando con lo que se considera que son los alemanes por el intento de Hitler de erradicar al judaísmo europeo.) La intención era contrarrestar la imagen de los judíos como un pueblo de perpetuos mártires, y de los alemanes como perpetuos culpables. Sólo por cuestionar la suposición de que pudieran ser otra cosa que seres inocentes, que fueron conducidos a los mataderos de la historia, se convirtió en la primera plana de un escándalo. (En Alemania, decir algo sobre los judíos – excepto si es el máximo elogio de Israel – ya es considerado «antisemitismo».)

El segundo, y aún peor aspecto del escándalo fue que había sido bastante detallado en su descripción del papel revolucionario de los judíos a través de la historia en el logro del progreso del desarrollo de la humanidad. Al hacerlo, destruyó el mito de posguerra tan prevaleciente en Alemania, de que sólo los sionistas – y sobre todo el Estado israelí – pueden hablar en nombre de todos los judíos, en todas partes y que todos los judíos, por todas partes, en todo momento, sólo esperaban el Estado «judío» Israel, para que los liberara de sus atormentadores. Bastaba simplemente con que renunciaran a su ciudadanía en sus patrias – y a su membresía en la Humanidad – para que inmigraran al gueto en Medio Oriente, donde judíos discriminan contra otros judíos.

Hohmann se aproximó demasiado a la verdad: los judíos han jugado un papel importante en las luchas por la justicia y el progreso sociales a través de la historia, y siguen jugando ese papel en la actualidad, a pesar de que vociferantes sionistas reaccionarios los hagan callar a gritos.

Pero en los ojos de Hohmann y en los ojos del Consejo Central de los Judíos de Alemania (que ha estado funcionando más como un comité auxiliar del gobierno israelí, que como un lobby que defienda los intereses de los alemanes judíos) este papel progresista convierte a esos judíos en «criminales» de marca mayor. Esto podría constituir un precursor de una justificación por parte de Hohmann de la guerra para librar al mundo de esos «conspiradores judeo-bolcheviques». No lo dice, pero lo que dice va en esa dirección. Hohmann no lo dice, pero debe haber llegado demasiado cerca de lo que sus amigos de su partido dicen detrás de puertas cerradas. Hohmann fue expulsado del partido.

Aunque ciertamente estoy de acuerdo con la declaración de Israel Shamir de que «Los anticomunistas occidentales y los amos del discurso sionista no son motivados por la compasión; promueven una historia de sufrimiento cuando les es conveniente.» Considero que sus explicaciones mono-causales de las atrocidades históricas y de por qué se convirtieron en tópicos no da en el clavo. Lo que Shamir escribe sobre las reivindicaciones africanas de reparaciones, contradice incluso sus demás ejemplos.

Shamir escribe:

La gente ingenua cree que los que rinden culto a las lagartijas son impulsados por la compasión y tratan de imitar esta narrativa con historias sobre sus propios sufrimientos: los ucranianos sufrieron la hambruna de los años treinta, los africanos sufrieron bajo la esclavitud. Entonces se sorprenden de que no produzca una ola de reparaciones.

Su amplia generalización (¿moralista?) de brocha gorda sugiriendo que los movimientos por reparaciones son generalmente motivados por los mismos designios chovinistas y pecuniarios como los de los sionistas contra otros pueblos deja de lado un punto importante.

Los sionistas – el movimiento sionista – necesitaban una persecución catastrófica de los judíos, en su calidad de judíos. Los alemanes estaban dispuestos a pagar por su retorno a la liga de los «buenos» del mundo occidental. Además, los alemanes vieron que el apoyo a la ideología sionista era una garantía de que la «ideología alemana» siguiera en vida. (Comparten las mismas características, como he señalado, y provienen de las mismas raíces.)

Los sionistas frustraron los intentos por rescatar a los judíos europeos, llevándolos a refugios más seguros, porque distraerían a los judíos de la ida a Palestina. (Los judíos no-sionistas son sólo útiles, y por lo tanto «judíos» a parte entera, cuando pueden ser contados como víctimas judías o se han convertido en sionistas. La persecución de judíos no-sionistas ayuda a convencer a no-sionistas de la «rectitud» de la causa sionista.)

En realidad, durante el Holocausto, la política sionista fue que la vida judía no tenía valor a menos que promoviera la causa de la creación de Israel. «Una cabra en Israel vale más que toda la Diáspora», dijo Yitzhak Greenbaum, jefe del «Comité de Rescate» de la Agencia Judía. El sacrificio judío a manos de la barbarie antisemita creó una base moral propagandística suficientemente elevada para los sionistas en su busca del objetivo final – el establecimiento de un Estado judío en territorio árabe/judío/cristiano, justificando todas y cada una de las medidas tomadas para hacerlo – no importa cuán bárbaras hayan sido. Después de todo, la existencia de los árabes y sus reivindicaciones de derechos humanos siempre han sido rechazadas en la doctrina sionista.

(Este principio ha sido adaptado para la política del gobierno de EE.UU. por sus ideólogos sionistas. Por eso, miembros de la administración «con un poco de ayuda de sus amigos, que tienen mucha experiencia» instigaron un «terrorismo catastrófico» del 11-S. Éste fue convertido en la justificación para las acciones bárbaras – planificadas y preparadas desde hace tiempo, que afirman que fueron el «resultado».

Mientras los ucranianos que tratan de llegar al poder pueden esperar – y recibir – millones de capitalistas occidentales, como Soros y Brzezinski, DEBIDO a que las atrocidades que utilizan para movilizar a la población fueron cometidas por el gobierno SOCIALISTA soviético, ningún africano o afro-occidental puede esperar ayuda en sus esfuerzos por obtener reparaciones de esos centros, simplemente porque las atrocidades en las que basan su pedido fueron literalmente cometidas por el sistema CAPITALISTA en su conjunto. No hay un solo centro industrial capitalista en Europa o EE.UU. que no haya sido construido sobre las espaldas del trabajo esclavo africano. Así que ningún país está interesado en que los negros tengan éxito con sus reivindicaciones en ningún otro país capitalista aislado.

«Los gobiernos alemán y de EE.UU. pueden utilizar esos pedidos de reparaciones como palanca para presionar al gobierno ruso a que haga más ‘concesiones’, como señala Shamir , «para erradicar el comunismo y privatizar los bienes públicos de California a Siberia». o – si esto no funciona, llegar a convertir una negativa de «concesiones» en un casus belli y apoderarse de los bienes por fuerza. (Véase el caso de Yugoslavia.)

Basta con tomar nota de los casos exitosos y semi-exitosos en la historia reciente. Como Gaddafi se doblegó y aceptó un acuerdo con la acusación. Aunque es inocente de la tragedia de Lockerbie, aceptó el pago de reparaciones a las víctimas, sólo por salirse de la línea de fuego de la cruzada israelí-EE.UU.

Los gobiernos checos siguen lidiando con las demandas de los alemanes de los Sudetes desplazados exigiendo una admisión pública y reparaciones por sus propiedades perdidas. Demasiados habían servido de quinta columna nazi durante y antes de la guerra. Por eso se vieron obligados a seguir a las tropas nazis a Alemania. Todos los partidos políticos alemanes (con la excepción de los partidos de izquierda más pequeños) apoyan sus reivindicaciones.

Hay algo que me confunde. Shamir escribe:

En la actual narrativa judía que se convirtió en la versión oficial de la historia moderna en Occidente gracias a los esfuerzos de los lores judíos de la prensa, la URSS/Rusia es conspicua por su ausencia. Incluso los estadounidenses aparecen en esta historia como gente que no bombardeó Auschwitz y que suministró su know-how a los alemanes. En los interminables corredores del Monumento Yad va-Shem del Holocausto en Jerusalén, ni siquiera se menciona al Ejército Rojo. Millones de soldados rusos muertos no caben en la narrativa sionista de la tragedia judía, la heroica lucha judía y un mundo gentil indiferente.

Shamir tiende a utilizar las palabras judío y sionista intercambiablemente. Sé que en Medio Oriente y particularmente en Israel, es común mezclar las dos porque la cantidad de judíos que son no-sionistas es muy pequeña. Aquí – y también escribe para los que vivimos aquí – la proporción de judíos que son no-sionistas es muy superior. Una de las mayores batallas que libramos aquí es contra la amalgama entre las dos palabras y la afirmación sionista de que los judíos son sionistas (y del mismo modo, que sólo los sionistas son judíos). Yo diría que la narrativa a la que se refiere el señor Shamir es la versión sionista (como dice en la segunda ocasión), y que es la de los lores sionistas de los medios. La tragedia es definitivamente judía como lo fue la heroica lucha.

Al no diferenciar entre los dos, se convierte el atributo ideológico en genético. (Es lo que siempre han estado afirmando los sionistas). Es la raíz de la ideología sionista, y a fin de convencer a los judíos de que les va mejor del lado sionista, se instiga todo tipo de vandalismos, y rumores de vandalismos contra establecimientos judíos, para crear el temor ante el próximo pogromo.

Esta generalización se encuentra también a la raíz de la redefinición del término «antisemitismo». El término solía significa chovinismo contra los judíos, como judíos, por ser judíos. En la actualidad significa todo acto reprehensible hacia un judío – no importa cuál sea la motivación (el chovinismo no juega ningún papel). Dos personas tienen una discusión. Si uno es judío se convierte en un caso de antisemitismo. Tiene lugar un accidente del tránsito en una carretera rural en Francia, y ya se puede suponer que el ministro del interior, Sarkozy, anotará una estadística más en las agresiones antisemitas si sucede si ocurre que uno de los conductores o pasajeros es judío. El «agresor» ni siquiera tiene que saber o preocuparse por el origen étnico de la otra parte.

Ya que los sionistas proclaman que Israel es por excelencia el ESTADO JUDÍO, toda crítica de cualquier judío, y por ello de la política oficial judía o de la política del Estado judío, se convierte en «neo-antisemitismo».

En abril de 2004, 53 naciones se reunieron en Berlín. (Shamir escribió una excelente carta abierta a esa reunión), y acordaron entre otras cosas comenzar a tomar pasos para aplicar esta nueva definición incluso a la ley criminal. Paso por paso, los países están incluyendo en su lista de infracciones políticas la propaganda «antisemita y anti-israelí». No se exige ni provee ninguna evidencia de antisemitismo, y anti-israelí se convierte en prueba del nuevo antisemitismo. Incluso a pesar de que en Israel el mundo es dividido sobre todo entre judíos y gentiles, aquí las cosas son algo más complicadas. Sería útil si se tuviera más cuidado con esa terminología.

Por último, el señor Shamir escribe:

Los rusos soviéticos ciertamente sentían que habían salvado a Alemania y a Europa de un espíritu maligno y nunca indujeron sentimientos de culpabilidad en los alemanes orientales . Por eso los alemanes orientales son más masculinos y menos quebrantados que sus hermanos occidentales.

No se puede hacer una declaración tan generalizada sobre los alemanes orientales u occidentales, ni sobre su masculinidad ni sobre hasta qué punto están quebrantados. Yo trabajo casi exclusivamente con alemanes orientales, vivo en Berlín Oriental, la mayoría de mis amigos son alemanes orientales, pero mis principales actividades políticas son con berlineses occidentales y otros de los países capitalistas. Hay muchas cosas que entran en las personalidades y las culturas de un pueblo. Un juicio semejante no es, simplemente, objetivo. Además no sé qué se describe como masculinidad. (Si se hubiera aplicado esa comparación a las mujeres alemanes orientales y occidentales, diría que las mujeres alemanas orientales son más emancipadas en la práctica, mientras que las mujeres alemanas occidentales tienden a teorizar más sobre la emancipación. Las mujeres alemanas orientales tienden a verse a sí mismas como y a exigir que sean respetadas como, iguales a sus colegas varones. Pero eso no tiene nada que ver con masculinidad, tiene que ver con la igualdad socialista que aprendieron en la vida, mientras que la mujer alemana occidental todavía tiene que luchar para lograrla. Pero ése es otro tema.

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*George Pumphrey es afro-estadounidense de nacimiento y ciudadano francés; militante por la paz y contra el chovinismo. Es co-autor del libro Ghettos und Gefängnisse: Rassismus und Menschenrechte in den USA (Pahl-Rugenstein 1982) [Guetos y prisiones: racismo y derechos humanos en EE.UU.] y autor de numerosos artículos sobre la paz y el racismo. Vive actualmente en Berlín, Alemania.